Los pies danzaban por el suelo seco y arenoso, mientras las manos de la figura se movían ágilmente, una estocada tras otra. Ambos combatientes eran hábiles y sus aceros levantaban chispas que iluminaban levemente la penumbra del crepúsculo.

La silueta dio un salto prodigioso en el aire y descargó su espada con toda su fuerza contra la espada roja del muchacho al que se enfrentaba. El impacto brutal hizo flaquear las defensas del otro, pero no se dio por vencido. Aún que no por mucho tiempo, la figura inició una serie de acrobacias, giros y golpes veloces, con la intención de confundirlo.

Un golpe otro, Murtagh retrocedía con la frente perlada por el esfuerzo. Soltó un grito feroz y comenzó a avanzar, utilizando a su favor los conocimientos que poseía de su contrincante. Lanzó una estocada hacia abajo, seguro de que aquel movimiento pondría a su oponente en una posición de defensa, frenando sus continuos ataques. Tal como esperaba, la figura unió sus espadas en una cruz para detener el ataque. Ahora era su turno de atacar... O tal vez no.

Antes de que pudiera reaccionar, su oponente hizo un movimiento inesperado, ayudándose con los pies empujó sus espadas, haciéndolo caer de espaldas. Sintió que el aire se le escapaba de los pulmones al golpear su espalda contra el suelo. Soltó un gruñido de dolor e intentó ponerse de pie, pero el filo de una espada se lo impidió. Miró la hoja con aprensión mientras recuperaba el aire.

-Muerto –dijo Saeth sonriendo. Envainó sus espadas y le tendió una mano.

-No tan pronto –Murtagh tironeo de la mano que le ofrecía y la hizo caer sobre él. Con la misma rapidez rodó hasta colocarse sobre ella –Nunca bajes las defensas frente a un enemigo –dijo con una sonrisa –nunca sabes que intenciones perversas puede tener –rió besándole el cuello.

-¡Ya! –exclamó al sentir que le hacía cosquillas.

-Para nada, te he derrotado, eres mi esclava –se levantó y la ayudo a levantarse -Ahora esclava, te ordeno que vengas conmigo a mi habitación, tengo preparado un castigo… -continuó susurrándole al oído sin poder contener la risa.

-¡Murtagh! –sintió que los colores subían a su rostro y le dio un leve golpe en el pecho.

Murtagh la tomó por la cintura y acercó sus labios a los de ella para besarla…

-Señor –una voz los interrumpió.

Murtagh rodeó los ojos y miró al lacayo del rey que se había acercado a ellos.

-¿Qué?-espetó molesto.

-El rey solicita su presencia en el salón de guerra junto con el resto de los generales –informó sin dejar flaquear ni un segundo su postura firme como todo buen soldado.

-Muy bien soldado, iré allí de inmediato –respondió con la misma formalidad, cuando el soldado se marchó le dirigió una mirada a Saeth -¿Te veo esta noche? No olvides que me debes ese paseo.

-Si, ahora vete, lo último que quiero es que te metas en más problemas.

Murtagh la besó tiernamente.

-Te amo –susurró para luego marcharse apresuradamente.

Saeth lo vio alejarse, por la puerta de entrada al castillo, y luego se recargó contra la pared de fría roca.

Pareces feliz –dijo la voz de Jaru en su mente.

Ella soltó un suspiro y momentos después el joven dragón se posó sobre las almenas, junto a ella.

Todo parece estar calmado ahora, sólo quiero aprovecharlo, sé que lo que vendrá luego será duro. Y te tengo a ti… ¿Por qué no habría de ser feliz?

Jaru soltó algo parecido a un ronco ronroneo y recostó su hocico contra ella.

Yo también estoy feliz de que estemos juntos nuevamente… Pero es la magia Galbatorix la que me asusta, robarte energía para revivirme… podría haberte asesinado si no fuera por que eres más fuerte de lo normal.

