Los Juegos de Peeta

Introducción

"Soy Peeta Melark, no necesito reconocimiento, lo que ocurre no es culpa de nadie, tengo que seguir adelante"

Durante un tiempo mi autoestima brillaba por su ausencia, supongo que es común entre las personas que han sido maltratadas de alguna manera. En cierto momento de mi vida que no podría concretar, asumí la responsabilidad de las propias decisiones y lo que me había tocado vivir, disfruté de las pequeñas cosas y empecé a contemplarme en el espejo tratando de reconocerme en él, aunque nunca me reconocí en los golpes y logré darme los argumentos suficientes para convencerme de que no merecía ser tratado con desprecio. Esto no me llevó a irme de mi casa, pues hubiera muerto de hambre en el mejor de los casos, y en el más probable: me hubieran arrastrado de nuevo al trabajo (que hacía para mí las veces de hogar); por supuesto, llegué a ser lo suficientemente fuerte, física y mentalmente, como para impedir más violencia, y desde hace años mi madre no tiene valor para levantarme la mano, valor, o lo que sea que la llevara a hacerlo cuando podía.

No la guardo rencor, pues me parece evidente que no soy fruto del amor, ni yo, ni mis hermanos. Quizá por no ser fruto del amor no siento un amor intenso, como imagino que debe de sentirse, por mi familia, aunque me preocupo por ella sin remedio. A veces, aunque no quiero dramatizar, pienso que también el no ser fruto del amor es un vaticinio, de alguna manera desde que nací fui sentenciado a no ser amado, y por eso nunca encontré aliento suficiente para dirigirme a Katniis Everdeen, a la cual he envidiado en silencio por tener el hermoso y profundo afecto de su madre, su difunto padre y su hermana, por regalar su amor y protección a su familia, un cariño no residual, como el mío, sino sincero y fuerte.

Su fuerza, sí, creo que su fuerza me encandila, me eclipsa, y es posible que precisamente por ver que es un ser inocente, que ama con todo su corazón y sin planteárselo, con naturalidad y sencillez, como pocas personas parecen hacer, es posible que por eso yo la ame sin remedio.

Me he recreado en su imagen de muchas formas desde la primera vez que la vi, cuando era un niño, me parecía un ángel, al ir cumpliendo años me parecía un ser de gran belleza (aunque objetivamente sea una chica bastante normal) por su expresión serena pero tenaz, ingenua pero inteligente, de una armonía no exenta de agresividad, si esta era necesaria. Cuando empecé a sentir deseos por el sexo opuesto, no podía visualizarla en ninguna fantasía sin que me acariciara, me besara, me abrazara y me hablara tiernamente, cosa que, como es lógico, no era necesario en fantasías con otras chicas, y supe ya a ciencia cierta que estaba profundamente enamorado de ella, de su mente, de su alma y de su cuerpo escuálido. Las vagamente insinuadas curvas de su silueta por sí solas no me resultan excitantes, es solo porque es ella, la chica en llamas, que produce ese calor en mí interior y, durante un largo tiempo me resultó una obsesión, hasta que pude controlarme, serenarme, y que su imagen no ocupara mi mente durante mi vida tantísimo tiempo. Que la mayor parte de mi tiempo consciente estuviera habitado únicamente por ella me parecía de una gran simpleza y además, me impedía concentrarme en mi trabajo. Cuando conseguí librarme de esta obsesión ocurrieron dos cosas, por un lado empecé a desarrollar mi espíritu artístico y a considerar un elemento vocacional en lo que hasta ese momento había sido solo un trabajo, y por otro lado comencé a tener sueños muy vividos con ella, casi vergonzosos, en los que ocurría de todo. Una noche podíamos ser dos niños jugando en el bosque o en la panadería, y otra noche podíamos ser adultos que contemplaban de la mano a sus hijos, otras simplemente ella se metía en mi cama y se recostaba sobre mi pecho y yo le acariciaba la espalda, y recibía sus besos generosos. Aún hoy sigo teniendo estos sueños, pero, por desgracia, Katniis es tan parca en palabras en mis sueños como en la realidad. No consigo que me diga "te quiero" ni siquiera en sueños, quizá porque soy demasiado realista como para permitirme una confesión así, lo cual me lleva a pensar si creo que todo lo demás que sueño sí es posible, de hecho, lo fue, en Los Juegos del Hambre ocurrió lo que tanto soñaba, y como en mis delirios nocturnos, fue también una fantasía, algo irreal.

