Esperma, ¿qué?
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Disclaimer: los nombres propios así como los lugares aquí mencionados pertenecen a la Fantástica J.K Rowling.
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Aclaración: el siguiente Fic está lleno de situaciones inverosímiles y personajes muy, muy OoC. Si buscan una historia con una Hermione o un Draco muy en su papel aquí no lo encontraran. El motivo principal es divertir y que disfruten de Lemmon, que es la razón por la que está en este rating, M.
Editado. Viernes 12 de Noviembre del 20010
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Capitulo I: ¿Te Ayudo?
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— ¿Está claro?—, preguntó mientras observaba el rostro de sus alumnos.
Y es que nunca, jamás, los alumnos de Gryffindor y Slytherin habían estados más confundidos en sus vidas. Y no, no es que fueran unos inexpertos en el tema, al contrario, eran adolescentes llenos de hormonas, claro que lo entendían.
Lo que no entiendían es, ¿Qué demonios hacía Severus Snape, jefe de la casa de Slytherin, maestro de pociones, y acérrimo enemigo de los Gryffindor´s dando clases de sexualidad?
— Bien, parece que no hay ninguna duda—, prosiguió al ver que nadie respondía. — La próxima clase que será dentro de tres días les resultará muy….particular y divertida— dijo con el sarcasmo y el alto grado de repugnancia que el dar aquella clase le producía pintado en su rostro. Los alumnos, sobre todo los leones contuvieron el aliento. Ninguna frase que incluyera la palabra "divertida" dicha por Snape les podía augurar algo bueno. — Haremos lo que se conoce como espermatoscopía, es decir, observaremos espermatozoides al microscopio. La actividad se hará por parejas, siendo un hombre y una mujer, obviamente. El chico tendrá que tener tres días de abstinencia y tomar la muestra ese mismo día como máximo una hora antes de la clase. Las parejas están en la pizarra —, hizo un rápido moviendo de varita y los nombres aparecieron. — Nos vemos la próxima clase.
Los alumnos con cara de funeral se empezaron a mover de sus asientos. Esa era sin duda la peor clase que todos habían tenido nuca.
— ¡Ah! Se me olvidaba…—, dijo llamando su atención— La pareja que tenga la estúpida idea de no presentarse la próxima clase, o peor aún, que se presente sin el material solicitado, quedará reprobado automáticamente en la clase de pociones.
— ¿Qué?
—Silencio Weasley. 20 puntos menos para Gryffindor.
—Pero esto es… absurdo—Harry se tuvo que morder la lengua para no decir "una mierda"—. Las clases ni siquiera son obligatorias.
—Se equivoca señor Potter, lo son, nuestro "querido" director –, puso énfasis en la palabra "querido"— así lo dispuso. Y por su insolencia otros 20 puntos menos para Gryffindor. ¿Algún otro tiene algo que objetar?—. Silencio total. — Me lo imaginaba, ahora retírense de mi vista.
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—Maldito Snape, hijo de pu…—, despotricaba Ron mientras el trío se dirigía por los pasillos hacia el comedor.
—¡Ronald!, cállate quieres. Snape te podría escuchar —, dijo Hermione, mientras giraba su cabeza a todos lados en busca del "adorable" maestro de pociones. Y es que nunca se sabía de dónde les podría salir, ni quién podría estar escuchando.
—Pero es que es ridículo, estas clases son… son.
—Una mierda—, dijo Harry terminando la frase por él, en una actitud de total resignación.
—Exacto. Gracias Harry. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre, a estas alturas del partido, impartirnos clases de sexualidad?
—Y de anatomía, ciencias, arte, y…. ética, sí, ética.
—Sé exacto, gracias de nuevo Harry—, continuó Ron. — Es estúpido, y sobre todo ¿A qué mente enferma y retorcida se le ocurre escoger a Snape para que dé la clase de sexualidad?
—A Dumbledore.
