Disclaimer: Ni Hetalia ni sus personajes me pertenecen. Ambos son propiedad de su respectivo autor.
Este es un fanfic 99% de carácter histórico. Esto es básicamente un resumen de la historia de cada país. Por eso me quedó tan largo, aunque al final lo achique bastante. El primero que hice fue a Italia, le di el honor.
Aclaraciones:
-Puse a Italia más bien como el hijo del Imperio Romano, para apegarse más a lo histórico.
- Las tribus germánicas las puse como hijos de Germania, por la misma razón.
- Personajes Nuevos:
-Imperio Bizantino: Imperio Romano Oriental. Lo puse como hijo del Imperio Romano Clásico.
-Ostrogodo: representación de los ostrogodos, un pueblo germánico antiguo.
-Lombardo: representación de los lombardos, otro pueblo germánico antiguo.
-Vaticano: lo llamo así porque no supe como nombrarlo. Sería la representación de la Institución Religiosa Cristiana. No la ciudad del Vaticano en sí.
Aquí llamo Italia a Veneciano (aunque Romano es tan o más Italia que Veneciano).
A su vez, tengo que aclarar que vendría a representar Veneciano, porque a pesar de ser el norte de Italia hay que ser más puntual: Italia Veneciano es Venecia principalmente, Milan, Florencia, Génova, y Piamonte Cerdeña, en resumen. Además sería la Italia Industrializada y la Italia Fascista, para especificar aún más.
Como dije, esto es básicamente un resumen. Si uno quiere interiorizarse más sobre ciertos temas, recomiendo que cada uno estudie por su parte.
Ahora sí, que lo disfruten!
Italia
Inicios:
Partiendo desde sus más remotos orígenes, Italia al principio solo era una provincia del Imperio Romano, su padre. Sin embargo comenzó a tomar forma y real existencia ya cuando el Imperio Romano comenzaba a debilitarse (siglo V). Él comenzaba a ser lo que quedaría de una parte de la gran herencia de Roma. En el corto período que estuvo en presencia del Imperio Romano, este intentó que Italia y su hermano Romano (la parte sur de la provincia) fueran su continuidad cuando él inevitablemente muriera, pero a pesar de la buena relación entre ambos, Italia poseía una esencia y naturaleza diferente, destacándose que, a diferencia del Imperio Romano, el pequeño niño no tenía un fuerte carácter además de ser dócil e ingenuo. En el corto tiempo que pasó con su padre, éste lo instruyo en artes, política, literatura y navegación, resignándose a que su pequeño no era para la batalla, la milicia y lo relacionado con lo que él denominaba la "ciencia de guerra". Aun cuando Italia no era lo que esperaba de un heredero, el Imperio Romano lo amó de sobremanera, y el pequeño también a él. Él joven Italia nunca conoció personalmente (aunque si lo sabía) la brutalidad, la crueldad y la forma sanguinaria de ser de su padre, ya que este siempre se mostró paternal y comprensivo, pues realmente le quería.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el Imperio se fue debilitando y cada vez volvía más dañado, cansado y errático. El pequeño Italia vio como sufría de depresiones, y cada vez más tardaba en volver de sus viajes.
Aun así, el inocente Italia guardaba la esperanza de que su padre se mejoraría, y que todas aquellas desventuras que lo azotaban pasarían.
Finalmente, en el año 476 d. C, el Imperio Romano desapareció.
De una manera rápida Italia comprendió que su existencia era precisamente porque él sería la continuación de su padre, que inevitablemente moriría. Y que cruel fue su revelación, porque supo que todo aquello que vivió con él, era porque este sabía que debía educarlo para cuando ya no este. Una tristeza amarga invadió el corazón de Italia y su hermano, pero no tuvieron tiempo para lamentarse, pues fuertes sucesos los azotarían apenas hubo el Imperio Romano desaparecido.
Después del Imperio Romano:
Una vez hubo muerto el Imperio Romano, Europa en general fue invadida por diferentes pueblos germanos (hijos de Germania) que al desaparecer el romano, no había nadie que los frenara. Italia no fue la excepción.
Los pequeños hermanos Italia pasaron a estar bajo la tutela del Imperio Romano del Este, un hermano de ellos. El Imperio Romano del Este era otro hijo del Imperio Romano, además de ser lo que quedo de él.
Los pequeños hermanos fueron finalmente invadidos por mercenarios germanos, que pidieron tierras a cambio de administrarlas para lo que quedaba del imperio. Al serles esto negado, los germanos hicieron un motín en donde Odoacro, un germano romanizado, se nombró Rey de Italia. El joven Imperio Bizantino no tuvo otra que aceptar, ya que en el fondo creyó que Odoacro respaldaría sus intereses y hegemonía sobre los hermanos Italia. Sin embargo, no fue tan así.
Para suerte de ambos, quienes no sabían qué pasaría con ellos ahora sin la tutela de su padre, Odoacro gobernó con bastante independencia del Imperio Bizantino (Imperio Romano del Este), y dio libertad religiosa, a su vez que defendió a Italia de otros invasores. En estos cortos tiempos, los hermanos Italia, a pesar de estar bajo la tutela bizantina, se sentían bastante libres y con confianza. Para su felicidad, pudieron conservar su cultura, la cultura latina heredada de su padre. Y ellos creyeron realmente que las cosas les saldrían bien en la vida a pesar de todo.
Pero el Imperio Bizantino, quién miraba siempre atentamente a los Italia, comenzó a sentir celos de la autonomía de sus pequeños hermanos, a su vez que comenzó a molestarle y preocuparle la presencia de Ostrogodo (un pueblo germano, hijo de Germania) que vivía en el Danubio. Creyendo que mataría dos pájaros de un tiro, en 489 expulso a Ostrogodo, sabiendo que invadiría la península italica. Y así fue, el líder de este pueblo, Teodorico el Grande invadió a Italia en su totalidad. Al invadir Italia, Ostrogodo y su líder salieron victoriosos, pero les fue imposible encontrar a los Italias y expulsar a Odoacro. Estos se habían escondido en una fortaleza, hasta que recibieron una invitación de Teodorico, en donde pedía negociación. Finalmente, los Italias y su líder acudieron a una cena junto a los invasores en donde, confiados creían que se arreglaría el asunto. Italia estaba feliz de esto, creía realmente que todos llegarían a un acuerdo. Sin embargo, en el transcurso de la cena, Italia y su hermano fueron testigos de cómo Teodorico mató con mano propia a Odoacro. Manchas de sangre había en la mesa, y en las finas ropas blancas de los niños, quienes horrorizados vieron la escena estupefactos. Quietos, con sus jóvenes rostros manchados de la sangre de su líder, ni tuvieron la fuerza ni de gritar. Ambos fueron tomados por Ostrogodo quién, a pesar de ser el invasor y de saber que eso pasaría, consoló a los pequeños Italias.
En 493, Ostrogodo tenía toda Italia, para felicidad de Bizancio, quién había cumplido su cometido.
Aquella traición y asesinato ocurrido frente de sus ojos dejaron un fuerte impacto en el italiano, quién lentamente atisbaba la real situación de su destino.
Italia y el Reino Ostrogodo:
Al principio los hermanos Italia sentían recelo y miedo por Ostrogodo, ya que este los había invadido y habían asesinado a su líder Odoacro ante ellos, pero pronto supieron que Ostrogodo se había romanizado y adoptado el cristianismo para agradarles. Los niños quedaron sorprendidos, y con el tiempo se encariñaron con el germano.
El Reino Ostrogodo, que ocupó toda totalidad de Italia, mantuvo la libertad que había sido recibida por Odoacro, y el reinado fue para los Italias un período de recuperación para el país. Se repararon las infraestructuras, se ampliaron las fronteras y se cuidó la economía. La cultura latina floreció por última vez. Las ciudades marítimas norteñas se convirtieron en puntos claves, y el pequeño norteño pasó a llamarse Italia Veneciano, por su enorme ligamento a las ciudades marítimas del norte. El Reino Ostrogodo-italiano fue nuevamente la entidad política más poderosa del Mediterráneo. En los períodos que vivieron con Ostrogodo, éste se ganó el cariño y los corazones de ambos por todo lo bien que les había hecho, e Italia recordaría este período para siempre, como la época más feliz de su vida.
Guerras Góticas:
Envidioso de Ostrogodo y los hermanos Italia, el Imperio Bizantino los invadió sorpresivamente a principios del siglo VI.
Comenzó su tarea en el sur, capturando Sicilia en 535 y moviéndose hacia el norte para tomar Nápoles y Roma al año siguiente. Pronto Italia sería de él. Los ostrogodos resistieron contra él hasta el año 540.
Ostrogodo defendió a los hermanos Italia como pudo del Imperio Bizantino, y fue herido a muerte en la batalla.
A punto de morir, ensangrentado, mientras se arrodillaba agonizante, los pequeños Italias fueron con él con los ojos llenos de lágrimas. Éste les dedico una débil sonrisa, y les dijo cuanto los había querido a pesar de que sus respetivos padres (el Imperio Romano y Germania), se habían detestado en el pasado. Devastados, y con una infinita tristeza, los pequeños Italia se abrazaron al cuerpo moribundo de Ostrogodo hasta que este dejó de existir. Ambos pasaron a manos del Imperio Bizantino en el año 552. Desde ese momento, el joven Italia se desencantó de la vida para siempre, y un fuerte odio nació por el bizantino, aunque siempre le había desagradado, el corazón de Italia se vio inundado de dolor y resentimiento. Algún día se vengaría de Imperio Bizantino por todo lo que les había hecho.
Con esta invasión, las guerras, las hambrunas y las epidemias de enfermedades, tuvieron un efecto dramático en Italia, quién estuvo enfermo durante mucho tiempo. Pronto, la esclavitud fue reemplazada por otro sistema laboral no muy diferente, la servidumbre.
De Lombardo:
Cuando los ejércitos bizantinos se retiraban de Italia, estos fueron invadidos por otro pueblo germano que atentamente había observado la situación. Lombardo, con fuerza y brutalidad lucho contra los bizantinos por el control de los Italias. Tan violenta como las otras, Italia fue invadida y violentada. Lombardo ocupo grandes partes de Italia, a pesar de que ciudades como Venecia y Nápoles, se convirtieron en ciudades-estados relativamente independientes, aunque guardaban cierta lealtad forzosa con el Imperio Bizantino. En ese entonces, los Italia tuvieron que presentar lealtades a varios y a diferentes entes. Gran parte de Italia quedó bajo el dominio de Lombardo, quién se autoproclamó su tutor desde ese momento. Mientas que las zonas italianas todavía estaban bajo el control bizantino, se les llamo Exarcado Ravenna.
Pronto, Italia supo que podría morir en cualquier momento si constantemente le invadían entes más fuertes y poderosos, y su existencia como legado latino de su padre podría peligrar. Allí supo que debía hacer lo que fuera para sobrevivir.
Italia y su hermano nunca llegaron a querer a Lombardo tanto como a Ostrogodo, pero lo preferían antes que a Bizantino.
Al Imperio Bizantino no le gusto nada que los hermanos Italia nuevamente estuvieran en manos de otros, interponiéndose en sus intereses. Frustrado, se negó a abandonar su sueño de hacerse con el control sobre ellos.
El joven norteño, que durante el tiempo del Reino Ostrogodo pasó a representar también a las ciudades marítimas del norte, pronto se vio en una situación en donde debía jurar lealtad a varias entidades.
Las ciudades-estados que conservaron su autonomía seguían bajo autoridad imperial (del Imperio Bizantino). Así fue como el pequeño Italia supo que para sobrevivir en aquel cruel mundo no podía permitirse la lealtad. Aunque le doliera y le detestara, si le convenía hincar la cabeza ante Bizancio, lo haría. Aun así, su corazón aun albergaba una ingenua esperanza, la esperanza de libertad, la esperanza de que todo mejorara. Una esperanza que sería aniquilada con el tiempo.
Del Cristianismo:
Desde que su padre se había ido, y desde que fue permitida la libertad de religión, el cristianismo no tardó ni un poco en drenarse en la sangre de los jóvenes italianos, quienes tomaron la comunión para ungirse como entidades además cristinas, junto con Odoacro.
Aunque al principio, los pequeños tenían fresca en la memoria a las anteriores culturas y creencias, y no poseían un odio ponzoñoso hacia ellas, de hecho sabían de las similitudes de estas con el cristianismo, del cual este había derivado. Pero a la institucionalidad religiosa, esto no le gustaba demasiado, y un día, el Vaticano encontró a Italia platicando sobre estos temas a unos niños. Cuando el Vaticano le preguntó de que hablaba, éste inocentemente le dijo que del cristianismo, y de sus similitudes con antiguas culturas y mitos. Enojado, el Vaticano obligó a Italia a retractarse y confesar que todo aquello era blasfemia. Entre lágrimas de impotencia en incomprensión este lo hizo, y para que no lo olvidara nunca, fue azotado en la espalda y se le prohibió gritar. Con tristeza y horror su hermano Romano fue obligado a ver la escena. Italia nunca más en su vida volvió a cuestionar con el poder creciente de la Iglesia.
