Hola, les presentó un pequeño fic que hace algún tiempo comencé pero se quedó arrumbado durante algunos años... o muchos, no recuerdo...

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Una historia sobre Shion y Mu...¿Porque casi no hay fic de ellos?...no es justo, son una pareja tan hermosa...(Secretamente es mi pareja favorita de Sain Seiya)...

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El amor esta hecho de miles de pedacitos de sentimientos que lo hacen aún más bello...

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Antes que nada los personajes pertenecen a su respectivo autor, solo los he prestado un rato para verles juntos...ah, que bonito.

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Espero les agrade y de antemano muchas gracias por leer

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¡Gracias!

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Quimera

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Capítulo I

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Voz de Piedra

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- De Piedra…

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No hay lugar que la nieve no cubra. A veces, cae como diluvio, sin tregua alguna sobre las tierras dormidas bajo su manto pesado. Pero otras veces es suave, como una caricia al mundo que no conoce de montañas, de bosques o de selvas.

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De cerca y también de lejos, lo único que se puede ver es lo blanco de la nieve y lo gris que ha quedado en cielo…

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- ¿Qué has dicho?

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- De piedra, el cielo parece estar hecho de piedra.

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Mis abuelos solían contarme lo que sus abuelos les contaban, por eso se que hace mucho el espejo del horizonte se llamaba mar y que el sol despertaba a las flores, ¡Sí!, esas cabecitas coloridas que nos miran desde las hojas de los libros ¿A que son lindas?...

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- Si, tienes razón, es como un gran pedazo de asfalto…

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Cuando el mundo empezó a cambiar, las fronteras ya no fueron suficientes para retener lo que el hombre había causado, ni siquiera los países más poderosos con sus aún más poderosas armas lograron defenderse ante el grito de la tierra. Sobre sus cabezas el cielo se cubrió de un grueso manto de nubes, ocultándonos las estrellas, el sol, la luna…

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- Si se cayera nos aplastaría ¿Verdad?

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- El cielo no se caerá y punto, deja de pensar en tonterías.

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Las arcas se construyeron desde que la Guerra elemental se llevó consigo a la décima parte de la población mundial. Mi Abuelo era un niño, un niño que perdió a mucha de su familia en ese caos y una parte de su humanidad cuando fue encerrado en el arca número 108.

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- Pero parece que si…

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- Eres tan terco Kiki… si en el remoto de los casos, algo como eso sucediera, la pecera nos mantendría a salvo…

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Fueron construidos 456 refugios de cristal anclados en tierra, cubriendo ciudades enteras que con pesar vieron desaparecer todo lo que quedó fuera de ellas. Y un día, cuando la niebla y la pestilencia de la guerra se evaporaron, el primer copo de nieve cayó…

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Se presentó como la esperanza para el mañana; la generosa nieve que enfriaría las ansias de guerra y muerte ocasionada por la ambición del hombre. ¡Qué felicidad sintieron cuando bajo de ella desaparecieron los tanques, las armas, la suciedad!

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Que felices fueron…

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Y otro copo de nieve cayó y otro y otro y otro…

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Hasta que el mundo entero se cubrió.

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Cuando la abuela murió, el abuelo no quiso seguir relatando sus historias. Fue triste, me dolía verle solo, le faltaba algo, su corazón tal vez. Nuestro hogar se derrumbaba, faltaba comida en la alacena, agua en nuestro depósito pero a él parecía no interesarle nada de eso.

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En el momento en que las ratas acabaron con el último pedazo de pan, decidí vender la flauta de la abuela. Un poquito antigua pero demasiado valioso para nosotros, en especial para el abuelo. Era un instrumento muy bonito, de un material firme pero delicado, como si la vida le colmara al soplar en ella.

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Deseaba que lo fuera también para aquel que decidiera comprarla, lo suficiente para que pagase bien por ella.

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No serviría de nada quedárnosla, no podía dejar al abuelo morir de hambre por un soplo de música. No nos quedaba mucho, si lograba venderla tendríamos para vivir al menos por un mes, después me preocuparía por lo que viniera.

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Además ni él ni yo aprendimos a tocarla. La abuela siempre nos repetía que si éramos gentiles al tomarla, el instrumento permitiría que nuestro aliento le diera voz, "el canto del alma", decía.

