"Capítulo 1"
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Apretó los puños escuchando cada palabra hiriente saliendo de boca de su padre, sus ojos cristalizados luchaban por soltar las lágrimas reprimidas.
—Eres una vergüenza para el clan Hyuga ¿Por qué no puedes ser igual de fuerte que tu primo Neji?
En su corta vida era el pan de cada día las palabras hirientes de su padre, las miradas de decepción ¿Debería estar acostumbrada, no?; sin embargo cada vez las sentía peor, el nudo en su garganta solo se hacía más doloroso, agonizante, ¿Por qué no podía parar? ¿Era mucho pedir?.
—Levántate, eres una Hyuga, nunca inclines la cabeza— ahí estaba, aquel tono de voz frio que le ponía los pelos de punta, con dificultad alzo la cabeza, solo para toparse con la mirada severa de su padre, cerró los ojos con fuerza al instante, esperando el posible golpe, no obstante este no llego y tras segundos decidió abrirlos, su padre ya no estaba, pero sí pudo escuchar sus pasos salir del dojo, estaba sola, de nuevo
Con las manos apoyadas sobre la madera del suelo contemplo dos lagrimas chocar contra este, siempre era lo mismo, debía aguantar hasta que su padre se fuera para llorar libremente, se fue parando lentamente con la mirada oculta por su flequillo, sin pensarlo, empezó andar fuera del dojo, salir de los terrenos Hyugas, caminar por las oscuras noches, era un viejo fetiche que ha tenido desde siempre, luego de cada sesión de entrenamiento le gustaba salir del estricto clan Hyuga, respirar aire libre de reprimendas
Camino con la mirada perdida, podía notar las miradas curiosas de muchos a su persona, claro ¿Por qué alguien del distinguido clan Hyuga estaría sola caminando por las calles, mezclándose con los aldeanos?, era uno de los murmullos que escuchaba a su alrededor, haciéndose oídos sordos decidió continuar; Camino y camino hasta que sus lágrimas se secaron, se detuvo frente a un parque, ya algunos niños se iban junto a sus padres agarrados de las manos, ver esto le hizo preguntarse que se sentiría si su padre la tomara de la mano, la llevara al parque, tan siquiera le sonriera… sacudió la cabeza, solo era un ilusión, nada más, estando dispuesta a irse estaba por dar la vuelta cuando se percató de una silueta en el centro del parque. Ladeo la cabeza confundida, no era normal que alguien estuviera solo en ese lugar, que ahora con lo noche, tenía un aspecto tenebroso, miro a los lados preguntándose si esperaba a alguien, al no ver nadie cerca decidió acercarse a paso lento, deteniéndose a un par de pasos.
El cuerpo del niño temblaba, no estaba segura si era por el frio o estaría llorando.
"Quizás está perdido" –pensó como una posibilidad, se acuclillo delante de él y con suavidad toco su hombro, casi pego un grito de sorpresa cuando él se levantó de golpe. Parpadeo aturdida al verlo retroceder, luciendo asustado.
—¿e-estas...
—Po… Por favor, no me lastimes— Hinata abrió los ojos sorprendida, a un par de pasos de ella, un niño temblaba como hoja y la miraba con expresión de terror ¿estaría ella alucinando? — Por…por favor… no-no… me golpee
Desconcertada miro a los lados, para luego volver a verlo, la imagen del niño temblando rompió algo en Hinata, sin saber porque, se fue acercando lentamente hasta colocarse a su altura, quedo fascinada por los ojos azules, dos grandes zafiros que parecían brillar en las penumbras de la noche.
—Por… favor…
—Descuida —con un tono suave de voz le hablo, intento acercar su mano pero el de inmediato se alejó mirándola con desconfianza— no te hare daño.
El niño seguía mirándola con desconfianza, aun así le permitió limpiar las lágrimas de sus mejillas con un trapo que llevaba en el bolsillo, Hinata miro curiosa las marcas a cada costado de sus mejillas, levanto una mano para tocarlas, ante el tacto sintió como el cuerpo del niño se tensaba por lo que la aparto al instante.
—No te hare daño, enserio— sonrió cálidamente
El pequeño bajo la vista, ocultando sus ojos con su cabellera rubia, Hinata observo confusa como apretaba los puños.
