Hola comunidad! Mi nombre es TutyCullen12, y este es mi primer One-Shot. Después del pedido especial de algunas de las chicas que siguen mi fic, decidí hacerles este regalito, por todos los reviews que siempre me dejan, jeje. Gracias por pasarse, un saludo.
Disclaimer: Ningún personaje me pertenece, todos fueron creados por la increíble imaginación de la fabulosa Stephenie Meyer, yo solo juego un poquito con ellos y les inventó una que otra historia.
Resumen: Al principio todo parecía ser maravilloso, como si en verdad nada nunca pudiese separarlos. Pero las cotidianas situaciones a las que se vieron expuestos día a día, los llevaron a olvidar el amor que ambos sentían el uno por el otro, para luego separarse, borrando cualquier indicio de lo que alguna vez fue la relación perfecta. 5 años después, el destino les juega una mala pasada, y ambos se encuentran en medio de un estudio de abogados, a punto de firmar los papeles de su divorcio. Pero podrá el recuerdo de lo que alguna vez fueron los momentos más hermosos de su vida, abrirles los ojos para demostrarles que los sentimientos que sus corazones profundamente reclamaban aún seguían ahí, presentes?
EDWARD POV:
Observé mi reloj por decima vez en ese minuto, y suspiré frustrado mientras agitaba un poco mi suave cabello. Ya eran más de las 6 de la tarde, y ni siquiera había indicios de que mi abogado y mejor amigo, Jasper Hale, apareciera en ese maldito y aburrido estudio de abogados, para hacerme firmar los estúpidos papeles de divorcios y así, luego de haber terminado con esa fastidiosa tarea, pudiese permitirme ir hasta mi casa a relajarme un poco.
Ese día había sido sin ninguna duda el más duro de todo el mes, más que nada porque mi hermosa secretaria, Rosalie, me había pedido permiso para faltar a la oficina durante toda la semana, y había tenido que encargarme solo de ordenar y sellar todos los documentos de mi empresa. Tan solo faltaba una semana para su boda, y quería asegurarse de que todos los detalles de la enorme fiesta que daría junto a su futuro esposo, estuviesen en perfecto orden.
Bufé y me acomodé en el sillón de cuero negro que se encontraba en la sala de espera del estudio que tantas veces había visitado durante ese último tiempo. Me había enfadado bastante con ella cuando me comunicó que se uniría en sagrado matrimonio con otro de mis empleados, luego de mantener con él una larga y casi eterna relación de 10 años.
Le había argumentado que el matrimonio era algo infernal, que la mayoría de las veces terminaba al igual que el mío lo había hecho… En un profundo y oscuro pozo del cual nunca jamás puedes salir, pero ella me había asegurado que el amor que sentía por su prometido era algo inagotable e insuperable, y que a pesar de las adversidades, ella jamás abandonaría a su amado.
Me reí irónicamente de tan solo pensar en esas palabras, dado que yo también las había dicho alguna vez, hacía unos cuantos años atrás, cuando aún me encontraba enamorado de la idea de estar enamorado.
-Desea algo de beber, Sr. Cullen?, preguntó la amable secretaria de mi mejor amigo, una ancianita que siempre había sido realmente muy simpática y que diariamente vestía de una forma exageradamente elegante.
-Muchas gracias, Marge, pero no gusto de nada por el momento. Simplemente deseo firmar los papeles que Jasper debe darme para luego poder retirarme, le respondí intentado ocultar mi notable fastidio sin sonar demasiado gruñón. Ella simplemente sonrió y un segundo después se retiro una vez más a su pequeña oficina, ubicada a un lado del pasillo que se hallaba justo frente a mí.
Algo dentro de mi corazón se sacudió, y me recordó la verdadera razón por la que me encontraba ahí. No simplemente se trataba de firmar unos cuantos papeles que servirían para anular mi matrimonio por toda la eternidad, sino que también significaba el completo final entre la unión de mi vida, con la vida de la mujer que alguna vez había formado parte de todos mis sueños y deseos.
Isabella, la dueña de cada latido de mi corazón.
