Traducción autorizada por CrissColferL0ve.
La información de la autora e historia original está en la sinopsis de esta adaptación al español.
Glee no me pertenece ni nada relacionado con lo mismo, obviamente. Había estado llamando a esto Bravucón!Blaine por mucho tiempo, pero ¡finalmente encontré un título! El título proviene de la canción Sideways, de Citizen Cope (¡gracias a Rebecca por ser mi musicalizadora!) Esto es muy Universo Alterno. Quinn es la novia de Blaine y todos están bastante revueltos a diferencia del canon. Además tuve que hacer que Blaine estuviera en su último año para que esto funcionara (bueno es que él debería estar en último año). Seguiré con esto, lo añadiré al final, lo prometo. He estado escribiendo esto por años y estoy en el capítulo seis, entonces si quieren leer más, por favor hágamelo saber y ¡continuaré con esto! :)
Capítulo 1:
Era el primer día para los de último curso y había un chico nuevo.
Nunca había un chico nuevo.
La última vez que había habido un chico nuevo probablemente había sido en el colegio, cuando esa chica con ambliopía y los dientes torcidos se había transferido de... algún lugar. Blaine no lo recordaba, de hecho, para empezar no estaba seguro de que alguna vez hubiera tenido conocimiento sobre ello. En realidad no se molestaba en averiguar ni el menor detalle sobre todos en McKinley High. No lo necesitaba. Él era de quien todos querían saber, el que todos querían ser, incluso si, a veces, él en realidad no quería ser él mismo.
Sin embargo, había un chico nuevo. Blaine lo vio por el pasillo. Parecería estar teniendo una pelea con la taquilla. Parecía que le estaba murmurando groserías en voz baja mientras retorcía el disco en dirección contraria a las manecillas del reloj con demasiada fuerza. Estaría familiarizado con ello muy pronto, Blaine pensó, probablemente terminará dentro de la misma antes de que acabe el día.
Era interesante, éste chico, de una manera extraña. No era como ninguno de los chicos que asistían a McKinley. Al menos, no lo parecía. Nadie se vestía de esa manera por aquí. Por supuesto, algunos de los chicos en el círculo de Blaine eran bastante adinerados y usaban ropa de diseñador, pero no como esa. Blaine tenía suertes, camisetas tipo polo, pantalones de mezclilla y zapatos de diseñador, pero no tenía nada que se asemejara remotamente a lo que ese chico engalanaba. Chaleco con lentejuelas, camisa blanca entallada y de manga larga, y ceñidos, muy ceñidos pantalones que simplemente empeoraban las cosas. Muy pronto el suelo bajo el patentado calzado de cuero violeta, unos Doc Martins, temblaría. Blaine casi sentía pena por él. Casi.
Blaine observó al chico, con curiosidad. Ahora ya tenía la taquilla abierta y estaba sacando libros del bolso que llevaba al hombro, antes de meterlos en la taquilla. Se veía todo terriblemente extraño y como una enorme prueba. Eso también iba a actuar en su contra, Blaine concedió, frunciendo el ceño ligeramente.
―¿Qué pasa, Anderson? ―Noah Puckerman dijo, apareciendo de la nada, sacando a Blaine del ensueño. Alzaba un musculoso brazo, esperando a que Blaine lo saludara de la manera habitual. Blaine chocó el puño contra el de Puck y le sonrió.
―Chico nuevo ―Blaine sintió la necesidad de señalar, mientras hacía un gesto en dirección al chico con el cabello perfectamente peinado, a la par que éste estudiaba, con gran interés, lo que parecía ser su horario.
Puck se estiró para ver por encima de la multitud, luego sonrió de lado, los ojos oscuros destellaron por un breve momento, cuando divisó al chico.
―Agradable ―Puck sonrió, prolongando el sonido de la 'e'―. Una vez que los chicos estén aquí, ¡le podemos dar una bienvenida apropiada a McKinley High!
Blaine forzó una sonrisa y se enderezó, cubriéndose el pecho con la chaqueta. Sabía lo que era una 'bienvenida apropiaba a McKinley High' implicaba. Ya había participado en suficientes. Observaba mientras Puck comenzaba a reunir al resto del equipo de fútbol, mientras estos caminaban por el pasillo. No pasó mucho tiempo hasta que al menos ocho chicos estuvieron en la taquilla de Blaine hablando en voz alta y riendo alborotadamente, algunos sostenían vasos llenos a tope con granizado.
