Disclaimer: Los personajes de League of legends no me pertenecen.


La tarde caía sobre Piltover cuando un pelotón tomaba posición en un antiguo edificio abandonado en un sector alejado de la ciudad, el caso había tomado alrededor de tres semanas y todas las pistas llevaron a aquel lugar ,hace ya unos meses personas comenzaron a desaparecer la estación cada vez se encontraba mas desconcertada, todos querían respuestas.

Hasta que una tarde un llamado fue crucial, anónimo por supuesto, pero fue lo suficiente para hacer que la fémina encargada del escuadrón mas preparado de la ciudad tomase carta en el asunto. Y llegasen ese mismo día a tal lugar ubicándose sigilosos y veloces a sus respectivas posiciones.
Todos se encontraban en un silencio sepulcral cuando ingresaron a la fachada, se escucharon voces lejanas en la planta subterránea del descuidado edificio, mientras que la tensión subía a cada segundo que pasaba. La líder de la misión tomaba una posición estratégica, agudizando su oído para determinar el momento exacto para entrar.

-todos mantengan su posición, no entren hasta que de la señal. - puntualizó la sheriff casi en un susurro, pero haciendo que todos la escuchasen con claridad. Una mujer de temple inquebrantable, seria y fría con una puntería maestra, si bien su punto más fuerte era con el francotirador, el espacio donde se llevaba a cabo el crimen de alta connotación no era el optimo para el combate a esas distancias.

-Firmes… – comento de manera tranquila, escuchando al otro lado de la puerta 6 voces.

-AHORA! - exclamó firme.

En el acto, los policías entraron, Caitlyn en el frente con un escudo policial y una pistola en mano apuntando al que parecía el líder de aquella habitación, los demás policías se desplegaron por sus lados tomando por sorpresa a 5 individuos presentes, la francotiradora contó con la mirada el número de personas, pero al darse cuenta de su alrededor no divisaba al sexto integrante, su rostro palideció ante la escena que tenía en frente

contemplando el horror.

Una habitación impregnada de sangre por doquier con símbolos indescriptibles dibujados por todos lados, desde el techo hasta un pequeño drenaje, la luz solo provenida de velas negras y un espantoso hedor a pus, sangre, viseras y sudor. En el centro de aquel infierno, un chico yacía inmovilizado a una silla, con severos cortes y hematomas en todo su cuerpo. Casi inconsciente pero sollozante por todo lo que estaba pasando, el pánico que reflejaba su mirada fue más que suficiente para hacerse una idea del tormento por el cual había pasado. Habían dado en el clavo.

-Que nadie se atreva a mover un músculo, tenemos órdenes de disparar a matar, bajen sus armas y entregarse inmediatamente— Dijo firme la sheriff mientras el hombre que llevaba a cabo la ceremonia, vestido por una túnica roja, aun empuñaba un gran cuchillo en lo alto, justo arriba de su aparente "sacrificio". Observando su alrededor, pero tanto él como sus subordinados parecían estar mirando algo más que los policías, sus miradas se posicionaban fugazmente a algo frente a su víctima y luego viajaban a la joven detective. La cual mantenía el dedo en el gatillo dispuesta a disparar. Pero antes de siquiera poder terminar de reaccionar uno de los participantes de la ceremonia lanzo un cuchillo directamente a la cabeza de la sheriff, haciendo que esta por instinto disparara en la daga antes que llegara a su objetivo, cayendo al piso y lanzando un contraataque a la pierna de su agresor.

-No volveré a repetirlo, bajen sus armas. ¡AHORA! —

-N-No lo entiende…. —balbuceo uno de los encapuchados. Los cuatro maleantes subieron las manos y retrocedieron unos pasos haciendo ademán de rendición, siendo extremadamente cuidadosos en sus pasos, mientras el escuadrón de Caitlyn seguía apuntando a la cabeza de cada uno de los integrantes sin moverse. Cuando todo parecía estar calmándose, la sheriff procedió a acercarse al maestro de ceremonia, ignorando por completo lo que yacía bajo sus pies, un círculo con muchos símbolos estaba a solo un paso de la morena, pero ella seguía buscando con la mirada al sexto integrante, o por lo menos eso intento hasta ser interrumpida.