Me era casi imposible creer que hacía unos cuantos años me había resultado prácticamente imposible respirar, hasta vivir, si ella no se encontraba a mi lado, siendo que para mí sería un completo infierno tenerla cerca en esos momentos.
No era simplemente el odio que sentía hacia su persona lo que me repelía de ella por completo, sino un sentimiento superior a todo eso. Era una especie de resentimiento hacia mí mismo, una cruz permanente que cargaba por saber que no había podido hacer completamente feliz nunca a la mujer que siempre lo hizo conmigo, hasta cuando ella ni siquiera lo intentaba.
Ella siempre había insistido en que el fallo en nuestra relación no había sido ni mi culpa, ni mucho menos la de ella, pero muy dentro, en lo más profundo de mi ser, yo sabía que le había fallado grave y horrorosamente, que no había logrado cumplir la única promesa que le había hecho en el mundo, y que a causa de ese constante rencor hacia mi corazón, me había vuelto terriblemente infeliz cuando una cosa llevo a la otra y el tema del divorcio resurgió de donde nunca lo habría esperado.
Suspire una vez más, aunque algo más pesadamente que minutos anteriores, y recosté mi cabeza en el espaldar del suave sillón, cerrando mis ojos a la vez.
Aún podía recordarla… Siempre tan alegre y llena de vida, tan dispuesta a entregarme todo su amor sin pensar siquiera en los perjuicios que eso podría traerle, siempre tan hermosa, deslumbrándome con cada mirada, con cada una de sus sonrisas, recordándome a cada segundo cuanto me amaba.
Aún no podía perdonarme por el daño que le había causado, aun no podía comprender como había sido tan estúpido de haberla dejado ir, de haberla separado de mi vida, de haberla lastimado tanto.
El recuerdo de ella rogándome que no me fuera, que por favor no la dejara aún estaba presente en mi memoria, quemándome y atacándome cada vez que le era posible, logrando que la muralla de hielo que había construido sobre mis sentimientos comenzara a derretirse, haciéndome decaer una vez más.
Por suerte, con el paso de los años, me había convertido en alguien extremadamente frío respecto a las relaciones sentimentales. No quería pasar una vez mas por lo que había pasado cuando me había involucrado con ella. Me había costado horrores tomarle odio a esa encantadora mujer, puesto que cada rasgo en ella me deleitaba cada vez que la recordaba, pero en verdad, había sido algo extremadamente necesario.
Yo era un empresario, no un bobo sentimental. No podía pasar cada segundo del día llorando, lamentándome por la estúpida decisión que alguna vez había tomado. Debía preocuparme por el bien de mi familia, manteniéndome como el pilar más importante de Cullens Ltda.
Pero aún así, la otra mitad de mi ser, la mitad que aún lloraba y rogaba por ella se mantenía viva, muy oculta dentro de mi corazón, pero viva aún.
Acomodé ligeramente mi cabello, en un intento por peinarlo, pero luego de ver que este por alguna extraña razón no quería mantenerse en su lugar, me di por vencido y me recosté una vez más, intentando borrar cualquier recuerdo fresco que quedara de ella en mi mente.
De repente, pude sentir una ráfaga de viento frío rozando con mi suave piel, y un segundo después, un chirrido me alertó acerca de que alguien había entrado al estudio. Sonreí aliviado de tan solo pensar que mi amigo Jasper ya había llegado. Finalmente podría sacarme todo ese peso del maldito divorcio de encima, y volvería a ser un soltero codiciado a nivel mundial.
Pero toda mi felicidad se derrumbó, cuando de un momento a otro, un delicioso aroma de fresas que me resultaba terriblemente familiar me invadió por completo, obligándome a abrir los ojos.
-Bella?
Continuará…
Chicas, quería dejarles algunas notas.
Primero, es un one-shot algo largo porque cuenta con unos cuantos capítulos, pero decidí calificarlo como one-shot porque no es lo suficientemente largo como para considerarlo un fic.
Segundo, si tienen tiempo me gustaría que se pasearan por mi fic llamado: Entre clases sociales. Busquenlo en mi perfil y por favor dejen sus reviews.
Desde ya muchas gracias, actualizaré pronto