Los obispos, y el obispo de Roma, llamado Papa, habían intentado siempre ponerse en el poder administrativo imperial, pero después de la invasión lombarda, los papas estaban nominalmente sujetos al emperador oriental, del cual a menudo recibían poca ayuda de Constantinopla (Capital del Imperio Oriental), lo que hizo que ellos mismos defendieran Roma de los lombardos, lo que hizo que se volviera esta una ciudad-estado. El hecho de que Roma cayera en manos de una institución religiosa y se volviera autónoma, hizo que tanto Italia y Romano protestaran indignados. Les habían quitado el mayor legado de su padre; era algo inconcebible, pero aun así, tuvieron que decir adiós a Roma, ya que nada podía hacer.
Alta Edad Media:
A finales del siglo VIII, los papas aspiraban a la independencia de Roma completamente, lo que molestaba a los hermanos Italia. Sin embargo, necesitaban ayuda extranjera para hacerlo. La potencia de la época era el joven Francia y su imperio Franco quienes tenían sus propios problemas.
Los Carolingios (una dinastía de nobles franceses), necesitaban a alguien que pudiera dar legitimidad a un golpe de estado contra los reyes actuales de Francia, los merovingios, mientras que los papas necesitaban protección militar contra los lombardos, con el cual estaban los hermanos Italia.
En el año 751, Lombardo se apodera de Exarcado Ravenna y expulsa al Imperio Bizantino del centro de Italia, para agrado de Italia. Con esto termina la presencia bizantina en Italia.
Con esto, en el año 756 finalmente el papado pidió/invitó a los francos (franceses) a invadir el norte de Italia para derrotar a Lombardo.
Cuando el joven Italia supo que su hermano mayor Francia vendría a por él, no pudo sino sentir alegría. Conocía a su hermano mayor Francia desde que eran muy niños, había pasado con él algunos de sus más remotos momentos de la infancia. Sin embargo, a su padre al perecer no le agradaba que pasara tiempo con él y con el que sería futuramente España, por lo que los separó de ellos y nunca más les volvió a ver. Esa fue una de las pocas cosas que no le había agradado de su padre. Pero poco le importo luego.
Por ello, al saber que Francia vendría, y que finalmente lo vería después de tanto tiempo Italia, se lleno de una extraña esperanza. Por más de que se había resignado a Lombardo yaciendo bajo su tutela, solo para darle la contra a Bizantino, a Francia le prefería, sin importarle mucho lo que sería de Lombardo.
Lo que el pequeño italiano no previó, fue que a él también le arremetería, al estar junto a Lombardo.
Cuando vio la caballería llegar, su felicidad inicial se esfumó al verse en "fuego cruzado" entre la sangrienta pelea de los francos y los lombardos.
Así fue como finalmente, los francos cumplieron el sueño de los papas, y los lombardos fueron derrotados. El joven Italia vio y se encontró con Francia, pero él ya había cambiado. Poseía una mirada lasciva y arremetedora, y miraba a Italia con otros ojos, a como había sido cuando estaba el Imperio Romano. Italia, supo, desolado, que Francia también había pasado penurias e invasiones, y tuvo que cambiar con respecto al tiempo y la vida. Para cuando Italia lo había comprendido, él ya estaba bajo su dominio. A pesar de que nunca dejó de quererle, ya Francia no fue lo mismo para él tampoco.
Dominado por aquel que había sido su hermano, el que era su hermano. Nuevamente en las manos de otra nación poderosa. Fue en ese momento en que Italia supo que jamás sería libre. Que toda su vida la pasaría a manos de naciones extranjeras. Fue allí que se resignó a que la vida, para él, era sufrir.
Sin saber que sería de él y de su hermano, Italia se quedo quieto y no preguntó nada que no debiera. Expectante espero el resultado de la situación, ya que Francia poca atención le prestaba, estaba más preocupado por consentir al Papado.
Para quedar bien con éste, Francia le regaló autoridad sobre todo el centro de Italia, naciendo así lo que se llamaría los Estados Pontificios.
Ahora si sintió un fuerte sentimiento de indignación y furia y protestó con voz alta, junto a su hermano Romano. Ya les habían quitado Roma, y ahora les quitaban el centro. A ese paso no tardarían en morir, pensó Italia. Pero nada de esto hizo efecto en el joven Francia, que solo río, o en el Papado, que los miro con frialdad. Italia sintió como una parte de su cuerpo era arrancada de él.
Pero lo peor que le hicieron fue aquello que marcó a Italia para el resto de su existencia, hasta el día de hoy. Pronto, miró a Francia, que lo sostenía de los hombros, y supo que algo pasada. De repente, miró a su hermano Romano, y lo supo. Entre gritos desgarrados, llantos, forcejeos y luchas, Italia y Romano fueron separados. Italia lo había soportado todo, y lo haría, pero con la compañía de su hermano, que era parte de él, y él de él. Y ahora los separaban. No hubo dolor mayor que aquello. Nada se le comparaba. Fue de lo más trágico.
Su querido hermano Romano, aquel con quién había venido al mundo, ahora se lo quitaban. Sintió un dolor desgarrante, y supo que una parte de él se perdió para siempre.
Lo habían separado de su hermano, para siempre.
Italia del Norte fue separada del Sur políticamente desde aquel entonces, lo que conllevó a que ya no pensaran lo mismo, ya no sentían lo mismo, y todo sueño de unificación solo fue un sueño nostálgico.
En 774, Carlomagno, Rey de Francia, anexiona a Lombardo y el norte italiano. Italia queda, junto a éste (Lombardo), bajo la voluntad de Francia.
Pronto Italia fue testigo del nacimiento de otro imperio, precursor de Germania. Carlomagno fue igualmente coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, luego de romanizarlo y cristianizarlo. Así fue como Italia lo conoció, aunque poca y nada fue la simpatía que sintió por él, ya que sentía resentimiento con respecto su separación con su hermano, la quita de tierras suyas, y al estar bajo su dominio. El Sacro Imperio Romano Germánico pasó a tener la potestad sobre el norte de Italia. Además de su desagrado inicial, en los pocos momentos que estaba en presencia de él, éste le lanzaba unas miradas asesinas, que le aterrorizaban. No, para él mejor era no pensar en aquel niño.
Una de las pocas alegrías que Italia tuvo en aquel momento fue cuando, a regañadientes, Bizantino tuvo que reconocer la existencia de otro imperio romano en occidente aparte de él. Fue muy gracioso ver su cara de indigestión al decirlo.
Durante el período que estuvo bajo el control de Carlomagno, hubo una ligera estabilidad en el norte. Italia intento discretamente aumentar el poderío de las ciudades marítimas y hacerlos independientes del Imperio Bizantino, pero sabía que aquella "estabilidad" era el preludio para una gran tormenta.
Durante 774 y 849, no hubo estabilidad en el sur. Italia vio como su hermano tuvo que lidiar con una cruenta guerra nobiliaria.
Los lombardos sureños se negaron a aceptar a Carlomagno como su rey. Arechis, un duque independentista, lucho contra otros nobles y se opuso a reconocer el dominio extranjero.
Largas fueron estas batallas, en donde tuvieron también que lidiar con las invasiones de árabes musulmanes, que invadieron Sicilia en 827.
Italia observaba desde lejos impotente a su hermano Romano tener que lidiar con sus propios problemas, mientras él estaba en relativa tranquilidad. Pero ya se había resignado a que sus destinos se había separado y cada uno ahora se formaría diferente.
En 846, los árabes musulmanes invadieron y saquearon Roma. Aquella fue la única vez que Italia se alegró de no poseer Roma, ya que no le hubiera gustado estar allí.
En 849, para enorme sorpresa de Italia, el Sacro Imperio Romano Germánico, entró en con todo su ejercitó e impuso la "paz" en el sur para terminar con aquella guerra civil de nobles independentistas. Cuando Sacro Imperio Romano Germánico fue a luchar al sur contra los ducados independentistas lombardos, y todo transcurría, Italia se encontraba en un vaivén de melancolía. No tenía esperanzas para él ni para su hermano. Si todos los demás se mataban entre ellos en la guerra, mejor para él.
Italia observo atento todo el desenlace del conflicto en el sur, y pidió para sí que por favor el Sacro Imperio Romano Germánico no tomara para sí a su hermano. Y esto no sucedió. Al parecer al Sacro Imperio Romano Germánico no le interesaba mucho su hermano.
En 951, Italia pasó definitivamente bajo su poder.
En esta época, Italia experimento su preocupación a que el Imperio Bizantino se quedara con su hermano, ya que había aumentado su poder nuevamente y comenzó a conquistarlo rápidamente. Además Italia había oído de los intentos de su hermano de hacer que Nápoles fuera más independiente del bizantino.
Su hermano no pasó finalmente a las manos de Bizancio, sino que pasó a manos de otro poderoso ente. Italia del Sur fue invadido por los árabes musulmanes. En 878 los árabes capturaron la ciudad crucial de Siracusa, y en 902 toda la isla estaba bajo su dominio.
En aquellos tiempos, Italia pasó mucho tiempo con el Papado de Roma, con quién comenzó a especular y a formar parte activa de los planes que se daban en la península. Pronto holló del Vaticano que su hermano, al parecer, estaba en buenas relaciones con los sarracenos, cosa que lo molestó muchísimo y envió a Italia a hablar con él. Italia se reunió con su hermano sureño, quién, sin importarle lo que le fuera a decir le dio rápidamente un regalo y le dijo que se fuera rápido. Italia así lo hizo. Cuando se fijo en el regalo, este era una receta. Italia la preparó como pudo, y en el momento en que se llevo la comida a la boca, lagrimas brotaron de sus ojos. Era lo más delicioso que había probado jamás. Era ni más ni menos la pasta. Allí Italia se sintió profundamente agradecido de su hermano. Fue un regalo que jamás olvidaría.
Aun así, Romano tuvo que reunirse con el Vaticano y su hermano. El primero lo reprochó por su amistad con los sarracenos, pero Romano dijo que los traicionaría. Italia lo escuchó y analizó atentamente. Romano pronto volvió a su hogar.
Romano y los suyos traicionaron a los sarracenos, así como traicionaban a Bizantino y a cualquiera. En el fondo Italia lo comprendía, era la única manera que había encontrado de vivir, sin ser esclavizado. El no era diferente. Era leal a todos, lo que significaba que era leal a nadie.
Italia estaba oficialmente bajo el poder del Sacro Imperio Romano Germánico, pero el papado compitió con este por el poder del norte. Mientras ellos tenían sus tensiones, la salud de Italia se fue recuperando de aquellos largos años de guerras e invasiones, y lentamente volvió el comercio, volviendo en juego las repúblicas marítimas como Génova, Venecia, etc.
En el siglo XII, esas ciudades italianas que yacían en el Sacro Imperio Romano Germánico lanzaron un esfuerzo exitoso para ganar autonomía, sobre todo aquellas ciudades de Lombardo. Esto convirtió al norte de Italia (quién deseaba esta realidad con ansias) en una tierra de ciudades-estado casi independientes o independientes. Las revueltas fueron financiadas por Bizancio, que esperaba expulsar a los alemanes de Italia, ya que siempre había tenido la obsesión de poseer a los Italias como lo había hecho cuando el Imperio Romano hubo caído. Italia en su interior apoyaba y deseaba que Lombardo lograra su independencia del Sacro Imperio Romano Germánico, y que arrastrara el efecto con él. Pero al enterarse de que las revueltas eran financiadas por el Imperio Bizantino, Italia se sintió de cierta manera manipulado, y fue, en secreto a enfrentarlo. Cuando estuvo en su presencia, Bizantino intentó convencerlo de que se dejara a él, pero Italia, que había perdido toda gota de inocencia, solo se le rió. Éste admitió que hacía mucho que se había resignado a que nunca sería libre, pero le pidió a Bizancio que al menos le dejaran elegir a quién él quería que sea su dominador, ya que nunca podría aspirar a otra cosa. Antes de que Italia se valla Bizantino le cuestionó su lealtad a Lombardo, una entidad que podría atentar contra él pues cualquiera podría representar el norte. Italia simplemente sonrió sin mirarlo y le dijo que no se preocupara por Lombardo, que él se encargaría de él.