-¡Ajá!, gracias de nue…Harry ¿y a ti qué te pasa?—. Acaba de notar el tono resignado y sin emoción en la voz de su amigo.
—Nada—, respondió.
— Vamos Harry, dinos qué te sucede —, le preguntó Hermione a la vez que los tres entraban en el Gran Comedor.
—Es sólo que, bueno, me tocó hacer equipo con Millicen Bulstrode.
— ¿Y eso te pone triste? De veras Harry, estás mal —, replicó Ron mientras se servía una gran porción de puré de papas en su plato —. Mírame a mi, me tocó con la tonta de Pansy Parkinson —, puso mueca de desagrado —. Si quieres podemos ir a hablar con Snape, talvez tengas suerte y te cambie de pareja o bueno, deberíamos de conformarnos con que salgas de ahí con vida.
—Eeehh, nope, creo que mejor me quedo con mi pareja, aunque sea una completa demente.
—Así se habla Harry —, continuaron comiendo por un rato hasta que…—Ey Hermione.
—¿mmmm?—, le contestó con la mirada pérdida en su plato con carne.
— ¿A ti con quién te tocó hacer pareja?
—Con nadie más ni nadie menos, que Draco-odio a Hermione Granger -Malfoy.
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— ¡¿Qué?—, gritaron al unísono.
—Sí, como lo oyen con la maldita Granger esa. ¡Qué demonios piensa Snape! —, replicó al mismo tiempo que se pasaba las manos por el cabello.
—Vamos compañero no es para tanto —, Draco lo miro con rencor —. Bueno pues, ¿Lo siento? —, dijo Blaise Zabini —. ¡Ay por Merlín! no me vas a negar que sangre sucia y…
—No la llames así —, le advirtió Draco
—...te tocó una muuuuuy buena pareja —, continuó—. En cambio a mí me tocó con la tonta de Hanna Abbott. Ni qué decir de nuestra querida Pansy, mira que hacer de pareja con La Comadreja Mayor, es simplemente, terrible.
—Cállate Zabini —, le dijo la pelinegra al mismo tiempo que le daba un golpe en el brazo.
— ¡Ey cuidado!, que este cuerpo aquí donde lo vez vale su peso oro —, se quejó sobándose ahí donde recibió el golpe.
—Pues sigue diciendo babosadas ya no valdrás ni medio Galeón cuando termine contigo —, replicó mientras blandía su varita amenazadoramente ante la casa de Zabini.
—Ok, Ok, tranquila bruja. Yo no más decía.
— ¡PUES NO DIGAS!—, le gritaron Draco y Pansy al unísono.
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— ¡Draco espera! —. Llevaba toda la tarde buscándolo. Tenía que ponerse de acuerdo con él para la muestra de semen que debían de llevar al día siguiente a clase.
— ¿Qué quieres Granger? —. Preguntó aburrido además de harto.
Hermione lo miró fijamente mientras enderezaba los hombros y alzaba la barbilla. — Ver cómo le vamos a hacer para la clase de sexualidad, ya sabes con Snape y la muestras de semen.
Para cualquiera que pasara en ese justo instante el semblante y la mirada de la chica sólo denotaba determinación, seguridad y la más completa entereza ante un tema como aquel. Es que vamos, no todos los días vas y le pides a Draco-el señor yo soy grande tú eres una mierda-Malfoy una muestra de su "valiosa" semilla. Pero ella era una chica responsable, era el premio anual, era la alumna modelo, y cosas tan insignificantes como conseguir el esperma de Draco-el apestoso niño de plata con cerebro de alcornoque-Malfoy no era nada, nada comparado con…mmm..mmmm…bueno…¿Rescatar a Sirus de una muerte segura?, ¿Pelear con decenas de mortígafos?, !YA!
¡Acabar con Voldemort!
Sí, no era nada comparado con eso. Pero sólo con eso.
¡Que en el infierno ardas Severus Snape!
