Instinto de Búho
NarradorBokuto
Yo, ya hace algún tiempo, que tengo la leve sospecha de que me estoy muriendo.
-Debe estar imaginando cosas, usted está tan sano como para jugar 7 horas seguidas de cualquier deporte y terminar casi sin rastro de cansancio.
Aunque ninguno del equipo me quiso ayudar a comprobar lo dicho por el doctor, sabía que tenía razón.
Pero aún así algo dentro de mi me seguía diciendo que algo estaba mal, probablemente sea mi instinto de búho (aunque Akaashi diga que no existe).
¿La razón de mi duda?
¡Es que los síntomas de la enfermedad no han desaparecido!
Palpitaciones exageradamente rápidas, sensaciones raras en mi estómago, sonrojos involuntarios y, lo que es más extraño de todo, es que todos estos síntomas me ocurren sólo cuando estoy con una persona: mi compañero de escuela, ¡el mejor armador que pudo tener el Fukurodani!, ¡el tutor de matemáticas más increíble de todos! Y...perdón, perdón, me desvié del tema...como decía, ¡estos extraños síntomas solo aparecen cuando estoy cerca de Akaashiii!.
Dios, si esto no se trata de una enfermedad terminal, entonces ¡¿qué rayos es?!.
He intentado encontrar respuestas en muchas personas (mamá, papá, tíos, tías, vecinos, cajeras, taxistas, vendedores de ropa, vendedores de muebles) ¡pero nadie ha encontrado una solución!, lo máximo que he recibido son risas o pésames.
Es por eso que llegado el momento decidí consultarlo al experto, ¡aquel que todo lo sabe!
-Estás hablando en voz alta ¿sabes?, aunque te encuentro la razón en lo último que dijiste.
-Mejor así, de esa forma me ahorro contarlo todo en forma de diálogo. Así que, Kuroo, ¿qué opinas?
Puse mi mano en mi barbilla para darle más seriedad a la situación.
-Que ¿qué opino?- mi gatuno amigo suspira- bro, tu sabes que yo siempre voy a tener la disposición de ayudarte en tus idioteces pero...
-¡¿Idioteces?!- Doy un grito ahogado.
-Escucha- Da otro suspiro- como decía, siempre voy ayudarte en lo que necesites, pero hay algo que se llama tiempo y lugar adecuado ¿sabes?
-¿A qué te refieres?
-A que, bueno, no creo que sea apropiado tener esta conversación cuando es horario de clases, te saliste de tu escuela y estás interrumpiendo mi clase de ciencias.
-Oh
Junto mis manos en señal de entendimiento y me doy cuenta que todos en la clase de Kuroo dan un gran suspiro, inclusive el profesor.
-Bueno, en ese caso te espero en mi casa después de clases, compraré algunas cosas para comer.- Digo mientras me voy alejando a la puerta
-¡Ah! Y sensei no se preocupe que está enseñando muy bien, suerte a todos, adiós.
Y cierro la puerta detrás de mí, aunque no sin antes escuchar un gran conjunto de suspiros.
Ahora que lo pienso a muchas personas se les da por suspirar cuando estoy cerca, en especial a Akaashi, él realmente es un maestro en los suspiros.
Antes de que me diera cuenta estaba sonriendo involuntariamente.
¡Oh no! ¡Otro síntoma! Ahora no es sólo en persona, sino también en pensamiento.
-¡Ah!- Me arrodillo en el suelo y levanto las manos- ¡Dios, buda, zeus, quién sea! ¡¿Qué más quieren de mi?!
-¡Ya cállate Bokuto y vete a tu escuela!
La voz de Kuroo me hace recordar que tiene razón, pensé en faltar a la escuela pero hoy no he visto a Akaashi en todo el día.
No puedo dejar que me extrañe por tanto tiempo.
Doy un asentimiento en señal de aprobación y me voy corriendo de vuelta a Fukurodani.
