- Prólogo -
Llena de luz y vida. Aun siendo las 4:38 de la madrugada, se mantenía despierta y llena: llena de música, colores, sabores, emociones, conversaciones profundas, besos, discusiones, pensamientos, quizá llanto, quizá amor en medio de la obscura noche. La Gran Manzana se encontraba llena de luz y vida, se prendía ante una mirada perdida, un par de ojos verdes que observaban con anhelo tanto movimiento. Frente a la enorme ventana de su penthouse, Sakura Kinomoto observa la vida sentada en la alfombra, en medio del silencio de aquello que ella llama hogar.
Que diferente se sentía el ambiente ahora en comparación a un par de horas atrás, cuando su piso se encontraba lleno también. Conocidos y desconocidos, risas, galantería, todos hablando y riendo, celebrando a su lado un año más el palpitar de su pequeño corazón. Ahora, tumbada en la costosa alfombra, podía sentir la realidad que enfrentan los verdaderos solitarios después de unas horas de compañía: wow, qué noche, risa tras risa, vaso tras vaso, y no hay nadie en la recamara, pero el olor del cigarrillo sigue, y estás solo. La garganta seca y la voz ronca, las mejillas cosquillean por el esfuerzo de reír toda la noche. Los rostros, conocidos y desconocidos, la música, las risas, las copas, los altos tacones doliendo, el frío por su corto vestido, los invitados, el apretón de manos, los chistes de mal gusto, las malas caras, las miradas indiscretas, el vino, más copas, las risas, las caras, la música, las risas…
El sonido insistente del teléfono de servicio logró despertarla al día siguiente. Con muchas dificultades somnolientas y tropiezos se levantó, y tomó el aparato en sus manos.
-¿Diga?
-Señorita Kinomoto, buen día, al parecer tiene otro paquete que desean entregar.
-¿Tan temprano?
-Disculpe la indiscreción, pero son ya las tres de la tarde…
-Claro… disculpe usted, por favor, haga subir el paquete.
-En seguida.
Se talló los ojos y estiró cada parte de su adolorido cuerpo. Dormir en la alfombra nunca había sido cómodo, pero cada vez era más frecuente despertar ahí después de pasar la noche en vela admirando la vista, pensando. Aún seguía con las incómodas medias y el vestido corto, se dirigía a la ducha cuando sonó el timbre de su entrada. Un joven uniformado, pantalón negro y chamarra amarilla, le entregó una caja mediana con una sonrisa.
-Que tenga buen día señorita.
Cerró la puerta y observó el paquete café en sus manos. ¿Quién envolvía éstas cosas y por qué no usaban un papel más bonito? No tuvo que leer la tarjeta, ella conocía la compañía y a la única persona que utilizaba la misma para mandarle paquetes desde otro continente, el servicio era caro pero a él no le importaba pagarlo con tal de que llegara a sus manos en menos de tres días. Quitó el papel café con cuidado y se encontró con otra caja, completamente negra, y una carta que cayó al piso. Su corazón latió fuerte: él nunca le escribía a mano, siempre eran sus palabras a través de la fría pantalla del celular o la computadora. Dejó la caja sobre la pequeña mesa del recibidor, se sentó sobre la misma alfombra que le sirvió de cama y con las manos temblando un poco, se dispuso a leer frente a la claridad de la ciudad.
"Querida hermana:
Sé que no eres feliz. No sé si te toma por sorpresa que lo diga, si te preocupas por ello, si quieres cambiarlo o no, pero yo sí, así que hoy, en tu cumpleaños treinta y tres, he decidido darte la oportunidad de serlo. Quizá hayas escuchado de esto en las noticias. ¿Cómo lo conseguí a décadas antes de que siquiera saliera al mercado? No importa. No sé si aun seas valiente y lo utilices, tampoco sé si es del todo confiable, pues obviamente no se ha utilizado lo suficiente para conocer sus contras y efectos a largo plazo, pero no veo otra oportunidad mejor que ésta para ti.
Elijes una fecha en el pasado y desde el momento en que lo activas tienes exactamente un año para decidir; creo que ambos sabemos cuál fue el año decisivo. Cambias las cosas o regresas exactamente igual al día de hoy, en fin, todo viene en las instrucciones. Disculpa de nuevo no poder asistir a tu fiesta de cumpleaños, pero ya sabes de las emergencias en la medicina. Si las cosas no funcionan como quisiera y nada cambia, te estaré viendo hasta dentro de un par de meses en el cumpleaños de tu ahijada. Espero esta vez no faltes.
Por favor Sakura, date esta oportunidad, la mereces.
Te ama, Touya."
¡Hola! Tiene años que no escribo por aquí, así que no sé si realmente aún tenga a quien saludar, ja-ja :c
En fin, estás leyendo esto, así que ¿qué tal?
Resumiendo este pequeño prólogo, por si la redacción fue un tanto confusa: sabemos que es el cumpleaños 33 de Sakura, que vive sola en Estados Unidos (NY) y no es feliz. Touya quiere cambiar eso con un regalo, que sí, señores, es la posibilidad de volver al pasado y cambiar todo un año, al parecer uno del cual es muy consciente.
¿Qué año? ¿Qué hizo? ¿Por qué alguien como ella terminaría así? ¿Y Shao? Espero quieran saber la respuesta a esto y más. Aún no sé si seguir con éste narrador o utilizar a Sakura para contar su historia, me harían la más feliz si comentan cómo les gustaría.
Es solo el prólogo, muy pronto subiré el primer capitulo y verán todo lo que pienso abarcar con ésto. Sin más por ahora, espero que la historia sea de su interés y si es así, me lo hagan saber.
Nos leemos pronto (:
