¡No existe ser más perfecto y admirable que Shion de Aries!…

O al menos, eso es lo que Mu piensa.

Pero no todos comparten esa opinión.

¡Mi maestro es el mejor!

Lo que Mu no sabe es que, al estar sobre su nube, ha dejado muchas cosas de lado… cosas importantes que debería tomar en cuenta, como el hecho de que Shion también tiene ciertas necesidades como el hombre que es…

En una sola noche, el teatrito puede caérsela encima a cualquiera y Mu con todo y admiración, tendrá que abrir muy bien los ojos y caer de picada al suelo para darse cuenta de lo que sucede en realidad.

¿Estará listo para enfrentar lo que venga?

La línea ahí está, el cruzarla o no sólo depende de él….

Claro que… nunca puede faltar el impaciente que quiera ayudar con un empujoncito… ¿O no, Shion?

¡Mi maestro nunca haría tal cosa!

Si, como no.

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Capítulo I

El Rapto.

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Lo había estado evitando por semanas poniendo miles de pretextos, unos más tontos que otros, demostrando claramente que el inventar excusas no se le daba:

"Por el momento no puedo acudir, lo lamento infinitamente, tengo que reparar algunas armaduras. Ya saben como son los caballeros, tan exigentes"…

¿Armaduras? Ninguno de ellos las utilizaba ya. Habían optado por vestirse con ropas mucho más de acuerdo a la época en la que vivían, algunos con más gusto por la moda que otros, sino que le preguntasen a Afrodita.

"¿Era hoy?, creí que era ayer…aunque ayer tampoco podía… ni hoy… ni mañana, ni…"

Ni nunca.

"Oh, no… acabo de recordar que tengo que viajar a un lugar muy, muy lejano… tan lejano que he olvidado su nombre, pero seguro lo recordaré en el camino, no hay de qué preocuparse, ¡Nos vemos!"

Si con lejano se refería a dar vueltas dentro de su propio templo….

"¡Me he dejado la comida en la estufa!"

¡En la estufa, por Athena*! Había tenido que conseguirse una para que sonase convincente. Ni siquiera sabía cómo utilizarla pero ahí estaba, ocupando lugar en el templo de Aries. Ya todos sus compañeros parecían haberse acoplado a la nueva vida que llevaban, incluyendo el saber utilizar la tecnología de ese tiempo. Algunos ya hasta sabían cómo pasar el tiempo frente a una computadora o incluso conducir un auto.

¡¿Y él no sabía cómo encender una maldita estufa?! ¡¿Por qué tenía que ser tan anticuado?!

Ah, pero ese no era el punto…

Su situación distaba mucho del saber o no utilizar los utensilios de su flamante cocina, o del hecho de que su guardarropa siguiera conformado por sus harapientas prendas de siempre. ¿A quién podría importarle eso cuando se tenía problemas mucho más importantes en que pensar y de los cuales hacerse cargo?

Y es que en esa noche nada hubiera pasado si se hubiera quedado muy tranquilito en su templo, mirando las estrellas cómodamente sentado en los escalones y rememorando la lista de víveres que debía de comprar en la mañana al bajar al pueblo.

¡Ah, pero no, todo tenía que salir mal, todo le tenía que pasar a Mu de Aries!

De repente Milo ya estaba frente a él, sonriéndole como si tratara de ocultar sus negras intenciones tras ese gesto amistoso. Mu ya sabía más o menos que era lo que pretendía y le respondió que no, dejándole con la palabra en la boca tan pronto se puso de pie.

La cosa era que, de un tiempo para otro, la libertad de vivir como personas normales – regalo de su amable diosa – se la tomaban muy en serio. Así que cada que podían, aquellos que formaron parte de la orden de caballeros de Athena se reunían a celebrar la buena vida. En un principio habían sido dos fiestas al año, pequeñas reuniones amenas, nada fuera de lo normal.

Pero desde que Saori había dejado el santuario para vivir su propia vida… las cosas cambiaron.

Cada mes, cada semana, cada que podían levantarse de la cruda del día anterior, ese era un buen momento para celebrar. Mu no podía creer la cantidad de licor que se manejaba, ¿Quién patrocinaba todas aquellas orgías? Por qué vaya que eso eran.

El sólo recordar la de su cumpleaños le daba escalofríos. Si bien, no había estado presente, lo que se encontró después fue suficiente para no aceptar ninguna invitación, prefiriendo mejor quedarse encerrado pero sano y salvo y sin ser partícipe de toda esa locura.