No importa lo que haya costado, estás aquí ahora y eso es todo lo que importa.

Si ¿Pero cuánto costó? No me has querido decir nada de esa enfermedad que tienes, pero no puedes ocultarlo, se que algo está mal en ti, te vi la semana pasada, tosías sangre y no eras capaz de levantar un guijarro sin mi ayuda.

No es nada, algo temporal, un momento de debilidad y pasa rápidamente, no hablemos de ello. Te tengo a ti, lo tengo a Murtagh, ahora es todo lo que importa, dame un respiro.

Como quieras –refunfuñó.

Saeth simuló una fugaz sonrisa que rápidamente quedó en el olvido mientras observaba las tierras que rodeaban Uru'baen. Tres semanas habían pasado desde que despertara en su antigua habitación, desde que se reencontrara con su padre y Jaru. Todo era tan extraño, y a la vez tan familiar… las cenas con su padre en aquella larga y silenciosa mesa, los entrenamientos con Murtagh, los vuelos con Jaru… Era como si todo volviera a ser comocuando era una niña inocente, cuando ella y Murtagh se escapaban para dar largos paseos por los alrededores.

Son tal para cual, espalda rajada –bromeó Jaru al presentir que pensaba en Murtagh.

No es gracioso –se quejó dándole un golpe en broma –Esa herida por poco me cuesta la vida.

No exageres, has salido de peores, eres un imán de problemas. Dos veces tuve que interceder por ti para que no murieras. Y ahora, por el simple hecho de querer hacerte la heroína con tu nueva hermanita terminas con la misma cicatriz de Murtagh.

Si… pero no fui la única que terminó con la misma cicatriz ¿verdad? –su mirada se perdió en el horizonte.

¿Pensando nuevamente en el Asesino de la Sombra?

Su nombre es Eragon y no estoy… pensando en él… tan sólo… olvídalo.

Si tú no lo olvidas yo no puedo olvidarlo ¿Recuerdas? Estamos unidos –soltó un resoplido y una columna de humo salió de su nariz -¿Lo amas?

-No… no lo se ¡No quiero pensar en eso! –explotó a la defensiva.

Sabes que no podemos quedarnos aquí por siempre, tarde o temprano Galbatorix dejará de lado ese engaño del rey bondadoso que tiene para ganarse tu confianza, y entonces nos obligará a jurarle lealtad, tal como hizo con Murtagh y Espina. Cuando eso suceda no tendremos escapatoria.

Pero no podemos dejarlos a su suerte, tiene que haber alguna manera de liberarlos.

No quieren ser liberados Saeth, él los ha engañado a ambos, los tiene hechizados, como te tiene a ti cuando estás ante su presencia ¿Crees que no vi esas imágenes en tu mente? Se que lo que siempre quisiste fue que fuera diferente, que no fuera el tirano demente que quiere conquistar Algaësía, pero no puedes dejar que te engañe con esos falsos modales sólo para poder creer que tu padre está en algún lugar dentro del cuerpo de ese rey.

¡No lo dejo engañarme! Sé quien es mi padre y lo que ha hecho.

Pero eso no ha impedido que comenzaras a llamarlo padre en vez de Galbatorix ¿Verdad? –el tono ácido fue claro en la mente de Saeth.

¡No puedo creer que hayas dicho eso¡Sé lo que ha hecho, por su culpa te perdí a ti¡Pero sigue siendo mi sangre! Un hijo no elije a su padre, tengo el que me tocó, pero eso no significa que esté feliz con ello.

Suenas igual que Murtagh, y es él quien ahora se parece a su propio padre. Un apostata –soltó la palabra como si fuera algo putrefacto, bajo y sucio.

No te permitiré que hables así de Murtagh ¡No es un apóstata¡No es Morzan!