De camino de regreso Italia pensó en Lombardo. Éste tenía una fuerte influencia en el norte, tanto cultural como nacional. Efectivamente podría reemplazarlo, después de todo, él (Italia) representaba al legado latino de su padre (que eran ahora minoría), así como a las ciudades-estado marítimas. No, definitivamente Lombardo era una amenaza, e Italia no tenía ganas de morir.
Él fue a su encuentro. Lombardo ya no era el que había sido. Al ser anexado y reducido, se veía cansado y demacrado. Italia se le acerco aparentando inocencia. Le dijo y recalcó todo lo que habían tenido que pasar juntos, y que al fin y al cabo, ambos habían terminado compartiendo sangre, pues Lombardo tuvo una gran influencia en Italia, lo reconocía. Lombardo no comprendía a que venía todo aquello. Italia se le acercó, y le pidió que se agachara a su altura. Lombardo lo hizo. Italia le abrazo cálidamente y le beso la mejilla. De repente, Italia sacó una cuchilla de entre sus vestidos y lo apuñaló en el costado. Lombardo hizo un ruido de dolor. Italia quiso decirle algo, pero luego se dio cuenta de que no tenía nada que decirle. Lo apuñaló tajantemente varias veces. La sangre de Lombardo manchó sus vestidos y su mano izquierda. Finalmente, Lombardo lo miró y sus ojos se encontraron. Los ojos de Italia eran fríos. Lombardo finalmente solo pudo soltar un: "Ti ho sempre amato."*. A lo que Italia simplemente sonrió, y terminó de cortarle la garganta de una tajada, salpicándole la cara. Lombardo murió, ahora siempre sería parte de Italia.
Las Cruzadas:
Italia, a pesar de saber de su posición como sirviente de potencias extranjeras, era, aparte las ciudades-estados comerciales, y tenía sus propios intereses. Pronto comenzó a observar una preocupante situación que lo llevó a reunirse con Vaticano y su hermano sureño. La cuestión era la siguiente: como buena personificación de los estados comerciales-marítimos más importantes del mediterráneo, se dio cuenta que las más importantes rutas comerciales, y rutas comerciales con la India estaban bajo dominio y administración de los árabes musulmanes. Esto no solo le ofendía como cristiano que era, sino que significaba que él, sus jefes, y toda Europa debían para impuesto a los musulmanes. Definitivamente Italia no lo permitiría. Luego de convencer a Vaticano, organizaron un concilio con las potencias de Europa para organizar un sabotaje a los musulmanes. Él, Francia y el Sacro Imperio Romano Germánico fueron los más entusiasmados en la cuestión y organizaron un plan justificado para atacar los dominios musulmanes. La justificación era la Ciudad Santa, Jerusalén. No solo era bueno tomarla como insignia cristiana, era una perfecta justificación para debilitar a los árabes y poseer todas las rutas de comercio. Todos sabían que la mayoría de las personas era ultra fanáticas religiosas, y no necesitaban muchos fundamentos para ir a pelear a un lugar lejano, por los intereses de otros. Así se hizo. El Vaticano culpo a los musulmanes de asesinar a los peregrinos, y se inició una de las guerras más cruentas y salvajes de la historia.
Francia y el Sacro Imperio Romano Germánico marcharon hacia allá a prisa, con ponencia y violencia, levantando sus pesadas espadas y con sus brillantes armaduras pesadas. Italia, se encargó de brindar los barcos, la armada de barcos venecianos, genoveses, etc. Cuando menos se lo esperaban, a los musulmanes, judíos y cristianos del Oriente Próximo se les vino Europa encima.
Cuando Italia vio por primera vez Jerusalén no fue lo que esperaba. Era muy diferente a los Alpes, y los verdes prados de su hogar. Pero así era, y después de todo, allí en Oriente Próximo había nacido el cristianismo después de todo.
Larga fueron las cruzadas, y tiempo después se les unieron Inglaterra y España, y otras naciones de Europa.
Italia, y su élite, fueron, indirectamente los causantes de aquella atroz matanza. Aun así, el no se hizo cargo psicológicamente de esto, prefirió justificarlo, pues no habría podido vivir consigo mismo después de aquello. A pesar de que nunca pudieron quedarse con Jerusalén, en realidad el objetivo fue medianamente cumplido. Se debilito al mundo musulmán.
Baja Edad Media:
En aquella época se había vuelto cada vez más común la persecución y quema de "brujas" y "herejes", desde que Francia hubo fundado la Inquisición en 1181, la cuestión hasta se había institucionalizado. Se podía quemar y torturar a cualquiera por cualquier cuestión. Era algo que se había vuelto cada vez más común. Una vez, una mujer fue quemada por bruja en el sur, en donde tanto su hermano como él estuvieron presentes. Se la había acusado de brujería, solo por utilizar hierbas medicinales para aliviar el dolor en el parto. Italia sentía pena por todas aquellas mujeres, pero nunca movía un pelo por ellas. Su hermano Romano tampoco, aunque a él parecía molestarle más.
Siempre se había preguntado quién era más religioso él o su hermano. Nunca lo supo con certeza. Romano era algo más inculto que él, pensaba Italia, y por ello podría ser más religioso que él. Pero a la vez, Romano había generado un odio ponzoñoso a toda autoridad que se le impusiera, (a diferencia de él, que se había entregado a ellas) y la institucionalidad religiosa era una autoridad impuesta. Romano era una buena persona, odiaba las quemas y las torturas, pero al final siempre se respaldaba en nombre de Dios cuando cometía maldades. Romano era, a los ojos de su hermano, un pobre sureño analfabeto que odiaba la autoridad opresiva, pero se había adaptado a ella. Romano era el más sincero, porque a pesar de no saber leer o escribir, tenía el corazón con más compasión que aquellos que se pasaban la vida leyendo los libros sangrados. Él por su parte, era falso. Solo le importaba sobrevivir a su hostil realidad y si debía condenar inocentes de su propia construcción, que así fuera.
En aquellos tiempos Italia conoció a un pensador que le trajo nostalgia, debido a que trabajaba con textos de Aristóteles, un filósofo del cual su querido padre le había hablado. Aquella persona era Tomás de Aquino. A lo largo de la vida de este, Veneciano fue a visitarle y a platicar con él, y finalmente sacó la conclusión de que no le había entendido nada. A lo largo del tiempo, Tomás de Aquino se había contradicho algunas veces, y al final de su vida había dicho que sus trabajos debían ser quemados como la paja, alegoría de que nada de lo que había hecho tenía algún valor. Italia se molestó cuando aun así, se siguió estudiando y poniendo como verdad los trabajos de Santo Tomás.
A su vez, Italia conoció a un veneciano que emprendió, supuestamente un viaje histórico. Marco Polo, se despidió del jovencito prometiéndole traerle objetos y historias de las tierras lejanas. Italia siguió con lo suyo hasta que Marco Polo volvió y fueron maravillosas sus historias, increíbles. Italia creyó la historia de China, pues había oído de su padre de aquel imperio más allá de lo conocido, lejano, como en otro mundo, aunque Romano fue escéptico. Él era mucha más soñador que Romano. Este no podía permitirse sueños y fantasías, era más realista. Al final, por más complicada que fuera su situación, Romano estaba diez veces peor, y no tenía tiempo de fantasear con nada, nada más con su propia mejoría.
Para el siglo XIV, Italia estaba dividida en el norte (las republicas marítimas), los Estados Pontificios, y el sur (Nápoles y Sicilia), división política, y, muy a pesar de lo que significa, una división casi hasta cultural. Tal división política duro hasta los períodos modernos.
La Peste Negra:
Ninguna guerra, matanza o calamidad fue tan devastante como aquella a la que se le llamó la Peste Negra. Entre las décadas de 1340 y 1350 especialmente, calló sobre Europa y Oriente Medio. Era bien sabido que los europeos en aquella época no eran muy limpios, y probablemente había más ratas que personas. Tal combinación dio a una de las mayores calamidades de todos los tiempos. La mitad de la población de Europa murió. Las naciones lo sintieron por cada persona infectada.
Italia poseía manchas negras en casi todo el cuerpo y se sentía morir. Morir habría sido un consuelo para él. Su pequeño cuerpo no se movió por mucho tiempo. Junto con los infectados, yació en lamento y en silencio. Italia creía firmemente que aquello era la furia de Dios. Él los castigaba por ser malas personas, por abusar de los pobres, por pelear por poder, por matarse entre hermanos. Italia sufrió el horror de la Peste en su propia carne, en su alma. Sufrió, además, una doble complicación. La peste afectaba principalmente a jóvenes y niños, por lo que la economía decayó enormemente.
Italia esperó el final de aquel infierno con quietud, creyendo que el final había llegado para el mundo. Pero no fue así, cuando la Peste dejó de hacer estragos, Italia caminó otra vez y se sintió vivió en mucho tiempo. Entre lágrimas de felicidad, corrió a abrazar a su hermano, de quién no había sabido nada en mucho tiempo. Él creyó que Dios los había perdonado, y que todo mejoraría para siempre, aunque algo de la negrura de la peste quedo en el corazón del joven italiano.
El Renacimiento:
Grandes cambios comenzaron a darse en el mundo. España era la gran potencia de la época al casarse con Austria (Habsburgo), y con el descubrimiento del "Nuevo Mundo". Italia siempre supo la existencia de un continente más allá del mar, como todas las grandes elites, pero España ya se lo había revelado al mundo y lo había tomado como suyo. Extrañas y maravillosas historias venían de más allá del mar, e Italia se llenó de curiosidad. Pero pronto, y como era lo habitual, las cosas se complicarían para el norteño.
En la Baja Edad Media (1300 en adelante), el antiguo corazón del Imperio Romano y el sur de Italia eran generalmente más pobres que el Norte. Roma era una ciudad de ruinas antiguas, y los Estados Pontificios eran administrados libremente, y vulnerables a la interferencia externa, como la de Francia y España. El papado fue ofendido cuando el papado de Aviñón se creó en el sur de Francia como consecuencia de la presión del rey Philipe el Rubio de Francia.
Su hermano el sur, había estado sometido durante algún tiempo a la dominación extranjera, por los árabes y luego por los normandos. Sicilia había prosperado durante 150 años durante el emirato de Sicilia y más tarde durante dos siglos durante el Reino normando.
Por el contrario, el norte y el centro de Italia se habían vuelto mucho más prósperos, y se ha calculado que la región estaba entre los más ricos de Europa . Las Cruzadas habían construido vínculos comerciales duraderos, y la Cuarta Cruzada había hecho mucho por destruir el Imperio Bizantino como un rival comercial de los venecianos y genoveses, para gran alegría del norteño, ya había detestado a Bizantino desde hacía siglos, cuando este asesino a Ostrogodo.
Siendo él, de repente, tan poderoso, a pesar de que seguía bajo el poder del Sacro Imperio Romano Germánico, Italia se hizo no solo de riquezas, sino de cultura.
Las rutas comerciales italianas que cubrían el Mediterráneo y más allá también fueron importantes vías de cultura y conocimiento.
La recuperación de los clásicos griegos perdidos, los avances árabes en ellos, después se revitalizó la filosofía medieval. Antiguos filósofos, antiguos textos de antiguas culturas, más todo el conocimiento recogido de las invasiones árabes siglos atrás, hicieron que Italia recordara los antiguos días con su padre. Pronto, comenzó a ver todo su mundo como inculto y salvaje. Vio el modelo feudal primitivo y todo lo antes conocido gris en comparación a todos lo nuevo. En sus ciudades-estados, el comercio fue lo primero, casi que se perdía la escancia feudal.
Pero Italia estaba temeroso, ya que no sabía cómo reaccionarían sus jefes, como el Sacro Imperio Romano Germánico y los demás. Por lo que no supo bien que hacer con tanto conocimiento, con tanta cultura, y aun más le temía a Vaticano, ya que él aborrecería todo aquello, a pesar de saber Italia que éste también poseía antiguos textos ocultos en sus abadías.
Sin embargo, pronto se le haría imposible seguir ocultando aquella transformación que florecía en él.
Hubo un día en que fue al teatro. Se daría una obra de la cual el había escuchado hablar alabanzas, pero nunca había tenido la oportunidad de leerla. Y cuando comenzó, cuando sus frases llegaron a sus oídos, cuan delicioso dolor le provocaron. Cada palabra, cada estrofa, que terrible maravilla. Italia se sintió maravillado y desolado por una tristeza, y un sentimiento de admiración máximo. Ay, que terrible era la vida, cuan dramática era la existencia. Que profundidad halló en sus palabra. Y aquellas palabras, arranaron una lágrima de los ojos de Italia, quién se sentía pequeño y aborrecía su vida. En que inmundo pozo oscuro había vivido, ahora se sentía maravillando. El arte, el arte le atravesaba. Lo había sido siempre así, desde la época en que su padre caminaba por el mundo.