—No, no, Granger te equivocas, no hay ninguno nosotros, ve tú—remarcó el tú— cómo le haces para conseguir una muestra porque yo no pienso llevar nada.
—Pues me disculpas hurón, pero por si no lo has notado o si tu minúsculo cerebro no lo ha procesado, nos van a reprobar en pociones si no llevamos el material, yo no pienso reprobar por tu falta de…—Hermione bajó la mirada y vio despectivamente la entrepierna de Draco por unos segundos, para luego volverla al rostro del rubio—…entusiasmo.
Draco alzó la ceja izquierda y torció la boca en una sonrisa de medio lado. —Te aseguro Granger que te encantaría conocer cuán "entusiasmado" llego a ponerme en algunas ocasiones—dijo mientras se acercaba un poco a la castaña con un único afán de fastidiarla…y divertirse un poco.
Hermione se vio en la obligación de apretar los puños y morderse los carrillos internos; lo que sea con tal de no retroceder, nunca, ante ninguna circunstancia frente a la rubia serpiente, aunque ésta sea quedar a escasos centímetros, más de los moralmente permitidos, de él.
Hermione soltó una risa burlona. — ¿En serio? Debe de ser un espectáculos digno de ver—replicó mordaz al tiempo que se cruzaba de brazos.
Esto provocó en Draco una carcajada que hizo estremecer de un manera curiosa a Hermione, quizá porque era la primera vez que lo escuchaba reír de aquella manera, de una forma sincera, o talvez porque fue ella quien se la provocó...o puede que haya sido el aliento fresco que salió de aquellos labios finos y delgados y golpeó su cuello.
—Veo que los chismes vuelan, pero sí, es algo digno de ver, pero sobre todo sumamente placentero al disfrutar, lástima que alguien como tú—la recorrió de arriba abajo—nunca lo podrás comprobar.
—Eres un imbécil, ¿sabías?
—Y tú una empollona—. Draco tenía mucho tiempo que no se divertía de aquella manera. Ver el modo en que Hermione fruncía en seño, cómo se mordía el labio inferior y comenzaba a respirar aceleradamente, soltando el aire en ocasiones por la nariz, otras por su boca, como se coloreaban sus mejillas de rojo y sus ojos brillaban de rabia…todo eso era estupendo…eso y el delicioso aroma que lentamente se colaba hasta sus pulmones.
Fue entonces que todo volvió, fue entonces que comenzó a recordar de un sólo golpe aquello que con tanto afán se había empeñado en olvidar. Recordó que Hermione, apenas unos años atrás, había despertado en él sentimientos desconocidos, recordó que gracias a ella pudo comprender su realidad, descubriendo que aquel mundo perfecto que su padre le había montado no lo era…pero sobre todo recordó que desde hacía unos meses las noches en que la castaña se colaba en sus sueños se habían ello incontables. La castaña pasó de ser nadie a ser alguien, alguien demasiado perturbador para su propio bien. Y como muchos de nosotros, Draco prefirió fingir que todo aquello no existía. Como buen Slytherin se inclinó por el camino fácil…
Pero ahora, de un momento a otro, Draco se vio en la extraña pero tan bien conocida necesidad de acercarse más a ella, disfrutar de aquel olor que Hermione emanaba más plenamente…porque el que finjamos que no existe, no significa que no esté ahí. Con prontitud acorraló a la chica contra la pared y su cuerpo para luego poner sus manos a cada lado de la cabeza de la castaña, cortándole cualquier ruta de escape.
No pudo evitar abrir los ojos desmesuradamente, ni controlar el flujo de oxigeno que entraba y salía de su cuerpo. De un segundo a otro tenía el delgado y alto cuerpo de Draco pegado al suyo, notando su respiración golpearle la cara. Nada de lo que estaba sucediendo ahí estaba saliendo según lo planeado.