Blaine volvió a mirar de cerca por el pasillo al chico nuevo, que todavía estaba estudiando el horario, con las delgadas cejas fruncidas, los ojos entrecerrados y el labio inferior atrapado entre los dientes. Blaine se sintió estremecer mientras pensaba en lo que estaba por pasarle al chico, un extraño vacío se le formó en la boca del estómago. Si hubiera sido una buena persona, les habría dicho que no lo hicieran. Si hubiera sido una buena persona, ni siquiera sería amigo de ellos en primer lugar. Si hubiera sido una buena persona, se habría alejado y los habría dejado con esos maquiavélicos artículos.
―Oye ―Puck dijo, golpeando a Blaine en el hombro, juguetonamente―. Aquí vas, hombre.
Blaine bajó la mirada al vaso con hielo saborizado que Puck le estaba entregando. Le dio una mirada a la nieve púrpura y pensó en cómo se sentiría el hielo filtrándose por la ropa del chico, empapando y manchándole la camisa blanca, destruyendo un peinado que parecía haber tomado mucho tiempo completar, hacerlo perfecto. Blaine sintió el estómago hundírsele, luego se regañó mentalmente por tan siquiera pensar en ello. ¿Qué le importaba un fortuito chico a Blaine Anderson? Nunca antes le había importado, ¿por qué comenzar ahora? La consciencia era para los débiles, eso era lo que se había dicho por mucho tiempo, eso era en lo que debía creer.
Blaine sonrió, de oreja a oreja y tomó el vaso, ya que Blaine no era una buena persona.
―Oye, chico nuevo ―Puckerman dijo con de cantarina manera.
Blaine observó mientras el chico dio un vistazo a los rostros del grupo de chicos vestidos en chaquetas rojas, sosteniendo vasos rebosantes con hielo de color. Vio el horror en el rostro cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, vio la manera en que esos ojos - que parecían ser azules, Blaine en realidad no podía decirlo desde donde estaba parado - se ensancharon, tan redondos como platos, vio la quijada aflojársele, los pálidos labios entreabrirse, vio la sangre fugársele del ya de por si pálido rostro. Vio la respiración subírsele por el pecho, vio el terror en esos ojos, vio el horario caer del agarre y revolotear yendo y viniendo hasta que llegó al frío y duro piso. Blaine ya había visto el pánico de los chicos en esta situación, pero el terror en los ojos de éste chico era nuevo y un poco sorpresivo para él.
―Yo - ustedes... ―el chico se calló, las palabras lo traicionaron, mientras los brillantes ojos le lanzaban una mirada a cada chico, que le sonreía ampliamente. Esa mirada se encontró con la Blaine por un breve momento, pero rápidamente se movió a la siguiente persona.
―Pensamos en darte la bienvenida a McKinley con un agradable ―Puck dijo, dando un paso había adelante―. Y refrescante ―los otros también avanzaron, incluyendo a Blaine, ya que eso era lo que se suponía que hiciera―, granizado facial ―Puck terminó, con los ojos ensanchados por la diversión, la boca se le retorció en una amplia sonrisa.
El chico se echó para atrás, pero no había a donde ir. Estaba acorralado y nadie iba a venir para rescatarlo, nadie rescataba a nadie en esta escuela, porque nadie se atrevía a enfrentar a Blaine y al equipo de fútbol. Ellos se salían con la suya muchas veces, los profesores pasaban por alto lo que hacían ya que eran niños ricos, o porque los necesitaban en el equipo para poder ayudar a McKinley a mantener un buen nombre. Este chico iba a vivir una buena y fría ducha justo en medio de la multitud del pasillo y nada ni nadie iba a impedir que sucediera.
―Y ya que eres la novedad, el nuevo ―Puck continuó, acercándose más―. Voy a presentarte a nuestro chico número uno.
Oh, no, Blaine pensó, brevemente y luego Puck lo llevó del brazo al centro del círculo. Blaine sintió el estómago volver a revolvérsele, en esta ocasión de manera dolorosa.
―Chico nuevo ―Puck sonrió de lado, mientras colgaba un brazo alrededor de los hombros de Blaine, causando que Blaine se encogiera muy ligeramente―. Conoce a mi hombre de confianza, el Sr. Blaine Anderson. ¡Él te va a dar tu primera fiesta de bienvenida a McKinley High!