—¿Por qué…?— ladeo la cabeza confundida, observando como ahora el cuerpo del rubio temblaba— ¡¿Por qué eres gentil conmigo?! ¡Se supone que soy un monstruo, es lo que todos dicen! —Se asombró de nueva cuenta al ver lágrimas en sus mejillas al alzar la cabeza — ¡Aléjate de mí, solo quieres lastimarme como todos!
Y antes de que ella pudiera hacer algo, el corrió tumbándola en el proceso, desde el suelo observo la silueta del niño perderse en la oscuridad, completamente desconcertada pudo reaccionar un minuto después pero ya él se había ido, resignada se dio la vuelta para volver a los terrenos Hyuga, no sin antes mirar nuevamente atrás.
Al llegar al distrito Hyuga paso con calma, nadie apareció ni se mostró preocupado, era de esperarse, aun así guardaba la pequeña esperanza, antes de ir a su habitación llego a la de su pequeña hermana Hanabi, se apoyó en los barrotes de la cuna para contemplarla, tan pequeñita, débil, hermosa… acaricio con dulzura su cabello castaño, a pesar que su nacimiento provoco la muerte de su madre no la odiaba y nunca lo haría, era tan solo una inocente criatura que no tenía culpa de nada, pensar en eso le hizo recordar a su padre, sin poder evitarlo el pensamiento de que tuviera rencor contra Hanabi sacudió su mente, estaba mal que pensara eso de su padre, pero, sus acciones le hacían demostrar lo contrario. Con un beso en la frente de su hermana salió de la habitación para ir a la suya.
Se sentó en su futon, este daba directo con la ventana y para su suerte podía observar la belleza de la luna que se asomaba.
Apoyo su cabeza en su palma derecha contemplando el astro, la imagen del niño rubio se materializo en su mente, se preguntó porque habría reaccionado de esa manera, solo quería ayudarlo, también porque se le hacía conocido, estaba segura haberlo visto antes, solo no recordaba donde, suspirando cansada se acostó en su futon, el sueño ya cobraba factura y ella no se la negaría.
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Rayos de sol golpearon su rostro, se movió intentando evitarlos pero sabía que no podía seguir así, se levantó del futon y camino hasta el baño para meterse a la ducha.
Llego a la cocina para preparase algo, desde que su madre murió debió aprender a cocinar debido a que nadie en el clan se hacía cargo de ella, con cuidado de no caerse se montó sobre un banco para poder alcanzar algunos comestibles de la lacena, sonrió sutilmente al ver su logro alcanzado, sin embargo el banquito en que estaba se tambaleo, haciéndola abrir los ojos de terror, pero para su suerte, tomando un pequeño impulso, logro dar un precisa voltereta en el aire, cayendo delicadamente sobre sus pies, al instante de tocar el suelo miro a los lados alarmada, al estar segura que no había nadie a los alrededores que haya podido ver su "Azaña", suspiro aliviada. O eso era lo que ella creía…
La tarde llego un poco calurosa, Hinata decidió darse una vuelta por konoha, podía ir libremente sea porque su padre no le importaba que ocurriese con ella o tuviera diez años, cualquier razón para ella estaba bien en tanto pudiera disfrutar de los maravillosos aromas de comida de la calle.
Al estar ya en las calles miro fascinada la gran variedad de puestos de comida como artículos, el mundo fuera del clan era tan colorido que no podía evitar sonreír, observar a los niños correr era un regocijo para sus ojos, ver sus tiernas expresiones le hacían recordar a Hanabi, suplicando porque su pequeña hermanita no heredara tanto del carácter Hyuga, camino unas calles más hasta detenerse en una calle peatonal, se entretuvo mirando unos lindos collares con formas de animales, o al menos eso intento cuando vio pasar a dos muchachos con traje de chunnin, suspiro al pensar su rendimiento de Ninja, no podía ni siquiera hacer una buena postura ¿Cómo podía siquiera aspirar en convertirse en una gran Kunoichi?, temía que su madre se revolcara en su tumba decepcionada de ella, levanto la vista, más exactamente, el monte Kage, los rostros del primer al cuarto Hokage tallados daban ese aire glorioso a la aldea, contemplo con admiración el rostro del cuarto, una imagen vaga de un rubio mayor de ojos azules acudió a su mente desconcertándola, y, sin saber porque, un extraño sentimiento de nostalgia la embargo recordando también una larga cabellera rojiza; sacudió la cabeza, deteniendo su vista en un grupo de personas que parecían rodear algo.