—Alégate —, susurró intentado sonar amenazadora, obviamente no lo logró. La cercanía con su cuerpo la tenía muy pero muy nerviosa, demasiado para su gusto.
— ¿Me tienes miedo leona?—susurró lento y con los labios rozando la mejilla de la chica—Dime ¿dónde quedó tu espíritu Gryffindor, ése del que tanto te enorgulleces? —, la sentía pegada por completo a él, encontrando por demás excitante su cercanía y descubriendo perfectas las curvas de su cuerpo. En un movimiento rápido, movió la pierna hasta acomodarla entre las de Hermione, obligándola a abrirlas ligeramente. Ella soltó un jadeó cuando lo hizo, y esto excitó a un más al Slytherin. — ¿Dime? —, dijo al mismo tiempo que llevaba la nariz hacia el cuello de la castaña e inhalaba su aroma. "Deliciosa"
—Quítate—logró decir. Fue la única frase que se le ocurrió, las únicas palabras que su cerebro embotado puedo juntar, procesar y reunir para formar una de las muchas palabras que quería decirle.
—Que te quede claro Granger —, susurraba a su oído. Las ráfagas de aire caliente daban contra su piel enviando descargar eléctricas al resto de su cuerpo —. No pienso ir ha hacerme una paja al baño como un vulgar niñato, yo no lo hago, no lo necesito. Y todo para que a la señorita no la reprueben. Eres más imbécil de lo que pensaba si crees que lo haré.
— ¿No quieres, o no puedes?—Hermione no tuvo ni la menor idea de dónde salió aquello. Quizá de ese deseo que comenzaba a nacer, talvez de las ganas de ganarle en aquella guerra sin tregua que desde siempre había existido entre ellos….o puede que…— porque digo tal vez…—acercó los labios hasta casi rosar los de él.
— ¿Tal vez qué Granger? —, la miró morderse el labio y por un momento deseó poder él hacer lo mismo.
—Yo te puedo ayudar —, dijo levantando el rostro y viéndolo a los ojos al mismo tiempo que lleva la mano hacia las solapas de la tunica de Draco y las tomaba posesivamente….puede que sea de las ganas de besarlo como desesperada y que sus manos la toquen y su cuerpo lo sienta…o sólo aquel patético intento de prolongar por más tiempo aquel contacto.
Draco se quedó en silencio por un momento, con los ojos bien abiertos y mirándola fijamente, claramente sorprendido. Y es que nunca se habría esperado aquello…no de ella. Su ya de por si alterado ser sufrió una completa revolución amenazándolo con llevarlo a más allá de sus limites….las ganas de besarla, de hacerla suya en ese mismo pasillo eran a casi demenciales —Tú Granger, no me hagas reír —, replicó por fin…aún vibraba por dentro, aun gritaba por hacerla suya, pero alguien como él jamás se dejaría controlar por emociones. Después de todo, era Draco Malfoy, el perfecto Slytherin, el más limpio sangre pura—. Para eso hay muchas otras. Muchas y mejores —. Dando dos pasos hacia tras se alejó de ella —. Ya te lo dije. A ver cómo le haces, yo no te pienso ayudar. Adiós.
Tardó varios minutos en recuperarse, y cuando lo hizo no pudo más que odiarse a sí misma, a ella, a su respiración acelerada, a sus mejillas calientes, y al maldito estremecimiento que la recorría entera. Se odió por haber bajado la guardia un sólo instante, permitiendo que Malfoy se acercará lo suficiente, pero sobre todo, que todo ese acercamiento la hiciera sentir como lo hizo.
¡Maldito Malfoy!
—Oh no, eso si que no Malfoy —, murmuró para si misma ya que él se había ido, su respiración normalizado y el calor menguando—. Me vas a ayudar y con todo gusto lo harás.