Puck ahora estaba mirando a Blaine, esperando que vaciara el granizado sobre la cabeza del chico. Blaine sintió las miradas fijas sobre sí, mirándolo con expectativa, todos claramente preguntándose por qué todavía no lo había hecho. Lo que tenía sentido, ya que tampoco Blaine estaba seguro de la razón. Él era infame, malo con la mayoría de las personas, era un bravucón, de verdad, incluso si no le gustaba ese término. Consumía chico como este para desayunar. Tendría que aguantarse - lo que sea que fuera - y simplemente hacer lo que se suponía hiciera.
Miró de Puck y a los chicos, dándole alentadores señales, algunos dejando escapar fuertes vítores. Blaine volvió la mirada al chico, a esos ojos gris-azules - Blaine podía ver el color de esos ojos bastante vívidamente ahora y eran de un brillante azul - viéndolo, de manera suplicante, casi rogándole que no lo hiciera. Pero tenía que hacerlo, no tenía elección y de ser así, de todas maneras elegiría hacerlo, ¿verdad?
Blaine sonrió, apartando la vista de los ojos llenos de terror del chico, luego le levantó el vaso sobre la cabeza.
―Bienvenido a McKinley ―dijo, con una risa cruel―. Espero que la temperatura de aquí sea de tu agrado.
Y con eso vació el contenido del vaso sobre la cabeza del chico. Los otros explotaron con más risas y procedieron también a vaciar los granizados que llevaban sobre el chico. Se liberó y jadeó mientras se deslizaba hacia el piso, con el rostro enterrado en las manos, el congelante hielo goteándole por los dedos, el cabello pegado a la cabeza, su atuendo todo manchado.
―¡Habrá muchos más de donde vino esto! ―Puck gritó mientras se retiraba, chocando las palmas con los otros chicos.
Blaine se alejó junto con su grupo de amigos, luego se excusó diciendo que había olvidado algo en su taquilla. Volvió rápidamente y la abrió, fingiendo hurgar dentro, mientras veía al chico nuevo por el rabillo del ojo. El chico estaba de pie, con precaución, el cuerpo entero le temblaba por el frío. Observó mientras cerraba de golpe la taquilla con un ruidoso gruñido, luego se alejó lentamente.
Blaine esperó hasta que estuvo fuera de vista por completo, antes de regresar a la taquilla del chico. Encorvándose y recogiendo el empapado horario del piso y estudiándolo. Justo como todos los horarios en McKinley, éste tenía una pequeña fotografía del chico en la esquina izquierda. Era difícil ver a través de la mancha púrpura y la humedad, sin embargo los rasgos podían ser adivinados; ésos inconfundibles ojos azules, los delgados y pálidos labios decaídos fruncidos ligeramente, el estilizado cabello peinado. Blaine miró a la derecha, buscando el nombre.
Kurt Hummel.
Había bajado la mirada para estudiar las clases del chico, cuando escuchó una voz tras de sí.
―¡Blaine, cielo!
Dobló rápidamente el papel, con cuidados de no rasgarlo y se lo metió en el bolsillo de la chamarra, antes de girarse para encontrar a su novia ahí de pie, sonriéndole. Quinn Fabray era la capitana del equipo de porristas y la chica que todo mundo quería. Era la chica usualmente linda, rubia y popular, como esas de las películas. Por supuesto, era un hecho el que ella y Blaine serían pareja. Lo habían sido por casi un año, antes y ahora 'la' pareja de McKinley, ahora que estaban en su último año.
―¿Qué estás haciendo parado en ese charco? ―sonrió dulcemente mientras tomaba a Blaine del brazo―. Bueno, vamos, tonto. ¡Llegaremos tarde a clase!
Blaine le correspondió a la sonrisa y le permitió jalarlo hasta la primera clase. Volvió la mirada al charco púrpura cerca de la taquilla del chico, ahora regado por el pasillo, entre las pequeñas separaciones de las baldosas. Negó con la cabeza. ¿Qué le importaba un estúpido chico nuevo? Él era Blaine Anderson, el mariscal de campo del equipo de fútbol, el chico que todos querían ser. ¡Tenía a Quinn Fabray, por Dios santo! Necesitaba ser ese chico, al que todos admiraban, al que todos temían. Y Blaine Anderson definitivamente no era una buena persona.
―Te veo en el almuerzo, cariño ―Quinn dijo, dándole a Blaine un pico en la mejilla, antes de salir apresurada del aula.
