Aclaración: Nada de esto me pertenece, los personajes y la historia en sí, son todos de JK Rowling.
Notas de autor: Universo totalmente alterno, con futuras menciones de negligencia y abuso físico. James Potter y Sirius Black vivos, Lily muerta. Remus Lupin vivo, Tonks muerta, Teddy también vivo. Básicamente se trata de un: ¿Qué hubiese pasado sí? Sí Lily y James se hubiesen separado aun siendo jóvenes, sí ella hubiese descubierto poco después que estaba embarazada y sabiendo de la profecía, hubiese decidido mantener la existencia de Harry como un secreto a James. Harry entonces hubiese crecido creyendo que era sólo Evans, hasta que James regresa, muchos años después y descubre que ha vivido en una mentira toda su vida. Pues bien, este es el resultado:
Capitulo uno.
James no lo cree aún, tiene que ser imposible, se dice, una gran broma cruel de aquellas que te hacen reír a carcajadas pero que se sienten como un golpe en el estómago y estas feliz de que terminen. Porque James Potter sólo quiere que termine, le duele todo: el corazón, los recuerdos, las extremidades, la vida.
Se fue hace mucho tiempo, sabe eso, dejó el mundo mágico de Londres atrás y corrió con el corazón herido hacia el nuevo continente, buscaba un escape, necesitaba curarse y para ello tenía que alejarse de todo lo que dolía: la antigua casa de sus padres, el árbol de manzanos que se secó y jamás volvió a renacer, Hogwarts con sus pasillos y sus historias, la luna llena que observaba con melancolía desde su ventana y más aún, la cabellera pelirroja que tanto le volvía loco.
Quiso irse en parte porque no podía más, en parte porque se había rendido. Del Gryffindor osado y fuerte que no se dejaba vencer por nada había quedado poco y para cuando había llegado a los veinte, no había querido luchar más, lo había hecho toda su vida, estaba harto.
Así que lo hizo, no se arrepintió al momento, tampoco lo hizo después del primer mes, pero al medio año pensó el volver… lo detuvo el pánico, no quería observar que todo estaba distinto y decidió quedarse. Volvió a pensar en regresar al año y medio, hizo sus maletas y trató de armarse de valor, pero entonces no pudo.
Y se sintió frustrado, abrumado, estúpido. Olvidó por un momento todo lo que era y patético pateó la maleta más cercana, que se abrió con un estrepito haciendo que sus pertenencias se regaran por el piso de madera; por un momento observó el desastre, por un momento se sintió fuera de sí y se preguntó quién diablos era, porque del James Potter de la escuela ya no quedaba mucho, no podía fingir que tenía suficiente valor para regresar, no podía hacerlo.
Así que recogió sus cosas, acomodándolas con cierta parsimonia y canceló el viaje. La idea de regresar se presentó otras tantas veces, a veces tan fuerte que le quemaba la sangre, otras volátil que deliraba todos sus sentidos.
Pero siempre ilusorias, jamás hizo nada más que armar maletas.
Sin embargo, llega un punto en la historia en el que te sientes diferente, en el que despiertas con cierto nudo en la garganta y te observas al espejo, has cambiado, te has vuelto viejo y te preguntas, ¿cómo estará ella?
Eso fue lo que le paso a James. El James que ahora sostiene una copa de champagne con su mano derecha y observa aún con lágrimas en los ojos a Sirius, quien hace lo propio para emborracharse.
E inevitablemente (porque es necesario que así suceda) recuerda aquel día, hace poco más de diez años, cuando aún era volátil, cuando aún pudo cambiar la historia:
Hacía un calor del demonio, tanto así que James había terminado por quitarse la camisa mientras paseaba de esquina a esquina con la mirada llena de recelo y los músculos tensos… era la cuarta vez… ¡la cuarta vez en la semana que terminaba peleando con Lily!
Lo que no se diferenciaba mucho de la semana pasado o de la anterior a esa, porque últimamente él y Lily peleaban a cada segundo, la mayoría de las veces por cosas sin importancia. Era un círculo vicioso que le estaba matando lentamente.
Aun la amaba, sí, la amaba tanto como el primer día, ella lo hechizaba, lo acorralaba, lo angustiaba, jugaba con él, lo mantenía tan al borde del abismo que a veces sentía que el aire le faltaba con tan solo mirarla.
