Long time no see B: pero por fin, traigo ALGO NUEVO! algo que en sí, ya tenía bastante planeando, pero no sabía como empezar, hasta apenas antier.

Más notas de autor, al final~

D I S C L A I M A H!

Itoi es el amo y señor de mi universo y de esas cosas y así.


GiygaShade's

La Última Princesa.

Capítulo I – infancia.

I – prólogo.

Knock knock.

Knock knock knock knock.

KNOCK KNOCK KNOCK.

Era media noche y la lluvia arreciaba a cada segundo, quien quiera que fuere, estaba completamente desesperado por recibir una respuesta. Se levantó de la cama con un leve dolor de cabeza y caminó en dirección a la puerta, no dejaban de tocarla. El sonido de los puños golpeando la madera rosada le taladraba en lo más recóndito de su cabeza. Abrió rápidamente. Cuando vio a esa mujer, su dolor de cabeza y su sueño desaparecieron.

Sangre, el vestido de la joven estaba inundado de ella. Presentaba infinidad de rasguños en los brazos, su ropa rasgada daba la impresión de que había luchado por su vida. Su cabello de penetrante rojo brillaba en la lluvia, sus lágrimas se mezclaban con las gotas que caían eterna y torrencialmente. Llevaba un bulto entre los brazos, un bebé que lloraba desesperadamente, el agua gélida manchaba su rostro. Logró verlo, el cordón umbilical a medio cortar, ese pequeño no llevaba más de dos horas de haber nacido. Pero ¿Qué no los humanos se habían instalado en un pequeño pueblecito a orilla de la isla?

No perdió tiempo e invitó a pasar a la mujer de cabello rojo, quién sólo hizo un gesto de aprecio. Dejó un charco de sangre que después se combino con la lluvia, si esa joven no recibía el tratamiento adecuado moriría. Al igual que ese pequeño que llevaba en brazos. La mujer cayó al suelo, sus gritos eran desgarradores, un sonido tan horrible que jamás había escuchado. Con esto, el llanto de la pequeña arreció, al igual que la lluvia. Habló, la mujer habló con las pocas fuerzas que le quedaban.

—Ellos pretenden poner en marcha su plan… su plan… —tragó saliva y esperó unos segundos para seguir hablando—, por favor. Ella no tiene que perder lo que yo mas atesoré… por favor, sé que tu puedes enseñarle lo que dentro de algunos años no existirá —trató de ponerse de pie, sin lograrlo, eso le partió el corazón a la otra mujer, la que sostenía a la pequeña, un ser mágico, inmortal, perfecto—, ella debe heredar la capacidad que la hará diferente.

En su vida inmortal, jamás había visto algo así. Las gotas de lluvia golpeaban violentamente los cristales, la sangre se derramaba cada vez más y la pequeña no dejaba de llorar. En ese momento, deseó que nunca se repitiera algo así, no al menos mientras ella aún existiera. Le pareció que el destino era el que tenía que ver con eso, y si era así, tenía bien sabido que era el padre de todo. Sonrió.

—Por favor… enséñale todo lo que puedas… por favor… por favor…

Una promesa a un humano, jamás había hecho algo parecido, sin embargo, siempre existe una primera vez, y ahí estaba. Seguía sonriendo, contrariando la extraña situación. Sus zapatillas se mancharon de sangre, no le importó. La pequeña comenzaba a quedarse dormida. Ciertamente era hermosa.

—La cuidaré, lo prometo. Le enseñaré todo lo que sé.

Pudo haber salvado a la mujer, a no ser qué pensó en que si los recién llegados a la isla ponían en marcha aquel plan, ella tampoco le enseñaría a su hija. Entonces, ese poder se perdería en lo poco que quedaba de humanidad. Sus últimas palabras fueron más que inolvidables…

—Quiero que sea tan fuerte como un oso y audaz como un tigre…

Sus ojos se cerraron. Y allí estaba ella, con una pequeña en brazos, jamás se imaginó como madre, hasta ese día. A diferencia de las demás, a ella no le disgustaban los humanos, al contrario, los encontraba interesantes. Las últimas palabras de la mujer le pasaban una y otra vez por la cabeza. Fuerte como un oso, audaz como un tigre.