Blaine agarró sus cosas y se puso de pie. Esa extraña sensación todavía estaba en la boca de su estómago y le estaba dando náuseas. La urgencia de vomitar se había mantenido con él durante toda la clase, pero sabía que si dejaba la clase e iba al baño no iba a poder vomitar. Era una extraña sensación, una a la que no podía nombrar. Suspiró y salió del salón para entrar al repleto pasillo, buscando con la mirada a alguien en particular. Dio un vistazo, forzando la vista, buscando el cabello, pero en realidad no era ese cabello. Entonces lo vio, de pie junto al baño, con la cabeza metida en un libro.
Blaine caminó por el pasillo, las personas le cedían el paso, sin hacer contacto visual. Ahora había llegado a su destino. Levantó una mano y tiró el libro de la mano del chico. Éste fue el piso con un silencioso golpe en seco. Unos ojos oscuros se levantaron para verlo a través de unas gafas de armazón grueso y oscuro.
―Jacob Ben Israel ―Blaine hablo por sobre la multitud, sonriéndole al chico―. Tengamos una pequeña charla.
Blaine hizo un gesto a Jacob para que lo siguiera, mientras abría la puerta del baño y entraba. Se aseguró de que estuviera vacío, luego se giró para mirar a Jacob ahí de pie, el libro nuevamente en un agarre, el rebelde cabello como una nube crispada rodeándole el rostro. Se veía alarmado.
―Entiendo que sabes del nuevo chico en la clase de último año ―Blaine declaró, ya que Jacob conocía a todo mundo. Él era como una comadreja, constantemente metiéndose en los asuntos de otros.
Jacob asintió y abrió la boca para hablar, pero Blaine levantó una mano, deteniéndolo y así lo hizo.
―¿Qué sabes de él?
―¿Por qué?
―¿Por qué? ―Blaine dijo, con furia, acercándose a Jacob, que se asustó un poco, las manos inquietas con el libro. Siempre era fácil tratar a Jacob como menos persona de lo que era, de hecho, para Blaine era fácil tratar a todos de esa manera, en su mayoría debido a que gran parte de las personas en McKinley eran menos persona que Blaine. Se preguntaba lo que hacía que este chico nuevo le hiciera sentir menos confianza. Si ahora podía dar órdenes a Jacob Ben Israel, entonces significaba que no había perdido su toque, o lo que sea que fuera. Significaba que ése chico era una especie de excepción y eso no le gustaba ni un poco.
―T-Tan sólo pregunto p-por qué estás tan interesado e-en un don nadie como e-ese ―Jacob respondió nerviosamente, con voz chillona, la vista en todas partes menos en Blaine.
Esa era una buena pregunta, pero además era una pregunta que Blaine no podía responder.
―Porque quiero saber quién está en mi escuela, esa es la razón ―Blaine respondió, con los ojos entrecerrados―. Ahora, dime lo que sabes.
Jacob tragó duro y comenzó a hablar.
―N-No sé mucho, tan sólo que vive con s-su papá. Su n-nombre es Kurt y e-es gay, es decir, al menos creo que lo es ―tartamudeó, parpadeando incontrolablemente.
Los ojos de Blaine se entrecerraron, recibiendo la nueva información. La sexualidad del chico ni siquiera le había cruzado la mente. No había estudiantes gay en McKinley, al menos ninguno del que Blaine fuera consciente.
―Muy bien ―Blaine dijo con calma―. Quiero que averigües todo lo que puedas sobre él y me lo reportes antes del almuerzo. ¿Entendiste?
Se acercó a Jacob y lo tomó de la playera. Jacob resolló y asintió rápidamente.
―Bien ―dijo, soltando al chico. Jacob dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta―. Oh y ¿Jacob? ―Blaine lo llamó.
Jacob se giró y lo volvió a mirar, con el rostro agarrotado de miedo.
―¿S-Si?
―Voy a necesitar una copia de su horario, ¿crees poder conseguírmela? ―Blaine sabía que él podría. Jacob estaba en el departamento del periódico, lo que significaba que tenía acceso a los archivos de información de los estudiantes que estaban en la oficina del Director Figgins. Jacob asintió, una vez―. Cuéntale a alguien de esto y te afeito la cabeza, aunque Dios sabe que te estaría haciendo un favor.