Tal vez la mayoría disfrutase de ello y no se sentía con el derecho de juzgarles, después de todo habían sido tantos años de guerras y conflictos que les habían privado de muchas cosas, que ahora que tenían la oportunidad pues que mejor que disfrutarlas. Pero como Mu parecía estar fuera de ese mundo en particular, ahí era donde entraba Milo para ofrecerle su gran ayuda.

Milo era tan terco que no aceptaba un no por respuesta. Entonces Mu agradecía el conservar aún algunas de sus técnicas – que le ayudaban a salir de paso en situaciones de peligro como ésas – y se teletransportaba a otro lugar. No quería ser grosero con él, pero su insistencia lo hacía necesario. Mu no entendía porque su amigo tenía que ser tan obstinado, ni que fuera el único que se negara a sus juergas. Shaka, por ejemplo, le había comentado que la última vez que asistió había sido hace 6 meses, y no parecía ser molestado por eso. O Camus, que cuando decía no, era no.

Pero esta vez, Milo había traído consigo a la caballería. No le extrañó ver a Aioria pero ¿Camus?, eso sí que fue una sorpresa. Entre los tres trataban de convencerle, hablándole de lo bien que se lo pasarían, de que no había nada que temer y de los miles y maravillosos beneficios de pasar una noche en compañía de ellos…

En realidad sólo eran Milo y Aioria los que hablaban pues al parecer, Camus tampoco se veía muy entusiasmado. Después se enteraría que sólo había aceptado para que dejasen de lapidar de una vez por todas la ventana de su habitación y que le pagarán los cristales que habían roto en su afán de convencerlo. Y qué bueno que a Mu no lo habían encontrado dormido, porque si no su recién restaurada ventana habría corrido con la misma suerte.

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- Vamos, ¿Ya te olvidaste que día es hoy? – Preguntó un animado Aioria.

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¿A quién le importaba?, seguro era uno más de sus inventos para dar rienda suelta a sus exagerados vicios.

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- Muchachos... – habló Mu con su habitual serenidad, tratando de sonar lo más educado posible – …entiendo que esa sea su forma de divertirse y… de pasar un buen rato en compañía de nuestros camaradas…pero, como ya les he dicho en anteriores ocasiones, prefiero

- ¿Escuché "Despedida de otoño"? – le cortó Milo, con una mano en la oreja e ignorando por completo el discurso del ariano.

- Yo no he dicho…

- ¡Ding, ding, ding, ding! ¡Tenemos un ganador! – el escorpión hacía como si tuviera un micrófono en la mano, hablando a gritos, y apuntando con la otra a Aioria – ¡Ahora mi bella asistente le dirá lo que se ha ganado!

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Desde la columna en la que se encontraba apoyado, Camus rodó los ojos, fastidiado por el comportamiento tan infantil de esos dos.

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- ¡Por supuesto que si mi querido Milo! – respondió la improvisada edecán guiñándole un ojo a Mu que no supo en qué momento le habían hecho partícipe de sus tonterías – nuestro concursante ha ganado nada más y nada menos que… – hizo una pausa de suspenso mientras Milo tocaba un tambor imaginario – …¡Un viaje todo incluido a la conmemorativa celebración por la última noche otoñal! ¡Felicidades!

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Sin perder oportunidad se colgaron de los brazos de un sorprendido Mu, llevándoselo casi a rastras.

¿Despedida del otoño? ¿Noche otoñal?, ya no tenían nada que inventar.

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- ¡E-esperen! – Protestó tratando de zafarse del agarre de esos dos locos – ¿Mi maestro sabe de esto? – perfecto, eso solucionaría todo. Si Shion, quien seguía siendo una figura de autoridad en el santuario, no estaba de acuerdo, sus compañeros tendrían que desistir – opino que deberíamos preguntarle primero…

- ¿Qué dices? – Aioria le miró divertido – pero si fue uno de los que organizó todo – el gesto de incredulidad en el rostro de Mu era digno de un retrato – aunque eso sí, nos dijo que tenía que ser en un lugar apartado de los templos.

- ¿Mi… maestro? – aquello no podía ser cierto ¿Estaban hablando en serio?

- ¡Sí! – un emocionado Milo se colgó de los hombros de Mu – hasta nos propuso que se hiciera en el coliseo, ¿Que buena idea, eh? ¡Viva el Patriarca! – alzó el puño al cielo.