Estaba pues, totalmente enamorado; pero era joven, muy joven y volátil al igual que ella. Ambos se habían casado con la idea de ser felices toda la vida, con la idea de tener una familia y despertar a un lado del otro cada mañana, pero no contaron con que tendrían que luchar en una guerra, con su carácter tan poco maleable, con sus mañas y sus celos.
Se buscaban con la misma necesidad con la que se repelían, se besaban con la misma intensidad con la que se gritaban y hacían el amor con la furia y la dulzura que a veces se mezclaba en las miradas.
Pelea tras pelea, días tras días, hora tras hora; James estaba más seguro que no había mujer más perfecta que Lily, pero que ella además de ser un ángel, también era su demonio. No sabía si aquello era el paraíso, o con qué frecuencia se convertía en el mismísimo infierno; pero estaba seguro que cada paso que daba lo llevaba a un camino menos placentero.
Y así como ocurren las grandes cosas, el pensamiento le llegó de la nada junto con las últimas palabras que Lily le escupió antes de encerrarse en su cuarto.
—¡Por mí puedes irte al demonio, James Potter!
No era la primera vez que Lily le gritaba aquello, ni siquiera dolía tanto como las primeras veces, pero de esa manera pudo darse cuenta de lo indiferente que se estaba volviendo a las necedades de Lily, de su pelirroja. Y sin ser consiente, porque aquellas no se piensan, corrió por las escaleras y llegó justo frente a la puerta que daba al dormitorio del matrimonio.
Tocó, dos veces, la primera con fuerza, la segunda apenas haciendo ruido. Como era de esperar, no recibió respuesta, pero tampoco se rindió, llamó a Lily con voz dulce pero fuerte, ella no contestó.
Lo hizo tres veces más, alternando su bonito nombre con frases llenas de amor, necesitaba verla y esperanzando esperaba que ella le permitiera el acceso. Por suerte, Lily que ya había tenido suficiente como para pensar las cosas, abrió la puerta levemente cuando el silencio la invadió y observó con cierta curiosidad (y las mejillas ruborizadas) a su esposo, quien sin camisa le pareció mucho más apuesto.
—¿Puedo entrar, Lily-flor?—ella se estremeció ante el apodo, James no la llamaba así desde Hogwarts, y le dejó pasar evitando mirarle, después cruzó los brazos y dejó que el aire expandiera sus pulmones. James caminó un poco por la habitación, moviéndose hasta la ventana y regresando después a la cama, al final decidió que lo mejor sería estar frente a Lily, que no se había movido del centro de la habitación.
La observó así, con la cara llena de pecas e inocencia pero con el cuerpo de mujer que tanto le gustaba y tragó en seco porque lo que le iba a preguntar sería doloroso. Pensó un momento en lo que iba a decir, al final optó por tantear el terreno.
—¿Lils?—ella levantó levemente los ojos para conectar su mirada verde con la avellana de su esposo—. Te amo.
La fuerza de aquella declaración inundo el ambiente de cierto aire melancólico que se volvió más pesado mientras los segundos pasaban y James se hundía más en el bulevar de los sueños rotos, normalmente en ese punto, Lily se acercaba a él, acariciaba su barbilla y le decía lo mucho que también lo amaba.
Eso ahora parecía lejano, como si fuese otra realidad; porque la mujer que tenía frente a sí no respondió de manera recíproca y como si fuese alguna suerte de mal augurio, Lily dio un paso atrás.
—¿Te pasa algo?
—No me pasa nada, estoy cansada—susurró con cierta tristeza en la voz, James se estremeció. Tenía dos opciones, fingir que aquello no había dolido y dejar de ella tuviese tiempo a solas o continuar y ver cómo terminaría aquello. La respuesta salió de su boca antes de pensarla mucho.
—Lo siento por eso, sé que peleamos mucho últimamente, pero no quiero que pienses que te he dejado de querer ni un poquito—Lily volvió a estremecerse.
—A veces… a veces ya no sé si nos queremos igual, a veces pienso que ya nos queremos menos—aquello dolió como el inferno, quemó en su alma y sintió que se atragantaba, sin embargo, lo sintió tan real que no fue capaz de contradecirla.
—Yo… no sé, Lily.