En esta ocasión Jacob no hizo preguntas, simplemente asintió de nuevo antes de desaparecer por la puerta, dejando a Blaine ahí solo.
Blaine le dijo a sus amigos que tenía que ver al profesor de historia por unos papeles durante el almuerzo. Se sentó en la esquina del fondo de la biblioteca, respirando la esencia de los polvorosos y viejos libros a su alrededor en las gruesas y viejas estanterías de madera, con dos hojas de papel en el escritorio frente a él. No tenía idea del por qué, pero el corazón le latía dolorosamente en el pecho, las manos le temblaban. Bajó la mirada a la primera hoja, la que Jacob le había pasado mientras se cruzaron por el pasillo. Estudió la irregular caligrafía de Jacob, intentando leer.
Kurt Hummel, 17 años, de Westerville, Ohio. Nacimiento: 15 de diciembre de 1994. Vive con su padre en Lima, es definitivamente gay (se lo pregunté). Alumno de Excelencia, dejó la previa por razones personales no enlistadas. Horario adjunto. Por favor no me golpees - JBI.
Blaine rodó los ojos. No estaba seguro de lo que esperaba. Quizás el teléfono del chico, o algo. Lo que Jacob le había dado en realidad no se sentía suficiente. ¿Suficiente para qué?, se preguntó, brevemente, mientras cambiaba a la otra hoja y la ponía frente a sí.
Era una réplica de la que estaba manchada y ahora tiesa en sus cosas. Ahora podía ver la fotografía más claramente. El chico - Kurt - lucía como si le acabaran de decir que su pez dorado había sido matado por el gato del vecino. Se había visto bastante igual cuando Blaine puso los ojos en él por primera vez en el pasillo, mientras peleaba con la combinación de la taquilla. Tenía los ojos tristes y del color del cielo en verano.
También estaba frunciendo el ceño. Se veía miserable. Blaine se preguntó por qué él se veía tan triste. Vivía con su padre, ¿quizás su madre había muerto recientemente? ¿Quizás se escapó con otro tipo? La mente de Blaine se estaba llenando de ideas, con una gran imaginación. No tenía idea de lo que le había pasado a éste chico, pero había algo tras esos ojos azules, algo que Blaine podía ver incluso en ésta pequeña fotografía, algo que lo persuadía para querer saber más acerca de él.
La cabeza se le sacudió cuando escuchó la primera campana sonando, la que recordaba a los estudiantes que las clases comenzaban en quince minutos. Dio un vistazo a la vacía biblioteca, únicamente estaba presente la bibliotecaria que charlaba silenciosamente por teléfono. Se puso de pie y tomó sus pertenencias, antes de dirigirse a la puerta, el corazón le latía rápido por la conmoción que el sonido de la campana le había provocado hace un momento. Los pasillos estaban completamente vacíos, sin un alma a la vista. Se detuvo frente a la taquilla del chico nuevo, la de Kurt, y volvió a dar un vistazo, asegurándose que no había nadie, antes de sacar el horario limpio y seco de su bolsillo. Se quedó de pie por un momento, con el corazón latiéndole fuerte en el pecho, entonces deslizó la página a través de la pequeña hendidura en la puerta de la taquilla.
Se alejó antes de que alguien pudiera verlo ahí, el corazón le seguía latiendo salvajemente contra la cavidad torácica, ese vacío seguía presente en su estómago. Únicamente cuando alcanzó el final del pasillo dejó escapar un suspiro de alivio, pero todavía había algo agobiante en alguna parte de su interior, algo, en algún lugar que no podía ubicar, pero esperaba se fuera pronto, porque no se podía permitir lidiar con las consecuencias que podría implicar si no se iba.
Blaine giró en la esquina, con el sonido de estudiante acercándosele, y puso una sonrisa en el rostro, porque para eso había sido programado, cada día desde antes que pudiera recordarlo.
Kurt Hummel había pasado toda la hora del almuerzo sentado solo en un salón, comiendo el emparedado que su padre le había envuelto en una pequeña bolsa de papel, no queriendo arriesgarse a toparse con esa bola de neandertales que había atacado su rostro con hielo saborizado en la mañana.
Había esperado venir a McKinley High, venir a Lima, en general. Pensó que una vez lejos de Westerville, estaría dejando todo lo malo atrás, pero aparentemente ese no era el caso. Se preguntaba si debería simplemente aceptar el hecho de que iba a pasar el resto de su existencia como una víctima, el objetivo de todos los comentarios sarcásticos y furiosos puños, y ahora, vasos de bebidas heladas.
