Disclaimer: Los personajes de la serie Glee le pertenecen a sus respectivos creadores. Nada es mío, solo este humilde relato.
A/N: Un pequeño fic Seblaine dedicado a todas las fans de habla hispana de esta pareja. Constará de pocos capítulos, pero les aseguro que valdrá la pena. Es mi primer slash oficial (hombre/hombre), aún así no me ha supuesto un esfuerzo mayor que con cualquier otro fan fic de mi autoría. Espero una cálida bienvenida por parte de ustedes, el fandom.
Won't Get Fooled Again
Capítulo 1: "Te quiero… lejos de mí"
—Lo siento, pero no puedo tener nada contigo—dijo el muchacho de rulos, su rostro reflejaba frialdad.
—Está bien, lo entiendo. Y me disculpo, sé que pedirte eso por chat de forma repentina resultó totalmente inapropiado. Sabes, realmente estaba bromeando no tenía intención de llevar a cabo tal cosa. —respondió usando palabras con las que su presa podría sentirse familiarizada. Estaba dispuesto a ir más lento si era necesario para conseguir lo que quería.
El más bajo dio un paso hacia atrás, no se creía para nada lo que le decía el otro. Ni por un segundo. Por alguna razón, sabía que Sebastian iba a seguir insistiendo.
—Totalmente inapropiado—reforzó la aseveración del otro.
—Yo creo que tus padres deberían estar contentos de tener un hijo como tú. Correcto, inteligente y adorable. —agregó eso último con la intención de desestabilizar a Blaine, quien se sonrojó un poco pero no cambió de postura. Iba a mantenerse rígido y no le iba a dar oportunidad a nada. Ni la más mísera chance.
—Bueno, si me disculpas debo irme. Adiós—fingió una sonrisa y comenzó a caminar sin mirar hacia atrás.
No le dio tiempo a Sebastian de reaccionar, después de todo, el chico alto no estaba acostumbrado al rechazo. Quedó ahí parado en el medio de la plaza como un idiota.
No sabía por qué (quizás por la inexperiencia de la juventud), pero pensaba que el chico iba a ser fácil de conquistar, y resultó todo lo contrario. Además, Blaine tenía algo especial. Un no sé qué con una mezcla de pureza e inocencia que le atraía. Era un chico dulce y estaba educado con buenos valores que le inculcaron de pequeño, nunca haría nada incorrecto. Ahora, estaba decidido, su nuevo y primer objetivo era conseguir un beso del chico tímido. Sea como sea.
Por su parte Blaine no entendía por qué un tipo de ese estilo se estaba fijando en él. Veía a Sebastian como un idiota, pervertido e inmaduro, pero a su vez le sorprendía y le halagaba que tenga interés por él, aunque sabía que eso no significaba nada bueno. Seguramente nada más quería jugar con él un rato. Ja, no tiene idea con quién se está metiendo. Blaine no es de esos chicos tontos que se dejan enredar ni de esos que se deslumbran por tres estúpidos halagos.
Aún no podía creer que su primer contacto con Sebastian había sido por Facebook, hablaron por unos días y una de las primeras cosas que le insinuó fue... No lo bloqueó, prefirió dejarlo hablando solo para que se diera cuenta de su error, esperando no cruzárselo nunca por la calle. Evidentemente, aquello no dio resultado porque casualmente lo había encontrado en la plaza y el muchacho alto tuvo el descaro de acercársele… pero increíblemente le terminó pidiendo disculpas.
Demonios.
La imagen mental de todo lo que Sebastian podría haber llegado a hacer con esos tipos lo volvía loco. Definitivamente no se le iba a acercar. Lo peor es que el mismo Sebastian le había contado algunos de esos escalofriantes detalles ¿y aún se pregunta por qué lo rechazaba?
Está más que claro que no es su estilo de chico. El de rulos buscaba a alguien como él, un muchacho tranquilo, proveniente de una buena familia… Por Dios, no sabía casi nada de Smythe. Solo que parecía coquetear con medio mundo. Si es que una mitad son mujeres, y la otra mitad son hombres. No iba a negar que fuera ¿lindo? Si es que esa es la palabra indicada, pero haberlo visto personalmente no cambió las cosas… o así esperaba que fuera.
Blaine estaba en su segundo año de universidad. Estudiaba para ser profesor de música, ya que la música era su pasión y enseñarle a otro aquello debía ser fabuloso, transmitir tus conocimientos a otra persona, ayudarlo a crecer y mucho más.
Pero no solo era eso, en la universidad se había hecho amigo de Marshall, quien era su compañero de cuarto. Un muchacho alto y desgarbado. Cabello color castaño y sonrisa encantadora. Al igual que Blaine, era tranquilo y dulce. Quizás por eso se llevaban tan bien y hacían los trabajos juntos. Para ser profesor de música uno debe elegir un instrumento, su especialidad. La especialidad de Marshall era el piano y la de Blaine, la guitarra. A veces hacían duetos juntos, eran inseparables. En definitiva, había sido una amistad a primera vista.
El más bajo llevaba su guitarra a todos lados, le gustaba que los demás sonrieran cuando escuchaban su música y Marshall siempre estaba ahí, apoyándolo. Se imaginaba estar en otro mundo cuando las cuerdas de su guitarra sonaban en una armoniosa melodía. Algo que probablemente el tal Smythe nunca iba a entender. Incluyendo la amistad y el esfuerzo que uno debe hacer para conseguir lo que quiere. Blaine solía tocar solito con su alma en algunos bares para ganar unos dólares, en cambio Sebastian había abandonado sus estudios universitarios, y sus padres (que eran muy adinerados) lo mantenían. Iba de fiesta en fiesta y solo quería divertirse… pero lo más importante: se sentía vacío, incompleto. Inconcientemente tenía la imperiosa necesidad de llenar ese vacío con alguien. Y había encontrado la persona perfecta, su polo opuesto. La persona que por primera vez le dijo "no".