¡Claro! Por supuesto, lo había olvidado ¿Cuáles fueron sus palabras? Oh, si ¡Él es más poderoso que Morzan! Te perdiste todo su lindo discurso acerca de la visión de su rey, pero por medio de Espina yo pude oírlo mientras le hablaba al Asesino de la Sombra ¡Sólo faltaba que besara los pies de Galbatorix!

Saeth soltó un grito furioso y entró al castillo dando zancadas. No quería creerlo, no quería creer las palabras de Jaru y era por eso que se marchaba, sin embargo una parte de ella sabía que su dragón jamás le mentiría. Escuchó un rugido furioso de Jaru y le llegó una leve brisa cuando este alzó vuelo.

Sin detenerse un instante recorrió los corredores del castillo, tratando de evitar pensar en cualquier cosa que pudiera perturbar su mundo recién construido. Sabía que su pequeño oasis no era más que un espejismo, que toda la felicidad que parecía tener podría esfumarse en tan solo un instante, pero era por eso que se aferraba aún más furiosamente a ella, demasiado acostumbrada a sufrir en la vida quería disfrutar aquella paz, exprimir cada segundo junto a Murtagh, junto a Jaru, aún que claro, aquella pelea no había estado prevista.

Cuando se dio cuenta estaba en alguna especie de calabozo, aún que no eran los calabozos principales. El lugar apestaba terriblemente, estaba húmedo, frío y casi completamente oscuro. Dio unos pasos dudosos que resonaron en el silencio del lugar. Olía como si hubiera un cadáver en descomposición, y un pensamiento lúgubre le decía que en verdad era así.

-¿Vienes a acabar con mi sufrimiento de una buena vez Galbatoriox? –Dijo una voz moribunda desde el interior de una celda sumida en la más profunda oscuridad -¿Vienes a acabar con sufrimiento de este lacayo mi rey¿Me has castigado suficiente?

-Yo… yo no soy Galba… Galbatorix –respondió impresionada sin saber sin dar un paso adelante o salir huyendo.

-¿Qué es esa dulce voz¿Es acaso usted mi señora? No le he dicho a nadie su secreto ¿Ha regresado ya de su viaje? Tenga cuidado, Morzan es peligroso, si llegara a enterarse… -la voz del hombre pareció perderse en un agudo silbido de sus pulmones.

Saeth no comprendía nada, esta claro que el hombre desvariaba, Morzan había muerto años atrás.

-Morzan está muerto…

Hubo un silencio.

-¡Por supuesto que está muerto! –Exclamó la voz desgastada -¡Bien muerto y enterrado y así es cómo debe permanecer¡Es así como debería estar yo, no encerrado aquí!

Saeth se sobresaltó y ahogó un gritito al escuchar un fuerte ruido metálico, parecía que el hombre había azotado sus cadenas contra los barrotes de su celda.

-Usted… usted mencionó un secreto –comentó más guiada por su curiosidad que por otra cosa.

-¿Es usted mi dama¡Mi señora, le juro que no he dicho su secreto¡Él no se ha enterado! –gimió el hombre repitiendo lo que acababa de decir momentos antes.

-No se quién cree que soy pero…

-Fantasmas, fantasmas ¡Todos vienen a torturarme¡Pero yo no les diré el secreto¡El tesoro tiene que estar a salvo y a salvo estará! Así lo quiso mi señora. Hijo de un jinete, hijo de un jinete… –murmuró una y otra vez acompañado del leve movimiento de cadenas.

-¡No soy un fantasma!

-Eso dicen siempre, pero yo no les diré donde está, no les diré de quién es. Ellos creen que es del jinete, es del jinete, el jinete, el jinete...

-¿Quiénes son "ellos"?

-¡El rey¡Sí, tú perverso demonio¡Sacado de los infiernos para contaminar la tierra¡Envenenas el suelo a tus pies¡Se lo dije, se lo dije al chico, y el chico abrió los ojos, pero ya estaba hechizado por la serpiente¡Sierpe venenosa que contamina los oídos de mis niños, pobres mis niños!