Salió del salón vacío cuando escuchó la campana aclamando por el intercomunicador sobre la puerta, asumiendo que eso significaba que tenía que ir a clase muy pronto. Había estado batallando toda la mañana, preguntando a personas al azar la clase que tenían e intentando averiguar en dónde tenía que estar, incluso había perdido dos clases. Había soltado su horario antes, cuando los deportistas lo habían rodeado y cuando volvió de haberse secado, el horario había desaparecido. Inicialmente, se dio cuenta que los intendentes lo debieron haber desechado, pero entonces se dio cuenta que la piscina de líquido púrpura estaba todavía cubriendo el camino a su taquilla a los de enfrente.
Cuando llegó al pasillo dónde estaba su taquilla, vio que todavía no había nadie aquí. Llegaba temprano. Maldijo en voz baja, porque siempre se metía en situaciones incómodas como esta. En el nombre de todo lo sagrado, ¿para qué había sido la bendita campana?
Kurt suspiró mientras peleaba con el disco de su taquilla. Era ridículo. No debería ser tan difícil como lo era, pero simplemente no podía poner la combinación correcta a la primera, o a la segunda, incluso a la tercera. Tras susurrar varias palabras impronunciables bajo su aliento, la cerradura por fin hizo clic y abrió la puerta. Se echó para atrás, de repente, cuando algo cayó de la taquilla. Hoy estaba exageradamente asustado. El día no había tenido un buen comienzo y seguía esperando que cosas feas le pasaran mientras el día continuaba.
Sin embargo, cuando Kurt bajó la mirada a las ahora inmaculadas baldosas bajo sus pies, vio que aquello que se cayó era una hoja blanca de papel. El estómago se le retorció ligeramente, mientras ideas de lo que esa página pudiera ser le pasaban por la mente, su cerebro imaginaba que únicamente podría ser algo negativo.
Por fin, se encorvó para levantar la hoja de papel, consciente de que ahora los estudiantes estaban llenando el pasillo, hablando, riendo y dirigiéndose a las taquillas. Se sentía cómodo en las grandes multitudes ya que podía esconderse entre ellas. Volvió la atención a la página y la volteó, y estuvo sorprendido de averiguar que era su horario. O al menos una copia del mismo, ya que estaba seguro de que la original ya no era legible y estaba probablemente en algún bote de reciclaje en ese momento.
Frunció las cejas, preguntándose quién se tomaría el tiempo de dejarle un horario limpio en la taquilla. Quizás había sido un profesor que había visto el que estaba manchado y sintió el deber de reemplazarlo. Esa era la única explicación con la que pudo dar. No es que alguien se hubiera comportado remotamente amigable con él en todo el día. Las personas difícilmente lo notaban y los que lo hacían, se reían con sus amigos, obviamente por algún chiste, o lo miraban como si tuviera seis cabezas y estuviera usando un empolvado vestido de noche color rosa. Nada nuevo, supuso, pero eso no evitaba que doliera, que todavía doliera cada vez que sucedía.
Kurt bajó la mirada a las clases impresas en la página; inglés era la siguiente. Al menos ahora tenía un horario, en lugar de tener que preocuparse por el lugar al que debía ir. Se encogió de hombros, cerró la puerta de su taquilla y se dio la vuelta. Bajó la cabeza y se apresuró a encontrar la siguiente clase.
Blaine se paró en su taquilla y observó mientras el chico nuevo se echó para atrás ligeramente, cuando el horario que había colocado caía y aterrizaba a sus pies. Ahora tenía el cabello seco, pero no tan cuidadosamente arreglado como había estado en la mañana. Se veía algo rígido y pegajoso, y la ropa estaba terriblemente manchada.
Nadie se acercó al chico, o tan siquiera miró en su dirección mientras se encorvaba para recoger el horario del piso. Blaine observó mientras los ojos azul verdosos se ensanchaban dándose cuenta de lo que había en la página. Era estúpido, pero a Blaine le complació esa visión, sabiendo que el chico estaba tan agradablemente sorprendido por algo que él había hecho. Arregló la sonrisa que no sabía había estado dando en una rígida línea y ladeó la cabeza, para poder ver al chico por encima de la porrista que había decidido pararse justo en su línea de visión.