—Éramos muy jóvenes cuando nos casamos y teníamos muchos sueños, ¿Cuántos de ellos has cumplido, James?
—Muy pocos, debo serte sincero—Lily respiró con fuerza.
—¿Eres feliz a mí lado?
—Por supuesto—dijo al instante—, aunque lo creas imposible, aún sigo pensando que los mejores momentos de mi vida han sido a tu lado. ¿Qué hay de ti?
—Lo mismo puedo decir—susurró la pelirroja, ciertamente incomoda—, eres todo lo que pensaba, pero también mucho de lo que no tenía previsto, a veces detesto tus formas y a veces me vuelven loca tus defectos.
—Lo siento, Lily.
—No quiero que lo sientas, no tienes más culpa que yo—James que hasta el momento se había sentido tan mal mentalmente, suspiró con fuerza.
—Podemos… podemos intentar no pelear.
—Ya lo hemos hecho, sabes que no funciona, nada funciona—aquella respuesta hizo enojar al azabache.
—¿A qué te refieres con eso? ¿Piensas acaso que esto ya no tiene futuro?—escupió molesto, ella le lanzó una mirada cargada de reproche.
—Yo nunca dije eso, pero si sostengo que no podemos dejar de reñirnos, es parte de lo que somos.
—¿Parte de lo somos? Perdóname, pero no pienso que sea bueno—ambos comenzaban a enfadarse y aquello se sentía muy diferente a otras veces, podían vaticinar lo diferente que todo terminaría, y daba miedo, pero no estaban dispuestos a detenerse.
—Por favor, James; ese eres tú, el famoso arrogante que buscaba pelearse a cada paso, no me vengas ahora con que eres diferente—James soltó una gruñido.
—Odio que me reproches lo que fui en la escuela, siempre lo haces y resultas odiosa, ya no soy así, ¿no puedes simplemente olvidarlo?
—No, no puedo. En aquella época eras tan idiota, tan poco juicioso… y heriste a muchas personas, no me pidas que te trate como si hubieses sido una persona llena de virtudes, porque no lo fuiste.
— ¡Sé que no fui la mejor persona! Pero cambié Lily, a veces eso sucede, tal vez deberías probarlo y dejar de fingir que eres la perfección el persona—la pelirroja descruzó los brazos y le apunto con el dedo índice.
—¿Me llamaste inmadura? Estas tan equivocado, ¿de verdad piensas que me creo perfecta? ¡No es mi culpa nada de lo que tenga que ver con tu pasado!
—¡Sin embargo, me lo recalcas a cada segundo!
—¡No es como si mintiera!
—¡No, no lo haces! Pero pensé, de verdad lo hice, que cuando aceptaste salir conmigo era porque me habías perdonado por todo—ella respiró con fuerza.
—No soy un ser omnipotente que debe perdonar a todo aquel que pise la tierra, yo también me equivoco—dijo más calmada, James sin embargo, sintió aquello como una buena bofetada.
—Eso es justamente lo que odio, Lily, tu juiciosa moralidad que a veces está tan llena de doble sentido—ella dio un paso atrás, claramente lastimada.
—¿Cómo has dicho?—cuestionó sin recibir respuesta y lastimada le dio la espalda—. Estoy harta, James—su voz sonó tan llena de cruel verdad que James también dio un paso atrás, consternado.
—¿Qué?
—No quiero continuar peleando, no aquí y no ahora. Tal vez sería mejor que sólo salieras y ambos nos tranquilicemos un poco.
James se mantuvo inerte, podía asentir y salir, podía hacerlo y resultaría tan fácil que ni siquiera debería pensarlo mucho, pero de hacerlo, significaba que en unos días volverían a pelear, porque así era siempre. Ambos se alejaban, se tranquilizaban, volvían a verse sin ser capaces de gritarse, se pedían perdón y dejaban todo al olvido hasta la próxima pelea, que siempre llegaba con su inminente dolor.
—No quiero—Lily se dio la vuelta para observarlo, sorprendida—. No me voy porque estoy harto de escapar, quiero que seas sincera conmigo, ¿puedes visualizar un futuro conmigo, un futuro más lejano que la semana que viene?
Lily tardó en contestar, demasiado sorprendía como para decir nada, al final bajó la vista y James no necesitó más respuesta que esa.
La respuesta era un No rotundo y aquello quemó por dentro.
