FullMetal Alchemist pertenece a Hiromu Arakawa. Y el Conquistador de Shamballa pertenece a BONES y demás personas involucradas en su creación. Yo no soy dueña de nada, como siempre, solamente de mi mente perversa y las ideas que vuelco en estos sinsentidos xD


Línea de tiempo: Durante el Conquistador de Shamballa.

Advertencia: Spoilers leves de la peli, creo xD

Pairings: Edward/Alter!Winry.


"La joven de los lirios"


Las calles de Múnich guardaban un parecido similar con las de Amestris. Quizás era ese hecho, sumado a la agradable brisa primaveral que soplaba, lo que había invitado a Edward a salir de su encierro habitual en el departamento de Heidrich.

—Iré a dar un paseo —Le había dicho a su compañero de vivienda y a Noah, sin esperarse ninguna respuesta y sin planear volver muy temprano tampoco.

La belleza inusual hecha altas torres con detalles bárrocos y pisos pulcramente empedrados, le hacía olvidar, por unos minutos, cuán hostil sentía que era ese nuevo mundo. Porque no importaba que hubieran pasado dos años desde que hubiera llegado a aquella dimensión paralela. No importaban las miles de similitudes que le iba encontrando, día a día, con la suya propia. Simplemente, él no pertenecía allí.

Sintió que deseaba desechar ese pensamiento por algunos momentos, y tomó una fuerte bocanada de aire. El aroma dulzón de unas orquídeas le hizo arrugar la nariz y volver la vista hacia un costado de la calle principal.

Y allí, Edward vio a una de sus frustraciones más grandes y secretas, hecha una mujer.

Su cabello era levemente más cobrizo que el rubio intenso al que estaba acostumbrado. Sin embargo, guardaban ese mismo modo de atarlo en una alta coleta, dejando unos largos mechones lacios caer en cada costado del rostro, y exponiendo unas orejas perforadas. Sus ojos no habían cambiado en absoluto; un resplandeciente azul que dominaba todas las facciones, redondas y delicadas. Era el mismo cuerpo, menudo y delgado, de formas femeninas y elegantes, cubierto por un clásico vestido color verde.

Edward temió acercarse un poco más y volver a encontrar esa mirada de determinación devastadora, esa dulzura y esa sonrisa. Estaba aterrado de encontrar de nuevo a Winry Rockbell en esa muchacha alemana.

Pero, a pesar del temblor que amenazaba con traicionar sus piernas en cualquier instante, dio un paso. Y otro más. Y así hasta llegar a las puertas del negocio en el que se había ocultado, ajena a él. Leyó el cartel en letras ornamentadas y una risa nerviosa afloró a sus labios. Florería Rosenzbell. No supo si fue la similtud entre los apellidos o la profesión de la Winry alemana, lo que lo hizo tragar pesado. Entró.

—Bienvenido —dijo ella, con el mismo tono de voz que tuviera su amiga de la infancia.

Sus rodillas flaquearon. Winry volvía a darle la bienvenida.

—Hola —Sólo dijo, y fingió mirar algunos geranios que se exponían en unas macetas para no verla al rostro.

Era idéntica. Y él no sabía por qué había entrado ahí. Era un rematado idiota.

—¿Estás buscando algo en especial? —dijo la Winry alemana aproximándose a su lado— Si es para una novia, las rosas le agradarán —Y le enseñó unas brillantes rosas rojas, que nada tenían que hacer contra la belleza natural que desprendía ella misma.

Sí, un rematado idiota.

—No, no tengo una novia —balbuceó. Miró el recinto en derredor—. ¿Son nuevos aquí?

La jovencita rió burbujeantemente.

—En absoluto. Llevamos en el negocio unas cuantas décadas —"Como los Rockbell", pensó Edward—. Mi fallecida abuela me heredó este lugar. Estoy haciendo todo lo posible por continuar el legado de la familia.

Se abstuvo de preguntarle el nombre de su abuela; porque sería inapropiado y porque temía terriblemente (y sabía que así era) que tuviera alguna similitud con Pinako. En cambio, tosió y dijo:

—Lamento escuchar eso.

Ella hizo un gesto con la mano, como si espantara una mosca.

—Descuida, ella era toda una guerrera —Sus ojos celestes brillaron—. Debe estar vigilando a que mantenga el negocio en buenas condiciones —Rió—. Temo que vuelva y me patee el trasero por hacerlo mal.

La Winry alemana hizo sonreír a Edward de un modo sincero, como casi nadie lo había hecho en dos años. Ella escrutó el rostro atractivo compuesto en una mueca de absoluta simpatía, y se sonrojó pensando que él la creería una lengua suelta.

—Lo siento, las damas no deben hablar así —Se excusó, acariciando el pétalo de una flor.

—Nadie debería decirle a una dama cómo comportarse —Él mantenía su expresión, pero pronto sus ojos se contrajeron con algo que a ella le pareció melancolía—. ¿Cómo te llamas? —Le preguntó de repente.

—Wendy, Wendy Rosenzbell —respondió de inmediato, sintiéndose extraña—. ¿Y tú?

—Edward Elric —Su sonrisa ya había desaparecido. Wendy pensó que tenía un precioso nombre. Edward miró distraidamente un par de lirios en un estante alto, como si buscara una excusa para no verla—. Me llevaré esos.

Wendy parpadeó, obligándose a volver a la realidad y envolver su pedido con todo el cuidado. Le cobró unos pocos marcos menos de lo habitual, sin que él lo supiera.

—Que tengas un buen día, Edward —Fue la única despedida más o menos coherente que se le ocurrió, conteniéndose de decirle que volviera pronto por más lirios.

Él dio una escueta cabezada y le deseó lo mismo, dejando la florería Rosenzbell toda envuelta por un aire devastador a nostalgia y tristeza.

Wendy, en su fuero interno, pensó que él debía de ser todo un misterio.


Notas de autora:

Tadaaaaaaaaaaán, heme aquí con otra cosita inspirada en el Conquistador de Shamballa :P Siempre me pregunté qué pasaría si Edward se encontrara con el alter de Winry en Alemania... Tengo planeado continuar con uno o dos capítulos cortos más que le sigan a este primero. Digamos que Wendy es una pseudo creación mía, pero sigue siendo Winry... Ya verán a lo que me refiero, aunque creo que se puede intuir xD

En fin... ¿les gustó?

Les mando un beso, ¡felices fiestas! :D