La Divina Commedia dio el impulso final al joven para su transformación. El Renacimiento Italiano había comenzado.
Con el tiempo, Italia comenzó a asistir e impulsar la llamada Commedia d'arte, obras de teatro en donde se sentía feliz y divertido. El mismo comenzó a actuar en ellas. Pronto, la música y el teatro se volvieron su hobbie. El canto, y la danza también. El violín, el Piano (que significa suave en italiano), los había comenzado a realizar él. Cuando la música entraba en su alma, a Italia nada le importaba. El Ballet, también lo comenzó él.
Y su existencia le comenzó a parecer más llevadera.
Pronto, en aquellos días, Italia conoció a un hombre el cuál jamás olvidarían en su vida. Leonardo Da Vinci le enseñó muchas cosas. A Italia le parecía un hombre divertido y algo loco, pero cuan habilidoso e inteligente era. Definitivamente su favorito. Aquellas cosas que Leonardo le platicaba, hicieron que Italia nunca más se viera atado a lo conocido, sabiendo ahora que lo imposible era de hecho posible.
En 1497, Italia vio terminada una de las grandes obras de Leonardo, La Última Cena, e Italia supo que el hombre era capaz de más cosas aparte de matar y destruir.
Otra persona a la cuál Italia admiraba mucho era un pintor llamado Botticelli. En la década de 1480, Italia vislumbró la obra El Nacimiento de Venus, y su corazón se sintió blando ante tal maravilla. Italia supo allí que el corazón del hombre podía albergar algo más que ambición y poder.
Un tal Miguel Ángel era otro de los favoritos de Italia junto con Vaticano. En 1499, Italia lloró de asombro al ver la estatua de La Piedad, cuya perfección le llenó el corazón.
Durante los primeros años del 1500, Italia vio como se realizaba una de las más famosas obras de la humanidad, La Gioconda, a la cual nunca más vería en sus manos.
Durante 1508-12, tanto él como Vaticano estuvieron impacientes a que Miguel Ángel terminara una gran obra que realizaba en Roma. Cuando la hubo terminado, Italia rogó a su hermano Romano a que viniera con él y Vaticano a verla. A pesar de las protestas y problemas propios de Romano, este asistió. Y cuando entraron a la gran capilla, y sus ojos alzaron la vista, Romano soltó un ruido de asombro genuino, mientras que Italia solo pudo decir: ¡Dio Mio!* Allí estaba, en el techo de la Capilla Sixtina. Cuán grande maravilla, nadie tenía palabras para ello. Ni siquiera Romano, que con sus propios problemas, su propio contexto, se había quedado perplejo ante tal obra. Ahora Italia pensó que el mundo era una ópera, un concierto, una sonata. Había jerarquías en los instrumentos, había luchas en las notas.
En todo este período, Italia se sintió lleno de un extraño orgullo que nunca había sentido. Siempre dominado, siempre en guerras, pestes, por primera vez Italia sentía que lograba algo de sí mismo. Después de todo, el era el hijo del Imperio Romano, pensó.
Deseoso de mostrarles todo esto a los demás, organizó un evento teatral para que todos vislumbraran su arte.
Le hubiera gustado decir que era porque quería que todos conocieran tal belleza, demostrar que el arte no tiene nacionalidad, pero era mentira. Era por vanidad, porque quería que todos le reconocieran algo.
Así fue. Bailó ballet, canto con dulzura, actuó con gracia. Todos los ojos que le miraban quedaron impactados. Inglaterra sintió una extraña sensación en el estomago que lo molestó. El Sacro Imperio Romano Germánico lo amó con la mirada. Francia se enamoró de su arte. Austria lo envidió. España le deseó. Y esa fue su condena.
Todos siempre habían deseado a Italia, por su punto estratégico, por su legado, por sus puertos, etc. Pero ahora tenían la escusa. La noche volvió a Italia.
Las Guerras Italianas:
Todo aquel arte no pasó desapercibido por los demás, y pronto cada uno desarrolló su propia versión. El Renacimiento se había propagado. De cierta manera, Italia revolucionó Europa. Pero todo se arremetería en su contra.
Las grandes potencias de la época en ese entonces eran España, Francia y se asomaba también Inglaterra.
Por el contrario, los países del centro de Europa, e Italia, permanecían divididos entre gran número de pequeños príncipes y de ciudades independientes. Los reyes de los grandes Estados trabajaron para hacerse dueños de los países más débiles. El rey de Francia, Carlos VIII, dio el ejemplo. Atravesó con su ejército toda Italia para ir a conquistar el reino de Nápoles. Italia vio como su hermano debía enfrentarse a Francia. Ya llegaba su turno también. Italia, apresuradamente, alzó a todos los reinos de la península en contra de él. Por ello, Francia partió. Pero no tardó en volver. Y esta vez, arremetió contra él. Italia miró angustiado la terrible matanza que se dio en su tierra. Miro al norte, Francia y Austria lo acechaban, mientras luchaban entre ellos. Miro al sur, España, el Rey del Mundo en ese entonces, lo invadía.
Francia atacó y conquistó el Ducado de Milán.
Cuando el ejército francés invadió el ducado, algunas ciudades fortificadas intentaron resistir en un principio. Francia ordenó pasar a cuchillo a todos los habitantes. Este procedimiento aterró a los italianos, y las demás ciudades se rindieron sin lucha. Luis XII quedó nombrado duque de Milán. Estando allí, Francia vio personalmente La Última Cena, y tanto le gustó, que se le ocurrió arrancar un pesado y llevárselo a su tierra. Italia protesto eufóricamente. Los hombres de Francia lo tenían agarrado, y éste se le acercó, sonriendo. Italia lo miró enojado, y Francia, le pegó una fuerte patada en el estomago que lo dejó tirado en el suelo. Francia partió a seguir conquistando. Italia quedo allí, casi inconsciente.
El Norte de Italia quedó devastado con la invasión francesa. Las ciudades independientes dejaron de serlo, e Italia se sintió desgraciado. Todo lo que había logrado era inútil. Nuevamente se sintió manipulado con un profundo dolor. El mundo nuevamente era gris para él.
Francia, extasiado, reclamó en seguida el reino de Nápoles. Se convino con España, que poseía ya la Sicilia, para conquistar juntos el reino y repartírselo. Los ejércitos de Francia y España, reunidos, ocuparon sin esfuerzo el país (1501). Pero, cuando hubo que hacer el reparto, los dos reyes se indispusieron. Los franceses lucharon contra los españoles, pero fueron expulsados fácilmente y todo el reino de Nápoles quedó en poder del rey de Aragón (1504).
En 1515, Italia se sintió abandonado por uno de sus más idolatrados ciudadanos. Cuando Da Vinci partió para Francia, Italia sintió que este se lo arrebataba, además de sentir cierta traición. Nunca más lo volvió a ver, ni tampoco aquella obra que se llevó consigo.
Pronto, Austria enfrentó a Francia en el norte, en donde lo derrotó en la Batalla de Pavía, en 1524.
Para cuando Italia miró al sur, su hermano ya estaba bajo soberanía española.
Después de dos años de lucha, Francia se rindió a pelear por los Italia y volvió a su tierra.
Italia nuevamente espero amargamente su destino, pero pronto vio que la situación no terminaba.
Entre 1529-30, hubo un asedio a Venecia, su corazón. España y Austria asediaron la ciudad y causaron terror. Confiscaron riquezas, robaron, saquearon, mientras cabalgaban con sus hachas y espadas por la ciudad.
Cuando Italia intentó razonar con su hermano España, este solo le dedicó una mira divertida, y Austria se burló de él. No odiaba a España, sabía que él era así por haber vivido las mismas atrocidades que todos, pues Italia bien recordaba que España, como Francia habían sido niños inocentes algún día, cuando estaba todavía el Imperio Romano.
Para cuando las Guerras Italianas habían terminado, Italia estaba herido y golpeado. Lenta y dolorosa fue su recuperación, debido a que a las ciudades mucho les costó volver a la normalidad.
Después de la guerra, Italia quedó bajo el poder de otro poderoso país, Austria, mientras que su hermano, bajo el control español. A pesar de que hacía mucho que lo habían separado de su hermano, siempre había tenido la oportunidad de verlo, aunque ya nunca había sido lo mismo. Pero ahora, Austria le había prohibido estrictamente volver a verlo, pensar en él siquiera. Italia lloró por esto.
La situación con Austria era más extraña de lo que había sido con otros, ya que a diferencia de todos sus anteriores conquistadores, que le admiraban, Austria no sentía nada por él. Tal vez fue por ello que nada le impidió vestirlo de sirvienta para representar su situación. Italia nunca simpatizó mucho con él.
Pero a veces le prefería antes que a España, debido a los deseos de este de casarse con él.
Era Contemporánea:
Al igual que el siglo anterior, el siglo XVII fue tumultuoso para Italia. Desatancándose la fuerte presencia de España y Austria en la península, así como la ira y furor de Vaticano cuando se dio la famosa Reforma Protestante. A pesar de importantes logros artísticos y científicos, como los descubrimientos de Galileo en el campo de la astronomía y la física y el florecimiento del estilo barroco en la arquitectura y la pintura, Italia sufrió un declive económico general.
Italia se llenó de bronca cuando asesinaron a Galileo, cuando en realidad solo decía la verdad, Italia lo sabía.
El eje marítimo ahora estaba en el atlántico, bajo el control de España, y no en el mediterráneo, al perder su poder, las ciudades del norte comenzaron a pelear entre ellas. Para que el asunto se resolviera pronto, Italia contrató de mercenario a Suiza. Pero pronto, los mercenarios suizos comenzaban a hacerse de las ciudades. Y Suiza se rio de él. Italia supo que no debía confiar en Suiza nunca más.
Además, la participación de España en la Guerra de los Treinta Años (1618-48), financiada en parte por impuestos a sus posesiones italianas, agotó en gran medida el comercio y la agricultura italiana; por lo tanto, como España declinó, arrastró sus dominios italianos hacia abajo, propagando conflictos y revueltas en el sur.
La Peste Negra volvió a socavar Italia, especialmente en el Norte. Italia estalló en histeria por esto, debido a sus situaciones comenzaban a parecerles tragicómicas.
Italia en el fondo pensaba en que no podía creer tener tan mala surte.
Por surte, la Peste no lo afectó directamente, pero si lo dejó en un estado cínico por un tiempo.
En casa de Austria, Italia conoció a otra cautiva, Hungría, con quién comenzó a congeniar. Pronto entablaron una relación de compañerismo, pero era solamente porque se hallaban en la misma situación, si no lo estuvieran, Italia dudaba que aquella nación pudiera ser su amiga.
Con respecto a Austria, Italia no sabía que pensar. A veces le admiraba por su hermosura y talentos artísticos, pero a veces le detestaba por su frialdad y su forma brusca de tratarlo. A veces Austria parecía quererle un poco. Como cuando a España le sucedió uno de sus "ataques", Austria lo tomó y ambos se escondieron en un armario. Italia podía sentir como Austria lo abrazaba. Si, a veces parecía ser amable. Pero en realidad no lo era. Era vanidoso y vago. Pero sentía un poco de compasión por él, ya que sospechaba que Austria le creía una niña.
Pero la persona que más perturbaba a Italia era el Sacro Imperio Romano Germánico. Éste le había aterrado desde el momento en que este nació, y tenerlo tan cerca era como una pesadilla. El Sacro Imperio Romano Germánico solía perseguirlo para formar un Imperio juntos antes, pero desde que comenzó a vivir en la casa de Austria, este apenas le miraba. La presencia tranquila de éste a Italia terminó por intrigarle, y pronto todo miedo por él se transformó en curiosidad.
Siglo XVIII:
La Guerra de la Sucesión Española (1701-14) fue desencadenada por la muerte del último rey de España de los Habsburgo, Carlos II , que entregó toda la herencia española en Felipe, el segundo nieto del rey Luis XIV de Francia. Pronto comenzó otra guerra. España se vio acorralado por Francia, quién deseaba imponer su hegemonía y tener el acceso al trono español. Para tristeza de España, este fue separado de Austria y de su más precisada colonia, Italia del Sur. Italia temió por su hermano. Otras veces España intentó sacarse de encima a Francia y recuperar el sur de Italia, pero finalmente desistió de ello. Aunque recuperó a su hermano finalmente en 1738, para tristeza de él, ya que deseaba tener a su hermano cerca. Era su único amigo.