Gracias a dios la mañana transcurrió sin ningún otro síntoma, aunque lamentablemente eso iba acompañado a que no había podido ver a Akaashi durante todo ese tiempo.
Pudo haber sido mi imaginación pero tenía el leve presentimiento de que me estaba evitando:
1) Cuando fui a saludarlo al llegar a la escuela, ni siquiera se dio vuelta a mirarme, ¡y no es excusa el estar en su clase de historia!
2) Cuando fui a buscarlo para almorzar juntos, él ya se había ido, ¡y no es excusa el tener una reunión de delegados!
3) Cuando fui a buscarlo para ir juntos a entrenamiento, él ya no estaba en su clase, ¡y no es excusa el que tenga su turno de abrir el gimnasio!
Cálmate Bokuto, ahora lo verás en el entrenamiento, no desesperes.
Aunque ciertamente mis piernas nunca hacen caso a mi mente y antes de que me de cuenta ya había llegado corriendo hasta el gimnasio.
-Bokuto-san, me dijeron que faltó a sus clases de la mañana, ¿pasó algo?.
Cuando me volteo veo a mi querido armador ya con su ropa para la práctica y con sus ojos observándome detenidamente.
Ah, ahí está de nuevo ese molesto palpitar.
Intentó ignorar mis propios latidos para responderle.
-Akaashi- digo con los ojos llorosos- ¿estabas preocupado por mí?
-Por supuesto, Bokuto-san.
Mis mejillas se tornan rojas antes de poder controlarlas (¡ah! Maldita enfermedad).
-Después de todo si le pasa algo no va a poder jugar en los partidos que se avecinan.
De alguna manera pasé de un calor abrasador a un frío invernal en menos de un segundo.
-Akasheeee- antes de poder recriminarle su frialdad fui interrumpido por aquello que se podría decir que amo tanto como el mismo volleyball: la risa de Akaashi.
-Era broma Bokuto-san.
Cualquiera que no hubiera estado atento probablemente no hubiera visto esa sonrisa, puesto que como siempre son tan rápidas nunca se alcanzan a vislumbrar completamente. Pero yo, que estoy atento (ya sea voluntaria o involuntariamente) a todos lo movimientos que hace Akaashi Keiji durante todo el tiempo que pasa en el Fukurodani, siempre logro percatarme de esos detalles en su rostro, ya sea alegría, tristeza, enojo...o bueno, ustedes me entienden.
Es por eso que, aún si parecía leve, notaba que algo le estaba preocupando. Sin embargo, antes de que pudiéramos seguir con la conversación, ya habían llegado todos los del equipo para empezar a entrenar.
No tuve más remedio que ver como Akaashi se iba rápidamente a calentar y, aunque siempre hacemos los ejercicios pre competitivos juntos, está vez le pidió a Konoha hacerlos con él.
Sentí una especie de pinchazo en mi corazón.
De alguna manera, la enfermedad se hace más grave.
Ya era bastante noche cuando Akaashi y yo salimos de la escuela, para ser sincero no esperaba que aceptara quedarse hasta más tarde practicando conmigo (aún cuando la práctica fue bastante silenciosa puesto que ninguno habló mucho) pero, más que nada, porque Akaashi es bastante propenso al frío y hoy es una de las noche más frías de este invierno.
-Dime Akaashi, ¿te pasa algo?
Ambos ya estábamos caminando de vuelta a nuestras casas, cabe decir, bastante abrigados para evitar cualquier tipo de resfriado en la espera de los partidos del intercolegial.
-¿Por qué pregunta Bokuto-san?
Aunque fue fugaz, pude notar un atisbo de tristeza cuando le hice la pregunta.
-No, bueno...tal vez sea mi imaginación...o tal vez mi instinto de búho- dije más para mi mismo que para él, pero al parecer me escuchó, porque rodó los ojos como siempre hace al escucharme hablar de mi instinto de búho.
-Pero de alguna manera siento como si algo te preocupara. - No le mencione el hecho de que pareció como si me evitara tanto en el horario de clases como en el entrenamiento, ni como se la pasó todo el tiempo pegado a Konoha y sin siquiera prestarme atención.
