Declaimer: Glee no me pertenece, le pertenecen a FOX, así como los personajes que utilizo en este Fic.

Advertencias: G!P Quinn.

Resumen: Después de fracasar en L.A, en el negocio de limpieza de piscinas con su amigo Puck, Quinn vuelve a Queens, solo para ser echada de su casa por su padre. Sin saber dónde ir, recurre a un albergue para indigentes donde se encontrara a tres chicas que le cambiarían la vida para siempre. Última Misión: Robar el Ridegwood Bank. G!P Quinn


Misión Cero

No hay lugar como el hogar

Cuando Quinn y su mejor amigo Puck, fueron a buscar suerte a Los Ángeles en ese prometedor negocio de limpieza de piscinas, no esperaban encontrar a cientos de empresas dedicadas a lo mismo. Claro, el idiota de Puck olvido averiguar esos detalles. Y para una chica como Quinn, que nunca había salido de Nueva York hasta los 22 años, era muy normal creer en todo lo que decía su amigo.

El fracaso fue casi inmediato, nadie quiso contratar a dos novatos en el negocio y lo poco que habían ahorrado, serviría para vivir por lo menos unos cuatro meses, en las peores condiciones.

Cuando ya no hubo como seguir pagando los gastos, Quinn decidió volver a Queens, Nueva York. La vida que la esperaba ahí no era la mejor, ella lo sabía, pero no podía ser peor que dormir en una cama sin resortes en un cuartucho de motel que a nadie hospedaba ya.

Por eso tomo lo último que le quedaba de su dinero y volvió a Queens, Nueva York. Puck no la siguió ya que al parecer no le importaba vivir en la pobreza mientras consiguiera a esas "Baby mamas que se deslizan por las olas".

No le dio importancia a este hecho, Puckerman era un sobreviviente de la vida.

En Nueva York nadie la esperaba, por eso cuando paso por la puerta del pequeño apartamento de sus padres, se encontró a su madre Judy Fabray tirada en el sillón con una botella de tequila de la peor calidad.

No era de extrañarle, desde que tenía memoria su madre siempre había sido una alcohólica, no agresiva, solo indiferente a la vida de Quinn en esa casa.

Su padre debía estar "trabajando", si a eso se le llamaba trabajar. El muy holgazán no hacía más que pedir limosna en la calle, ya lo habían echado de diecisiete trabajos desde que Quinn nació.

Saco la botella de tequila de las manos de su madre, tarea fácil ya que esta estaba roncando muy fuerte y no se iba a percatar de nada en un buen rato por el estado en que estaba.

Fue a revisar el refrigerador, tal vez habría algo de comida. Estaba muerta de hambre, no había comido nada desde hace quince horas.

Solo se encontró un sándwich de queso a medio comer, parecía estar en buen estado así que lo tomo y se lo devoro. Saco un poco de refresco que había arriba de la mesa de la cocina y se sirvió un vaso. Entonces sintió un ruido desde la puerta de la casa y supo que su padre ya había llegado. "Mierda", pensó Quinn, creyó que tenía un poco más de tiempo antes de tener que ver como se reía de su fracaso en L.A.

-Que haces aquí – Russel parecía furioso cuando la vio, observo lo que tenía en las manos y se dio que era su sándwich de queso. Se acerco a Quinn y le quito el pan, ahora la mitad de la mitad más pequeño, lo arrojo con fuerza al cesto de la basura.

-Irrumpes en MI casa y te comes MI comida, se supone que estarías con ese fracasado en L.A, le dije a tu madre que al fin nos habíamos librado de ti, pero no, vienes a jodernos de nuevo la vida.

Ok, eso dolió, pero estaba de cierta manera acostumbrada a los insultos de su padre.

-Mama me dijo que podía volver si algo malo pasaba, no tuvimos suerte Russel, solo necesito pasar algunas noches acá hasta que consiga un empleo – Quinn seguía mirando el cesto de la basura. Tenía tanta hambre.

-JA, por supuesto que les iba a ir mal, ¿creíste que no lo iba a saber? Pero eso no significa que puedas volver, estamos bien, tu mama y yo, no podemos alimentar a una fracasada que no consigue ni trabajo propio.

-Tu tampoco tienes trabajo, eso nos hace algo parecidos no Russel – Se estaba empezando a cabrear, pero no podía perder la paciencia, si Russel la sacaba del apartamento ella no tendría donde ir.

-No me vengas con idioteces Quinn, yo soy el dueño de esta casa y puedo hacer con mi vida lo que me plazca, ahora ándate de una buena vez antes de que llame a la policía, fenómeno – Russel la miraba con odio contenido.