-¿De qué demonios está hablando?

-Si, demonios alados que incendian los cielos ¡Pero no todos eran así! El jinete, el jinete del tesoro ese no era así, el tesoro estará a salvo con él.

-Señor, señor escúcheme –dijo desesperada al ver que comenzaba a gritar nuevamente "del jinete"

-¿Es usted mi señora? Su fiel servidor está feliz de escuchar su cálida voz. Si, si mi señora, ella acaba de venir a verme ¿Quiere una taza de té mi señora? Si, si, si acaba de marcharse con el tesoro… -hubo un instante de silencio, pero repentinamente parecía que el hombre estaba actuando todas aquellas alabanzas –Ahora si podemos hablar, acaba de marcharse con el caballo que le he prestado. Tú cálmate ella estará bien, para cuando regresa todo será como si nada de esto hubiera sucedido. No existirá otro niño, encárgate de mantener el teatro hasta que regrese, Morzan no debe enterarse de nada.

-¿Morzan¿De qué o debe enterarse Morzan?

-Así me gusta, disimula –soltó un suspiro –no puedo creer que ambas se hayan metido en lo mismo ¿Por qué simplemente no huyen?... espera ¿Qué ha sido eso? Parece el llanto de un bebé ¡Joven Murtagh! De seguro la bestia del padre se ha vuelto a emborrachar, espero que no le haya hecho nada grave... -rumió.

-Murtagh ¿Qué tiene que ver Murtagh en todo esto¿Qué es ese tesoro del jinete?

Otro prolongado silencio, entonces pareció que el hombre dejó de creer que estaba hablando con su señora.

-¿Quién está allí? Conozco esa voz ¿Quién eres? Mi vieja y cansada mente no puede recordar ¿Eres tú Esmerelle? No, imposible ¿Quién está allí?

-Soy… soy Saeth.

-¿Princesa¿Es usted?

-¿Qué es ese secreto? –se apresuró a preguntar antes de que volviera a perder la cordura, de alguna manera le parecía familiar su voz ahora que no desvariaba.

-Déjame verte princesa, ponte en la luz, donde pueda ver tu joven rostro.

Saeth obedeció.

-Cuanto has crecido… ahora si, no creo que me quede mucho tiempo, tienes que saber el secreto, el secreto de mi señora.

-¡Si, el secreto!

-Pobre ilegítimo, andando por el mundo ¿Cuántos ilegítimos? Muchos, muchos.

-Espere –se apresuró a decir al ver que lo perdía nuevamente –el secreto ¿recuerda? El tesoro, me lo estaba por decir, soy Saeth.

-No puedo decirlo jovencita, sólo puedo decírselo a mi señora.

-Pero usted dijo… ¿Le conozco?

-¿Qué estas haciendo aquí?

Saeth soltó un grito al oír la voz de su padre. Dio media vuelta y enfrentó el furioso rostro de Galbatorix.

-Yo sólo… -intentó inventar una mentira.

-¿Te ha dicho algo¿Algo acerca de un jinete¿Un tesoro?

-No, no me ha dicho nada, acabo de llegar ¿Por qué¿Haya alguien aquí?

-No, tan sólo un loco que paga su condena por atentar contra el imperio. Ahora vete, no quiero que regreses por aquí ¿Entendido? –la miró duramente.

-¿Por qué?

-¡Largo!

Saeth se apresuró a marcharse

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Jajajaj Me pregunto por qué disfruto tanto con personajes dementes

¿Quién será? Tiren sus apuestas, vamos! Algunos dicen que es Morzan, otros dicen que es Garrow jajaja XD Será un alma encerrada¿Estará verdaderamente vivo¿Es un personaje que ya conocemos o es uno nuevo? No se preocupen por que habrá mas desvaríos, y todos ellos siguen un línea de coherencia, los locos no mienten ajajja, la cosa es leer entre líneas.

Adiós gente.