Disclaimer: Todo lo que reconozcan le pertenece a J. K. Rowling, evidentemente. Yo no gano ni medio centavo partido por la mitad por esto.
Este fic participa en el minireto de diciembre del "Torneo de los Tres Magos" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black"
Me ha tocado Padma Patil
Sueño en escarlata
Recordaba haber estado soñando la noche anterior; el sueño, sin embargo, no estaba claro en su cabeza. Recordaba el rojo. Todo rojo como color predominante. Cuanto más se esforzaba en recordar, más escenas venían a su cabeza: había soñado despertar en su habitación en medio de un charco, como si toda la cama estuviera mojada. Al principio simplemente le había parecido incómodo pero después…
No quería abrir los ojos hasta que en su mente estuviera completo el rompecabezas; una vez que los abriera el sueño se iría y no volvería jamás.
¿Por qué rojo? Quizá se había quedado en su subconsciente, porque el rojo era el color de la navidad y ella se había retirado temprano de la cena que había preparado Parvati con mimo, arguyendo que últimamente se sentía más cansada de lo normal. Pero el sueño… el sueño… había mucho rojo en el sueño.
De repente, cuando otra pieza encajó en el rompecabezas, el sueño ya no parecía tan inocente. Se había despertado mojada y el líquido era rojo y viscoso. Rojo escarlata, como el de los adornos del árbol de Parvati. De hecho, recordaba ese líquido escarlata que se sentía caliente recorriéndole las piernas. Cuanto más recordaba, más siniestro se volvía.
En el sueño, recordaba haber gritado.
De pronto, ya no quería recordar más, así que abrió los ojos demasiado rápido. No estaba en su habitación. Las paredes eran demasiado blancas. Desorientada, movió la cabeza hasta que encontró a Anthony, en una posición que no podía considerarse sana, en un sillón cuya forma y color reconoció al instante.
¿Qué estaba haciendo en San Mungo la mañana de navidad?
Entonces se dio cuenta: no había sido un sueño.
—Anthony… —habló, con un tono de angustia impregnado en aquella sola palabra que erizaba la piel. Quería que le dijera que no había sido un sueño.
—Padma —él la miró y le dirigió la mirada más triste que ella había visto en su vida—, lo perdimos.
Padma se llevó las manos al vientre, súbitamente angustiada, esperando sentir algo que ya no estaba allí.
346 palabras en el texto según Word, 345 según un contador de palabras… No me he pasado de milagro, vaya. Pobre Padma, la que le acabo de acomodar (no me arrepiento de nada).
Andrea Poulain
A 1 de diciembre de 2014