—Lo siento.
—No lo sientas, yo también estoy cansado—Lily asintió.
—Es sólo que peleamos tanto, James. Que a veces ya no lo siento extraño, se ha vuelto parte de la rutina y estoy aterrada que nos acostumbremos a estar así.
James le dio la razón con un movimiento de cabeza.
—¿Qué quieres hacer entonces, Lily?—ella se mordió ligeramente el labio y cambio el peso del cuerpo de un pie al otro.
—Aún te amo.
—A veces no resulta ser suficiente—se sorprendió diciéndole a su esposa, en cuestión de segundos había madurado.
—Ya lo sé, aunque me gustaría. ¿Qué quieres hacer tú?
—No lo sé, Lily.
Ambos compartieron un silencio absorbente y doloroso.
—Tal vez… tal vez…—murmuró ella con un hilo de voz—, tal vez deberíamos estar solos por un tiempo.
James esperaba aquella respuesta, pero aun así dolió mucho y no pudo evitar buscar fallas en aquella oración.
—¿Te refieres a separarnos?—Lily asintió con un suspiro.
—No digo que sea para siempre, somos aún muy jóvenes y sé con total seguridad que jamás me enamoraría de alguien más como lo estoy de ti.
—Podría suceder cualquier cosa, Lily, si ambos decidimos hacerlo—ella asintió.
—Lo sé y no voy a pedirte condiciones ni a ponerte fechas. Puedes irte el tiempo que pienses que sea necesario, aún seguiremos casados; y tal vez en algún momento cuando ambos hayamos curado todas las heridas que no hemos infringido, podamos volver a hablar.
Él no pudo evitar estremecerse, era lo mejor, sí, pero aun así no podía evitar temer por las implicaciones.
—Somos ya adultos James, y sabemos que es la mejor opción, estoy cansada y también lo estás tú.
Pasaron poco más de cinco minutos antes de que el azabache se acercara con cierta lentitud hacia el ropero y lo abriera sacando algunas prendas que aventó, sin importarle que se arrugaran, sobre la cama, después se movió por la habitación tomando algunas cosas, y al final se acercó al closet para tomar un valija en donde comenzó a meter todo, sin importarle el orden o el arreglo; Lily no se movió de su lugar, como una sombra perdida en los recuerdos y James poco a poco sintió cómo se desvanecía.
Hacía pocos minutos aún podía tocarla y sentirla, ahora la notaba extraña, como imposible.
—Prométeme que… que te vas a cuidar—susurró cuando cerró la maleta, no hacía mucho ambos habían tenido su tercer encuentro con Voldemort y temía dejarla sola.
—No te preocupes, pienso tomarme unas vacaciones de todo—susurró con voz estrangulada, él se sintió igual.
—También quiero que me prometas que me hablaras si cualquier cosa cambia, que lo harás si me necesitas y que no dudaras en usar el dinero de nuestra cámara en Gringonts, que es tan tuyo como mío—Lily medio asintió antes de darse la vuelta dándole la espalda, no quería que viera las primeras lágrimas, porque entonces se arrepentiría y eso no podía ya ser.
—Está bien, James.
El aludido asintió.
—No sé a donde vaya, pero te dejaré la dirección apenas sepa—ella asintió de nuevo.
—No quiero que me busques si no te sientes preparado, no vengas si te arrepientes, no vengas si extrañas las riñas.
Ahora fue James el que asintió.
—Está bien.
—No importa qué pase.
—Sí.
—Entonces, bien… adiós.
Aquella fue la despedida más dolorosa, nada de promesas, nada de cariño, pero James la acepto sin saber qué más decir o hacer, y se dio la vuelta saliendo de la habitación, no cerró la puerta, conjuró con su varita su escoba y armándose de valor, desapareció de su casa.
En el cuarto Lily se sentó en la cama y dejo que las primeras lagrimas abandonaran sus ojos.
*"""*
Se despierta cuando alguien le zarandea con fuerza, pero le duele la cabeza y además, como durmió con lentes, siente una parte de la cara hinchada; así que no se despabila en seguida, el proceso tarda y concluye cuando el olor a café inunda sus fosas nasales. Entonces sí, no puede evitarlo, abre los ojos lagañosos y acepta la tasa que le ofrecen sin ninguna cautela.
