DELIRIOS

Tsunade estalló a carcajadas, como un loco que se ríe de un chiste que sólo él comprende.

Hacía poco que ejercía como Hokage, y solo había visto las desventajas: Madrugar para ir a las reuniones del consejo, perder el tiempo con numerosos ninjas que no sabían a lo que dedicarse, trasnochar entre montañas de papeleo… todo ello con la estrecha vigilancia de Shizune y sin una sola gota de sake para consolarla.

Sin embargo, aquel día todo fue diferente. Escarbando entre el papeleo que correspondía a la administración de la villa, encontró un documento que indicaba su saldo total. Y su sorpresa fue mayúscula al descubrir una cantidad astronómica de dinero disponible.

- Increíble –pensó Tsunade- Con esto tengo para reconstruir la villa, ¡y aún puedo edificar cinco casinos de lujo!

La mujer se dejó llevar por la ilusión, ya que jamás había tenido tanto dinero entre sus manos, y empezó a maquinar que haría con semejante capital.

Primero pensó en fugarse con él, pero aquello solo le daría problemas. Y por mucho que le gustase el dinero, era incapaz de robárselo a aquella gente que, ahora más que nunca, lo necesitaba.

Tras desechar la idea de apostarlo, se le ocurrió participar en alguna subasta. Siempre había objetos interesantes, y tenía ilusión por participar en una. Sin embargo, se le ocurrió una idea mejor.

- ¡Ya sé! -exclamó eufórica, levantándose de la silla- ¡Adquiriré una destilería y tendré sake para el resto de mi vida!

Tsunade no pudo más que echarse a reír de nuevo ante tan brillante idea. Obvio que no lo usaría todo, pero con tanto dinero… ¿qué más daba que cogiera un poco para un pequeño capricho?

En ese momento Shizune entró al despacho y, al ver aquella escena, quedó extrañada por el comportamiento de su sensei. Y aún más le extrañó su alegría al coger la hoja que momentos antes revisaba, mas cuando vio tres botellas de sake completamente vacías sobre la mesa, no pudo hacer otra cosa que suspirar.

- Tsunade-sama, no sabe cuánto la admiro –la rubia sonrió al escuchar a su asistente, pensando que compartía la genialidad de su idea. Pero pronto se le borró la sonrisa al escuchar lo que venía- Yo sería incapaz de mostrarme tan optimista viendo la deuda que la villa tiene que pagar.

Tsunade se quedó completamente helada ante esas palabras. De un tirón, le arrebató a Shizune el papel y vio que, efectivamente, lo que ella había interpretado como un más, era un menos.

Pálida, y con un halo de depresión a su alrededor, cayó abatida a su sillón, llevándose las manos a la cara. Adiós a sus sueños de grandeza, adiós al sake gratis de por vida.

Al final si que iba a participar en una subasta, pero no para pujar, sino para conseguir dinero para la deuda.


Un pequeño drabble que escribí para un concurso cuya palabra clave era subasta. Y de ahí salió esto xD Espero haberles arrancado una sonrisa con esta tonteria.

Saludos!