El tiempo pasó, Italia, sin darse cuenta entabló simpatía con el escalofriante Sacro Imperio Romano Germánico. De repente, aquel que le había aterrorizado le parecía bello, y un fuerte sentimiento se pegó a su corazón, uno que nunca más lo dejó. Pronto, Italia vio su vida con otros ojos. Sin darse cuenta, quiso a Sacro Imperio Romano Germánico, le quiso de verdad. Lo vio como un amigo, tal vez el uno de los pocos que tuvo, y con el tiempo llegó a amarlo. Como era posible, no lo sabía, pero estaba enamorado de él, su primer amor, y la vida de repente le pareció otra.
Por surte, Austria gustaba del arte y la música, por lo que dejó a Italia continuar con sus actividades artísticas.
En 1741, Italia fue elegantemente, junto con los demás grandes señores, a un concierto de un veneciano llamado Vivaldi.
Y que belleza fue para los oídos de todos. Las Cuatro Estaciones, a Italia le dejaron extasiado. Cuando le preguntaron cuál estación le había conmovido más, ese respondió que Primavera era hermosa; podías llegar a sentir lástima por Invierno; Otoño era divertido como un Arlequín, pero que Verano, era con el cual se sentía identificado.
La vida en se entonces le parecía agridulce. Pero todo cambiaría para siempre.
La Era de Napoleón, e Italia:
Fuertes y decisivos se dieron a finales del siglo XVIII, desde la independencia de uno de los hijos de Inglaterra, hasta una fuerte Revolución en Francia que dejó perpleja a toda Europa. A pesar de que Austria aborreció enormemente la revolución, Italia en el fondo sintió admiración por Francia, considerándolo todo un libertador.
En aquellos tiempos, Italia era muy unido a Sacro Imperio Romano Germánico, aunque a veces discrepaban, ya que Italia era muy católico y Sacro Imperio Romano Germánico se había convertido al protestantismo luterano. Pero aun así, eso no hacía que el cariño que habían desarrollado el uno por el otro disminuyera en nada.
Cuando la Revolución estuvo en su punto máximo, Italia no pudo sino alabar a Francia en silencio. Él había dejado de creer en el modelo feudal cuando sus ciudades-estados habían experimentado algo muy diferente a aquello en otra época. Francia impulsaba ahora ideas que él ya había concebido.
Pero cuando llegó Napoleón, todo cambiaría.
A principios del siglo XX, Italia comenzaba a notar que Sacro Imperio Romano Germánico, comenzaba a debilitarse y a enfermarse más amenudeo. De pronto un amaro recuerdo golpeó a Italia, de cuando su padre cayó en desgracia y finalmente murió.
Un día, el Sacro Imperio Romano Germánico le pidió por última vez formar un Imperio, pero esta vez seriamente, a lo que Italia se negó nuevamente. Italia le confesó su temor de que si lo hacía, Sacro Imperio Romano Germánico se volvería tan fuerte como su padre y terminaría desapareciendo como lo hizo él. Una mirada de comprensión y tristeza apareció en el rostro de su amor.
Angustia fue lo que sintió Italia cuando supo que Sacro Imperio Romano Germánico marchaba a la guerra contra Francia, quién se había convertido en un Imperio y planeaba conquistar Europa.
La última vez que le vio, en 1806 se despidieron con un beso en los labios y Sacro Imperio Romano Germánico le juró que volvería y nunca dejaría de amarla (él también creía que era niña, aunque Italia no lo sabía). Sin embargo, Sacro Imperio Romano Germánico nunca regreso. Él le espero paciente. Y sufrió su ausencia. Como pudo haberse enamorado de él. Recordó cuando lo conoció, y como lo había despreciado por ponerlo bajo su dominio. Recordó las intensas miradas que le lanzaba, y recordó lo bruto que podía ser al hablar. No, Italia nunca supo cómo fue que pasó. Simplemente lo sentía parte de él, y le esperaría aunque pasaran mil años.
Sin embargo, pronto su vida giraría muy lejos de todo aquello, muy lejos del Sacro Imperio Romano Germánico.
Pronto Italia vio a Francia a las puertas de sus tierras.
Francia invadió Italia en 1796.
Cuando Italia le recibió, se vio traicionado. Francia no venía a liberarlo, venía a conquistarlo. La típica historia. Aun así, a pesar de su reticencia a Francia, con quién Sacro Imperio Romano Germánico había ido a luchar, Italia estaba impaciente por abolir el feudalismo, y pronto se dejó un poco a Francia.
La conquista de Piamonte por parte de Napoleón se repite, de forma fragmentada, en otras regiones de Italia. Vence a los austríacos en Lodi y entra a Milán cinco días después.
En todos estos territorios sometidos Napoleón ha estado imponiendo enérgicamente las nuevas formas francesas, a menudo con el apoyo entusiasta de los locales tan impacientes como los franceses con los remanentes del feudalismo.
El norte y el centro de Italia se reorganizan como la República Cisalpina, mientras que el territorio de Génova se convierte en la República de Liguria. Italia ve todo esto impotente e indeciso.
Por los términos de la paz, firmada en Campo Formio en octubre, Austria cede a Francia los Países Bajos austríacos todo su territorio en el norte de Italia.
A cambio, Francia da a Austria Venecia. Este hecho enfureció e indignó a Italia. Cada vez más se desencantaba de Francia, y más al ver la fuerte resistencia que su hermano mostraba contra Francia. De repente, Italia se sintió un tonto y un traidor.
La Italia Napoleónica:
Italia fue rescatado por Austria y Rusia de Francia, cuando este estaba en Siria. Pero al volver, no tardó en volver a manos de Francia. Italia tenía la moral baja, y solo podía pensar en Sacro Imperio Romano Germánica y su destino.
Todos odiaban a Francia en ese período, hasta Vaticano tenía problemas con él.
La conquista de Rusia que Napoleón emprendió en 1811 marcó el final del apogeo del apoyo de los italianos a Napoleón. Cuando Francia le confesó que dejara de esperar a Sacro Imperio Romano Germánico, porque no volvería, muerto por su propia mano, toda esperanza en Francia que él tenía murió al instante. Italia nunca superó la muerte de Sacro Imperio Romano Germánico, justo cuando había amado, se lo arrancaron. Gruesas fueron las lágrimas que Italia derramó por él, pero silenciosas.
Después de Rusia, otros estados de Europa se aliaron nuevamente y derrotaron a Napoleón en la Batalla de Leipzig , después de lo cual sus estados aliados italianos, lo abandonaron para aliarse con Austria. Italia sentía que vivía un deja vu. Impulsado por el dolor y el desamor, se juró a si mismo que dé a partir de aquel momento elegiría su destino, creyendo que al traicionar a Francia y aliarse con Austria este le consentiría su libertad, Italia jugó su papel en la jugada. Una noche, junto con sus muchachos, esperando pelear contra los franceses, a la luz del fuego, Italia toco un canción en su mandolina. Una melodía seca pero bella.
Derrotado en París el 6 de abril de 1814, Napoleón fue obligado a renunciar a su trono y fue enviado al exilio en Elba. Francia ahora estaba solo.
Austria e Italia nuevamente:
El resultado del Congreso de Viena en 1814 restauró una situación cercana a la de 1795, dividiendo a Italia entre Austria (en el noreste y Lombardía), el Reino de Cerdeña , el Reino de las Dos Sicilias (su hermano en el sur) , y Toscana , los Estados Pontificios y otros estados menores en el centro. Sin embargo, antiguas repúblicas como Venecia y Génova no fueron recreadas, Venecia fue a Austria y Génova fue al Reino de Cerdeña . Todo esto enloqueció a Italia. Después de todo lo sucedido, de todos los cambios, y toda la sangre derramada, de todo lo sufrido, terminaba de la misma manera que empezó. Italia estaba arto. No viviría un siglo más de esa forma, prefería la misma muerte antes de aquello. Ni siquiera estaba Sacro Imperio Romano Germánico para contenerlo, ya nada lo ataba a aquello. Se lo habían quitado todo. No tenía nada que perder.
Con esta furia, con aquel rencor, que el despecho de Italia, y el bien conservado desprecio de Romano por todos, nacería el cambio más radical en la historia de Italia, y el mundo lo conocería para siempre.
La Unificación Italiana:
Antes de que comenzara a movilizarse y planear su propia jugada, Italia observó atentamente a Austria. Una tarde, Italia le hizo compañía. Austria descansaba adormilado en un como asiento, tras haberse pasado un poco de licor. Austria borracho era diferente al resto. Se decaía, se ponía melancólico y adormilado.
Austria hecho una mirada compasiva y adormilada a Italia, una de esas miradas que nunca se darían en un ámbito normal. Acarició dulcemente el rostro de Italia, y sintió pena por ambos. De repente, lo tomó por la cintura y lo colocó sobre él.
Ese día Italia perdió algo era únicamente suyo. Se sintió extraño y sucio, y supo que si quería librarse de Austria el momento era ese.
El modelo feudal que todavía imponía Austria sobre él, en aquellas alturas de la historia, era como una violación. El representaba a la burguesía norteña en parte, y lo último que esta quería era un modelo feudal.
Italia ya no se dejaría pisar nunca más, todos conocerían el fuego italiano.
Las zonas nortes de Italia estaban bajo control Austríaco, y para zafarse de él, Italia decidió representar puntualmente la única zona de Italia que poseía un rey italiano, Piamonte Cerdeña, que además era un estado liberal. El centro de Italia estaba bajo soberanía papal, los Estados Pontificios, y el sur era relativamente intendente, aunque administrado por Francia. Tras esta panorámica, Italia solo decidió intentar hacerse del norte y expulsar a Austria.
Italia comenzó a discutir con Austria y a volverse rebelde de él desde 1815, y en 1830 comenzó su primera estrategia. El llamado Resurgimiento era un movimiento republicano que buscaba la unidad de todo lugar en donde hablara italiano y poseyera la misma cultura latina-mediterránea. Italia ya se había levantado y con arma en la mano.
Durante 1848 y 49, Italia intentó obligar a la unificación, pero pronto se dio cuenta que no todos pensaban lo mismo. Siempre había idiotas. Algunas elites deseaban seguir beneficiando los intereses extranjeros, e Italia supo que aquel proceso era un lento pero que se daría ya sea por la fuerza y la muerte.
Austria seguía con la hegemonía en Italia del Norte, aunque ambos ya se habían declarado la enemistad. La monarquía de Piamonte Cerdeña comenzaba a industrializarse y hubo un segundo Resurgimiento. Italia, con uno de sus consejeros, el Conde de Cavour, supieron que para unificar también era necesario un estado fuerte, un gran ejército y la industrialización. Así se hizo. Italia comenzó a tener ayuda externa, sobretodo de Prusia, quién estaba en tensiones con Austria. Éste le había escrito y prometió ofrecerle ayuda y armas. Italia se sintió complacido.
Cuando comenzó a planear su futuro estado, se le presentaron tres posibles formas: Una Federación de Estados dirigidos por el Papa. Esa opción se la dio Vaticano, ya que al ver el panorama, deseaba a toda costa seguir en el poder de cualquier manera.
Una monarquía dirigida por el rey de Piamonte Cerdeña, al único que consideraba su jefe. O un República, opción ofrecida por un tal Garibaldi, a quién no conocía personalmente. Cualquiera de las dos últimas aceptaba, pero definitivamente no quería verse obedeciendo a Vaticano.
Italia, con un poderoso sentimiento de lucha, acepto desconfiado la ayuda de Francia para anexar Lombardía. Él había matado a Lombardo, y creía que era lo correcto que lo que él había sido estuviera con él. Pero la ayuda de Francia le molestaba un poco. Italia dejó bien en claro a Francia que él ya no era el mismo, y que era capaz de declararle la guerra si Francia lo traicionaba e intentaba invadirlo. Francia vio realmente la bravía y oscuridad en los ojos y palabras del italiano, y supo que era verdad. Pero Francia era Francia, y a cambio de su ayuda, este le pidió a cambio algunos territorios. Italia no tuvo más que renunciar a ellos para obtener la ayuda de su hermano.
En 1859, Italia peleó y anexó Lombardía. Con un enorme éxtasis y frenesí, manchado de sangre, no tardó en arremeter contra los estados centrales, como Toscana y parte de los Estados Pontificios. Este hecho enfureció y aterrorizó a Vaticano y el Papa, que solo eran defendidos por Francia. Como era de esperarse, Francia traicionó a Italia. Este no se sorprendió. Italia comenzó a acecharlos pero pronto su furia y excitación se calmaron un poco, y comenzó a analizar la situación.
Una noche estrellada, Italia comenzó a caminar entre sus tierras y jardines, cuando de repente, una melodiosa voz lo atrajo. Siguiéndola, llegó a un espeso jardín, y al asomarse de entre las ramas, bajo las estrellas, se encontró con un viejo caserón. Y allí, en la cima de un paredón, cantando solitario con una mandolina, se encontraba su hermano Romano.* Su voz era suave, lejana y masculina. Y la melodía, cuan hermosa era. Romano, su querido hermano, cuan cruel había sido el desino con ellos, y más aun en Romano. Hacía tanto que los habían separado, y a pesar de verse algunas veces, todo se había cortado. Pero cuánto lo amaba aun, era el único que le queda. Y al verlo allí, cantando en la noche, mientras él se escondía entre los arbustos, no pudo sino sonreír a su canción, mientras sus ojos se volvían llorosos. Pronto sintió una tristeza infinita, y dio una última mirada a su hermano antes de marcharse.
Aquello le hizo pensar, y se indignó que no pudieran estar juntos otra vez. Le habían arrebatado a quienes había amado, el Imperio Romano, Ostrogodo, Sacro Imperio Romano Germánico, pero no le arrebatarían a Romano, no a él. Allí, supo que aquella lucha era mayor de lo que había previsto, lucharía por Romano, él también se uniría. Su lucha era por la Reunificación. Romano debía luchar también por estar juntos, juntos para siempre y por siempre.
En 1860, Garibaldi, junto con su ejército, los llamados Camisas Rojas, comenzaron su conquista por el sur. Romano había estado algo al tanto de la lucha de su hermano, y al principio no sabía qué hacer. Cuando los Camisas Rojas entraron en sus dominios a comenzar la conquista, Romano vio la lucha desde lejos. Sus muchachos, le incitaron a unirse a la lucha por la unificación, pero Romano escuchó en silencio. Pero cuando más lo necesitaban, Romano se sumó a la batalla cortando garganteas a quienes se le oponían. Romano se había unido, aunque no muy convencido todavía. Italia le había escrito en secreto, y fue por ello que Romano dejó su destino en manos de su hermano menor. A pesar de todo confiaba en él.
Garibaldi pronto se volvió muy popular y una gran figura de la unificación. Romano se rebeló abiertamente contra Francia y no volvió a obedecerle. Pronto todo el sur de Italia se había ganado. Pero grande fue miedo y dolor que sintieron Italia y Romano, ya que Italia estaba bajo la soberanía de Víctor Manuel (su Rey), y Romano estaba con Garibaldi, un republicano. El peligro de que el sur se declarara república se hizo latente e Italia se desoló. Romano también estaba temeroso. Todo habría sido en vano, si de todas maneras quedaban separados. Pero para sorpresa de Romano, Garibaldi entregó a Romano y disolvió su ejército. Romano e Italia estaban juntos. Finalmente juntos. Romano echó una mirada a su hermano, quién sin perder el tiempo corrió a abrazarlo. El primer abrazo después de siglos. Y ambos lloraron de la infinita alegría que sentían. Ahora eran uno. Una mente, un corazón, pero todavía sus almas eran diferentes, ellas nunca podrán juntarse. En 1861, fueron un Reino. El Reino de Italia.
Pero la lucha no había terminado. Italia disuadió a su hermano a que lo ayudara a recuperar su corazón, Venecia, que estaba en manos de Austria. En la batalla contra Austria, Romano se ofreció a ayudarlo en contra de éste, pero Italia se negó. Era algo personal entre ellos. Italia no solo venció a Austria, sino que lo disfruto, y se vengó de todas maneras posibles. Cuando Austria intentó escapar, Italia se le abalanzó encima, y le hizo lo mismo que Austria le había hecho. Tanto fue su disfrute, que solo Romano lo convenció de dejarlo ir. En 1866, Venecia fue anexada al Reino.
La unificación tuvo aun así sus problemas. El papa, al ver la preocupante situación amenazó a todos los italianos católicos (ósea la mayoría de ellos) con excomulgarlos si aceptaban estos cambios. Pero aun así todo siguió su curso.
Romano pronto deseó obtener el mayor símbolo que podían tener, Roma. Era el mayor legado de su padre y todavía no estaba en sus manos. A pesar de su deseo, Italia no concordó. Tomar Roma por la fuerza era una mala propaganda en forma internacional, y las demás naciones comenzarían a rechazarlos. Por ello, Italia prefería que las cosas tomaran su cuso lentamente. A pesar de esto, en 1870, Romano y los Camisas Rojas intentaron tomar Roma a la fuerza mientras el grito de guerra era: ¡Roma o la Morte!*
Pero fue el mismo ejército italiano quién los frenó y mató a todos. Su propio hermano. Italia tenía planes y no quería que Romano los cambiara. Romano se sintió traicionado por su hermano, y lo culpo de haberlo usado para recuperar Venecia, y no ayudarlo a él a recuperar Roma. Italia no le restó atención. Pero aun así, decidió visitar a Vaticano en secreto para que vaya haciéndose la idea de su inevitable futuro. Ante las negación de este a aceptar la unificación, y jurando jamás hacerlo, Italia con frialdad y una mirada amena le dijo lo que nunca debía olvidar, lo era su más grande verdad: "Romano e io siamo più dei fratelli gemelli. Siamo venuti insieme al mondo e quindi dobbiamo essere. Insieme." *Con aquella afirmación, Vaticano debió pensar que la situación era irreversible. Pero no lo hizo, siguió con la esperanza de que aquello de la unificación fuera pasajero. No lo era.
El Vaticano no aceptaba bajo ningún punto de vista el nuevo estado italiano, pero nada podía hacer. Francia había dejado de protegerlo, y se vio asediado por los hermanos italianos. En cualquier momento debía reconocerlos y entregarles Roma.
La capital del Reino de Italia fue Florencia, y allí ambos se ungieron para ser oficialmente la misma nación y el mismo estado. Francia, España, y Austria fueron a verlos aquella noche. Y los hermano italianos les explicaron su el sufrimiento que les causaron y que nunca más se arrodillarían ante ellos. Italia vio y sintió como Romano sentía dolor al mirar a España. Supo allí que su hermano le ama.
La unificación estaba casi completa, pero no todo fue perfecto. A ambos se les presentaron problemas: la hostilidad del Vaticano, y sobre todo, la enorme diferencia entre el norte y el sur. El sur era más pobre y agrícola que el norte industrializado. Y pronto surgieron las tensiones entre los hermanos. Italia siempre se había considerado más culto que su hermano, quién apenas sabía leer y escribir. Pero este pensamiento lo tuvo después de su separación, y supo que no era culpa de Romano.
Cuando todo hubo terminado, Italia y Romano se juntaron a comer pasta y beber vino.
Italia todavía recordaba cuando Romano le había regalado la receta. Fue el mejor regalo que le hubieran podido dar.
El Imperialismo italiano:
Italia ahora era, por primera vez en mucho tiempo, un Reino Unificado. Romano disfrutó los primeros tiempos con su hermano, mostrándole las tradiciones sureñas, en donde Italia se tuvo que interiorizar. A su vez, Italia hizo escuchar a su hermano a Verdi casi todo el tiempo, y contemplar las obras de Giovanni Boldini. Al principio todo eran fiestas y festejos. Himnos y cantos. Pero pronto tendrían que ponerse serios ante él mundo que no dejaría que los italianos se unan al juego.
Italia comenzó a interesarse mucho en el imperialismo, y sabía que, si querían ser aceptados en el club de países poderosos debía comenzar a moverse. Italia intentó convencer a Romano de apresurarse y comenzar a tener colonias en África, ya que había que admitir que habían llegado muy tarde a la repartición y las grandes potencias no les darían nada. Romano se mostró reticente a esto. Prefería que se enfocaran en fortalecerse y luego salir a fuera, pero su hermano estaba tan entusiasmado con la idea de tener sus propias colonias que tuvo que asentir. Aunque a regañadientes. Ellos eran los hijos del Imperio Romano, y se harían notar, pensaba Italia.
Sin embargo, pronto se confirmó lo temido. Ni Inglaterra, el actual señor del mundo, ni Francia ni ningún otro dejarían crecer a los italianos. Italia insistió, estaba muy optimista e intentó disuadir a Inglaterra de cederle alguna región de África. Romano seguía creyendo (y con razón), de que primero debían fortalecerse a si mismos. Preparar mejor el ejército, promover la industria nacional, generar trabajo, pero al parecer nada de esto le importaba realmente a su hermano y su modelo liberal-imperialista de ver su situación. Romano no fue escuchado y tuvo que seguir a su hermano mientras observaba que no se metiera en demasiados problemas.
Somalia Italiana:
Tras mucho molestar a Inglaterra, en 1886, éste, Francia e Italia se repartieron a la pobre Somalia. A los Italia les tocó la parte sudoriental. Italia estalló en alegría al tener una colonia, pero Romano no se sintió tan emocionado además de desconfiar enormemente de Inglaterra y Francia. Somalia era inexpresiva, fuerte, nunca se prestaba a las tonterías de los Italia. A pesar de que estos eran sus "tutores", en realidad parecía al revés.
Desde ese momento ambos pasaron a administrar aquella pare de Somalia.
Primera Guerra Ítalo-etíope:
Pronto, Italia se desesperó al darse cuenta de que su situación no se había privilegiado mucho a pesar de sus intentos, y, sin tener saciada su sed imperialista, apresuradamente y sin mucha preparación, Italia decidió poner sus ojos sobre Etiopía.
Italia comenzó a presionarla, creyendo que las étnicas etíopes se le aliarían en contra de Etiopía, pero esto no pasó. Además, un grupo se rebeló contra Italia. Encolerizado, éste y su hermano los mataron a todos. Con esto, Italia no esperó ni un momento para atacar e invadir Etiopía. Pero ésta era inteligente, y se había preparada durante mucho tiempo. Al principio, Italia obtuvo algunas victorias, pero pronto, en enero de 1896, Etiopía asedió a los italianos, que pronto, tras intentar resistir, tuvieron que rendirse.
Esto no le gustó mucho a Italia, que se sintió humillado, y avergonzado. Aunque a Romano le daba igual.
En la Batalla de Adua, Italia había preparado una emboscada por la mañana, pero para su sorpresa, Etiopía se le había adelantado. La situación de la guerra estaba casi definida. Sucios, desmoralizados, ensangrentados, Romano e Italia pelearon hombro a hombro. Pero perdieron. De espalda a espalda, Italia le preguntó a su hermano porqué había accedido a la guerra sin él realmente no la quería. Lo que Romano respondió dejó sorprendido y conmovido a Italia, quién, nuevamente animado, se sintió feliz de tener a Romano con él. "Perché mi hai chiesto, fratellino."*
Luego de la victoria, Etiopía se retiró confiada en que el resultado de la batalla resultara decisivo, y la derrota italiana precipitara el fin de la guerra. La tasa de bajas sufridas por las fuerzas italianas en la batalla de Adua era mayor que la de cualquier otra gran batalla europea del siglo XIX. Como consecuencia de esto, diversos motines estallaron en varias ciudades italianas. Por su parte, por medio del Tratado de Addis Abeba en octubre de 1896, Melenik, emperador de Etiopía había garantizado la delimitación estricta de las fronteras y obligando a Italia a reconocer la independencia de Etiopía. Fue Romano quién soltó esas palabras, ya que Italia se negó a reconocerlo, sin ni siquiera mirar a Etiopía a la cara. Romano supo que su hermano era un mal perdedor.
La Triple Alianza:
Pero había cosas de las cuales preocuparse primero. La situación en Italia no era nada buena. Nunca se había salificado como un gran estado, y las cosas en Europa, al parecer comenzaban a acomodarse para un futuro gran suceso. Los hermanos Italia se vieron obligado a asistir a las reuniones de los potencias centrales, para molestia de Italia, y ambos fueron invitados por Austria-Hungría, Prusia, y aquel nuevo país que a Italia tanto le atraía, el Imperio Alemán, a unirse a ellos para una futura contienda, de la cual, los italianos no estaban muy informados y casi nada de lo que sucedía podían comprender. Tanto tiempo en sus propio asuntos y luchas no les había podido permitir tener una vista panorámica de la situación mundial en los últimos años. Pero Italia, que era inteligente, supo que de algo muy importante se trataba para que Austria le invitara, por lo que se vio interesado, para molestia de Romano que lo único que quería era tratar temas más puntuales de sus tierras en vez de seguir metiéndose en problemas. Aun así, los Italias se comprometieron con las potencias centrales a ayudarles en el futuro. Romano le advirtió a Italia que no se comprometiera con cosas que no sabía cómo saldrían, pero Italia creía tener el manejo de la situación.
Libia Italiana y la guerra Ítalo-Turca:
Italia venía claramente su desventajosa situación colonial (lo único que al parecer le preocupaba) y analizó su situación. Pronto, vio que el Imperio Otomano estaba debilitándose, y tenía desprotegidas sus administraciones en el Norte de África. Esto fue suficiente para que Italia intentara robarle aquella región cercana a él, Libia. El Imperio Otomano se enfureció, herido, y vio como los Italia le esperaban para la contienda. Enfrentarse al Imperio Otomano no era tan sencillo, principalmente porque ambos italianos le temían. En cierto momento él le admiró, ya que fue él quien había matado al Imperio Bizantino. Italia había estado en guerras con él antes, sobre todo por Venecia, pero la cosa era diferente ahora, él era diferente.