—No sabía si aún te gustaba amargo—La voz de Remus le llega de alguna parte cuando prueba el café, de hecho es muy amargo, como le sigue gustando, así que sólo asiente.
Cuando termina de tomar, busca a su amigo y lo encuentra sentado en una silla que seguramente conjuró, le está observando a buena distancia, pero luce cansado; tiene ojeras debajo de los ojos y el cabello canoso despeinado.
Probablemente Teddy no lo ha dejado descansar en la noche, y como Remus no hace tanto perdió a su esposa, puede que aún no se recupere del todo.
—Gracias—susurra cuando puede encontrar su voz, el hombre lobo sólo asiente con los labios apretados en una fina línea, y James siente el vacío. Cuando se fue jamás pensó que no sólo volvería para encontrar aquel horrible futuro, sino también para descubrir que Remus había cambiado, que había vivido una guerra y ya no les necesitaba como antes, la amistad había erosionado.
—No hay nada que agradecer—aclara—, pero deberías tratar de no tomar más, ya no somos jóvenes.
—¿Y Sirius?—cuestiona, tratando claramente de cambiar de tema.
—Salió hace media hora, hasta donde sé, está volando en su motocicleta—aquello hace que algo se remueva dentro de James, la motocicleta así como la capa de invisibilidad, que ahora descansa en su habitación, pertenecieron a alguien más por mucho tiempo, y antes de ser consiente, la pregunta abandona sus labios.
—¿Dónde está él?
—¿Te refieres a Harry?—el aludido hace todo por no estremecerse, pero asiente bajando la vista.
—No sé, James.
—¿No quieres decirme?
—No, te diría si supiera. Pero Harry es bastante independiente y confío en su juicio, si él necesita tiempo a solas yo no puedo quitárselo—el azabache termina por asentir, el tono filoso que utilizó su amigo le ha hecho retroceder.
—En eso se parece a… a ella—dice sin embargo, tal vez apurado porque la conversación no termine y Remus se quede un poco más con él.
—Harry tiene mucho de ella, sí—James ahora si se estremece, aquello es tan terrible que lo siente ajeno, como si no se tratara de su familia, una familia que jamás conoció.
Las palabras entonces se atoran en su garganta y con la mirada llena de arrepentimiento, observa por la ventana el cielo raso, es un día perfecto para salir y conocer, pero no puede hacerlo. Tiene miedo de que todo sea peor de lo que ya es.
Así que sin ser consiente, observa a Remus. A cambiado igual que él lo hizo, el problema es que está cansado de fingir que las cosas no se han alterado.
—Siento que tengo la culpa de todo, siento que soy un completo imbécil—susurra levemente compungido, e imagina que de haber aparecido en la casa de Remus hace ya tanto años, las cosas hubiesen sido totalmente diferentes.
*""""*
Sirius había estado dormido a pierna suelta durante las últimas horas, estaba cansado por las misiones de la orden y la vida gamberra que aun quería seguir teniendo y que normalmente sucedía en el bajo mundo muggle; así que la llegada de James no causo mayor impacto que un simple gruñido por su parte.
Su amigo sin embargo, no se rindió, caminó sin ser consciente de su propio cuerpo y llegó hasta donde Sirius descansaba, entonces sin ningún reparo le zarandeo con tal fuerza que el aludido terminó por levantarse con los ojos bien abiertos y la varita fuertemente apretada en la mano, sólo para encontrar que el enemigo era James Potter, quien irónicamente resultaba ser su mejor amigo.
Sirius entonces estuvo dispuesto a gritarle que se fuera, que tenía sueño y no estaba para escuchar sus quejas; pero captó en seguida la mirada de James, tan penetrante y vacía que no pudo evitar estremecerse, y lo supo, algo andaba jodidamente mal.
—Ella y yo decidimos darnos un tiempo—aquello sorprendió tanto a su amigo, que terminó por levantarse y observar petrificado a James.
—¿Hablas jodidamente en serio? Tú y Lily… ella y tú…
—Sí—suspiró cuando se dio cuenta que su amigo no sabía cómo continuar y lleno de incertidumbre y de dolor que aun trataba de controlar se dejó caer sobre el sillón antes ocupado por Sirius para cubrir con ambas manos su cara y sin ser consiente, las primeras lagrimas abandonaron sus ojos, se sentía traicionado por sí mismo, como si estuviese fallando a sus principios, como si estuviese cometiendo el peor de su vida.
