SCC no me pertenece, es una obra exclusiva del grupo mangaka CLAMP. En cuanto a la trama de la siguiente historia es de mi completa autoría y no autorizo que se haga copia total o parcial de ella. Gracias.
Capítulo 1
Encuentro
—¡Mā!*— como un agudo sonido resonó en medio de aquel desolador paisaje.
—¡Xiaoláng!—el grito de una mujer agonizó, mientras el ruido de un cuerpo sumergiéndose se hizo presente.
Toda la imagen era muy confusa y el sentimiento de profunda desesperación, aquel donde sentía que llevaba a cabo una lucha inútil contra la fuerza que lo arrastraba era estremecedor. Podía asegurar en ese momento que quizá serían los últimos instantes de su vida. Era llevado contra su voluntad sin poder poner resistencia, era este el momento donde se preguntaba si sería lo último que vería hasta que un sonido agudo lo sobresaltó.
Aquel agudo sonido había terminado con el silencio de su pequeña habitación. Tras un leve parpadeo, el color miel de sus pupilas se fue dejando ver ante el reflejo de la luz en su mirada. Reconoció donde se hallaba e hizo amago de levantarse, sin embargo solo terminó revolviéndose bajo las sábanas. Había despertado completamente, tan solo para darse cuenta que nuevamente estaba sudoroso y quizá hasta confundido a causa de lo que concluyó fue una pesadilla.
Algo soñoliento aún, decidió revisar su reloj y fue en ese momento que se dio cuenta de la hora «6:30 a.m.». La brisa matutina no se hizo esperar, esto solo lo empujó en apurarse a entrar al baño. Se vistió, tomó su mochila, metió algunos libros y de pronto miró nostálgicamente aquella fotografía que descansaba en su escritorio. Se podía ver un hombre de mediana edad, rubio de ojos azules, que sujetaba con cariño a un niño de unos 11 o 12 años y junto a ellos una mujer asiática quien lo tomaba del brazo. Ellos sonreían con calidez para plasmar el momento.
— Oto-san, ¡te prometo que siempre voy a dar lo mejor de mí!... oka-san, ¡no te defraudaré! —las palabras que brotaban del corazón hicieron que una sonrisa se plasmara en su rostro.
Puso de nuevo la fotografía sobre su escritorio, tomó su juego de llaves y sujetándolas con fuerza, pensó para sí mismo «este mes seré capaz de comprar una laptop nueva». Luego, sin perder prisa, bajó rápidamente las escaleras del modesto edificio donde residía y se dirigió a tomar el tren, pues era la forma más rápida de llegar a su trabajo de medio tiempo.
Frente a la puerta trasera de un startbucks se paró en seco, miró su reloj, entre tanto se felicitaba mentalmente «8:25, a tiempo… si es posible obtener un premio del jefe por record de puntualidad, sería perfecto». Entró dejó sus cosas en un locker, salió a marcar su hora de entrada, y se vistió con el mandil verde que tenía como uniforme, finalmente acomodó el pequeño recuadro en su pecho, así todos podrían identificarlo «S. Barton». Cualquier pensamiento que cruzaba por su mente se vio interrumpido en ese momento al escuchar una voz conocida.
—Barton-san ¡buenos días! —un hombre ya mayor se le acercó, saludando.
—¡Buenos días! Iwamoto- san —haciendo una reverencia, respondió sonriente al saludo.
—Abriremos en 15 minutos, por favor revisa que todo esté en orden —Era obvio que por su manera de hablarle, aquel hombre había depositado parte de su confianza en él.
—Entendido Iwamoto-san —afirmó con seguridad en tanto esperó más instrucciones.
—Muy bien, entonces lo dejo en tus manos —le dio una palmada en el hombro y luego se retiró.
El joven castaño empezó a revisar todos los envases, viendo si le faltaba algo, decidió sacar de una pequeña alacena una nueva botella de jarabe de café. Minutos después vino una joven con charola con muffins recién horneados en mano y otra con galletas, hizo una reverencia y se retiró. Él ordenaba su mostrador con diligencia. Por último, miró todo cuidadosamente mientras pensaba «todo listo». Esta era sin duda la rutina diaria cada vez que le tocaba turno en el trabajo, rutina a la que se había acostumbrado en los últimos meses. Decidió ponerse frente a la caja registradora, cuando vio pasar a cierto personaje conocido enfrente de su mostrador, aquel muchacho tenía un completo desgano al caminar, reflejaba un cansancio notorio al punto que no disimulaba sus bostezos.