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Desde ese día Hermione Granger se convirtió en la segunda sombra de Draco Malfoy. Extrañamente, en casa sesión de acoso, ella descubrió que le resultaba sumamente divertido…pero sobre todo excitante. Ahora entendía muchas cosas, entendía el porqué algunos disfrutaban el molestar a otros: era aquel placer malicioso que la llenaba cada vez que lo hacía enfurecer, cada vez que lo mirada tensar el cuerpo y apretar los puños. En las noches, cuando estaba en la soledad de su cama mirando el techo, llegaba a creer que todo aquello era una completa idiotez y que el deseo que nacía en ella cada vez que lo sentía cerca era un completo absurdo; pero era ese mismo deseo el que, al día siguiente, la instaba a continuar, a acercarse lentamente y por detrás a Draco hasta casi abrazarlo, rozarlo hasta sentir su calor o percibir su aroma. Después cuando él la notaba, se giraba hasta ella y la miraba duramente, clavando en su mirada aquellos ojos de un gris que, Hermione estaba segura, no era normal; era en ese justo instante, ese efímero e infinito segundo el que hacía que todo valiera la pena.
Tal vez Hermione nunca lo llegaría a confesar, no en voz alta claro y por supuesto ante nadie-puede que con un psicólogo o psiquiatra, pero sólo con ellos y nadie más-, pero su antigua, secreta y nada sana obsesión por Draco Malfoy estaba creciendo escandalosamente.
Y le encantaba.
— ¡PODRIAS DEJAR DE SEGUIRME! ¡YA ME TIENES HARTO! —, le gritó desesperado
— ¿Qué? Pero si yo no te sigo Malfoy. No, es sólo que coincidimos, eso es todo — le respondió con su más falsa cara de inocencia.
— ¡ja!, y una mierda Granger. Mira ya te lo dije aquella vez, no pienso llevar ninguna muestra para Snape, ni mañana ni nunca ¿me escuchaste? —. Dio media vuelta y siguió su camino en dirección a los baños.
— ¡Espero que lleves tus tres días de abstinencia Malfoy, pero no te preocupes mañana eso se acabará, lo prometo! —, le gritó antes que el chico girara le esquina del pasillo.
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Al día siguiente se levantó muy temprano, más de lo que ella acostumbraba. Ganándoles a sus compañeras, preparó la bañera y se dispuso a darse un relajante baño de burbujas.
Ella no era una mujer especialmente vanidosa, ni tampoco la apariencia física encabezaba su lista de prioridades, sin embargo, Hermione se sabía atractiva: inmensos ojos de un brillante castaño, un rostro fino lleno de facciones delicadas, un cuerpo delgado y con las curvas necesarias y un lago cabello rizado largo hasta la cintura; la convertían en una belleza exótica que atraía sin esfuerzo la mirada de los hombres. Y aunque ella prefería sobresalir en el ámbito estudiantil, este día sería diferente.
Hoy explotaría todo su potencial dirigido a una sola persona: Draco Malfoy.
Siempre llega un momento en la vida de una persona donde nos cansamos de todo aquello que, inconcientemente, no sabíamos que nos molestaba, y Hermione ya estaba cansada de que Draco Malfoy solo la viera como la come libros, la ratón de biblioteca. Anhelaba que la viera a ella, a la verdadera Hermione.
Que la deseara.
Por la mañana todo siguió como siempre. Un buenos días por aquí, otro por acá, -¿Cómo amaneciste Hermione?- Bien ¿Y tú? – Bien – Qué bueno….lo mismo de todas las mañanas.
Bajó a desayunar junto con Harry y Ronald, como siempre. Podía notar las miradas de los chicos del lugar sobre su persona, los miraba de reojo giraban el rostro para verla pasar, los escuchaba murmurar entre ellos para luego señalarla, pero a ella él único que le importaba era Draco Malfoy, y cuando tomó asiento en su mesa de cara a la mesa de las serpientes él la estaba mirando
El desayuno pasó y las clases llegaron, y fiel a su rutina de los últimos días se sentó junto a él.