Sirius se removió incomodo sobre su lugar, era cierto que él no se había enamorado jamás de nadie hasta el punto en donde sabía que su amigo amaba a su aún esposa, pero podía sentir su dolor y sin ser capaz de decir algo gracioso para aligerar el ambiente, se dejó caer a su lado sólo para darse cuenta que había empezado a llorar, entonces fue cuando le paso un brazo por la espalda.
Ninguno habló por lo que parecieron horas, simplemente se quedaron uno junto al otro, como siempre había sido; Sirius había perdido todo rastro de sueño, ahora solo podía pensar en estar para su amigo, su mejor amigo; quien fue el primero en separarse de la cómoda posición y levantándose estiró levemente los músculos sólo para darse cuenta que aún no traía camisa, poco le importo, murmuró un accio y la maleta se abrió para dar paso a una arrugada playera muggle, que terminó poniéndose sin ningún apuro, cuando la acción fue completada, observó de nuevo a Sirius, quien no se había movido de su posición.
—¿Qué voy a hacer ahora?
La pregunta flotó sobre ellos por unos segundos.
—No sé, te diría que volvieras con Lily, pero es evidente que ambos necesitan aclarar su obstinada mente… ¿quieres hablar sobre lo que pasó?
—Nada que no saliese de la rutina, la mañana empezó bien hasta que el reproche comenzó, entonces peleamos como siempre y ella se terminó encerrando en la habitación después de gritarme que me fuera al demonio—no pudo evitar estremecerse en aquella parte—, y yo me volví loco unos segundos, hasta que pude pensar todo y me di cuenta que el que Lily me gritara esas cosas ya no me dolía de la misma manera. Como puedes imaginar, después de eso todo fue cuesta abajo, tratamos de hablar sólo para terminar peleando, de nuevo. Y entonces ambos nos dijimos cosas reales que nos lastimaron y mutuamente estuvimos de acuerdo en darnos un tiempo.
Aquello lo dijo con tanta prisa, que las palabras se atoraron unas con otras, pero Sirius pudo entenderlo todo y seriamente sorprendido, se rascó la mejilla.
—Vaya, lo siento.
—Gracias, pero no es culpa tuya—susurró, antes de observar su alrededor, el departamento de Sirius no era nada pequeño, estaba ubicado en un lugar lujoso y sus grandes ventanales tenían como vista el Londres muggles que tanto le gustaba a Lily; sin embargo, él no pudo evitar extrañar su casa, la casa que con tantas ilusiones había decorado Lily.
—Puedes quedarte aquí conmigo todo el tiempo que quieras—James tragó en seco antes de estremecerse.
—No sé qué voy a hacer ahora.
—Pensar las cosas, a veces eso ayuda.
—Pero, ¿Qué tal si ella no quiere verme de nuevo?—Sirius se estremeció ante aquella perspectiva.
—Lily te quiere mucho, a pesar de las peleas, de los momentos agrios, me consta que te quiere—susurró sin saber qué más decir, James no pudo evitar estremecerse.
¿Te imaginas un futuro conmigo?
Tenía miedo, mucho miedo, estaba herido, el alma dolía y la soledad comenzaba a tragarlo vivo.
—No puedo soportar la idea de estar aquí, Sirius, lo siento mucho.
Era cierto, pensar que estaba tan cerca de Lily le ponía mal, saber que el Londres muggle era parte del mundo de la pelirroja le sonaba amargo, no podía soportarlo.
—¿Lo dices en serio? Lily jamás viene aquí.
—No se trata de si viene o no, no puedo estar aquí por el simple hecho de que cada noche voy a pensar en regresar, estoy demasiado cerca y… tú no la viste Sirius, ella necesita tiempo, incluso más que yo. No puedo permitirme ser egoísta.
Sirius no lo dijo, pero secretamente se sintió orgulloso de su amigo, quien aún al borde del colapso, ponía por delante los sentimientos de su esposa y por eso se levantó.
—¿Hasta dónde estás dispuesto a irte?—James se mordió el labio.
—No lo sé, lejos…
—¿Cuánto?