—¡Eso va en contra de todas las reglas, Ionia! —gritó la líder de las Magypsies, se agitó tanto que el té de su taza se derramó, manchando el mantel rosa de encaje. Dirigió una mirada a la pequeña, era muy bonita cuando dormía, pero, ¡No! ese no era el trabajo de una Magypsy.

Ionia dio un sorbo a su té, ignorando el comentario de su líder, las demás estaban encantadas con la pequeña. No le quitaban los ojos de encima y se turnaban para cargarla. Lo que más les llamaba la atención era el color rosa de su cabello, ¡Hasta parecía una de ellas! Ninguna había sido madre, la naturaleza no se los permitía. Y por eso era que, muy en el fondo, envidiaban a Ionia. Locria, la cual detestaba a los humanos, también estaba encantada.

—Quien quiera que haya sido esa mujer, hizo un buen trabajo con la pequeña—peló una banana, la quinta en sólo una hora, la mordió y continuó—, Entonces, debes enseñarle Pk para que no se pierda eso en los humanos, ¡Qué triste su caso!

Ionia estuvo a punto de contestarle, hasta que Doria comenzó a gritar.

—¡Dragón mío! ¡Es hermosa! ¡Más que eso! ¡Es toda una princesa!

—Con sólo verla dormir, a mi me dan ganas de dormir. —comentó Phrygia con un bostezo.

—Será lindo verla jugar en la nieve, cuando crezca. —dijo Lydia, quién aún no la había cargado, ¡Esa Doria! Ya llevaba demasiado tiempo con ella.

—Basta, basta, basta —interrumpió Mixolydia, arrebatando a la pequeña—, ni siquiera sabemos si puede aprender Pk.

Ionia le dio otro sorbo a su té, ahora la mirada de sus hermanas se posaba en ella. Sonrió, le agregó un poco más de azúcar a su bebida y cruzó sus piernas, con una mirada perspicaz.

—Sé que puede, es una corazonada.

Locria peló otra banana, la sexta de la hora y dijo:

—Ionia, tus corazonadas no siempre son acertadas.

Aeolia suspiró, golpeó su cuchara contra la taza, a lo que las demás se callaron y la miraron.

—Esto va en contra de las reglas. No deberíamos darles este tipo de poderes a los humanos, ellos siempre buscan su destrucción. Y eso, todas lo sabemos —las demás palidecieron, recordando al antiguo reino Osohe—. No quiero que la críes. Desde que esos llegaron en esa nave, nada me detendrá a pensar que algo malo va a suceder.

Todas se quedaron en silencio, los recuerdos eran dolorosos y se habían jurado no volver a confiar en los humanos, ellos siempre las habían traicionado. Una y otra y otra y otra vez. Y cuando creían que podrían volver a vivir en paz absoluta, aparecen de nuevo.

—Humanos, estoy segura de que van a terminar mal. Matándose entre ellos, como lo hacen desde el inicio de los tiempos. —Locria cerró los ojos.

Mixolydia cayó de rodillas, no por nada era la más susceptible a las emociones y recuerdos, quizá por el ambiente rodeado de misterio en el que vivía.

—Cállate, Locria. Me aterra pensar en eso, y lo sabes. Me aterran, simplemente me aterran los humanos…

—Contrólate Missy. No va a pasar nada, los humanos siguen con su plan. Me imagino que pronto lo pondrán en marcha.

Phrygia suspiró, era la magypsy que casi no hablaba, pero cuando lo hacía, su voz adormilada siempre decía cosas reflexivas.

