Disclaimer: KHR No me pertenece, sino a la maravillosa Akira Amano-sensei. Yo solo tomo los personajes para entretenimiento personal.
Advertencia: Ninguna... Creo(?)
Bueno, este fic lo subi sin corregir en la plataforma de Wattpad y recién me tomo el tiempo de corregirlo como corresponde. Esta ambientado a San Valentin de este año, por lo que aunque tres meses después lo disfruten XD
Sin más que agregar ¡A leer!
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Sentimiento Unilateral
Hacía varios días ya que el olor a chocolate se percibía en el aire y, no era para menos, ya que estaban en Febrero y con ello una fecha, querida por muchos y odiada por otros, se acercaba. Para cuando el reloj marcó medianoche del catorce, el capo lo supo. Un nuevo evento del terror llegaría a las puertas de la familia Vongola.
Sin embargo, quería disfrutar de la fecha y recibir todos esos deliciosos chocolates que llegaban cada año bajo su nombre. Pero este año, las cosas no serían como él esperaba.
Salió de su cuarto con el ánimo alegre y resplandeciente que lo caracterizaba, listo para desayunar junto a sus guardianes. Como era tradición entre ellos, les entregaría sus chocolates; previamente preparados varias noches atrás a espaldas de ellos, para que no interfieran con alguna clase de locura y su regalo terminará hecho un desastre.
Expresando así su gratitud hacia ellos y al ser él quien les diera su primer chocolate, en el resto del día, tuvieran muchos, muchos más.
Feliz como se sentía, llegó al comedor en donde sus guardianes ya estaban esperando por él. Los saludó con efusividad, para luego tomar asiento a la cabeza de la mesa; percatándose al instante que habían dos personas ausentes en ese momento. Que el recordara, no había programado misiones para ninguno ese día, porque quería pasar el tiempo con ellos.
—Buenos días, chicos ¿Alguien sabe dónde están Lambo y Reborn? —Pregunto, mirándolos a todos.
—Buenos días, Décimo —Saludo su mano derecha, seguido después de sus demás guardianes. Hecho este pequeño acto, tomó nuevamente la palabra la tormenta, queriendo responder a la inquietud de su cielo.
—Décimo, Lambo aún no se ha levantado, probablemente no tarde en llegar y con respecto a Reborn… —Hizo una pausa, sin estar muy seguro de cómo debería responder, a lo que acudió a su rescate la sonriente lluvia.
—Tsuna, Reborn ha salido desde muy temprano. Es probable que esté ausente por el resto del día —Finalizó, dando un último mordisco a la galleta que se estaba comiendo.
—Ya veo —Comentó un tanto pensativo, no sabiendo muy bien cómo interpretar aquel vacío que lo invadió a causa de la respuesta, por lo que termino restandole importancia al momento en que entraron al comedor los sirvientes con el desayuno listo. Sirvieron la mesa y dejaron con brevedad el lugar, para que todos disfrutaran plácidamente de su comida.
En medio ya del desayuno, como le había informado Hayato, llegó Lambo un poco adormilado. Siendo consciente de la presencia de todos en la mesa los saludo como de costumbre, tomando su lugar al lado de Ryohei.
Las conversaciones fueron un constante ir y venir por parte de sus guardianes de la lluvia y la tormenta, en alguno que otro momento aportaba su punto de vista su guardiana de la niebla, siendo secundada por su otro guardián, que con su tono irritante, lograba que el pacífico guardián de la nube, se exaltara, mostrando sus intenciones de molerlo a golpes hasta la muerte. Sin embargo, todos estaban tranquilos y a la expectativa. Eran conscientes de la fecha y estaban a la espera de lo que su cielo les tenía preparado.
Siendo el primero en terminar se levantó de su asiento, provocando la curiosidad de sus guardianes que lo miraban irse del comedor con rumbo hacia la cocina, regresando al poco tiempo con varios paquetes, que depositó sobre la mesa y dando unos ligeros golpes a la copa que tenía a su lado, el capo llamó la atención de todos los presentes.
—Muy bien, me alegra que todos estemos reunidos en esta fecha tan especial. Así que para agradecerles por un año más de su compañía, quiero ofrecerles estos chocolates como una muestra de nuestra amistad.
—D-décimo, no tiene por qué ponerse en esta situación —Comentó un conmocionado Hayato, que se encontraba al borde de las lágrimas por recibir un detalle de parte de su cielo. Aunque no era el único así, pero los demás no eran tan evidentes. Solo la sonrisa que se dibujaba en sus rostros los delataba, dejando a la vista la felicidad que los embargaba.