—Merlín, Sirius; no… ni siquiera sé si sea capaz de soportar un día, yo…
Respiró con fuerza y apretó los ojos y los puños, aquello era doloroso. Black sin embargo, decidió tomar las riendas de la situación, era evidente que su amigo no estaba para hacerlo.
Tal vez de haber llamado a Remus, la solución hubiese sido otra, él siempre podía ver más allá de lo que aparentaban, él nunca perdía la cabeza y con un poco de esfuerzo, podría haberse dado cuenta que James no podía irse, porque si eso sucedía, le costaría mucho hallar el valor para regresar.
Sirius por otra parte, impulsivo como siempre había sido, caminó hacia su habitación y con magia las cosas de más valor comenzaron a viajar a una maleta, James que se había quedado plantado en la sala, se acercó despacio a su amigo.
—¿Qué haces?—cuestionó nervioso, como respuesta recibió una mirada llena de apoyo.
—Me voy contigo, es evidente que no puedes solo.
—Pero, ¿a dónde?—al preguntar eso, James se sintió estúpido, pero no dio marcha atrás. Hasta el momento había pasado por todo tipo de emociones, estaba harto de fingir que se encontraba bien.
—Tan lejos como tú quieres, pero no hay que poner límites y…
Sirius no terminó de decir nada, la maleta se había cerrado en ese momento y él se había acercado para tomarla, después caminó hasta pasar por un lado de James y llegar a la sala, el azabache lo alcanzó minutos después sólo para observar que su amigo escribía algo con prisas.
—Se trata de Remus—gruño con cierto recelo, no hacía mucho tiempo Sirius había tenido algunas ideas acerca del posible traidor y ya que Lupin era un hombre lobo, por pura lógica había entrado a la lista de sospechosos, aunque James simplemente lo encontraba ridículo—. Sé que en cualquier momento vendrá a buscarme, no nos hemos visto en semanas, pero sé que al final se rendirá y se acercara.
—¿Qué le vas a decir?—Sirius se alzó distraídamente de hombros, mientras dejaba la pluma a un lado y se acercaba de nuevo a su maleta.
—Sólo que nos fuimos… me refiero a ti y a mí.
—Él es un gran amigo de Lily—Sirius asintió, probablemente Remus, que también se había dado cuenta de la tensión entre la pareja, intuiría porqué James también se había ido y acudiría en ayuda a Lily.
Sirius aún no confiaba plenamente en el hombre, tenía sus razones. Pero de algo estaba seguro: Remus no le haría daño a Lily, era una de las pocas personas a las que siempre había mostrado su apoyo y estaba seguro que la protegería, incluso si él fuera el traidor.
Así que no lo dudo más, tomó algunas de sus pertenencias y miniaturizó su escoba y también la de James, las guardó entonces en su chaqueta y se encaminó hacia la puerta con maleta en mano, James que todavía no se recuperaba de su pronta separación, pasó una mano por su cara antes de correr con maleta en mano detrás de él.
Abandonaron el departamento minutos después y caminaron por la ciudad muggle mezclándose con la gente.
—¿A dónde vamos?—se apresuró a cuestionar James, quien seguía el paso rápido de su amigo sin problema.
—Siempre he querido viajar en tren muggle, tal vez deberíamos empezar por allí y ver hasta donde llegamos.
Contestó al fin sin saber que su viaje sin límites de extensión los conduciría hasta la otra parte del mundo, a un país aún más frio que el suyo: Canadá.
*""""*
James se siente viejo, por primera vez los años le pesan y la melancolía de la decepción le llena, siente que ha desperdiciado su vida, que no ha hecho nada bien, que todos los años ya vividos carecen de importancia.
Remus se fue dos horas atrás y James volvió a quedarse solo; ahora está sentado en la terraza, fuma un cigarrillo y de vez en cuando observa el cielo, a la espera de vislumbrar la moto de su amigo.
Sin embargo, a él no es al primero que ve. Observa sorprendido que alguien se aparece a unos metros de él y cuando puede darse cuenta de quién es, el aire abandona sus pulmones. Lo ha visto pocas veces, ninguna mejor que la otra.
Por eso mientras el visitante camina hacia él, James bebe cada uno de sus rasgos. Sí, se parece tanto a él, como si fuesen dos gotas de agua, tienen el mismo rebelde cabello y una forma de caminar muy parecida, sin embargo, mientras más se acerca James puede ver las diferencias.