- ¡Pues que viva! ¡Qué viva! – coreó Aioria.

- ¡Ah! – Recordó de pronto Milo – también nos dio esto – de entre sus ropas sacó un pedazo de papel y de un manotazo se lo pegó en la frente al ariano – listo, ahora si ¡Vámonos!

- ¿Pero qué es esto? – Replicó Mu, viendo con sospecha el papel y jalándolo con los dedos – No se quita…

- Fue algo que nos dio en caso de que te volvieras un pesado y no quisieras venir por las buenas… es una clase de sello o algo así, dijo que mientras lo tengas no podrías realizar tu pequeño acto de escapismo.

- Aún puedo correr… – se defendió.

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Oh, no, no, no, no, no. ¿El Patriarca? ¿Su maestro? ¿Él les había dado...

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- Nop, tampoco.

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No hubo tiempo para explicaciones, los pies de Mu comenzaron a moverse por sí solos bajando por los escalones y llevándolo hacia rumbo desconocido. Milo y Aioria pronto le dieron alcance, seguidos por un impasible Camus.

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- ¿Por qué... me estoy moviendo? – Preguntó Mu levemente irritado – quiero saber que está pasando aquí.

- Pues… – Leo se rascó una mejilla, indeciso – …verás Mu…

- Aioria, por favor – pidió el ariano que de a poco comenzaba a perder la paciencia.

- Sólo queríamos que te divirtieras un poco… – se encogió de hombros, pateando perezosamente una piedra que había en su camino – No es bueno que siempre te la pases solo entre tantos recuerdos – se sinceró, refiriéndose a las armaduras destrozadas que habían en el taller de Aries, muchas de las cuales aún conservaban rastros de la crueles guerras del pasado – Una vez al mes que salgas de tu rutina no le va hacer daño a nadie.

- ¿Así que estoy siendo secuestrado por mi bien? – ironizó, mirándoles a los ojos sin que ninguno le respondiera.

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Mu suspiró.

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- Esto es demasiado – se quejó, llevándose una mano a la frente, apartándola de inmediato en cuanto toco el sello.

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Fin del Capítulo I

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Y ahora, algunas notas finales (Que he reciclado y vuelto a poner :P ) :

Por Athena* Yep, tendría que ser Atenea... pero la nostalgia al recordar el doblaje latino fue más fuerte que yo. Cómo no recordar"No hay que llorar por la leche derramada"de Hyoga, o"Shiryu malvado, quemaste mi mano" de Death Mask... oh si, bellos recuerdos de mi infancia...

En fin...

¡Antiguos espíritus del mal, transformen a esta autora decadente en Mummra... digo, en Youji, el inmortal! :)

Oh, cielos. Pues... aquí estoy.

Este historia... demonios. Fue el segundo de cuando comencé a escribir fics D:

Comencé escribiendo cosas un tanto serias (o algo así) pero esta historia en particular es muy diferente XD. Es muy, muy necia... muy, muy necia. Tiene cosas muy absurdas, sin embargo, me da un poco de nostalgia :P

Lo he ido modificando con el tiempo y me gustaría compartirlo aquí también ¿Porque no?

Pues bien, aquí van unas cuantas advertencias (Que ni lo son... o quizá si, quien sabe... ¿Debería haberlas puesto al principio?):

He de decir que Saint Seiya y sus personajes pertenecen a su respectivo autor y todo eso :P, yo sólo los tomé un rato para divertirme y denigrarlos un poco.

Temática Shonen - ai (al menos al principio, porque después... nah... o quizá si :P... o no.)

AU con un intento de humor. Las personalidades de los personajes pueden estar un poco salidas, pero bueno, que se le va hacer XP. La pérdida de la dignidad de los personajes y el aburrimiento también pueden ser efectos secundarios por leer este fic baboso.

Shion x Mu

(Raro ¿No?, el fic es todavía más rarito)

Gracias por leer.

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¡Actualización 05/05/15! :

Bueno, he vuelto a subir este fic porque... bueno... por una tontería mía desapareció de la página :V

Pero ya está, espero ya haberlo arreglado.

Subiré todos los capítulos de una vez hasta donde me quedé, es decir, hasta el cap 12.

Disculpen las molestias.

Las respuestas de sus anteriores reviews aparecerán como estaban.

¡Gracias por seguir leyendo y sus comentarios! :D