—Buenos días Malfoy —, saludó
— ¿Qué tienen de buenos Granger?
— ¡Uy! Qué tonito. ¿Estás enojado? —, preguntó como quien no quiere la cosa.
—Yo, no claro que no —. La ironía personificada —. Ahora si me disculpas ya comenzó la clase y quiero poner atención, así que no molestes.
—Seguro.
Varios minutos después
— ¿Malfoy?
— ¿Qué coños quieres Granger? —, se giró para mirarla a la cara.
—Podrías pasarme por favor la pluma, se me cayó y no la alcanzo.
— ¿Quién diablos crees que soy, tu elfo domestico?
—Bueno podría agacharme y recogerla yo, pero es…— vaciló un poco — que cayó entre sus pies y bueno no creo que se vea muy bonito que me vean hincada…. entre tus piernas ¿verdad?
—Eeeh, no creo que no. Deja yo la levanto —. Inclinó su tórax para alcanzar la dichosa pluma pero le fue imposible tomarla así que fastidiado y lanzando por lo bajo palabrotas que nadie logró escuchar, metió su cuerpo debajo del mesa banco pero al hacerlo se borró de su mente el que diablos hacia ahí abajo.
La falda de Hermione estaba subida más allá de la mitad de sus muslos mientras que una de sus manos acariciaba en un lento movimiento la piel expuesta. Movió la cabeza de un lado a otro tratando de reponerse y después de tomar una gran bocanada de aire y llenar sus plumones salió de donde estaba —. Ten tu pluma Granger y que no vuela a pasar.
—Claro Malfoy, te lo prometo.
Draco giró su rostro poniendo, o más bien fingiendo, que ponía atención a la clase. Es por eso que no se pudo percatar de la mirada y sonrisa picara de Hermione.
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¡Merlín me derrito! —. Horas más tarde Hermione se cocinaba viva en aquel salón. El calor asfixiante que rodeaba el ambiente en la clase de Transformaciones era insoportable. Su materia favorita y no le prestaba atención por culpa del calor. La blusa le picaba, la tunica la estaba ahogando y para colmo, su perfecto peinado matutino se había ido al carajo. "Adiós rizos definidos, hola pelo de escoba". Se removió incomoda en su asiento al tiempo que liberaba su cuerpo de la incomoda tunica.
—Maldito calor de mierda —, murmuró por lo bajo.
—Algún problema señorita Granger —, preguntó McGonagall.
—Sí —, respondió enojada. Y al percatarse del tono que había usado y de las caras que hizo la profesora a causa de él rectificó —. Es decir no. ¿Puedo ir al baño?
—Sí claro, vaya.
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Venía de sus clases de Encantamientos cuando la vio pasar. Iba tan apurada que ni siquiera reparó en él. Y vio en esta ocasión la oportunidad perfecta. No tenía muy en claro qué haría para fastidiarla pero estaba seguro que algo se le ocurriría. Pero nunca se imaginó que el que terminaría fastidiado, sorprendido, además de excitado…..sería otro.
—Muy bien Granger—, murmuraba para sí mismo—. Ahora mismo me pagas todas las que me has hecho.
Realizó en él el hechizo Desilusionador y la siguió sigilosamente por un par de pasillos. Se dirigía al baño de mujeres. Entró y antes de que la puerta cerrara con un hechizo él lo hizo también.
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Hermione se detuvo presurosa junto a los lavabos del lugar. El calor no sólo había hecho estragos en su cabello sino también en su ropa. Sentía la blusa del uniforme húmeda.
Se podía ver la tela mojada a la altura sus senos haciéndola mas transparenten provocando que se trasluciera el sostén negro. Lo mismo sucedía en la espalda. Podía sentir el hilillo de sudor corriendo por ella. Y la situación en sus piernas, entre medio de ellas, no era mucho mejor.