Y una de las más importantes son los ojos verdes, repletos de misterio, de vida. Son los de ella y aquello no hace sino más que acrecentar la angustia, en un constante recordatorio de que es tan hijo suyo como de Lily.
Cuando Harry llega hasta él, lo observa con ojos críticos y el aludido, de repente avergonzado, apaga el cigarro en el cenicero y le regala una sonrisa temblorosa que no es correspondida, en los ojos de Harry quema el odio.
—¿Qué significa esto?—susurra aventando una hoja simple de papel a James, quien la toma curioso antes de reconocerla. Es un documento expedido por el ministerio en donde se reconoce la paternidad de James a Harry, quien pasa de ser Evans a Potter y que ahora también pasa a ser responsabilidad de su padre, ahora su tutor legal.
James está tentado a decir que nada fuera de lo común, que Harry es su hijo y que él está dispuesto a asumir un papel que hasta entonces no sabía que tenía, pero su joven hijo, quien acaba de cumplir dieciséis no lo deja a hablar.
—Pensé que había quedado claro que no quiero nada de ti, James. No tu capa, no tu dinero y aún más importante… no tu nombre.
—Es inútil luchar contra lo que somos.
—¡Pero si yo no lucho contra nada! No soy un Potter, no tengo padre—aquello duele más de lo que pudo haber imaginado, quema en el alma, pero Harry no se detiene—. Mamá fue la que murió por mí, ella y sólo ella. Siempre he sido Evans y estoy orgulloso de serlo.
—Sí, sé que fue Lily la que estuvo aquí para ti. Pero debes entender que no fue culpa mía, ella jamás me dijo que estaba embarazada, que esperaba un hijo mío.
—¿Y eso es culpa de ella? Hasta donde tengo entendido, tú juras que la amas más que a tu propia vida, y sin embargo, te conformaste con la única carta que ella te envió.
—No me reproches eso, no lo entiendes.
—No, no lo hago. Pero tampoco me conoces tú, James.
Aquella declaración es tan real que James no puede evitar encogerse sobre sí mismo. Sin embargo, no demuestra lo mucho le duele la declaración.
—Pero quiero hacerlo, eres mi hijo…—susurra y cuando ve que Harry está a punto de negarlo, levanta una mano y serio observa aquello ojos verdes—. Nunca… ¿nunca quisiste conocer a tu padre?
Por un momento Harry no contesta, está sorprendido y se permite bajar sus defensas un poco.
—Antes… —susurra con un hilo de voz, James se acerca un poco, Harry no se aparta y la esperanza crece—, antes si quería, cuando ere pequeño—continua para después encajar la fuerza de su mirada en James—. Me temo que ya es demasiado tarde.
Dicho aquello, se da la vuelta y camina hacia la mansión, no sabe a dónde ir, pero está seguro que no quiere estar cerca de su supuesto padre. Quiere volver el tiempo atrás, hasta el momento en donde le llegó la carta del ministerio, y destruirla sin siquiera leerla.
Porque entonces él no tendría que haber ido junto a Remus hasta el ministerio sólo para ser informado de las buenas nuevas, él ahora es legalmente el heredero de la casa Potter y junto a la noticia que le dan en una copia de pergamino, le entregan un traslador previamente preparado que lo deja justo en el jardín de la casa de James Potter.
No puede escapar, se da cuenta. Y sin embargo, aún guarda las esperanzas de que Remus vuelva a buscarlo, o a verlo, no cree que pueda soportar todo lo que está pasando.
Sin embargo, aún está seguro de una cosa: los papeles pueden decir lo que sea, pero el sigue siendo Evans, no Potter.
*"""""*
Sip… otra vez yo con una nueva historia. En realidad, no será larga, serán tres capítulos en donde dividiré las cincuenta hojas en Word que tomé para esta historia, por lo que sí, ya está terminada, cumplí mi promesa de no subir nada al menos que ya estuviese bien adelantada o prácticamente terminada.
Para todos los que llegaron hasta aquí… muchas gracias, mi retorcida mente se los agradece.
:D Bien, entonces, subo actualización en cosa de nada, se los prometo. Mientras tanto… ¿Por qué no me regalan un review? Me encantaría saber qué les pareció.
Nos vemos en la siguiente actualización.