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Pero éramos muy lentos, la flauta simplemente no servía con nadie más que no fuese la abuela. Las tardes de lluvia- porque llovía, algo parecido al agua provocado por el vapor de la ciudad- se volvían más coloridas con el canto de su alma.

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Decidí salir sin que el abuelo se enterase, no quería lastimarle más.

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- Kiki, ¡Mírame Kiki! ¡Kiki, despierta!

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- Tenía miedo que no cumplieras tu promesa…

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Caminar por esas calles era andar por callejones oscuros con el peligro latente en cada esquina. Nuestro hogar estaba en el penúltimo nivel der arca, donde los marginados fuimos acondicionados para sobrevivir. La gente importante y los líderes políticos de los niveles superiores se habían esmerado en que aquellos que vivíamos en los últimos niveles les odiáramos por el abandono en el que estamos.

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Más de la mitad de la población sufría las carencias de una ciudad en ruinas, donde los beneficios que en algún momento se nos prometieron, no alcanzaban a caer. Creo que al final de cuentas, esperaban que muriéramos para dejar de ser una molestia.

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Pero mucha gente de aquí solo quería vivir, al menos un día más.

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Había hambre, asaltos, crímenes sin juicio alguno, ni la policía se atrevía a entrar por temor a ser atacada. La gente estaba desesperada y nadie hacia nada para encontrar una solución. Muchos migraron por los corredores subterráneos hacia las otras arcas – era muerte segura si se salía a la superficie- pero la situación era la misma: discriminación, abandono, hambruna, miedos…

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Cada uno de esos refugios tenía asuntos en los que ocuparse para atender a más gente sin importancia. Pero nos esforzábamos, en verdad que lo hacíamos.

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Era lamentable pero pareciera que solo habíamos llegado aquí para ser una carga.

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El mercado estaba atiborrado de personas con la misma intención que yo, llevar comida a casa. El lugar era muy grande y un mar de gente se movía por sus pasillos vendiendo infinidad de artilugios. El contrabando de armas era demasiado común, tanto que en mismo puesto se podían vender huevos de gallina – un animal que no sabía a ciencia cierta que era- y granadas por igual.

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La mayoría de las cosas eran robadas y otras no tanto. Algunas provenían de los niveles superiores, como las alfombras pes..peg… alfombras persas o algo así, el abuelo decía que los ricos son demasiado ostentosos a la hora de decorar sus hogares y esas cosas eran demasiado extravagantes para una sola habitación, ¿Por qué gastar tanto en un pedazo de tela cuando se podía comprar comida?

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Pero secretamente, me fascinaba ver las cosas que se guardaban ahí arriba. Me acerqué para curiosear sólo un poco. Había de todo, ropas con minuciosos bordados y elegantes colores, relojes de oro - ¡De oro, en que se gastaba la riqueza en esos lugares, que desperdicio!- artículos de cocina demasiado estrafalarios, cajas llenas de fotografías, cuadros de matices impresionantes, pinceles, fragancias en frasquitos de diferentes tamaños, estatuas del tamaño de una persona, llantas de automóviles –las reconocí por una de las fotografías-, lámparas de aceite…

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Y miles de cosas más.

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Me impresionaba saber que ahí arriba, se las ingeniaban para ser felices con esos trastos con los que convivía a diario mientras que aquí eran casi una maravilla. Aún con la pobreza en la que estábamos hundidos, había personas que gastaban sus ahorros para tener uno de esos inútiles tesoros.

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Eran demasiadas las lenguas que se hablaban y el sonido de sus voces me desorientaba un poco. Los mercaderes no solo eran de nuestra arca, llegaban de todos lados con sus rasgos diferentes y su labia para realizar un buen negocio. Contaban con carretas repletas de mercancía o bien, con vehículos blindados que les permitía andar con seguridad por los callejones.

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Que tonteria, no todos éramos ladrones o embusteros o asesinos o…

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Bien, habíamos algunos que solíamos hacer las cosas de una manera más ortodoxa.

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Me preguntaba cómo le haría para lograr competir con todos ellos ya que mientras ellos contaban con grandes puestos y llamativos anuncios, yo solo traía encima un capisayo mugriento, un gorro puntiagudo demasiado grande que me hacía invisible ante toda la gama de mercancía y un bolso colgado al hombro con la única mercancía de la cual dependía pasar hambre o no.

