Me gustan mucho estos pequeños fics. Transmiten mucho en pocas palabras. Voy a intentar hacerlos, aunque admito que tienen mucha dificultad para mí. Este fic no tendrá fin cercano planeado, las viñetas no tendrán relación entre sí, y todas, de una u otra forma, trataran sobre Bellatrix.

Contestando a la viñeta propuesta por Joanne Distte en los Story Weavers

Empiezo con una que trata una de mis parejas favoritas. Bellatrix-Narcisa, requisito imprescindible que al menos se mencione algo de sexo, aunque no sea específico.

Se lo dedico a Silence-Messiah, por hacer la mejor Cissy que he visto nunca, y por hacer uno de los mejores fics que he leído nunca. "Infierno" es uno de esos que no puedes dejar de leer, aunque te lo sepas de memoria.

¡Espero que os gusten! Voy a improvisar un poquito ;-)

Joanne Distte

SAÑA

VIÑETA I: CONSUELO

El hombre desdichado busca un consuelo en la amalgama de su pena con la pena del otro. (Milan Kundera).

Bellatrix la mira, la roza, la recorre con sus dedos y sus manos. Se ha aprendido el delicado cuerpo de ella de memoria, pero aún le cuesta encontrar semejanzas. Narcisa es tan rubia, tan pálida... su piel es como el marfil, por eso la acaricia con tanta suavidad, aunque a ella le excite más esa agresividad de la que su hermana carece. Aún así, disfruta haciéndole el amor con delicadeza. Tiene miedo a romperla.

Arqueando la espalda, echando la cabeza hacia atrás cuando Narcisa besa su sexo, a Bellatrix se le ocurre que hay una razón por la que se ha acercado a ella. La belleza de los Black también está en su mente. En esta ocasión, es ahí donde comparten un destino similar, insatisfactorio de cierta manera. Tal vez por eso se busquen a menudo.

Ambas están sometidas. Bellatrix, gobernada por ese amor temerario e irracional, platónico y obsesivo, que le hace entregar su vida a un ser inhumano. Narcisa, obediente y sumisa; la mujer perfecta, pero que no sabe vivir sin un señor que se imponga a ella.

Y es triste, pero no lo saben y por eso no rechazan su vida, porque en el fondo se sienten orgullosas de ver hasta donde han llegado.

El consuelo a ese invisible y acallado sentimiento de rebelión de su subconsciente siempre pueden encontrarlo en los brazos de la otra.