—Humanos… Borrar su pasado para vivir de nuevo. Esa especie es tan rara.

Todas acertaron, Lydia por fin le quitó la bebé a Missy, que seguía en el suelo, pensando en lo mucho que le aterraban los humanos.

—Quizá, si olvidan su pasado, pueden vivir sin rencores, y así podrán…

—Vivir una utopía. —le interrumpió Aeolia, completando la frase.

Acertaron.

—Ese no es el punto —Ionia se puso de pie—, quiero que esta pequeña aprenda Pk, aunque sea muy arriesgado. Por favor, confíen.

Aeolia sonrió, su hermana jamás cambiaba de parecer. Si eso es lo que quería, no podía decirle nada más. Absolutamente nada. Se imaginó ayudándole a criar a la pequeña, algo así podría calmar el estrés de las Magypsies.

—Haz lo que quieras, no te pienso detener. Sólo que, nosotras también tenemos que ayudarte.

Doria y Lydia gritaron de felicidad, Mixolydia solamente sonrió, Phrygia estaba feliz, aunque el sueño le ganó y prefirió quedarse dormida. La única que no estaba muy conforme con eso era Locria, quién no dijo nada, simplemente enchuecó la boca en signo de desaprobación.

—Y dime, ¿al menos ya tiene un nombre? —continuó Aeolia.

Ionia suspiró. Las últimas palabras de la mujer volvieron a pasarle por la cabeza como un recuerdo fugaz. Su nombre, había decidido el nombre en la misma madrugada. No tuvo que pensarlo mucho, todo fue como una iluminación. Prácticamente esa mujer le puso el nombre, sin saberlo.

—Será fuerte como un oso y audaz como un tigre. Su nombre es Kumatora.

Todas callaron, Mixolydia se levantó con la ayuda de Doria, la sonrisa de Aeolia se desvaneció en un suspiro. Phrygia siguió haciéndose la dormida, y a Locria parecía no importarle nada en absoluto. Ionia bajó la cabeza, recordó a la mujer suplicándole que la ayudara, recordó las palabras que dijo antes de morir otra vez. Aún seguía sonriendo, el nombre era perfecto para la niña.

—¿Por qué ese nombre? —le preguntó Missy, quien ya había superado el shock de hacía unos minutos. Ahora, simplemente estaba confundida.

—Tengo mis razones.

La respuesta de la magypsy no sorprendió a Aeolia, quién sabía que esa era su forma de contestar, y de ser. Rebelde, siempre defenderá lo que quiere, jamás hará lo que otros le digan. Ionia, su amada hermana. Las demás sonrieron, a excepción de Locria, que lanzó un suspiro enorme, dio otro mordisco a la banana y caminó hacia la puerta. Sus hermanas jamás habían hecho algo tan increíblemente estúpido.

—Locria, querida, ¿A dónde vas? —la voz adormilada de Phrygia resonó en toda la habitación.

La magypsy lanzó una risa y giró el picaporte de la puerta.

—Ya estoy harta de escuchar esto, cuidar a una humana. ¡Qué cosa tan más estúpida! —dicho esto, salió y azotó la puerta de golpe.

Las demás suspiraron, así siempre se comportaba de arisca.

—¡Bueno! ¡Bueno! Ya sabemos como es Locria. Ahora, tenemos que ver un asunto importante. Si los humanos ponen en marcha el plan, tendremos que inventarle una historia a esta pequeña. —Aeolia golpeó su cuchara contra la taza, para romper el silencio.

Todas se sentaron en sus respectivos lugares, la bebé regresó a los brazos de Ionia. Seguía dormida, como un pequeño ángel. Le dieron un sorbo a su té y comieron de las pequeñas que Doria había preparado con tanto esmero. Ionia adoraba el azúcar glass que les daba la impresión de estar envueltas en nieve. Phrygia, en vez de disfrutar la fiesta, se recostó en la mesa, quedando dormida casi al acto. El delicioso olor a jazmín del té inundó la pequeña casa, dejándola en un ambiente perfecto para hablar. La niña comenzó a despertarse poco a poco, a lo que las magypsies se sorprendieron. Abrió los ojos, no lloró, simplemente observó el lugar con mirada de curiosidad. No tenía ni un día de nacida y ya emanaba un aura diferente a las demás. Esa niña si tenía el don de poder aprender pk.