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Era mi única opción. Me llevé las manos a la cabeza no tan convencido de lo que estaba a punto de hacer…si no me quitaba el sombrero entonces no tenía oportunidad alguna, era ahora o nunca…

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Los abuelos siempre me protegieron, siempre. Por eso, cuando las demás personas se dieron cuenta de que era diferente y comenzaron a señalarme de una forma escandalosa, decidieron que lo mejor para mí era ocultar lo especial que era.

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Yo no diría especial, más bien, horrible.

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Recuerdo que cuando también me percaté de lo extraño de mi rostro, desee con todas mis fuerzas haber nacido como los abuelos, normal. Todas las noches me despertaba llorando al soñar con las pedradas que me lanzaban. Sus miradas, sus gestos, me hacían sentir más mal de lo que me sentía.

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Me abrazaba a la abuela llorando, preguntándole porque no era como ellos, porque había nacido tan diferente a los demás. Y ella, tan cálida y amorosa como nadie, me arrullaba entre sus brazos, consolando mi llanto.

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"Hijo, si todos fuéramos iguales, el mundo sería más triste de lo que parece ahora" decía mientras me limpiaba el rostro con sus tierna manos "es la complejidad de cada ser lo que hace agraciada a una tierra gris"

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El abuelo no era tan cariñoso como ella, tenía otros medios para que yo entrara en razón, métodos que consistían en un buen golpe en la cabeza. "Niño tonto, al diablo con lo que la gente piense, los estúpidos sólo se quedan con el exterior más lo que en verdad importa es lo que guardas aquí", me gritaba mientras su dedo acusador apuntaba a mi pecho "mientras esto siga latiendo a la par de tus sueños, el mundo puede irse a la mierda".

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Pero yo era demasiado terco, por no decir molesto. Si era verdad todo lo que me decían ¿Por qué me ocultaron apenas las miradas se posaron en mí, porque me vestían con ropas que no dejaban ver nada que no fuera mis pálidos pies?

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"Lo diferente muchas veces es considerado erróneamente como algo tentador, algo que puede ser tomado sin piedad alguna. El abuelo así como lo vez de gruñón te ha hablado con la verdad…está en ti hacerles saber lo que en verdad eres, lo que aguardas en el alma hijo mío. Pero has de empezar por saber lo que en verdad quieres que las personas sepan de ti… tu físico les hará creer que sólo servirás para…eh… sus ambiciones… y muchas veces correrás el riesgo que sólo tomen en cuenta lo que vean más no así lo que sientas…la maldad corroe el corazón de las personas y hieren sin razón creyendo que pueden tomar lo que les venga en gana. El hombre es así y en más de una ocasión ha tomado lo que no le pertenece, ya vez, el mundo fue una de esas cosas y mira a lo que fuimos a caer…

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- El cielo Kiki, el cielo ¡Mira el cielo, por favor! ¡Por favor!

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- Se abre… se…abre

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- Para ti, sólo para ti…

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El abuelo, revolvió mis cabellos y con potente voz, terminó lo que la abuela deseaba enseñarme:

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"No te dejes corromper, la carne es de por si frágil a los embates del exterior. Hazte fuerte, desafía los límites que la incertidumbre te imponga, así el día en que el mundo sepa lo que en verdad eres ya no se dejarán llevar por lo que sus ojos les muestren sino por la fortaleza de tu espíritu"…

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El abuelo… que hombre tan severo… ah, y mi amorosa abuela, ella nos tuvo tanta paciencia, alguien más nos hubiera abandonado, a uno por gruñón y al otro por llorón…

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Les amaba tanto…

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Deje mi sombrero en su lugar, donde debía quedarse. Podía ganarme la atención de la gente y lo haría sin crear un espectáculo de mí. Me arremangué la camisa, me acomodé el sombrero y con paso firme me adentré al tumulto de personas, ya verían ellas, nadie se quedaría sin verme, aún cuando no lo hicieran..

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Ay, mi pequeño Mu... ¿A dónde vas?

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Espero que no te pasa algo malo...XD

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Pues ¿Qué les parecio?... ¡Los abuelitos me caen bien! XD

¡Nos vemos en el próximo capítulo!