Esto....Hola? Uff, a ver como empiezo...Bien, soy Grosella y he decidido publicar por primera vez un fic escrito por mí. Me ha costado mucho escribirlo (y eso que sólo es el prólogo y que es el capítulo más corto de todo el fic), pero bueno, parece que ya está listo para ver la luz. Bueno, es obvio que este fic va sobre la genial serie Axis Powers Hetalia; sin embargo, en el prólogo no aparece aún ningún personaje de la serie, sino dos personajes originales mios (lo digo para que no empieceis a preocuparos si no los reconoceis; no, no estais perdiendo la memoria U^.^''). Los países no aparecerán hasta el primer epísodio, y sólo saldrán unos cuantos por capítulo (ya lo entendereis, de momento quiero que aún sea un misterio). También debería decir que este fic tendrá contenido yaoi, así que si no lo soportas, agradecería que simplemente salieras del fic y no me insultarás vía review ^_^ . Las parejas que van aparecer son:

-AlemaniaXItalia Veneciano

-EspañaXItalia Romano

-UKXUS

-RusiaXChina

-GreciaXJapón

-FranciaXCanada

-LituaniaXPolonia

-AustriaXHungría (única pareja hetero de momento)

Si alguién quiere que añada alguna pareja más, que me lo diga y me lo pensaré. Estoy totalmente abierta a cualquier tipo de propuesta.

Y sin más dilación, arreglamos los aspectos legales y damos paso al fic ^____^ .

Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, yo sólo los utilizo para narrar una historia sin ánimo de lucro.

Prólogo: Una tarde primaveral y un sueño realista.

Miró por la ventana y vio el cielo liso, limpio y de un intenso color azul celeste. No había nubes, sólo estaba el sol brillando y un par de pájaros revolotean alrededor de los manzanos en flor. La hierba brillaba y la suave brisa mecía algunos capullos a punto de florecer. La primavera anunciaba poco a poco su llegada de una manera pacífica y hermosa.

La niña se apartó de la ventana y buscó a su hermana mayor por la casa. La encontró en el salón, sentada en el sofá y enfrascada en su estudio. Estaba tan concentrada que no oyó a la más pequeña llegar, así que ésta, para no molestar, se sentó enfrente de ella y le limitó a mirarla mientras estudiaba.

Así pasaron treinta minutos, hasta que la mayor levantó los ojos cansada y reparó por fin en la presencia de la otra.

-Hola, cariño. ¿Llevas mucho tiempo ahí? -le dijo sonriendo, con esos dientes tan perfectos con los que había nacido.

-No mucho -respondió la menor. Cabe decir que el concepto que tenía de lo que era mucho tiempo era un poco... diferente del habitual; además, nunca consideraba que las esperas fueran tiempo perdido.

La mayor se arrinconó un poco y la invitó a sentarse a su lado, cosa que la niña aceptó con una sonrisa tímida. Le encantaba estar cerca de su hermana mayor; sin embargo, siempre tenía la sensación de que la molestaba, a pesar de que la otra siempre insistía en que eso no era así. Tras sentarse encogió las piernas sobre sí misma e se inclinó sobre el cuerpo de la mayor: eso le hacía sentirse segura. La mayor, por su parte, sonrió y se dedicó a acariciar los largos y bellos cabellos blancos que la menor poseía y que ahora se desparramaban por doquier.

-Perdona que últimamente esté tan ocupada. Tengo que estudiar mucho, ya sabes. El instituto es muy difícil, pero te prometo que cuando todo esto termine nos iremos de excursión al bosque y estaremos en la naturaleza una semana.

La niña giró sus ojos hacía la adolescente y curvó sus labios.

-No me importa que no estés conmigo tanto tiempo como antes. Entiendo que te tengas que labrar un futuro y no hace falta que te disculpes por eso. Algún día también a mí me tocará pasar por ese aro.

-Pero a ti te falta aún mucho tiempo para ir al instituto.

