MONA LISA.

Chase sabe lo que es perder, pero siente que nadie sabe que Chase sabe lo que es perder. Recuerda cómo se enamoró y perdió a una chica demasiado mayor cuando estaba en el instituto y a una chica demasiado joven cuando estaba en la universidad. Quizá aquello, ambas cosas, no fueron enamorarse pero Chase sabe lo que es enamorarse.

Chase sabe que está en peligro.

Cameron sonríe inmensamente cuando hacen el amor. La primera vez lo atribuyó a las drogas, todas las posteriores ha ocurrido de nuevo pero aún no sabe a qué atribuirlo. Le sonríe entre escobas e inmensos rollos de papel y todo le resulta estúpido. Le resulta estúpido estar ahí, haciéndolo con Cameron porque es divertido. No es divertido. Ya no. House les ha pillado, Foreman les pilló, todo el mundo lo sabe y Cameron se divierte horrores. Cameron sigue pensando que a House le importa y él no sabe qué pensar. A él le importa que a ella le importe qué piensa House. Lo divertido aburre. Chase también sabe eso.

Cuando vuelve a casa esa noche patea el paragüero. Esa cosa tonta que compró no se acuerda dónde, cae al suelo en un estrépito. Quiere sentir rabia o creerla. Se plantea si lo que ocurre es que sería necesario creerla para sentir rabia. Creer que realmente él no es nada para ella salvo un compañero, algo así como un amigo, con el que está bien acostarse porque ayuda a no pensar durante un rato, porque el sexo es agradable y ya está. Agradable, entretenido, fácil. Un modo de pasar el tiempo. Si hay algo que no quiere ser en su vida es un modo de pasar el rato.

Quiere a Cameron, ya es un hecho, el dolor de su negativa lo ha firmado. Quiere a Cameron y soportaría de buen grado no tenerla pero no lo que hay, no ser el chico del cuarto de la limpieza. Cree recordar que dejó el instituto hace años y cuando lo dejó tenía la esperanza de estar dejando atrás algo más que la estúpida literatura.

Lleva ya una hora sentado en el sofá, mirando al vacío y viendo la sonrisa de Cameron en el cuarto de la limpieza. Diversión y Felicidad son dos palabras que se pelean en su mente y ninguna quiere tirar la toalla.

Piensa que House es retorcido y ha pasado de ella y se pregunta si ésa es la varita mágica que hace que Cameron pierda la cabeza. Seguro. Seguro que funcionaría, seguro que si aquella noche hubiese dicho que no, y las posteriores, Cameron habría buscado trabajo en otro sitio ante la imposibilidad de seguir trabajando con alguien que le atraía. Pero fue tonto, fue honesto, hizo lo que deseaba hacer y, para colmo, se ha mostrado vulnerable.

Ha perdido. Poco a poco se ha permitido perder. Siendo a la vez tan tonto como para perderla.

El adorno de la mesa acaba de estallar contra la pared. Chase se levanta y coge el paraguas del suelo. Conduce rápido hacia su casa, llama a la puerta, la aporrea con la mano como el novelesco amante despechado que se siente, y ella abre, en su pijama de raso, extrañada pero sonriente.

-Chase, ¿qué..?

La besa contra la puerta con todas sus fuerzas y con todas las ganas, se pierde en el beso aunque sabe, por primera vez desde que todo empezó, qué siente y qué piensa hacer al respecto.

Cuando se separa la mira fijamente. Ella tiene los ojos cerrados y esa sonrisa en la boca.

-Felicidad-, dice él con convicción.

-¿Qué?

-Ha sido divertido, Cameron. Hasta mañana.

Camina seguro pasillo adelante, sabiendo que a sus espaldas Cameron aún sonríe confusa.

Al menos ya sabe por qué. El resto es la parte fácil.