Hay cosas más importantes

-¡Wood cuidado a tu derecha!

El colorado se encontraba volando cerca de la portería mientras le gritaba al pequeño que parecía nervioso.

-Weasley deja de molestar al pobre niño y atrapa la snitch- una pelinegra con un garrote en la mano dirigía la bludger hacía la jugadora de Ravenclaw que llevaba la quaffle haciéndola girar y perder la bola.

El colorín solo le sonríe sin decir nada, mientras ella se sonroja.

-Vamos Charlie quiero esa última copa para la casa- grita uno de sus hermanos pequeños agitando su garrote, en ese instante no recuerda cuál de ellos es.

El juego había terminado, todo Gryffindor se encontraba feliz, los jugadores cansados estaban en el suelo mirando y sintiendo la felicidad de haber ganado la copa finalmente, aquella copa tan esquiva por años.

En las gradas el mayor de los Weasley estaba sentado mirando al campo perdido.

-Finalmente ganamos- la pelinegra se sentaba a su lado.

-Si finalmente.

-El año se acaba dentro de poco y te irás, yo quería saber si…

-Sabes que una relación a distancia no funcionaría- la cortó en el aire de antes de siquiera haber podido acabar la frase, la chica se encontraba suspirando resignada.

-Suponía te negarías desde un principio, pero no hubiera quedado en paz sin haberlo intentado, se, de primera mano, que tu gran amor son los dragones y ahí nada ni nadie puede interferir, pero aun así pensé tendría una oportunidad.

Un suspiro resignado salió de su garganta, como tratando de callar todo el dolor que sentía.

-Buena suerte en Rumania.

-Buena suerte en las Arpías- finalmente Charlie giraba a verla para encontrar más tristeza de la que creía podía encontrar.

-No iré a las arpías, mis padres me han comprometido, durante el verano me casaré.

-¿Qué?

-Creí poder tener una oportunidad con mi primer amor, pero me resigno y te dejo en paz.

Él simplemente la mira como baja de las gradas la sigue a poca distancia, ya en el campo todos parecen felices de verlos mientras celebran lanzando la pequeña snitch al aire una y otra vez y por un instante el paisaje para todos parece cambiar, cuando la ven saltar a los brazos de un compañero de Ravenclaw mientras la muchacha trata de sonreír y parecer feliz.

Ahora ella se acurruca en esos brazos que no son los suyos, sin que sus miradas pierdan contacto en ningún momento, es solo en aquel instante en que se da cuenta de que hay algo más importante que el quidditch, que ganar, que sus preciados dragones y la acababa de perder en brazos de un Ravenclaw que anunciaba feliz su compromiso con su mejor amiga, su mano derecha, su leona, su primer amor.