El chico, Kurt, se recordó a sí mismo, ahora estaba cerrando la taquilla y poniéndose la correa de su bolso blanco sobre el ancho hombro. Ahora se estaba alejando, con la cabeza agachada, pasando gentilmente entre la multitud, en un esfuerzo por llegar a clase. Blaine se preguntó cómo le había hecho para pasar la mitad del día sin un horario de clases, luego mandó esa idea lejos de su mente, recordándose que no le importaba. Blaine mantuvo los ojos en el cabello color arena del chico hasta que desapareció por el pasillo y fuera de vista.
Tenía que hacer algo. No sabía el qué, exactamente, simplemente tenía que hacer algo y rápido. Giró hacia su taquilla abierta y se sacó el horario del chico - de Kurt - del bolsillo, con cuidado y lo colocó dentro de la taquilla. Miró su alrededor, rápidamente, antes de sacar su propio horario del bolsillo trasero de sus pantalones. Los puso uno al lado del otro y los estudió.
Ambos tenían inglés en la siguiente hora.
Blaine metió ambos horarios en su mochila, la cerró, luego cerró de golpe la taquilla, antes de apresurarse al baño de hombres, donde podía quedarse hasta que todos los demás estuvieran seguros en clase.
―Sr. Anderson, es muy amable al unírsenos.
La cabeza de Kurt se apartó del libro cuando su profesora, la Srta. Flynn levantó la voz. Les había asignado algo de lectura, de 'Jane Eyre' y la clase había estado relativamente en silencio hasta que ella había hablado.
Entonces Kurt lo vio, el chico que le habían presentado como Blaine Anderson, que parecía ser alguna especie de animal atropellado en su cabeza. Kurt no creía que iba a olvidar de nombre pronto y estaba seguro de que cada vez que lo mencionaran, experimentaría de alguna manera el doloroso recuerdo de la mano del chico girando hasta que el vaso estuvo inclinado sobre la cabeza de Kurt, el hielo púrpura golpeándolo como si fueran trozos de un cristal roto.
―Lo siento Srta. Flynn ―el chico de cabello oscuro dijo, educadamente―. No me estaba sintiendo muy bien.
―Tome asiento ―la Srta. Flynn simplemente instruyó, volviendo a su libro.
Kurt dio una mirada rápida y se mortificó cuando se dio cuenta que el único asiento vacío en todo el salón estaba junto a él, justamente la esquina derecha del fondo. Rápidamente inclinó la cabeza, pretendiendo estar terriblemente concentrado en lo que pasaba entre las cubiertas del libro, consciente de que Blaine Anderson era el que se dirigía hacia él. El corazón le latía irracional y violentamente contra el pecho.
Blaine tomó la silla, lentamente, intentando estar callado. Eventualmente se sentó y abrió su mochila, también lentamente, el sonido del cierre llenó todo el lugar. Sacó su libro y lo abrió, mientras se acomodaba en la silla, con una pequeña sonrisa en el rostro. Kurt mantuvo la vista fija en el libro, pero se le dificultaba procesar las palabras con el chico que lo había cubierto de granizado hace unas horas sentado tan cerca. Kurt pasó los siguientes diez minutos concentrándose en ignorar la presencia de Blaine Anderson, que en realidad parecía bastante cómodo con el libro. Kurt daba la vuelta a las páginas de su propio libro de vez en cuando por añadidura.
Después de diez minutos, la Srta. Flynn se aclaró la garganta.
―Para esta clase, tendrán que trabajar en este libro ―levantó su copia de 'Jane Eyre'―. Estarán trabajando en parejas ―continuó―, con la persona que esté sentada a su lado.
Háganme saber qué les parece :)
Me alegra mucho tener la oportunidad de traer esta asombrosa historia, ya que hasta donde tengo conocimiento no existe traducción propia en curso. Para aquellos que ya han leído alguno de mis trabajos, saben que normalmente publico aquello que me gusta y definitivamente me siento increíblemente privilegiado de simplemente poder leerla. Les recuerdo que mandaré todos los comentarios a la autora. Para aquellos que deseen saber los progresos con esta traducción, pueden encontrar información (poca) en mi perfil, los días de publicación hasta ahora, y esperando poder seguir así, serán: Lunes, Miércoles y Viernes. Espero que hayan disfrutado la lectura y se encuentren muy bien.
Gracias por leer. Gracias por comentar. Gracias por sus favorite/follow.
