Advertencia: todos los personajes como las situaciones son propiedad intelectual de George R.R. Martin.
Mi vida sin ti
El sol arrancaba destellos de obsidiana a su cabello de noche cerrada mientras avanzaba por las cálidas arenas, de regreso a su hogar. A su lado la comitiva proseguía el camino, grabando en la tierra áspera sus pasos lentos, cenizas del mismo color que el oro que decoraba los astros del cofre que contenía sus restos.
Recordaba sus últimas palabras, cómo sus pupilas reían, descaradas, la danza de Lanza del Sol, su último baile, el entrechocar de las estocadas. Jamás lo podría olvidar, lo tenía marcado a fuego, un tatuaje que ni el tiempo ni la soledad lograrían desdibujar. Y las lágrimas bañaban sus ojos oscuros mientras acariciaba al féretro de aquel quien le había entregado su vida, su felicidad.
Ya no despertaría a su lado, sonriendo, apasionado, lleno de orgullo. No volvería a seducirla con sus manos sobre su piel, deslizándolas hasta el olvido, hasta perderlas bajo su cuerpo, enredadas en su cabello. No habría más besos robados, dulces como el veneno, pasión dormida que con su simple roce despertaban, delirantes, asfixiantes, ni palabras ronroneadas en su oído que la hacían reír. Oberyn había muerto y las campanas resonaban por ello.