-¡NO, NO LO PISE! —gritó el hombre con la capa roja, pero ya era demasiado tarde, lo que la sheriff consideraba un garabato sin sentido, comenzó a iluminarse y un grito gutural hizo retumbar el edificio completo. Una presión gigante, una luz cegadora y una especie de conjuro en forma de susurros se escucho por toda la habitación, como si estuviesen hablando desde dentro de sus mentes, dejando a todos allí sin excepción alguna con una especie de pitido en los oídos. La líder aun que aun intentando apuntan no pudo evitar desequilibrarse apoyando una de sus rodillas en el piso para no caer y quitar el dedo del gatillo.

- ¡no se dejen engañar, solo es un truco! - La líder intentó reponerse rápidamente, alertando a sus hombres mientras se ponía de pie, intentando ignorar lo que se escuchaba como voces sin sentido, pero al parecer no tuvo que hacer nada más, ya que los hombres que estaban con las túnicas yacían inconscientes en el piso.

-¿Qué ah sido todo esto?—se pregunto exteriorizando su duda, intentando conectar todo lo que había pasado, fue demasiado rápido ¿es que acaso esos hombres fueron lo suficientemente descuidados para usar una trampa que los aturdiese a ellos también? ¿Qué clase de mediocridad criminalística era esta?

Sus dudas quedaron sin resolver, ya que, mientras sus hombres se acercaban tanto a la víctima como a los otros miembros de la banda, la sheriff esposó al maestro de ceremonia.

-Te arrepentirás de lo que acabas de hacer jovencita, no sabes lo que has liberado, esto va más allá de tu conocimiento. —comento el anciano mientras intentaba mirar de reojo a Caitlyn.

-No se preocupe, podrá comentar todo lo que usted sepa en la corte. — Puntualizó la morena mientras le dedicaba una mirada seria.

Una vez ya con las esposas puestas en el criminal, lo hizo levantarse y caminar hacia la salida, no sin antes darle una rápida mirada al círculo rojizo que estaba dibujado en el suelo, el cual ahora estaba deshecho, pero algo que llamó su atención, fue la marca de la suela de su propio zapato adherida al piso, como si esta hubiese sido quemada.

Al salir de aquel lugar se encontró con las demás patrullas que solo en el momento que salió el cuerpo policial con los detenidos esposados, las luces se prendieron, y todos bajaron sus armas el lugar había sido perimetrado y custodiado minuciosamente por todas direcciones, todos habían confiado en el juicio de la Detective cuando esta dio las órdenes.

La prensa tampoco demoró en llegar y amontonarse pero ya los delincuentes estaban llegando a la comisaria, la Mujer se había quedado junto con otros policías para dar el veredicto publico del caso y calmar así a la población, la sheriff no era solo la figura pública del cuerpo de policía de Piltover sino que una de las detectives más jóvenes en salir de la academia, gracias a su mente brillante y lógica innegable era de esperarse que fuese conocida en todo valoran por ayudar en los casos más complicados no solo en su nación, ella es su as bajo la manga.

-Ahhh~ esto ha durado demasiaaado! – se quejó Paula, una de las agentes en la estación de policía.

-Por favor, no fue tanto tiempo, pero ¡aun no entiendo que paso!, ¿viste esa luz?, ¡sentía que iba morir!, no puedo esperar por llegar a casa y ¡dormir 3 días para olvidar todo esto! – comentaba Mario que se encontraba al lado de esta.

Todo quedo en silencio cuando la sheriff salió de su oficina a no muchas horas de haber vuelto, en su mano un informe detallado del caso que daba por cerrado.

