Hey,baby!

Llovía sobre Londres. Llovía lenta y pesadamente. Era uno de esos días que hacen que hasta el espíritu más alegre se sienta un tanto desesperanzado. Pero hoy no era ese día para Ginny porque era su segundo mes sin periodo. Así que sí, llovía. Llovía sobre Londres. Llovía lenta y pesadamente. Llovía sobre Londres el día que Ginny supo que iba a dar a luz al hijo de Harry. El nieto de Lily, Molly, James y Arthur. Su primer hijo. Un bebé. Suyo y de Harry.

La gente asocia la lluvia a la tristeza y la nostalgia, pero no es así para Ginny. Llovía el día que recibió su carta para Hogwarts. Llovía el día que Harry le pidió que se casara con él. Llovía el día de su boda. Y por encima de todo llovía este día. Su primer impulso había sido correr a contárselo a Harry que estaba en una misión para el Ministerio, pero hacerlo vía lechuza o por la chimenea le parecía demasiado frío para esa clase de noticia, así que esperaría a que volviese. Y eso estaba bien. Durante tres días sería su secreto, no es que no quisiese contárselo, es que le hacía ilusión que fuera un secreto un tiempo, eso lo convertía en algo especial y casi mágico. Pero no magia en el sentido de varitas, calderos y todo lo demás. No. Mágico en el sentido muggle de la palabra, magia como una mezcla de intimidad y felicidad. Magia como término para explicar algo cuando no encuentras las palabras para hacerlo.

Siempre había oído hablar a su madre de la maternidad como algo que nadie que no haya tenido un niño puede verdaderamente llegar a entender. La sensación de protección. De amor absoluto. Siempre pensó que el sentimiento maternal que describía su madre era un tanto exagerado, pero ahora empezaba a dudarlo. No había nacido y ya lo amaba, porque era suyo y de Harry. Alguien que dependería totalmente de ella y al que amar incondicionalmente. Además, en cierto sentido, era un regalo para Harry por la familia que nunca tuvo y que siempre anheló. Aquel iba a ser el niño más mimado de todo el mundo mágico. Ginny sonrió. Sí, sería su secreto un tiempo. Y luego el mundo sabría lo feliz que era Ginny Potter. Después de todo llovía y eso para Ginny sólo puede significar buenas noticias.