Hola!
Se que debería estar actualizando en vez de subir algo nuevo pero no me pude resistir…
Asi que regreso con estos dos y la tabla viciosa de musa hetaliana para esparcir mas PrUK por el mundo. (Eso y que hay muy poco de ellos en fanfiction)
Por un mundo con mas PrUK! Yeah!
Hetalia y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Himaruya-sama bla bla bla... Sólo los uso con fines de diversión bla bla bla... (Pero algún día serán míos muajaja) Mientras tanto ya saben. Y por supuesto tampoco me pertenecen las tablas de musa hetaliana créditos a su respectivo autor (si lee esto que sepa que no le estoy robando nada)
*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*
Vicio #1: Gastar dinero en cosas lindas.
Gilbert no era una persona débil. Por supuesto que no. Eso sería poco awesome para su maravillosa persona. Él era un soldado hecho y derecho, una magnifica máquina de pelea. Además de uno de los más grandiosos, por no decir el mejor, imperio que hubiese existido jamás. Sin embargo, hasta los más poderosos tienen sus debilidades. Y por supuesto que Prussia no era la excepción…
Cualquiera que viera al albino pegado a la pantalla de su computadora, babeando mientras veía unos hermosos peluches en una página de compras por internet se daría cuenta de ello. Y es que, ¿quién se podría resistir a comprar esas cosas tan adorables y lindas? Nadie definitivamente, mucho menos él. Todas esas cosas eran tan maravillosas como su persona y por lo tanto merecían pertenecerle. Así que el hecho de gastarse todo su dinero (también el de Inglaterra, porque obviamente el rubio no tenía nada mejor que hacer con él), tener su habitación llena con todas las cosas lindas del mundo y a un furioso ingles tratando de tirar la puerta, eran cosas irrelevantes. Lo único que le importaba ahora era ganar ese preciado, extremadamente raro (por no decir caro), una verdadera obra de arte, la octava maravilla del mundo hecha en felpa: un hermosísimo pollito de peluche que había encontrado en subasta.
—Fucking bastard. Abre la maldita puerta de una maldita vez… —gritaba un colérico británico del otro lado de la puerta, pateándola para poder entrar, sin éxito alguno— Devuélveme mis tarjetas de crédito, no te atrevas a gastar mi dinero... Déjame entrar Gilbert o tiraré la puerta…
—Nein —respondió el albino rogando que la subasta terminara antes de que el inglés pudiese interrumpirlo y perder su preciado peluche. Solo faltaban cinco minutos para que se completara la transacción.
—Te juro que tirare todos tus peluches a la basura… —siguió diciendo el ojiesmeralda al otro lado de la habitación.
Cuatro minutos
—Ya verás cuando entre, les prenderé fuego a todos si gastas un euro más de mi dinero…
Tres minutos
—Si abres ahora te prometo que no les hare nada…
Dos minutos
—¡TE MATARÉ SI TE GASTASTE TODO MI DINERO! —chilló un histérico inglés pateando la puerta con todas sus fuerzas.
Un minuto
Los golpes en la puerta cesaron, lo que al albino se le hizo un poco extraño. Pero al menos eso le daría el tiempo que necesitaba. Lo que no se esperaba es que de pronto la puerta se abriese lentamente, dejando ver la figura de un muy, MUY furioso rubio.
—Eres hombre muerto, Gilbert —dijo amenazadoramente Arthur acercándose hacia donde estaba — ¿Acaso creías que una estúpida puerta podría detenerme? —sonrió con suficiencia, mostrándole el pequeño pasador que había utilizado para forzarla — Así que es mejor que detengas esa tontería ahora mismo…
—No puedes obligarme —se negó el albino abrazando su computadora— No te lo permitiré…
—Entonces tendré que hacerlo yo mismo —concluyó abalanzándose sobre él, tratando de apagar la computadora.
Los dos forcejearon durante algunos segundos hasta que un mensaje en la pantalla llamo su atención:
¡Felicitaciones, es usted el ganador de la subasta! Su oferta de 10,000 euros es la ganadora. Procederemos a validar su tarjeta para completar la transacción.
— ¡Lo logre! —gritó de felicidad el albino— Ese peluche por fin es mío, claro que solo podía ser de alguien tan awesome como yo kesesese…
—¡Diez mil fucking euros! ¿Acaso estás loco? — le reclamo el inglés sacudiéndolo por el cuello de la camisa— ¿Cómo demonios pudiste gastar una cantidad así de mi dinero? Bloddy Hell!
—No tienes por qué ponerte así, Arthur —le sonrió el prusiano tratando de zafarse de sus agarre— Solo fueron unos pocos euros y ya verás que te encantará…
—Eres el mayor idiota del mundo…
—Y yo también te amo, liebe —lo abrazo el albino para evitar que lo siguiera golpeando, provocándole un fuerte sonrojo al rubio.
—Idiot… realmente no entiendo tu debilidad por esas cosas…
— ¿Sabes…? —susurró Gilbert en su oído, causándole un escalofrió al más bajo— Hay algo que no podría comprar ni con todo el dinero del mundo. Y esa es mi debilidad más grande… ¿Sabes por qué? Porque mi mayor debilidad tiene nombre y apellido: Arthur Kirkland