-¡Estoy en sexto de primaria! Empiezo este mismo septiembre.

-Pero en primero de ESO apenas hay que estudiar. Todavía te queda mucha vida fácil y mucha niñez por delante. Sin embargo, yo...

La mayor desvió la mirada, pero la otra se había percatado de cómo se ensombrecían sus ojos y de cómo su sonrisa desaparecía. Sabía que a la mayor no le gustaba hablar del futuro, porque eso implicaba que se tendrían que separar al tener que irse a la gran ciudad más cercana como mínimo para estudiar una carrera. Y a pesar de que la pequeña lo comprendía perfectamente, eso no evitaba que la mayor se siguiera sintiendo culpable de que la fuera a dejar sola, incluso sabiendo que no sería realmente así.

Decidida a cambiar radicalmente de tema para aflojar la repentina tensión del ambiente, la niña se puso a pensar y recordó el paisaje que hace rato había observado por la ventana y la paz que había sentido, lo que le causó una duda que se dispuso a disipar.

-Hermanita, si la naturaleza normalmente está en paz, ¿por qué las personas entran tanto en guerra?

La pregunta tomó totalmente desprevenida a la mayor, que miró a la pequeña con asombro y curiosidad.

-¿A qué viene esa pregunta?

-Bueno -dijo la menor mientras se enderezaba y estiraba las piernas hasta sentarse de manera normal-, es que hace un rato he estado mirando hace un rato por la ventana y lo he visto todo en paz: el viento, los árboles, la hierba, los animales. Y me he preguntado que, si nosotros somos parte de esa naturaleza porque somos animales, ¿por qué no compartimos esa paz?

La mayor puso cara pensativa y se rascó la cabeza.

-Esto...veras, no siempre la naturaleza está en paz. Muchas veces ocurren inundaciones, terremotos,...

-Tienen su explicación gran parte de las veces.

-...los animales también se pelean...

-Responden a necesidades fisiológicas como alimentarse, reproducirse,...

La mayor frunció el ceño.

-¿Quieres que te responda o no?

-Lo siento -dijo la menor avergonzada.

-No pasa nada -le respondió la mayor con el ceño relajado-. Como te decía, la naturaleza no siempre está en paz, aunque esté justificado, y tampoco las personas siempre están en guerra.

-Eso ya lo sé, pero el hecho es que siempre hay una guerra en alguna parte del mundo. Además, todos los días hay crímenes, todos los días algunas personas hacen sufrir a otras. ¿Por qué ocurre eso, si no tiene razón de ser?

La mayor calló y pensó.

-No lo sé -dijo al cabo de un rato-. Posiblemente tenga su razón en cuestiones de la personalidad y esos temas, pero no lo sé a ciencia cierta. La psicología no es algo que me apasione.

-Lo dice quién quiere pasarse toda su vida entre personas y sus problemas –dijo la niña con una expresión divertida.

-Lo que yo quiero es arreglar los malentendidos, defender la verdad y luchar por la justicia, pero lo que piensa cada persona y por qué lo piensa…me importa poco.

La niña borró su sonrisa, apartó los ojos de su hermana y miró al infinito.

-¿Por qué habrá tanto odio en el mundo? -dijo de manera reflexiva, más para sí misma que para otra persona.

-Porque también hay mucho amor.

La pequeña dirigió sus ojos de nuevo hacía su hermana.

-¿Cómo sabes eso?

-Lo he visto muchas veces. Sólo hay que salir a la calle, mirar alrededor y comprobar que mucha gente tiene muestras de amor con aquellos que le rodean casi sin ser consciente de ello. Además, aunque tú no lo recuerdes, nosotras también vivimos en una época rodeadas de amor…

La niña asintió, pero seguía teniendo preguntas en su mente.

-¿Y entonces por qué el amor no ha parado ninguna de esas grandes guerras que han existido durante la historia y que siguen existiendo ahora?