Curiosa miro esto, ladeando la cabeza intento ver mejor, una mata rubia la hizo parpadear y antes de poder moverse un grito llego a sus oídos.
—¡Yo seré Hokage 'ttebayo! —seguido de eso, vio como un rápido borrón amarillo salió del grupo de personas, perdiéndose en la calle
Parpadeo sin comprender la situación, justo estaba por dar un paso cuando los murmullos la detuvieron…
"Maldito mocoso, ¿enserio cree que lograra siquiera algo en la vida?"
"Debería morirse, solo es escoria"
"Monstruo"
Apretó los dientes, escuchando cada comentario más hiriente que el anterior, las palabras de su padre llegaron de golpe sacándole el aire, sin ser consciente de sus actos, abrió la boca, y, a todo pulmón grito:
—¡Cállense, ustedes no entienden!
Sin reparar en las miradas sorprendidas de muchos, empezó a correr, alejándose de las calles, tanto que para cuando se dio cuenta había entrado al bosque, se detuvo para recobrar el aliento, no sabía que había sido lo anterior, lo único que podía afirmar fue el enojo recorrer su torrente sanguíneo, se sorprendió al darse cuenta que se había enojado… Ella ¿enojada…? No era algo extraño, después de todo era un ser humano con emociones, sin embargo, no tiende hacerlo, y contando las veces que su padre la ha maltratado nunca ha sentido si quiera una pisca de enojo a su progenitor, el único sentimiento era miedo, tristeza, decepción de ella misma, entre otros más que no deseaba recordar. Suspiro con pesadez, sentándose en la grama verde al estilo ninja, quizás… quizás se debía aquel niño, puede que nada mas allá visto un borrón pero estaba segura que era el mismo niño del parque, llevo una mano a su barbilla en expresión pensativa ¿Por qué no podía recordar donde lo había visto antes?, exceptuando las dos veces de antes.
Levanto la vista cuando unas gotas cayeron sobre sus mejillas, llovería, no era buena idea seguir en medio del bosque bajo la lluvia, por lo cual se levantó dispuesta a irse, y hubiera cometido su ida de no ser por un gimoteo que la exalto, giro la cabeza con precaución ¿y si era algún animal…?, un escalofrió recorrió su espina dorsal al pensar que podría ser uno peligroso, temblorosa adelanto un paso dispuesta a emprender su huida, no obstante un sollozo la detuvo, ningún animal que ella conociera hace ese tipo de sonido; concentrándose en la procedencia del sonido dejo guiar sus pies, una sombra acurrucada al tronco de un árbol la hizo detenerse, estática contemplo el pequeño cuerpo temblar, aceleradamente se acercó y, sin pensarlo, se quitó la holgada chaqueta que llevaba y lo cubrió con ella.
Lentamente, aquella cabellera empapada fue alzándose, dejando ver unos hermosos ojos zafiros brillantes, bañados en lágrimas que expresaban la inmensa tristeza que sentía, miles de memorias asaltaron la mente de Hinata al verlo ahí, ella misma se reflejó en él, las lágrimas, el dolor, ser rechazada… lo comprendía, como tantas veces pidió por un poco de afecto que siempre le fue negado, no lo permitía, al menos alguien ahí sí tendría ese derecho, con ese pensamiento, inclinándose lo abrazo fuertemente, sintió el cuerpo del niño estático los primeros segundos, pero conforme pasaron este parecía relajarse, solo para pasar a temblar entre gimoteos, Hinata estaba segura, que a pesar de la lluvia que caía, él estaba llorando, liberándose de aquel dolor que encerraba y ella estaba dispuesta a remplazar ese dolor con pura y radiante felicidad.
…porque a partir de ese momento un gran peso cayó sobre los hombros de Hinata, uno que traería consecuencias en su futuro, pero del cual no se arrepentiría por mucho que pasara, mientras acariciaba los cabellos rubios del niño ella susurro a su oído
"No te preocupes, yo te protegeré. Siempre lo haré, es mi promesa".
A partir de ese instante, el destino fue trazado, consecuencias vendrían, actos que probarían su valentía se atravesarían para derrumbarlos. La oscuridad los consumiría, pero la luz estaría presente, dispuesta a brindar un atisbo de esperanza, susurrando una nueva oportunidad a la felicidad
-confió en ti-