Romano también le temía porque tenía fresco en la memoria cuando Imperio Otomano había intentado llevárselo, y solo España se interpuso entre ambos.
Pero ahora, Italia le enfrentaría.
En 1911, Italia atacó el dominio turco, y le robó algunas de sus islas en el Mar Egeo.
La guerra ítalo-turca fue un banco de pruebas de los numerosos avances tecnológicos usados en la Gran Guerra; sobre todo el aeroplano. El 23 de octubre de 1911, el piloto italiano capitán Carlo Piazza en un aeroplano Blériot XI voló sobre las líneas turcas en una misión de reconocimiento, y el 1 de noviembre el subteniente Giulio Gavotti dejó caer la primera bomba aérea de la historia sobre las tropas turcas en Libia. Italia conoció lo que era volar, y comenzó a conocer lo que serían las guerras venideras. En el fondo le asustaba, pero poco le importo en ese momento.
Italia derroto al mal organizado ejército turco, y le obligó a cederle Libia.
La guerra terminó en 1912, con Libia bajo las manos de los italianos.
La joven chica no disfrutó ser colonia italiana, ya que los hermanos Italia tan eran juguetones como abusivos.
La Primera Guerra Mundial:
Las cosas en Europas estaban tensas y expectantes. Los Italia sabían que algo se avecinaría, como lo había previsto desde finales del siglo XIX. Pero sabían bien lo que se avecinaría sería algo grande, ya que el hecho de que Inglaterra y Francia se aliaran formalmente por primera vez en su vida era demasiado raro y escalofriante.
Sin embargo, no sabían que cuando llegaría, ni tampoco cuan terrible sería.
Cuando Austria jugó la primera carta y la contienda comenzó, los italianos no se lo esperaban. Italia se sintió excluido ya que Austria no le había consultado antes de comenzar la jugada. Como le detestaba. Al principio se mostraron neutrales. Romano se negaba rotundamente a otra guerra e Italia amaba su neutralidad.
Italia tenía enormes dudas con respecto a su alianza. Detestaba a Austria, y todavía tenía deseos internos de quitarle más territorio. El Imperio Otomano, quién había sido su enemigo poca antes, ahora estaba aliado con ellos.
La situación en Italia era un desastre, siempre lo había sido desde la unificación, pero tras gastar tanto en guerras e invasiones y en administraciones, sumado al ineficiente modelo liberal, las cosas no estaban bien. Romano siempre había insistido en enfocarse en lo interno suyo, y seguía haciéndolo, pero su hermano poco le oía.
Pronto, a pesar de su compromiso con las Potencias Centrales, vio que no tenía ningún beneficio estar con ellos. Italia acordó con Romano buscar una alianza beneficiosa, y ambos creyeron encontrarla. En secreto, Italia y Romano se reunieron con Inglaterra. Para traicionar a las Potencia Centrales, los Italia exigieron al inglés las tierras de Austria tras la guerra. Inglaterra les prometió lo que pedían, incluso accedió a financiar a los Italia para que impulsaran su industria de guerra. Así fue. En 1915, los Italia entraron en la guerra y traicionaron a las Potencias Centrales, quienes, a pesar de su sorpresa, no le dieron demasiada importancia.
La industria se aceleró y las tropas italianas en África fueron llamadas a la guerra, dejando desprotegidas las colonias. A pesar de que se aceleró la industria, los agrícolas se vieron realmente afectados. Romano, quién era el más desencantado de la guerra, previó que se endeudarían con Inglaterra, y que sus colonias les podrían ser arrebatadas. Pero su hermano ya estaba en la guerra, apuñalando a Austria por la espalda.
En 1916, Italia declara la guerra a Alemania, y fue allí que su destino se cruzó definitivamente con el alemán.
Italia le había conocido a finales del XIX, cuando este fue presentado como el Imperio Alemán, y desde el inicio se sintió atraído por aquél, además de sentirle simpatía. El italiano no era rival para tal potencia, y pronto fue capturado por él. Italia intentó escapar, sintiéndose en peligro. Pero el frío alemán nunca se lo permitió. Italia intentó coquetear con él para librarse, pero al parecer el alemán no comprendía sus juegos. Éste solo le veía como un traidor y un taimado. Todo era verdad. Resignado, Italia comenzó a tocar su mandolina continuamente, y pronto, le dedicó una canción al alemán. A pesar de ser enemigos, Italia realmente sentía simpatía por el inexpresivo alemán.
Al parecer era bastante irritante, ya que el mismo germano hizo la vista gorda y le dejó escapar. Italia juró nunca olvidarlo. Al volver, se encontró con que Romano estaba devastado y roto psicológicamente. La guerra era el horror en sí mismo. De repente Italia sintió terror y dolor. Había estado en cruentas guerras últimamente, en donde muchos habían muertos, pero todas ellas eran justificadas para no tener que cargarlo en la conciencia. Pero no. Ninguna guerra era menos que otra. Y esta, fue el infierno en sí mismo. Italia no tardó en caer en el mismo estado de su hermano. En el mismo estado que todos. La guerra le devastó tanto física como psicológicamente. Tal fue su pánico y desesperación, que la cobardía se volvió parte de su forma de ver el mundo. Pronto, en un efímero momento de revelación, supo que la guerra era para todos. No reconocía nacionalidad, no reconocía mujeres o niños. Y lo peor, que era creada por ellos mismo. Era alimentada y fomentada por ellos. E Italia se llenó de asco. Cuan profundo fue el hoyo de dolor que excavó en su mente y corazón. Y la tristeza se apoderó de Italia. Por primera vez en mucho tiempo, supo cuanto mal se había hecho a sí mismo y a su hermano.
Italia acurrucó la cabeza de Romano en sus piernas, mientras este estaba en estado catatónico. Y allí, comenzó a contarle historias, cualquier cosa que los ayudara a escapar de la realidad. Mientras las contaba, lágrimas negras caían de sus ojos. Y finalmente esperó que la muerte fuera a por él y su hermano, creyendo que nunca atravesarían la noche. Pero no sucedió. Pronto amaneció de nuevo. Pero fue un amanecer triste y oscuro.
En 1917, Estados Unidos entró en la guerra, según él "para salvarlos a todos". Pero si quería salvarlos, por qué no había vendió mucho antes. Todo lo relacionado con el americano y su "rescate" le ponía molesto.
Cuando en 1918, terminó la guerra. Italia esperaba solo encontrar consuelo en su recompensa. Pero en el Tratado de Versalles, Inglaterra no cumplió con su promesa del Pacto de Londres. Los Italia, enfurecidos y traicionados, se enfrentaron a él. Inglaterra se negó a cumplir su promesa y encima exigía que le pagaran lo que él les había prestado. Y con intereses. Los italianos se miraron entre ellos y confirmaron que el mundo estaba loco. Ellos estaban en condiciones terribles. Insostenibles. Devastante, a pesar de estar en el bando ganador. Y encima esto. Italia se llenó de un odio e ira contra Inglaterra, y le dijo todo lo que se le vino a la cabeza en ese momento. Romano escupió su alfombra. E Italia denominó su situación como la "victoria mutilada". Inglaterra ni se inmutó.
Italia observó, con indignación, el trato que recibió el podre joven Alemania, siendo la primera derrota en su vida. Vio como le quitaban sus posesiones y abusaban de la situación de victorioso. Vio como lo disfrutaba Francia. E Italia no pudo sino sentir pena por él. Y de repente, sintió enojo consigo mismo por traicionarlo. Hubieron preferido perder a aquella horrible victoria. Italia se juró que algún día, si Alemania volvía como potencia, estaría a su lado. Y definitivamente, sus destinos volverían a cruzarse.
Italia Fascista:
Después de la guerra, nada había quedado para Italia. Solo dolor, muerte y hambre. Caminando por sus desoladas calles, Italia tomó conciencia de sus acciones. Y lloró amargamente por ellas.
Italia solía llorar por lo ocurrido, solo consolado por su hermano, quién le decía que saldrían adelante. Italia sabía que una parte de él había muerto en aquella guerra. En realidad, en cada una de las guerras que tuvo perdió algo de si mismo.
Tanto él cómo Romano sufrían de exprés-post traumático, pero pronto sus corazones abandonaron el miedo y se lanzaron a la lucha. Una lucha de clases. Italia con ardor en su corazón, comenzó a buscar algún partido para mejorar su situación. Fue el primero que lo hizo, ya que todos los demás países seguían reposando tras la guerra. Pero Italia no esperaba. Salió a las cayes y comenzó considerar a los socialistas, pero fue un grupo muy puntual el que captó su atención. Los Camisas Negras, liderados por un tal Benito Mussolini, comenzaron a hablarle y aconsejarle cosas. Italia comenzaba resurgir de entre los escombros. Pronto buscó a su hermano Romano y le presentó a los fascistas.
Los fascistas prometían acabar con la inestabilidad social, con la crisis económica que los azotaba, y Romano, sin ninguna otra esperanza, también fue captado por los fascistas. En Italia comenzó una pelea entre socialistas y fascistas, en las cuales los últimos terminaron por convencer a los hermanos italianos.
En 1922, ocurrió la Marcha de Roma, en donde los Italia caminaron con orgullo otra vez. Mussolini sabía el gran punto débil de los hermanos y allí fue donde se puso en marcha. Pronto, Roma volvió, después de siglos a manos de los Italias. Vaticano seguía como una ciudad estado, pero Roma, la imponente y vieja Roma, ahora volvía a ser de ellos. Italia vitoreó a Mussolini y todo cambió. Con fuertes y carismáticos discursos Italia habló a la gente. Admitió cuando había abusado de ellos en la época liberal, pero ahora, él seguiría los intereses del pueblo italiano, y volverían a ser como el Imperio Romano, decía Italia. Y Romano comenzó a sospechar que algo era demasiado raro. La Italia Fascista se impuso. Y todos los miraron desde abajo. El fascismo italiano inspiró otras dictaduras, como la de España y a la Alemania Nazi. Alemania, se sintió inspirado en el italiano, y buscando mejorar de su precaria situación, le imitó, a su estilo. Alemania Nazi asustó a todos, y a Italia lo alertó.
Italia no pudo no confesar lo guapo que le parecía Alemania, pero Romano le aclaró que ahora Alemania y él competirían. Italia comenzó a acercarse al alemán, para espiarlo, pero este era frío y distante, y bastante cortante. Italia se sentía irritado por ello, pero supo cómo manejarlo para que este confiara en él. Sabía que Alemania no tenía amigos, y afirmarse uno haría que se relación se volviera cercana. Lo que Italia no esperaba era que aquello que él fingía se volvería realidad.
Italia cumplió uno de sus deseos frustrados en 1936, al invadir y anexarse a Etiopía, (segunda guerra Ítalo-etíope) una vieja enemiga. Italia nunca olvidó la humillación que esta le hizo pasar, y con mucho placer disfruto hacerse de ella. Italia comenzó a aislarse, ya que las potencias occidentales comenzaron a desconfiar enormemente de él, y por ello, le quitaron a Somalia ese mismo año.
Italia era hermoso, coqueto, artístico y simpático por fuera, pero por dentro se había vuelto desquiciado y algo retorcido. La vida le había golpeado demasiado.
Cuando Italia se enteró de la alianza entre Alemania y Rusia, no pudo evitar correr donde Alemania, acorralarlo y exigirle explicación. En esos momento Italia mostraba su verdadero ser. Alemania, ante esto, lo tranquilizó, y le confesó que planeaba traicionar a Rusia más adelante. Esto tranquilizó al italiano. Tener que competir, espiar y al mismo tiempo coquetear con Alemania era difícil, e Italia aborrecía a Rusia. Alemania pronto le propuso a Italia una alianza. Esto dejó en duda a Italia, pero terminó aceptando. En el Pacto de Acero, Italia y Alemania se comprometieron. Cuando Romano le dijo que él sería quién consumara tal alianza con él alemán, Italia al principio se molestó, pero luego se encantó de la idea. Sin embargo, cuando Alemania decidió anexar a Austria, Italia se opuso rotundamente. Si esto se hacía, Italia no podría cumplir su sueño de quitarle más tierras a su antiguo tutor, y esto le molestaba terriblemente. Incluso llegó a ofrecerle ayuda a Austria, pero este le prestó poca atención. Finalmente tuvo que desistir de hacerlo.