—¡Kero- kun! —exclamó burlonamente, desde su posición detrás de la caja registradora, donde por costumbre yacía ubicado.
—Ya te dije… ¡que no me llames así! —respondió abandonando su notorio cansancio haciendo palpable su enojo, más solo logró escuchar carcajadas sonoras.
—Vamos no te enojes tan temprano, además por la manera en que caminas, de nuevo ¡te desvelaste anoche! —aseguró con una gran sonrisa.
—¡Vamos Shaoran! ¡Tú fuiste testigo ayer!, las chicas de la facultad de enfermería en verdad querían divertirse con nosotros, ¿Por qué te fuiste?—lejos de incomodarse con su amigo, el chico de rubios cabellos se apoyaba contra la caja y le reclama al castaño.
—Sabes que tengo que mantener mi beca, y desvelarme no me traerá nada bueno —menciona de forma serena.
—Desde que empezamos a estudiar ni una sola vez nos haz acompañado y eso de la beca ¡no te lo creo!, porque incluso en vacaciones te desapareces, según tú a buscar a tu «musa inspiradora», «la razón de seguir viviendo», «tu preciosa… —afirma socarronamente poniendo las manos en el pecho
—¡Ya cállate! —le hizo callar reflejando molestia en su voz.
—¡Ves!... ¡No te gusta que te moleste! —señala con seguridad, mientras se le acerca y le pone una mano en el hombro— Amigo ¡empieza a disfrutar un poco de tu juventud! sé que trabajas y que estas solo, que tú te mantienes con tu trabajo y a la vez estudias. Pero también deberías divertirte de vez en cuando.
—Lo pensaré — le dijo después de un corto silencio.
—Bueno… ¡hora de abrir! —hizo unas cuantas flexiones, se estiró de forma graciosa logrando sacar sonidos algo llamativos de su columna para que por último y despues de un largo suspiro, sonriendo se acercara a la puerta principal para abrir el establecimiento.
Se dice que aun cuando todo parece ir con normalidad, pueden suceder cosas inesperadas, algunas que causan molestia, otras que simplemente te dejan la boca abierta y aquellas que simplemente abren tu mente a nuevos pensamientos o incluso a ciertas habilidades o conocimientos que no sabías que tenías muy escondidas.
Ya eran las 10:30 a.m. cuando un hombre algo canoso, pero de traje formal se acercó al mostrador, observó con cuidado todos los productos luego se dirigió a la caja registradora y ordenó dos cafés, uno de ellos sin azúcar y el otro con crema, finalmente hizo el pago respectivo. Mientras ordenaba, no miró en ningún momento al joven encargado, más se entretuvo en sus pensamientos, viendo los muffins, galletas y otros postres que se exhibían en el mostrador. De pronto, algo lo despertó de sus cavilaciones.
—Aquí tiene —dijo amablemente el joven, mientras piensa «que simpático señor, no sé porque me da nostalgia el observarlo».
—¡Ah! Sí — respondió mientras cogía los envases de las manos del chico, después alzó la mirada— ¡Gracias!... —su rostro sonriente de pronto cambió a uno de completa sorpresa y temblores recorrieron sus delgados brazos en tanto una palidez preocupante cubrió su rostro… — ¡Xiaoláng siu*! —exclamó en chino, mientras soltaba los envases y se llevaba las manos al rostro.
—¿Señor está bien?... ¡kerberus! — gritó asustado el joven pensando en que aquel anciano en cualquier momento se podía caer. No esperó más tiempo y sin pensarlo corrió para ayudar al señor, que parecía no salir del shock.
*¡Mā!= ¡Mamá!
*Siu =puede ser traducido como joven, o joven maestro.
¡Hola a todos! no recuerdo cuando fue la última vez que publiqué... lo sé quizá debí avisarles que retiraba mis historias de la web, después de todo tenía algunos seguidores. Me disculpo por eso. Hace unos días atrás, decidí corregirlas y volverlas a colgar.
En cuanto a esta historia en particular, siempre me quedé con la duda de cómo sonarían las frases que empleaba el protagonista con su familia en su lengua materna, que según yo era el mandarín. En el tiempo que ya no he escrito, empecé a aprender chino... Pero principalmente el cantones. En China se habla Mandarín y cantones, estos aunque tienen la misma escritura en caracteres, la pronunciación de estos es diferente. En la provincia de Cantón, Hong Kong y la Isla de Macau se habla cantones. Por tal motivo me pareció bien emplearlo en los diálogos que aparecerán de algunos de los miembros de la familia Li.
