Aviso: Este fic participa en el reto #9 cuentos para los que duermen con un ojo abierto.
Disclaimer: Todos los personajes son propiedad intelectual de J.R.R. Tolkien y sus herederos.
Loup Garou.
"Homo homini lupus est." (El hombre es un lobo para el hombre)
Thomas Hobbes.
Tres chicas jugaban en la calle de un pueblo pequeño a los trompos inocentemente, sus nombres eran Lourea, Elaniel y Miril.
-Sabes Elaniel, esto se está tornando aburrido, ¿Qué gracia tiene girar esta cosas? -Dijo Lourea, una chica rubia.
-Si, tal vez tengas razón, Lourea. Sabes, pensaba comentárselos más tarde. –Elaniel, una chica de cabello castaño, metió su mano en su bolsillo y saco una libreta. –Pero si dices que esta aburrida, se los mostrare.
-¿Qué es? ¿No es algo peligroso, cierto? –comento Miril, una chica pelirroja.
-Je je, puede que resulte un poco peligroso. Es solo un hechizo para convocar el alma de un tal Carcharoth que encontré en un viejo libro de mi padre. Según lo que entendí, si realizamos bien el conjuro, este nos cumplirá nuestros deseos. –comento Elaniel.
-¿Y si fallamos? –Pregunto algo atemorizada Lourea.
-Recibiremos una muerte cruel y dolorosa de su parte. –Dijo Elaniel.
-Vale, por mi está bien. –Dijo sin preocuparse Miril.
-Vaya, eso suena a que podría ser muy peligroso e irresponsable, ¡Pero que estas esperando mujer! ¡Que estas esperando para convocarlo! –grito de euforia Lourea.
-¡Tranquila, calma ese ímpetu! –Respondío Elaniel. - Primero debemos encontrar un perro para enterrarlo exceptuando la cabeza, luego debemos dejarlo solo frente a un plato de comida por 9 días y finalmente cortarle la cabeza, para usar la cabeza para el ritual.
-¡Carajo! ¿Qué demonios sucedió en este lugar? – Comento el capitán Elegost muy alterado al observar la escena del crimen. el sitio apestaba a cadaver y la sangre aun manchaba el suelo y las paredes.
Nadie podía entender lo que había ocurrido la noche anterior en aquella cabaña. Todos los miembros de una pobre familia habían sido cruelmente asesinados con un sadismo inhumano. La noticia del macabro descubrimiento se disemino con velocidad a causa de los morbosos comentarios de los lugareños, llegando a oídos del líder de los montaraces y llamando su atención.
-Parece el ataque de un wargo salvaje, aunque podría estar equivocado. –comento Halbaron.
-Y parece ser uno muy grande y peligroso. –completo Elegost. –Sera mejor que los montaraces vigilen el pueblo, puede ser que intente atacar por sorpresa.
-Capitán, ¿cree que esas medidas sean suficientes para detener a lo que nos estemos enfrentando? -Pregunto Halbaron.
-Claro que no Halbaron, pienso que si realmente deseamos acabar con esa amenaza…debemos vencerlo en su propio territorio.
Ya van tres días desde que llevo explorando este bosque en busca de mi presa, o tal vez sea todo lo contrario y yo sea la presa. Tres días de recorrer laderas empedradas, de observar arboles de hojas marrones y troncos torcidos, de intentar sobrevivir en la más completa oscuridad ante criaturas adaptadas a subsistir en este hábitat. Llevo tres días y lo que sea que enfrente, es lo bastante astuto para evitar las trampas que he dejado en el camino… Empiezo a sospechar que solo desea jugar con mi mente.
No puedo dejar de sentirme preocupado por mi familia y conocidos, en especial de mi rebelde hija Sallah… ¿Se habrá recuperado del resfriado que tenía la última vez que nos vimos? ¿Estará comiendo sus verduras para crecer grande y fuerte? ¿Se sigue cepillando los dientes todas las mañanas?
Y de forma sorpresiva, el viento me trae el aroma a muerte. Sus pisadas eran muy ligeras para hacer algún sonido, el pulso de su corazón demasiado tranquilo para un depredador, no hay duda que no es algo normal.
Adivinó sus intenciones en el momento que se abalanza en mi dirección, desenvaino Aharuin sin pensarlo dos veces, lanzamos nuestros ataques más por instinto que por estrategia, nuestros ataques chocan uno contra otro…la oscuridad dificulta mi visión, pero sé que los dos nos encontramos heridos.
Sallah tomo una pluma y comenzó a dibujar líneas sobre un viejo papel amarillento, la tenue luz de una solitaria vela sobre la mesa apenas le permitía no cometer errores. Sus dedos trazaban rápidas y precisas líneas de gruesa tinta negra sobre el ya arrugado papel pergamino.
El rechinido de la puerta del comedor le hizo darse cuenta que su madre se acercaba.
-Hija, ¿no crees que es muy tarde para estar dibujando? Vamos, ven a dormir.