Segunda Guerra Mundial y Guerra Civil Italiana:
Cuando comenzó la guerra, Alemania invadiendo Polonia y anexando a Checoslovaquia, Italia se sintió bajó presión. Para no quedarse atrás, invadió Albania, aunque pronto vio problemas al enfrentársele su primo Grecia. Lo que Italia hizo que gritar ayuda a Alemania, quién corrió a su rescate. Al estar allí, Italia se vio en obligación de consumar su alianza con Alemania. Después de aquello un extraño sentimiento se pegó en él. Y no pudo dejar de pensar en Alemania nunca más.
Alemania pronto le presentó al resto de las Potencias del Eje, e Italia conoció a Japón por primera vez. Había oído historias de él, y grande fue su curiosidad, pero al parecer, el japonés era más inexpresivo y frío que el alemán y además, había algo en su mirada que le ponía nervioso, por lo que Italia no lo molestó más.
En esos entonces, para Italia, Alemania se había vuelto un ejemplo a seguir y le recordaba a su difunto padre, el Imperio Romano tras Alemania haber adoptado ciertas semejanzas en el Nazismo. Sin embargo, Italia siguió siendo cobarde e inútil en la guerra, siendo salvado por Alemania incontables veces, y dependiendo de él en todo. Al principio, Italia si se encontraba en peligro, no vacilaba en delatar a Alemania (aunque no a voluntad), sin embargo, con el tiempo, mostro resistencia debido al aprecio que le tomó.
Con el tiempo, Italia realmente vio a Alemania como un amigo, y Alemania como una forma de contención, porque la guerra era guerra después de todo. Italia se negaba a creerlo, pero desarrolló un profundo amor por el alemán, cuando se había jurado no amar a ningún otro que no sea el Sacro Imperio Romano Germánico. Y, allí cuanto le quería. Aunque en el fondo creía que era esa clase de amor de "amor en tiempos de guerra".
Cuando Alemania le comunicó que se iba a pelear a Stalingrado, Italia sintió el mismo sentimiento que había sentido cuando el Sacro Imperio Romano Germánico le había dejado. Y melancólico, temió por su querido Alemania, y cuando volvería a verle.
Lejos de Alemania ahora, Italia comenzó a notar algo raro en su hermano. Al principio creyó que era por la guerra, pero pronto supo que era otra cosa, pero no supo adivinar que era.
Italia defendió las fronteras como punto, junto con Rumania y Bulgaria, pero pronto el Oso Ruso se aproximo e Italia fue el primero en huir.
Cuando volvió a su hogar, se encontró con que su hermano no estaba en ningún lado. Sin noticias de Alemania, Italia comenzó a desesperarse. Terrible fue la noticia cuando supo que Inglaterra había invadido Sicilia y Romano estaba con él. No hubo peor traición. Ningún dolor fue tan grande. Su hermano, le había traicionado. Y pronto se dio cuenta de que había perdido, la primera ficha del eje en caer. En 1943, Italia perdió la guerra.
Guerra Civil Italiana:
Ya suficientemente cruel era la guerra, como para tolerar ahora esto. Romano lo había traicionado, y le pedía que el traicionara a Alemania. Definitivamente Romano estaba loco para él. Cuando se vieron las caras, Italia se llenó de ira y desprecio. Pero Romano lo miraba compasivo. Era repulsivo a sus ojos. Romano intentó razonar con él. Italia se negaba a escuchar. Romano e Italia se enfrentaron. Hermano contra hermano. Nación contra la misma nación. Y la sangre hermana fue derramada. Italia consideraba a Romano un traidor. Y Romano, a pesar de dolerle su aquello, sabía que era lo correcto en ese momento. El fascismo era cruel e inmundo. Había mentido al pueblo italiano y lo había maltratado. Romano se había cambiado de bando no solo por ganar, sino para salvarse de aquel mal. Y nunca dejaría a su hermanito solo. Pero su hermano no quería oír, no quería aceptarlo. Se escapó a su hogar ancestral, el norte, y allí se autodenominó, la República Social Fascista Italiana. Italia estaba fragmentada nuevamente.
No traicionaría a Alemania. No podía. Pero Romano no lo abandonaría aunque tuviera que morir para ello. Romano amaba a su hermano, pero casi lo mata intentando que razonara. Italia, con un rencor ponzoñoso, escupió en la cara de Romano un viejo estereotipo: Italia del Sur siempre traiciona a sus aliados. Romano se sintió profundamente dolido. Pero aun así pelearía por su hermano. No haría que todo lo que habían luchado por estar juntos se perdiera. Le amaba demasiado para ello.
Romano sabía que las potencias occidentales de hecho no eran muy diferentes a los fascistas, pero era ya demasiado y por eso se entregó a ellos.
La furia de Italia comenzó a tornarse en tristeza y cansancio, y pronto comenzó a resistirse menos a su hermano. Hasta que, un día, en donde Romano casi le asesina, Italia recordó algo que nunca debía olvida. Romano y el era hermanos. Era más que hermanos. Y un profundo arrepentimiento le invadió. En 1945, las fuerzas fascistas se rindieron.
Ver a su hermano a la cara le fue difícil durante mucho tiempo, pero de cierta manera se alegraba de estar con él otra vez. Algunas sonrisas se intercambiaban, y unas miradas llenas de dolor bajo sus ojos. Pero más difícil fue mirar a Alemania cuando este fue vencido. No, no pudo ni siquiera mirarle.
En 1945, Mussolini fue asesinado, e Italia, tras cerrar aquel cruento ciclo, cayó desmayado.
El único que quedaba en pie era Japón, en Italia no sabía qué pesar. Su mente estaba en blanco. Pero grande fue su asombro, y grandes sus pensamientos y emociones al ver las terribles explosiones sobre Japón. De repente, recordó el Renacimiento, y recordó que creía que el hombre podía crear cosas bellas. Ahora creía que el mundo y el hombre estaban malditos. Grande fue el terror que le inspiró Estados Unidos, y se juró a si mismo jamás estar en su contra, aunque le detestara.
Sabiendo su hermano de su dolor, le permito en secreto ver a Alemania una última vez. Pero no fue capaz de mirarlo.
La separación entre Italia y Alemania tras ambos perder la guerra fue muy emotiva y dramática. Ambos estaban consientes que después de ello no volverían a verse por un largo tiempo, que ambos serían reprendidos, y que su relación no sería la misma nunca más. A pesar de su frío exterior, Alemania consiente de todo esto último, en su despedida le regaló a Italia una Cruz de Hierro, para que no le olvide y siempre recuerde como solían ser. Italia por fin le miró, y se conmovió lleno de dolor.
Después de su separación de Alemania y el fin de la Segunda Guerra Mundial, Italia se llenó de lágrimas por lo ocurrido a lo largo de los últimos años y un profundo rencor nació en él. Muy a pesar de lo que pensara su corazón termino abrazando la república y aboliendo la monarquía en el 46. Desde aquel momento decidió nunca más ir encontrar de los países hegemónicos para ahorrarse cualquier problema.
Modernidad:
Durante la Guerra Fría Italia, manteniendo su juramento, se colocó al lado de los países europeos occidentales y en contra de la URSS. Desde aquel momento Italia se encontró entre los múltiples aliados de la fuerza hegemónica de E.E.U.U, sin destacarse muncho. El y Alemania volvieron a encontrarse en los 50, cuando él era la Alemania Federal.
El Milagro Económico:
El denominado Milagro económico fue período en que los hermanos Italia, durante las épocas de los 60 y 70 disfrutaron de un prolongado auge económico, que fue acompañado por un aumento dramático en el nivel de vida de los italianos. Para aquella época, Italia ya era miembro de la OTAN, y del club Unión Europea. En aquellos tiempos Italia y Romano volvieron a disfrutar de la vida como pocas veces habían podido. Pero pronto la cuestión volvió a agitarse.
Otoño Caliente:
Toda aquella alegría se esfumó durante el denominado Otoño Caliente. En el norte de Italia, enormes manifestaciones de empleados comenzaron a hacerse notar. Pedían mejoras salariales y mejores condiciones de vida, por lo que Italia supo que seguía en las mismas condiciones que siempre. En el sur, la diferencia seguía como lo había estado siempre, pero Italia poco hizo para revertir la situación. Pronto, uno de los períodos más oscuros de la historia moderna italiana comenzaría.
Los Años de Plomo:
Especialmente durante los 80, Italia fue sacudida por diferentes grupos "terroristas", con diferentes objetivos, pero con un mismo impulsor.
En plena Guerra Fría, en Italia diferentes grupos de extrema izquierda y de extrema derecha comenzaban a causar terror y estragos en Italia. Nadie sabía cómo ni cuándo habían surgido. Pero ahí estaban. No solo era en Italia, los había en toda Europa y en diferentes países americanos. Era todo muy coincidente y nadie sabía bien cuales eran sus objetivos, aparte de generar terror.
Pronto, comenzaron ocurrir asesinatos y diferentes atentados. Además, la Mafia siempre estaba presente. Romano era quién administraba la Mafia por pedido de su hermano. No era que le gustara hacerlo, pero al fin y al cabo se le daba bien, aunque la aborreciera.
En la mañana del 2 de agosto de 1980, Romano estaba con sus muchachos cuando intuyo que algo pasaba. Pronto, pensó en su hermano y comenzó a inquietarse. Romano corrió al encuentro de su hermano. Supo que algo planeaba. Finalmente, se dio la Masacre de Bolonia. Y Romano sintió una punzada en el pecho.
Esa misma mañana, Italia estaba silencioso. Mientras miraba por su ventana algo en puntual. Como esperando algo. Habían sucedido atentados en todas Europa, y los grupos terroristas podían estar en cualquier lado. Él lo sabía. Italia ya se había resignado en su vida a ser una pieza en un tablero. Después de la Segunda Guerra Mundial, se juró jamás volver a llamar demasiado la intención. Pero al parecer, eso no funcionaba, porque aquella nación a la cual tanto le molestaba lo usaba a él también como títere en su gran juego. No podía hacer nada. Tampoco era que le importara. Mientras estuviera en una posición favorable. La hora había llegado. El estallido se escuchó de lejos. Dos gotas de sangre cayeron de la nariz de Italia. No se inmutó mucho.
La Masacre de Bolonia había ocurrido. Y se culpo a las Brigadas Rojas (grupo de izquierda) de haberlo provocado. Pero Italia sabía que no era verdad. Total, manipular la opinión pública era tarea fácil. De repente Romano apareció. Lo sabía.
Romano lo enfrentó, como pudo haber organizado aquello. Italia se sorprendió de lo ingenuo que era su hermano. Le explicó que todo era un juego. Un juego dentro de un juego. Los grupos extremistas habían sido creados y financiado por él y por la otra nación. El manejaba a los neofascista, así como los demás manejaban a sus propios grupos. Romano preguntó porqué todo aquello que solo causaba dolor. Era para manipular a la gente. Y que no se fijara donde debía fijarse. Era un juego entre dos grandes naciones, y los demás eran peones que manejaban sus propios peones. Romano preguntó quién le había ordenado hacer todo eso. Italia le sonrió. Quién más podía ser. Y dejó a Romano. Quién se quedó quieto.
Cuando hubo terminado los Años de Plomo, todos aquellos grupos terroristas desaparecieron de la misma manera que había llegado.
Siglo XXI:
Tras una Segunda República, Italia reformuló sus posibilidades.
En 2003, los Italias participaron en la Invasión a Iraq junto con muchos otros y Estados Unidos.
Cantando canciones románticas, en las hermosas ciudades de Venecia, Florencia, Milán, en los hermosos jardines. Bajo aquellas hermosas palabras. Bajo la luna. A través de los ojos de la Gioconda. Italia cana una triste pero hermosa canción.
Frases en italiano:
*Siempre te he amado.
*Roma o la Muerte.
*Romano y yo somos más que hermanos gemelos, vinimos juntos al mundo y así debemos estar. Juntos.
*Porque tú me lo pediste, hermanito.
*La canción que Romano canta es la famosa canción napolitana Santa Lucía.
Lo sé, me quedo larguísimo, pero en serio que lo resumí bastante.
Como tal vez han podido ver (no lo sé) el estereotipo de italiano charlatán, alegre y apasionado es más del sur de Italia.
Fuentes Bibliográficas: Wikipedia (principalmente). Documentales. Y les pregunté a unos primos italianos míos que me aconsejaron un poco.
Películas que vi para contextualizarme: El Nombre de la Rosa, La Mandolina del Capitán Corelli, La Vida es Bella, Italiana brava gente o también conocida como Attack and Retreat, La trilogía del Padrino.
Música que me inspiró: Vivaldi, Verdi, melodías en Mandolinas. La canción del Padrino (no pude resistirme).
Bueno espero realmente que lo hayan disfrutado. Pronto subiré otro capítulo de otro país.