-OK … equipo, déjenme felicitarlos por el excelente operativo de hoy, todo salió de acuerdo a lo planeado sin ningún tipo de contratiempo, necesitaré los resultados médicos de la víctima y su localización de recuperación. Cualquier información se les será informada dentro de las siguientes 24 horas sin más. Pueden retirarse. –

sentenció la líder con su seriedad usual, pero en un tono suave, haciendo que todos salieran tranquilos y algunos con una gran sonrisa incluso un tanto sonrojados por el buen comentario de la sheriff.

Era de noche y Caitlyn conducía tranquila, y aun así tenía más preguntas que respuestas por lo sucedido en el día, ¿Qué fue esa luz? ¿qué fueron esos gritos? No vio ningún aparato, ningún detonador, se aseguro que no hubiese ninguna trampa a su alrededor antes de aproximarse, eso hubiera sido muy irresponsable y "tonto" de su parte, aun así, no pudo distinguir nada la habitación, estaba extrañamente espaciada, solo había unas mesas, sillas, velas y aquellos horrendos símbolos con aquel pútrido olor.

Pero había algo más, algo que tenía a la morena con la mirada fija y el volante fuertemente apretado.

--Habían… 6 estoy más que segura. —

Sentenció para ella misma, como si buscase convencerse de que lo que escuchó a través de la puerta fue certero, nunca se equivocaba, había realmente muy pocas cosas que se le pudieron haber pasado pero el contar criminales no era una de ellas.

-Habrán hecho una ruta de escape?, algún túnel que no hayamos visto… algo. -

se decía a sí misma, mientras ya estaba a unas cuadras de su apartamento, pero antes de poder seguir cuestionando su mente, algo la hizo detener el auto abruptamente.

-¡¿PERO QUE?! — pisó el freno hasta el fondo cerrando por un microsegundo uno de sus ojos para luego abrirlos como platos, los cuales solo contemplaron el asfalto despejado.

-algo…. ¡¿Alguien?! — se dijo preocupada, jurando haber visto una silueta. Rápidamente se bajó de la patrulla, no había nadie, ni siquiera otros autos a esas horas de la noche, miró en todas direcciones, miró debajo de su vehículo, sea lo que fuese ya no estaba ahí.

La morena aun perpleja volvió a subir a su auto cerrando la puerta y dando un pesado suspiro.

-Quizá solo fue un largo día. —se convenció a sí misma, pero el comentario de aquel anciano rondaba en su cabeza como una puta cinta rayada.

Llegando a su apartamento ubicado en lo alto de uno de los edificios ilustres de Piltover, podía ver las luces de la hermosa ciudad sin que ningún otro edificio le obstaculizara. Dejo su característico sombrero y puso el agua a hervir, quizá un buen té le ayudaría a calmar sus pensamientos.

Poniéndose ya cómoda, aseada y con otras vestimentas, pudo sentirse en casa, pero mientras agregaba el agua hirviente en su tazón notó algo un tanto peculiar.

Una planta de menta que la sheriff usaba regularmente para sus infusiones, reposaba en una esquina de la cocina, tal como ella la había dejado antes de comenzar el día, ahora se encontraba completamente seca, marchita, como si el tiempo hubiese transcurrido indiscriminadamente para la pobre.

-¿Que demonios? –

La mujer se acercó para analizarla, pero al tocarla, supo inmediatamente que no había remedio, hasta ayer estaba en perfectas condiciones, ¿qué estaba pasando?

Sin darle más vueltas al asunto, terminó de tomar su bebida mientras veía las ultimas noticias del día, era un tanto extraño verse a sí misma en la televisión, pero quizá solo estaba buscando alguna otra pista, algo en la escena que no haya visto antes, algo que acallara su pensar. Pero nada ocurrió. Sintiéndose más cansada, se dejó caer en su cama intentando pensar en lo que había avanzado ese día, pero era imposible… por más que sintiese un avance algo frenaba su descanso.

-tsk. – chasqueó la lengua sintiéndose un tanto frustrada y molesta.

-a pesar de que hoy pudo haber sido un gran día. —dijo antes de caer en los brazos de Morfeo.