-Mama, lo creas o no, estoy preocupado por papa. Estoy segura que él no sabe a lo que se enfrenta, yo sé que la criatura que desea enfrentar no tiene forma y por eso corre peligro. –Comento Sallah en un tono tétrico.
-Pero hija, ¿Cómo es que...?
-Se lo que intentas preguntarme. Como dije, estaba preocupada por mi padre y visite a Luna. –Sallah dibuja una sonrisa en su rostro. -Aunque no lo creas, ella sabe mucho de estas cosas. –El tono alegre se esfuma de golpe y vuelve a tener un rostro severo y una mirada lúgubre. –Ella me dijo que existen criaturas invisibles a los ojos de los adultos y que solo los ojos de los niños pueden ver, quien sabe cuál sea la razón de ello, pero solo los niños pueden ver el terror en su forma más pura.
-Entonces, ¿Quieres decir que a tu padre le será imposible ver a la criatura? ¡Qué mal!–Comento atemorizada Zandra.
-Tranquila. ¿Recuerdas cuando le tenía miedo al monstruo debajo de mi cama y papa me pidió que se lo dibujara? Desde entonces he vuelto a dormir tranquila.
-Lindura, ¡creo que estas confundiendo las cosas!
-¡Mama, se lo que hago! Mi padre me ayudo con mi problema de monstruos, yo le daré una pequeña ayuda con el suyo.
Sallah termino su dibujo y se lo mostro a su madre.
Aunque era dificil observarlo con claridad por la poca luz, podía reconocerlo como un canino más grande de lo normal.
-Dime que eres, bestia o demonio y si tu origen es natural o sobrenatural. -Pregunto amenazante Elegost.
-no soy ni lo uno, ni lo otro. Soy algo que siempre ha existido en el corazón de los hombres. –Por alguna razón, Elegost no se sorprendió que el wargo pudiera hablar.
-Ya veo, ¿entonces conoces cual es mi mayor miedo?
-No solo lo conozco, he tomado acciones…sé cuánto aprecias a tu compañera y tu cría. –comento con una metálica voz de ultratumba. - Sería una pena que alguien comenzara a devorar sus órganos internos…que lastima que no pueda escuchar los gritos de dolor de tu hija mientras la carne es arrancada de sus huesos. Lástima que me lo pierda.
-Alardeas, ¿Piensas que dejaría desprotegida a mi familia con tanta facilidad? No soy tan mal esposo y padre. –Elegost camino en círculos alrededor del wargo. -Se lo que piensas, te crees más listo que yo, robándote la carnada pero sin caer en mis trampas…que idiota fuiste, esa carne estaba envenenada y se lo diste de comer a tu jauría… Humanos y wargos no somos tan distintos, en el fondo solo deseamos joder al prójimo.
-Mientes, estas mintiendo. ¡Es imposible que toda mi jauría este muerta! Si piensas que daré media vuelta y te dejare escapar, estas equivocado. ¡Antes te rompo el cuello!
-¿Qué sucede? ¿Las malvadas criaturas de la media noche también lloran a sus seres queridos? –dijo sarcásticamente el Dunadan. -¡Pensaba que ustedes daban miedo, no lástima!
-Huelo tu miedo, humano idiota.
-Yo también huelo el tuyo. Si aprecias tu vida, darás media vuelta y te retiraras. Pero no lo harás, eres demasiado idiota y demasiado orgulloso para hacerlo.
-Sigue hablando, mientras mis fauces prueban tu carne. –dijo el wargo mientras se lanzaba contra el montaraz.
Elegost esperaba que lo hiciera, había desenvainado su espada y clavo su espada sobre su desprotegido abdomen.
-¿Qué si te tenía miedo? ¡Claro que lo tenía! Pero soy un montaraz y todos los días me enfrento al miedo en todos sus rostros imaginables. Yo no me puedo dejar paralizar por este, hay personas que confían en mí para que los defiendan. Lo siento, pero tú no eres nadie especial.
Espero que amaneciera para observar con mayor detenimiento a su rival, después se puso de pie y tomo rumbo en dirección al poblado más cercano.
-Ojala encuentre algo lindo para Sallah, sé que si fuera un buen padre no necesitaría comprar su perdón.
Epilogo.
-Escuche que un wargo ha estado causando problemas. ¿Creen que sea el que convocamos? –pregunto Lourea.
-Ni idea, yo hice el intento, pero no sé si funciono. –respondió Elaniel.
-haiga sigo como haiga sido, fracaso o no, existe una alta posibilidad que el siguiente conjuro nos salga mejor. –dijo Miril. –Elaniel, ¿Cuál es el siguiente hechizo en el libro de tu padre?
-Bueno, es un conjuro para obtener tu propio sirviente zombie. –dijo Elaniel.
-¡Excelente! Tengo una maestra de Matemáticas que me castra, ¡Si fuera mi sirviente zombie, solo me daría puros dieces! –contesto jubilosa Lourea.
...El fin...
1,496 palabras
Gracias por leer mis peculiares y originales relatos, se que los disfrutan.