El castaño, negó divertido y haciendo entrega del primer chocolate a su mano derecha, le dio un ligero golpe en la frente, para que se calmara. —Gracias por todo, Hayato. Por favor, acepta mi chocolate como muestra de nuestra amistad. O me vas a decir ¿que no lo quieres?
Sabía que estaba siendo incoherente, pero era la única manera de hacer reaccionar a la tormenta para que tomará los chocolates sin hacer mayor drama. Aunque sí pudo observar cómo le temblaron las manos cuando lo recibió. Después, se dirigió al guardián de la lluvia, extendiendo sus chocolates y sonriéndole de corazón —Gracias por todo, Takeshi. Por favor acepta mis chocolates en este día tan especial.
Con su suave y refrescante sonrisa, el guardián de la lluvia tomó los chocolates que le fueron ofrecidos, agradeciendo a su cielo por el gesto, aunque antes de retirarse a entregar los demás, agregó. —Y por favor, asegúrate que tus admiradoras y las de Hayato, no destrocen parte de la mansión en esta ocasión.
A lo cual, el moreno no pudo evitar soltar una sonora carcajada de sus labios.
—Lo intentare, Tsuna. Lo prometo. —Sabía que no sería tan sencillo de cumplir, pero con la palabra de su guardián en juego, se retiró más tranquilo a seguir entregando sus presentes.
El siguiente fue el guardián del sol, estaba de demás decir que la emoción la tenía reflejada en su mirada, sin embargo, estaba muy tranquilo. Sonrió ante este hecho y le entregó sus chocolates.
—Onii-san, gracias por estar todo este tiempo a mi lado, apoyarme y ayudarme a avanzar. Por favor, acepta estos chocolates como símbolo de nuestra amistad.
—Gracias, Tsuna. Estoy seguro de que estarán deliciosos —Respondió el de cabellos claros, causando una suave risa por parte del castaño.
—Pero no tanto como los de tu novia. Asegúrate de recibirlos de ella este año. —Termino por decir, viendo como el sonrojo se apoderaba de las mejillas del mayor y, es que no podía evitar recordar el San Valentín del año anterior, cuando a este se le había olvidado pasar por los de su novia. Misteriosamente, al día siguiente no pudo ir a trabajar. Aún se anda preguntando sobre lo sucedido ese día, aunque ya sabe que quedara como un caso sin resolver.
Ahora, se acercó a un nervioso muchacho de quince años, que no estaba seguro de cómo reaccionar al estar bajo la mirada de su cielo.
—Lambo. —Le llamo de manera fraternal, causando que el joven, posara su mirada esmeralda sobre la caramelo que lentamente derretía sus barreras. —Mi lindo y maravilloso hermanito. Gracias, por todos los momentos divertidos que hemos pasado juntos y, a pesar de que peleas tanto con Reborn, al menos ya no destruyen media mansión en el proceso.
Este último comentario, hizo sudar al guardián del trueno. De hecho había preparado algo para el sicario ese día, sin embargo, no era consciente de que este no estaba presente en la mansión desde temprano, por lo que no contaba con que su plan fallaría. Por ahora decidió guardar silencio, recibiendo los chocolates por parte de Tsuna.
Luego, a paso firme llegó ante su guardián de la nube. Al ver su inexpresiva emoción, solamente siendo exteriorizada por el suave levantamiento de la comisura de su boca, entendió todo lo que necesitaba saber. —Kyoya, por favor acepta estos chocolates como muestra de amistad.
La alondra, simplemente recibió los chocolates, asintiendo con la cabeza en señal de agradecimiento. No es que fuera muy expresivo frente a todos, pero sabía que estaba feliz y con eso le bastaba. Para terminar, los únicos restantes que quedaban entre sus manos eran los chocolates pertenecientes a los guardianes de la niebla.
Con su suave compás al caminar, término acortando la distancia entre ellos. Decidido a dar primero su presente a la joven guardiana, que estaba curiosa y observaba atentamente cada uno de sus movimientos.
Extendiendo una de sus manos, atrapó la de la joven, estrechándola con suavidad mientras dejaba que su sonrisa le transmitiera todos aquellos sentimientos de agradecimiento que tenía por ella.
—Nagi. —Le llamó con suavidad —A pesar de que nos conocimos en diferentes momentos, estoy muy agradecido por tenerte a mi lado. Por favor, acepta estos chocolates como muestra de nuestra amistad.
Finalizó sus palabras posando con suavidad sus labios sobre el dorso de la mano de la joven, que a pesar de estar ruborizada por semejante detalle, permitió que una suave sonrisa adornaba sus delicadas facciones, dejando en claro su agrado por el presente del capo.