Con una liga se amarró el cabello haciéndose una coleta alta. Draco tragó saliva al ver como la blusa se ajustaba a la altura de los senos haciéndolos aún mas evidentes. Pero eso no fue nada comparado con lo que le siguió.
Después de sujetarse el cabello empezó a desabotonar su blusa, se deshizo por completo de ella hasta dejar al descubierto la parte superior de su cuerpo.
"¿Ella usa éso todo el tiempo?", pensó Draco al ver un diminuto sostén que cubrían los generosos pechos de la castaña. Recorrió con la vista el cuerpo frente a él. Se deleitó con su vientre plano, su estrecha cintura, los delicados brazos, sus redondos y firmes senos. Y todo eso, todo, estaba causándole estragos en su propio cuerpo. Pero no todo terminó ahí.
Con la respiración ya muy agitada sus ojos se abrieron de asombro al ver como ella se liberaba también del resto de su uniforme. Los zapatos al igual que las calcetas terminaron olvidados a unos metros de donde estaba. La falda tuvo, irremediablemente, el mismo destino. Ahora se encontraba solo en interiores ante la intrusa mirada de Draco Malfoy.
¿Era éste el momento idóneo para cóbrale todos y cada uno de sus acosos, de hacerle pagar aquella mano que se acarició las piernas bajo el mesa banco mientras el veía embelezado?
No, no lo era, ya que todas y cada una de esas cosas quedaron enterradas en lo más recóndito de su subconsciente.
El ruido del agua al chocar con el piso lo trajo a la realidad.
Con las manos a modo de cuenco, Hermione se mojaba el cuerpo sin impórtale que el agua helada hiciera lo mismo con la poca ropa que le quedaba. Humedecía su cuello, los brazos, el vientre, así como las largas piernas. Y así como los pezones de Hermione se ponían erectos a causa de lo frío del agua, el miembro de Draco hacia lo mismo pero a acusa de la calentura que ella le provocaba.
Ya no aguantaba más, la escena ante él se le estaba haciendo imposible de soportar. Si no salía del lugar en ese instante, no respondía de sus actos. Podría tomarla ahí mismo sin tomar en cuenta sus protestas. Sentarla sobre el maldito lavabo, acomodarse entre sus piernas y penetrarla muy lentamente, disfrutando centímetro a centímetro de la sensación de sentirse dentro, hasta llegar al fondo de ella. Se la imaginaba estrecha, calida… húmeda.
— ¡Basta!—. Las palabras salieron de su boca sin que pudiera detenerlas llegando hasta los odios de Hermione que al escucharlo detuvo su movimientos.
Esa voz podría reconocerla en donde sea, era él estaba segura. — ¿Quién esta ahí?, ¿Malfoy?
No obtuvo respuesta, sólo pudo ver con asombro como un par de pies invisibles eran evidenciados a causa de su caminar por el agua que había tirada en el lugar para después abrir la puerta con rapidez y salir del lugar.
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— ¡Soy un idiota un redomado y completo idiota! —. Se había deshecho del hechizo Desilusionador y caminaba por los pasillos de Hogwarts como alma que lleva el diablo. En su caminar ya se había llevado de paso a dos chicos uno de Hufflepuff y otro pequeño de Ravenclaw, e iba por el tercero, ahora un Gryffindor. — ¡Quítate de mi camino imbécil! —. No se había dado cuenta, era Potter.
El pánico en el rostro de Harry era evidente. Llevaba corriendo por los pasillos casi una hora y todo por culpa de esa maldita loca.
-¿Y a ti qué madres te pasa Potter?—, preguntó el rubio al ver que Harry no respondía ni al insulto ni al golpe que se llevó cuando sus cuerpos chocaron.
—Yo, yo….
—¡Haryyy!—, se escuchó a lo lejos con la voz más repugnantemente melosa que ambos habían oído en su vida. — Ven aquí, no te escondas.