Estamos en el distrito 4, en nuestro Tour de la Victoria, reflexiono mietras Katniis nada en el mar como si el mundo fuera acabarse mañana o, al menos, como si nunca más fuera disfrutar del mar, cosa que seguramente sea un hecho. Dibujo cosas en la arena, y en ocasiones me asombra mi propia habilidad, cuando Katniis llega unas gotitas de agua caen sobre la silueta del sinsajo que he trazado a mis pies.

-Es perfecto -murmura, alzo la vista y la miro, el contraste de sus ojos claros con el pelo oscuro y su tez aceitunada me impresionan ya que se ve acentuada por el sol y la humedad, pienso "tú eres perfecta" pero no digo nada, me recuesto hacia atrás. Nos están grabando constantemente en la playa porque esperan tener imágenes muy románticas de nosotros bañándonos juntos, pero yo no sé nadar y tampoco estoy de ánimo para recibir más mimos falsos. De todos modos me dejo mimar sin remedio, ella se tumba sobre mí y me moja el torso y siento alivio ya que estaba realmente acalorado, me da un besito en la nariz y siento una extraña congoja, sonrío.

-Sabes que nos graban ¿verdad?- han llegado mientras ella nadaba y buceaba y no estoy seguro de que los haya visto, tengo la leve esperanza de que no se hubiera dado cuenta y de que se hubiera tumbado sobre mí por iniciativa propia.

-Sí -sus senos presionan en mi pecho y siento un escalofrío, hay otra cosa que me aturde de Katniis y es que en este sentido parece todavía una niña aunque esté a menos de un año de la mayoría de edad, me siento perverso cuando me recorren este tipo de escalofríos, parece que el hecho de que ella no sienta estas cosas descarta su existencia dentro de su mente y me hace jugar, en cierta forma, una mala pasada. Cierro los ojos y pienso en el sinsajo, lo imagino de colores imposibles y visualizo el proceso por el que pintaría un sinsajo con los colores de un papagayo; esto me calma, suelto un suspiro de alivio. -¿estás bien? -ella rueda a mi lado y se queda boca arriba, abro los ojos y la miro, me pongo de lado, no quiero besos falsos pero saber que puedo tener sus besos me hace declinar constantemente mi firme decisión de no abusar de la situación y esto también me hace sentirme como alguien horrible, debo ser alguien horrible. Me mira de tal forma que a veces creo que siente algo por mí, sonrío, ella enseña un poco los dientes.

-Pareces una ardilla, es mejor que no sonrías si no estás inspirada -aunque sé que se ofenderá, también encuentro un extraño placer en surtir algún tipo de efecto en sus emociones, aunque sea crispación. Como cabía esperar frunce el ceño.

-Peor es una sonrisa aparentemente inspirada sin serlo- dice, y se pone boca arriba.

-Cuando te sonrío es auténtico, para sonreír a las cámaras pienso en ti, y eso me inspira- me parece que traga saliva pero quizá me lo he imaginado.

-¿Quieres nadar? -me quedo unos segundos sin decir nada, esperando alguna reacción a mis palabras que ya quedó descartada en el momento en que cambió de tema, pero a pesar de ello me cuesta reaccionar

-¿Me vas a enseñar? -ella asiente y le doy las gracias, toco un poco su mano con el dedo índice y ella alarga los dedos tocando los míos, nos damos la mano y nos incorporamos, ella se levanta de un brinco y me vuelve a tomar la mano con una sonrisa renovada. -Esta sí parece auténtica ¿lo es? -aprovecho que las cámaras están lejos y no están grabando la voz, ella me aprieta un poco la mano.

-No quiero enfadarme contigo- dice, y me conduce al mar.