Acción que dejó en evidencia la característica risa del guardián de la niebla. No le hizo nada de gracia aquel último detalle que tuvo el castaño con su protegida, además de su creciente molestia ¿celos, tal vez?
Hecho que hizo reír a su cielo por lo bajo, termino de acercarse al restante de sus guardianes para extender su presente a este —Tranquilo, Mukuro. Que no me he olvidado de ti.
Le vio rodar los ojos al de cabellos índigo ante su comentario. —A pesar de los altibajos en nuestra relación, te considero parte de la familia y así siempre será. Con esto en claro, por favor, acepta este chocolate como muestra de nuestra amistad.
Le escucho chasquear la lengua, mientras tomaba su presente con rapidez. —Y siempre será un placer molestarte, Vongola. Así que no creas que te librarás con facilidad de mí. Kufufufufufu~
Viendo la felicidad reflejada en las expresiones de todos sus guardianes, se dio por bien servido. Su cometido se había cumplido y solo faltaban un par de minutos para las ocho de la mañana.
A su parecer iba con buen tiempo para entregar los demás chocolates que había preparado, primero: Tenía que pasar por la casa de Haru, Kyoko y Hana, que vivían en el mismo sector residencial. Después visitaría a los Simón y entregaría los chocolates de Enma y sus guardianes respectivamente. Tardaría un poco pero también pensaba entregarle chocolates a Dino y a Romario, pasando por los Varia y finalmente el CEDEF. Aunque estaba renuente a entregarle algo a su padre, pero en esas fechas... Los cambios eran necesarios o sencillamente lo evitaría. Lo que sucediera primero.
Sin embargo, quedaría uno sin entregar y no estaba seguro si lograría entregarlo a tiempo, si es que el susodicho no se dignaba a aparecer. A medida que avanzaba el día, se tomó el tiempo de pensar en cómo abordarlo sin rehuir a su mirada. Que su pulso no se disparara al igual que si hubiera corrido una maratón o que su mente se quedara en banco cuando cruzaran unas cuantas palabras.
Porque a pesar de ser lento para algunas cosas y desde que la maldición de los arcobalenos fue rota siete años atrás. Hace un par de meses notó, aquel sentimiento que en esos tiempos, no estaba seguro de cómo nombrar, pero ahora lo sabía...
Estaba enamorado. Perdidamente enamorado de su tutor.
Si lo veía en retrospectiva, entendía por qué siempre terminaba mal parado cuando la gente lo acusaba de ser un completo despistado y no notar lo evidente. Esto lo descubrió un par de años, después de haber roto la maldición. Como tal, sus cuerpos al no tener ningún tipo de restricción, comenzaron a crecer de manera natural y de sopetón, brincaron de una edad física de dos años a quince años, en donde comenzó a notar rasgos en su tutor que le sonaban de algo, pero no recordaba de que.
Otro par de años y sus dudas se aclararon completamente. Para cuando descubrió a Reborn observándolo con esa sonrisa socarrona y victoriosa, tuvo que refugiarse en su oficina, para darse de golpes contra la mesa de su escritorio en privado…
¡SÍ QUE ESTABA CIEGO!
No había que ser un genio para sumar dos más dos y dar con el resultado final.
Descubrir que el desconocido que lo había ayudado en la batalla de los representantes, era el mismísimo sicario que tenía por tutor en aquel entonces, fue algo que lo dejó en shock y peor aún, que este haya sido en su tiempo su enamoramiento más fuerte, después del de Kyoko. No le ayudó en un buen par de semanas.
Curiosamente, en esos momentos de confusión, el propio asesino solicitó un par de misiones para mantener la distancia entre ellos dos, por lo que sin darle muchas vueltas, lo autorizo.
Para cuando regresó, él había logrado poner en orden sus emociones y actuar con naturalidad en su presencia. Pero las cosas habían cambiado, a medida que compartían tiempo juntos, el sentimiento unilateral que tenía en su pecho crecía a pasos agigantados, llenando su ser de una agridulce sensación. A veces lo hacía sonreír sin razón y, luego de verle con sus diversas pretendientes en su yo de dieciocho años, estrujaba su corazón sin piedad.
En esos momentos, su ser se apagaba de a pocos. Dejando en evidencia ante todos sus guardianes como su resplandeciente cielo, se convertía en uno completamente gris. Algunos intentaban indagar sobre la causa de esto, pero él sencillamente evadía las preguntas, ocultando su dolor y sonriendo como si nada hubiera pasado.