Gruñí por lo bajo, cosa que al parecer Akaashi no se percató o simplemente pasó indiferente.
Noto como Akaashi baja su mirada de mis ojos hasta el suelo.
¡Espera! ¿Eso es un sonrojo?, no espera Bokuto, tienes que calmarte, de seguro el próximo síntoma de la enfermedad sean las visiones, si, eso debe ser.
-Bokuto-san, ¿acaso usted por la mañana estaba...- habló casi en un susurro por lo que no lo escuche muy bien.
-¿Qué? Akaashi, lo siento, pero no te escuche la última parte.
-No, no es nada
Antes de que me diera cuenta ya habíamos llegado a casa de Akaashi.
-Realmente le agradezco que me venga a dejar hasta mi casa Bokuto-san, pero en verdad no es necesario, al igual que hoy casi siempre salimos de noche y puede ser peligroso...
En respuesta le doy una de las más grandes sonrisas que tengo.
-¡Hey, hey, hey, Akaashi! ¿Qué dices? Soy tu sempai, por supuesto que quiero que mi querido kouhai y setter llegue con bien a su casa.
Probablemente sean mis visiones otra vez porque noto como Akaashi sonríe levemente con un hermoso rubor en sus mejillas.
Mi mano se alargó hacía él casi involuntariamente.
-¿Bokuto-san?
Antes de que mi cuerpo haga (lo que sea que intentaba hacer sin el consentimiento de mi cerebro) sentí un fuerte arañazo en mi pierna seguido de un maullido.
-¿Qué rayos?- Fue lo único que atiné a decir al ver a un gato plateado con negro y ojos ámbar al lado de mi pierna arañada- ¡Auch! Akaashi, no sabía que tenías un gato- digo mientras me froto la herida.
-Lo encontré el otro día después de clases, de alguna manera me recordó a alguien así que terminé por quedármelo.
Vi como el gato, a diferencia que conmigo, se dejaba tocar mansamente por Akaashi.
Pueden ser las visiones también porque sentí como ese gato me miraba como sacándome celos.
-Si gusta puede pasar, compré algunas cosas para comer ayer, así que...¿Bokuto-san?
Mi cara debió ser de pánico total porque Akaashi me miraba preocupado.
Gato, cosas para comer, después de clases...
-¡Oh dios! ¡Kuroo!
Antes de darle la oportunidad de decir algo a Akaashi, ya estaba corriendo con todas mis fuerzas en dirección a mi casa.
Narrador Akaashi
Antes de que me diera cuenta, Bokuto-san ya estaba corriendo de vuelta a su casa.
¿Acaso dijo Kuroo?
Apreté un poco más el agarre a Yakiniku (le puse así al gato básicamente porque se parecía mucho a Bokuto-san y el yakiniku siempre me recordaba a él al ser su comida favorita).
Recordé la conversación con los miembros del equipo en la mañana después que estuvimos buscando a Bokuto-san por toda la escuela, puesto que al parecer había sido visto con el uniforme pero no llegó a las clases.
•••
-¡Chicos! Descubrí donde está- Konoha había llegado corriendo hasta nosotros- al parecer lo vieron en Nekoma.
-¿En Nekoma?- Es lo único que atino a responder.
-Vaya, entonces no es necesario preocuparse- dijo con pereza Komi- de seguro está con Kuroo.
-Pasan tanto tiempo juntos que a veces hasta pienso que tienen algo- rió por lo bajo Konoha.
•••
No, no, quítate esas ideas de la cabeza Keiji.
Y aún si fuera cierto...
¿por qué es que siento este extraño dolor en el pecho?
Un maullido de Yakiniku me devuelve a la realidad.
-Lo siento, debes tener frío ¿cierto?, entremos.
Me hago una nota mental de pedir una hora al médico pronto, después de todo estos extraños síntomas no son normales, y me recuesto en mi cama aún con esa extraña sensación en mi pecho.