—No puede ser una habitante del pueblo, y tampoco puede ser una Magypsy. —argumentó Doria, arrebatándole el azúcar a Aeolia.

Asintieron. Plantearle una historia iba a ser la parte más complicada del asunto.

—Podríamos decir que es mitad humana, mitad magypsy. Sólo vean su cabello —Todas se quedaron pensando un momento, hasta que la misma Mixolydia se retractó de tan irónico comentario—. No, eso no es posible. Qué aberración ser mitad mortal, mitad inmortal.

Volvieron a asentir, Phrygia comenzó a roncar, Lydia simplemente la veía con una cara extraña y la alejaba de ella, porque cuando dormía, esa mujer babeaba. Doria cogió una galleta y se la comió de un bocado, también estaba pensando en qué podía plantear. Cuando pensaba, comía. Ionia comenzó a cantarle a la pequeña, quería volverla a dormir.

—Se me ocurre —los ojos de todas se posaron en la líder—… Ya que es toda una princesita, podríamos decir que es la última de la familia Osohe. Es factible, recuerden que esa familia era la única que podía usar Pk en aquellos tiempos.

Tragaron saliva, era tabú hablar de los Osohe, hablar de la época antigua. Recordar todo eso les hacía un nudo en la garganta. Cuando prácticamente se quedaron solas de la noche a la mañana, y todo por los caprichos de los reyes, de los humanos.

—Suena bien —afirmó Ionia, quién dejó de cantar.

—Sin embargo… no tiene que enterarse JAMÁS de la historia que encierra ese lugar. —Mixolydia comenzó a hablar con una voz chillona que le ponía los pelos de punta a las demás.

Asintieron de nuevo, no le haría nada bien saber la verdadera historia de esa isla.

—Además, si hacemos creer que es la última Osohe, puede que incluso los fantasmas tengan un poco de fe, les hará bien. —dijo Phrygia, acto seguido, volvió a dormir.

El castillo Osohe estaba habitado por un sinfín de fantasmas que alguna vez fueron habitantes del reino, después de todo lo malo que sucedió, adaptaron una forma de ser amistosa, jamás eran violentos, a menos de que los provocaran. Decían esperar eternamente al siguiente heredero del reino, el cual, era obvio, no existiría. Pero, si decían que ella era la princesa, la felicidad de esos pobres se incrementaría más.

—Phrygia tiene razón. Entonces, qué dicen, ¿Qué sea la última princesa Osohe?

Todas asintieron de nuevo, y sonrieron. La última princesa, la mejor de todas, y obviamente, la más querida. Eso no era nada, porque, en ese momento no sabían que esa niña que después se convertiría en toda una mujer se implicaría en muchos asuntos. Así es como comienza la historia de Kumatora, la princesa fuerte como un oso y audaz como un tigre.

… Afuera, Locria podía escuchar su plática completa, entonces, ella sería la princesa… Curioso.


OKEYSI, ya lo tenía planeado desde tiempo, y apenas hace tres días se me ocurrió por fin plasmarlo. Quiero hacer Mami 3 desde el punto de vista de Kumatora, ya que ella siempre ha sido mi amor así enorme oh si, y esas cosas.

También, quiero darle más protagonismo a las Magypsies, que, YO LAS AMO.

ah si, por cierto, me referiré a las Magypsies con "ellas" y por cierto, le di a cada una personalidad diferente. en especial a Missy. Oh dios.

Oh dios, ya me callo. ojalá me dejen reviews :'D LOS AMO