— ¡Ayúdame! —. Tomó Draco por las solapas de la tunica. —¡Ayúdame!
—Ya, ya Potter, entra a esa aula —, dijo señalando una puerta que estaba a su derecha. — Yo desviaré a cualquiera que te quiera….
— ¡Violar!—, completó la frase Harry.
—Si, bien eso ¿Qué esperas? Muévete.
—Te debo una—. Sin más se metió a aquella aula encerrándose en ella con la mayor cantidad de hechizos posibles.
Segundos después Millicen Bulstrode giró la esquina del pasillo.
— ¡Oh Malfoy!
— ¿Qué quieres Bulstrode?
— ¿Has visto a mi pequeño Harry?—, preguntó con cara de psicópata.
"Esta tipa está demente, pobre Potter". — No soy ni el representante de Potter, ni su niñera, ni nada, ¿o de qué me viste cara? Lárgate de aquí Bulstrode.
Y con un espantoso ¡HARRYYYYYYYYYY!, ella siguió su búsqueda.
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Ese raro, extraño, bizarro, y horrible incidente casi lo hace olvidar la razón del porqué una enorme erección se aprisionaba entre sus pantalones. Casi. Porque segundos después de quedarse solo las imágenes de Hermione y su…su baño golpearon su mente. Y las palpitaciones en su entrepierna se hicieron más intensas.
—Maldita sea, ¡maldita Granger! —, gritó de frustración mientras tiraba de sus cabellos—. No lo necesito, no lo necesito—, murmuraba por lo bajo mientras continuaba su camino—. No lo necesito, no necesito hacerme ninguna paja, no, no, ¡Sí!—. Con pasos rápidos buscó desesperado un lugar donde descargar todo, es decir todo. La encontró a su derecha. Era el baño de los prefectos.
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Llevaba rato buscándolo.
— ¿Dónde te metiste?, ¿Dónde? —. Un chiquillo de Huffelpuff pasó a su lado. — ¡Ey tú!—, el chico volteó — ¿Has visto a Draco Malfoy?
—Sí—respondió fastidiado.
— ¿A dónde se fue?
—Choqué con él por el tercer piso, cerca del baño de prefectos.
Y sin decir gracias fue a su encuentro.
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¡Merlín Granger!. ¡Oh!, jo…der —. Los gemidos salían de su boca una y otra vez. Cada vez con más intensidad —. ¡Granger! —. La odiaba, aunque la imagen de su cuerpo mojado llegara con gran nitidez a su mente con cada subida y bajada de su mano sobre el miembro erecto. Por ella, estaba ahí como un estúpido niño haciéndose una paja. Él no hace eso, él no se autosatisface. Cada vez que quiere, cada vez que necesita calmar el deseo que se apodera de él hay un hermoso y excitante cuerpo femenino que lo hace gustoso. Sin importar cuándo o dónde. ¡Dios como la odiaba! La detestaba por hacerle sentir como se sentía, por no estar ahí con él, porque no eran sus manos las que lo tocaban.
No la sintió llegar, estaba de espaldas a ella. Los gemidos que su boca emitía llegaban hasta ella como ondas de calor que invadían su cuerpo, hasta encontrar refugio en su entrepierna.
— ¡Granger!, ¡Granger!
Los fuertes músculos de su espalda descubierta se tensaban con cada movimiento de sus manos. El pantalón desabrochado estaba precariamente sostenido sobre sus afiladas caderas, esas en las que no pudo evitar posar sus manos para después lentamente rodearlas por completo con ambos brazos.
— ¿Qué, quién…..? —. Él trató de girar pero lo detuvo.
—No, por favor —, dijo al tiempo que regaba besos húmedos por la espalda de Draco—.Déjame quedar, déjame ayudarte —. Movió sus manos dirigiéndolas hacia el miembro de Draco haciendo de este lo soltara. — ¿Me dejarás?
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"REVIEWS"
Gracias por leerme
Besos Gely :)
