¡LAS INSTANTÁNEAS DE FURUBA!
Aló lectores de fruits basket, aquí estoy de nuevo con un nuevo fic, espero que lo disfruten, es corto como siempre.
Pero sigue, y sigue, y sigue, y sigue…
Todo comenzó con una misteriosa llamada que Hatori, el médico de la familia Sohma, recibiera a eso de las 3 de la madrugada. Algo irritado, contestó el teléfono, y grande fue su espanto al escuchar algo que le hizo ver que la maldición aún no había terminado.
Rápidamente se dirigió a una de las casas "de afuera", donde varios familiares no solo estuvieran pálidos de la sorpresa, sino que esperaban con ansias al médico para tomar una decisión.
-¿En donde está? –preguntó tan pronto arribó a la casa y escuchó los gritos de histeria que diera su "paciente".
-Hace poco le pusimos a salvo, pero ella insiste en matarlo –mencionó preocupada una de las parteras- inclusive se quitó la aguja de suero para clavársela al pobrecito.
La escena en el cuarto era más que traumática –dos enfermeras y un hombre joven sostenían a una chica que, por sus gestos y las expresiones de desprecio que dirigiera a su producto, no se hallaba muy feliz.
Hatori suspiró de forma pesada, y sacando de su estuche un calmante, se acercó a la joven histérica para sedarla y calmar un poco su estado. Luego se dirigió a la joven que sostenía al nuevo zodiaco en sus brazos, que pocos segundos antes hubiera regresado a la normalidad.
-No puede ser…
Al día siguiente, Shigure, por petición de Hatori, se dirigió a su consultorio. Le resultaba extraño ya que por lo general era él quien visitaba a su primo, pero el que le haya pedido su presencia significaba que algo no marchaba muy bien.
-Me alegra que hayas venido Shigure.
-Ajá –dijo mientras encendía un cigarro- ¿en qué te puedo servir?
-Parece ser –dijo terminando un último cigarro- que la maldición aún se aferra a la familia.
El escritor se soltó a carcajadas.
-Por favor, todos sabemos que nada más tu y yo quedamos, y en cualquier momento seremos libre –continuó fumando nervioso su cigarro- ¿de donde sacas esas locas cuestiones?
El médico abrió una nueva cajetilla, y jugueteando con un cigarro, le describió la situación. Doce minutos y tres cigarros bastaron para que ambos se envolvieran en un silencio reflexivo.
-¿Lo sabe ya Akito?
-No le he dicho ni una palabra. Pero ten por seguro que tarde o temprano se dará cuenta, y no quiero estar presente cuando eso pase.
-¿y donde está el nene?
Hatori se dirigió a una de las enfermeras que se hallaba afuera y le pidió traer al bebé. A los pocos instantes lo trajeron.
-Veamos, cabello café rojizo, ojitos grises, no me dice mucho. ¿Es el nuevo gato?
-Shigure, no seas imbécil. Es el gallo.
De nueva cuenta se produjo un incómodo silencio. Shigure conocía un poco más a Akito, y sabía que ella iba a requerir que el gallo le fuera presentado de inmediato.
-¿Y qué esperamos? Me gustaría ver que cara pone cuando lo vea, apuesto que hasta va a llorar de la felicidad.
El médico movió de forma negativa la cabeza. Indudablemente, se decía, su primo seguía siendo un niño.
Tras deliberar la situación, decidieron llevarle la criaturita a Akito, quien, por una de las enfermeras que estuviera presente, ya se hallaba enterada de la presencia del bebé.
-Akito –dijo Hatori tan pronto entró con el bebé en brazos- tenemos que…
-Dame a ese bebé. No me importa de quien sea o quien se resista. QUIERO a ese bebé.
Hatori le entregó el bebé, absolutamente temeroso de lo que pudiera llegar a hacer.
Pero para la sorpresa de todos los presentes, Akito comenzó a mecer al bebé y a hacerle cariñitos mientras le hablaba como una madre primeriza.
-¡HAY, QUE BONITO! ¿VERDAD QUE ERES BONITO? ¿QUIÉN ES MI FAVORITO? BEBÉ POR SUPUESTO, BEBÉ n.n ¡QUE LINDO!
O.O/ -Hatori y Shigure se quedaron sin palabras, y Akito se percató de que había hecho el ridículo frente a ellos.
-Y ustedes, ¿qué esperan? ¿Qué les dé un beso de despedida?
Hatori jamás volvió a ver a Akito de la misma manera.
FIN de la instantánea uno.