-En realidad, las guerras tienen poco que ver con los sentimientos, salvo algunas excepciones. En general, las guerras ser producen por motivos menos...espirituales, por decirlo de alguna manera: lo que se busca en una guerra es aprovechar los recursos del otro país, obligarlo a forma parte del país atacante,...

La menor volvió a mirar al infinito.

-Entonces, ¿en la guerra los sentimientos no tienen ningún papel?

-Casi ninguno -respondió la mayor- Sólo es una disputa entre jefes de Estado para ver quién tiene la razón. Como una pelea de niños de parvulitos, pero a lo grande. Los soldados pocas veces siquiera conocen a sus enemigos y por qué razón entran en guerra.

La peliblanca volvió a recostarse en el hombro de la adolescente.

-¿Tú crees que en realidad los países son tan fríos unos con otros?

-No lo creo -dijo la mayor mientras negaba con la cabeza -. Los países son todos hermanos, nacieron de la misma Pangea, no pueden llevarse mal. Es más, estoy segura que sí los países fueran personas, serían todos amigos.

La menor se quedó pensativa largo rato y luego dijo:

-Si los países son hermanos y consideramos que sus habitantes son en cierta manera sus hijos...estamos diciendo que en el fondo toda la humanidad es una gran familia, ¿no?

-Algo así.

La niña calló entonces y no volvió a hablar en bastante tiempo. Cuando lo hizo, cambió a un tema más trivial.

La adolescente estaba acostumbrada a los "ataques de curiosidad" de su hermana pequeña, como los solía llamar, y realmente no se planteó que esa conversación aquel día fuera a tener una trascendencia mayor que otras charlas anteriores de ese tipo. Sin embargo, aquel día sí que cambió algo de la mente de la pequeña: su manera de ver el mundo. A partir de ese momento, la pequeña empezó a ver a la humanidad como niños perdidos e ignorantes que no se daban cuenta que en realidad todos eran una familia y que no tenía sentido que se produjeran tantas cosas horribles entre parientes, y pensó que si no se lo entendían por sí mismos, ella debía ser quién los despertará de su autoengaño. Creía firmemente que ella podía cambiar a la gente, enseñarles la verdad...

Al crecer la realidad la golpeó: la gente no era tan fácil de convencer. La mayoría eran cabezotas que creían firmemente que lo que hacían, que las costumbres que tenían, era lo correcto, aunque a veces fueran costumbres egoístas, discriminatorias, racistas, dañinas para los otros en definitiva. La que fuera aquella niña curiosa de pelo blanco ya no era tan inocente como al principio, pero tenía esperanza y creía en aquello en aquella conclusión que había llegado tras reflexionar mucho a partir de aquella supuesta conversación sin importancia: la naturaleza del hombre no era aquello, sino que sólo eran máscaras que ocultaban los verdaderos sentimientos de los hombres, los cuales tenían miedo a mostrar. ¿Por qué? Aún no lo tenía claro, pero lo descubriría y demostraría a todos que tenía razón. Con tal de hacer este sueño realidad se esforzó mucho, estudió, se sacó el título de Bachiller y entró en la carrera que ella creía que más la ayudaría a llegar a su meta: Psicología. Sí, se hizo psicóloga y al terminar la carrera, sabiendo que su propósito era un proyecto a gran escala, decidió empezar desde abajo alquilando un pequeño despacho en un edificio de oficinas de poca monta y montó un consultorio privado para empezar a tratar los pequeños problemas de la gente corriente. Pero, cual grande fue su sorpresa, cuando vio que su primer paciente no era precisamente una "persona corriente"...


Y hasta aquí el prólogo!! Os ha gustado?? Muy corto?? Muy aburrido?? Debería dejarle esto a alguién con más estilo?? Decidme lo que pensais a través de los reviews, aunque sea para decir que es una mierda. Todo review será bien recibido.

Bueno, la historia en sí empieza en el siguiente capítulo. Quién creeis que será el primer paciente? Y qué problema tendrá? Hagan sus apuestas!!!!