Mi propio camino
-¿Estas bromeando?- Sarada acomodo sus lentes de armazón rojo de nuevo sobre su nariz, su mente intentando comprender las palabras del chico frente a ella.
-¡Sí-Natsu contestó sin titubear.
La estudiante de ninja volvió a mirar a su compañero de academia, Natsu Uzumaki, hijo del séptimo Hokage. Era un niño bien parecido de facciones suaves, piel bronceada y cabellos rosa que mantenía bien peinado hacía atras con excepción de dos mechones que cubrian ligeramente el lado derecho de su frente. Los ojos azules de él estaban mirando a los negros de Salada sin pestañear.
-¿Por qué?
-Amor -Nasu contestó con rapidez- ¡No te rias! Es que no entiendes, yo quiero construir algo que todos puedan admirar en el futuro, mi legado.
-Un legado lo podrías hacer también como ninja.
-No, no podría. Estas cosas requieren pasión, el sentir tu corazón saltar con cada avance, dormir soñando en ello. Y yo lo sueño, el construir el edificio más alto del mundo, el cielo al alcance de todos, Sarada. He estado revisando libros de ingeniería... ¡Es maravilloso! ¡Me llena de vida saber que es posible.
-¿Qué pensara Lord Hokage?
-No sé... Lo descubrire esta noche ¡Gracias por escuchar Sarada!- Natsu salió corriendo dejando a una Uchiha bastante preocupada.
Sakura y Naruto se miraron uno al otro y luego a Natsu, su hijo.
-¿Pero qué estas diciendo? ¿Arquitecto? Eres hijo y nietos de ninjas, en ti corre la voluntad del fuego que permite a Konoha vivir -Naruto habló con la voz más calmada que pudo tenía su ceño fruncido y la vena de su cuello estaba alzada peligrosamente.
-Este es mi camino, padre. Y no renunciare a él.
Naruto sacudió la cabeza de un lado a otro y después se mantuvo en silencio durante un rato, pensando en el pasado, el presente y el futuro. Recordó su infancia cuando prometió salvar a Sasuke aunque todo el mundo le pidió que renunciara, ese devoción por Sasuke era el cimiento del camino ninja de Naruto, pero ahora que miraba a su hijo se dio cuenta que quizás solamente era un código personal al que una persona se aferraban para lograr sus sueños aunque no fueran ninjas
-Sakura, te felicito. Tienes un hijo muy inteligente.
La mujer ninja sonrió y abrazo a su marido. Habían aceptado el camino de su hijo aunque les punsara en el corazón, pero ambos se sentían orgullosos de Natsu.
Fin