Pero estaba cansado de cargar con aquellos sentimientos dolorosos. Al menos, se iba a arriesgar y aunque fuera una pequeña esperanza, tenía que jugarse el todo por el todo en ese día. En caso de que las cosas no fueran favorables, al menos podría descansar finalmente al haber transmitido de manera correcta sus sentimientos al azabache. Pero era consciente de lo doloroso que sería matar aquel amor que había crecido en su interior, aunque era algo necesario por el bien de su futura relación.
Pero era algo que le aterraba imaginar que tendría que llegar a hacer.
Salió de sus vacilaciones, regañándose internamente por andar torturando su mente con algo que aún no llega a suceder. Dejando sus miedos de lado, se volvió a dirigir a sus guardianes que no se percataron de su breve lapso de tiempo viajando a plano espiritual por andar comiendo los chocolates que les había preparado.
Su sonrisa se hizo más grande y dirigió unas últimas palabras a todos los presentes. —No siendo más por mi parte, espero que todos tengan un agradable día de descanso y la aprovechen de la mejor manera que crean conveniente. Se lo merecen.
Sin embargo, no termino de decir sus palabras cuando el reloj marcó las ocho en punto de la mañana y una fuerte explosión resonó en todo el lugar, colocándolos a todos en estado de alerta, dejando de lado las festividades en caso de que algún enemigo haya decidido atacarlos debajo de sus narices.
La seguridad de su gente no se hizo esperar y todos corrieron ante la alerta de ataque en la que se encontraban. Sus guardianes reaccionaron y salieron primero, siendo seguidos por el décimo, que se acomodaba sus guantes en caso de que necesitara pelear. Sin embargo, nada lo había preparado para lo que se iba a encontrar cuando salió de la mansión.
Aparentemente no había nadie en el lugar, de hecho... Solo el personal, sus guardianes y él, eran los únicos que estaban afuera. Para descartar cualquier posibilidad de que el enemigo se encontrara oculto esperando la oportunidad ideal para atacarlos; la nube y las dos nieblas, se encargaron de hacer el reconocimiento a las afueras de los terrenos de Vongola, mientras la tormenta, la lluvia y el sol, atendían en el frente, buscando en las cercanías y ayudando a los heridos que posiblemente hubieron en la explosión.
Pero el silencio y nerviosismo del guardián del rayo lo inquietaron, más aún cuando este espero a que todos los guardianes se retiraran, para tomar una de sus mangas llamando así su atención.
—Tsuna-nii ¿podemos hablar?
—¿Es importante, Lambo? —Volvió su cabeza al pequeño de mirada esmeralda y no le gusto lo que encontró reflejado en sus ojos. Oh, no.
—Es importante, Tsuna... Ya que, es probable que esta explosión… Haya sido culpa mía —En los ojos del bovino, se podía ver el genuino arrepentimiento por lo que había hecho. Pero aquello no bastaba para calmar su creciente molestia, necesitaba una explicación, una MUY buena explicación.
—¿Qué hiciste exactamente, Lambo? —Con toda la calma que pudo reunir, le preguntó al muchacho que automáticamente sintió el miedo recorrer su espalda. Notando como la mirada de su cielo, cambiaba de un chocolate acaramelado a un naranja almíbar.
—E-es que pensé, hacerle pasar un mal día a Reborn. Por lo que en la madrugada, puse unos cuantos explosivos en su habitación y para cuando despertara, su cama estuviera volando por los aires... S-solo que no imagine, que los encontrara —Dijo, tratando de no dejarse intimidar por el ceño tan marcado que se había impreso en las facciones del castaño.
Por supuesto que las encontró, es más... Ni siquiera les había tomado importancia. Probablemente considerándolas algo divertido, se había largado sin decirle nada a nadie respecto al dispositivo. Dejando que media mansión, incluida la habitación del sicario que usaba cuando venía de visita, volará por las nubes.
Cerró los ojos y apretó el puente de su nariz con fuerza contando hasta mil de ser posible, antes de que su temperamento quedará expuesto y dijera cosas que no quería decir en caliente. Ese demonio, sádico, guapo y sensual sicario, lo había hecho de nuevo. Había logrado con una de sus bromas, borrar de un plumazo su buen humor y cambiar sus planes ese día.
Y ahora ¿Cuánto papeleo tendría que enfrentar en esos momentos, antes de que terminara San Valentín?
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Continuará.
Bueno, cabe resaltar que el fic ya esta terminado pero aún debo realizar algunas correcciones, sin embargo, lo tendrán completo al finalizar el día.
Espero lo disfruten y ya saben: Sugerencias, peticiones, quejas o recursos abajo en la caja de comentarios.
Ciao~
Marhaya