Nunca había aceptado la condición de Quinn, que su única heredera tuviera intersexualidad no estuvo nunca en sus planes, aunque sabía que había una remota posibilidad de que Quinn lo heredara por parte de las mujeres de su familia, siempre tuvo la esperanza de que no le tocara a su hija, pero la suerte no estuvo de su lado tres semanas después de saber que habían tenido un hijo, ya que los llamaron del hospital una semana después aclarándole que no era un niño sino una niña con intersexualidad.

-Soy tu hija Russel, no me puedes echar como al perro del vecino, solo necesito unas semanas m…

-QUE TE LARGUES HE DICHO – Estaba rojo de furia – NO TE QUIERO DE NUEVO EN NUESTRA VIDA

Quinn se veía desesperada, tenía miedo de que Russel la lastimara, más de alguna vez había sucedido, esperaba que su madre se despertara y la defendiera pero esta parecía estar en un coma etílico en ese sofá.

-Eres igual o más fracasado que yo Russel – Dijo tomando su mochila y caminando rápido al que había sido su cuarto, cerró la puerta con la cerradura para alcanzar a sacar las pocas cosas que le quedaban ahí y que Russel por suerte no había botado aun, agradeció por primera vez que fuera un vago – ¡ERES UN MALDITO BASTARDO QUE NO SIRVE PARA NADA!.

-¡ABRE LA MALDITA PUERTA QUINN! – golpeaba la puerta con insistencia, en cualquier momento la iba a hacer caer, así que se apresuro a sacar todo lo que pudo y salir por la escalera de emergencias que daba a su ventana, solo pudo escuchar cómo se rompía la puerta de madera mientras bajaba y vio a Russel aparecer por la ventana

-NO VUELVAS A ESTA CASA SI QUIERES SEGUIR VIVA QUINN, TE MATO SI VUELVES – fue lo último que escucho mientras salía corriendo por el callejón hacia una de las calles cercanas.

No iba a dejar que las palabras que venía escuchando desde pequeña la hirieran una vez más, no se sentía avergonzada por nacer diferente, si le había tocado vivir así solo podía ser el destino. Tal vez había preparado algo importante para ella.

Que le atrajeran las niñas desde su pubertad solo había reforzado su aceptación hacia sí misma, aunque no tuviera nada de suerte en el amor no se rendía a la hora de conocer a alguien. Ya llegaría alguien que la aceptara con todo lo que tuviera que ofrecer.

Iba caminando por la calle con la mochila aferrada a su brazo.

"Donde demonios voy ahora".

Tenía 20 dólares en la mochila, eso no le alcanzaba para pasar la noche en ningún lugar, no podía ir de nuevo donde su único amigo porque este seguía en L.A.

Lo primero que tenía que hacer era comprar algo de comida, era fácil encontrar algo económico para comer en las calles de Queens.

Así que se compro un hot dog en un puesto de unas calles más abajo en un parque para niños y se lo comió en menos de un minuto, eso serviría para durar un par de horas más.

Seguía mirando alrededor sin saber qué hacer. Eran las 5 de la tarde, en dos horas comenzaba a caer el sol.

Medito sus opciones, ¿donde pasaban la noche los indigentes?

"Un puente". Fue lo primero que se le paso por la cabeza y lo elimino rápidamente, ni una mujer de 23 años debería estar en un puente durmiendo. Descartado

"Dormir en una de los bancos del parque". Eso solo la iba a matar de hipotermia, su chaqueta era muy delgada como para protegerla de cualquier brisa fría. Descartado

"¡Albergue para indigentes!"- Había muchos en Queens, sabia de uno que solo albergaba a mujeres y quedaba a unas siete cuadras de ahí.

Si corría lo suficientemente rápido podría llegar antes de las 6, la hora en que cerraban los albergues.

Tenía media hora para llegar y alcanzar un puesto, así que corrió por la calle como si la estuvieran persiguiendo.

"Cinco….Cuatro calles, vamos Quinn" Se iba repitiendo mientras corría, solo le quedaban tres calles más y se empezaba a fatigar, no comer suficiente estaba trayendo consecuencias.

No se detuvo hasta que le quedaba una calle, entonces miro hacia su viejo reloj en su muñeca y vio que le quedaban cinco minutos.

Suspiro y siguió corriendo aun mas rápido.

Hasta que lo vio, supo que estaban por cerrar, lo bueno es que no se veía una fila desde afuera, no era igual que los albergues para familias o mixtos, ya que estos tenían filas que llegaban a recorrer varias calles.

Avanzo hasta donde había una mujer de color que parecía ser la encargada

-Necesito…Buenas tardes…necesito – La mujer veía con gracia como Quinn respiraba con dificultad y se tomaba el pecho – un…un cuarto…para…pasar…la noche – Terminaba de decir Quinn mientras se limpiaba la frente.

-Claro, solo tienes que llenar la solicitud, te van a buscar en los registros y entonces te avisaran si puedes pasar, ¿de acuerdo?, puedo preguntarte, ¿Por qué vienes tan agitada? – La mujer de unos cuarenta años seguía mirando a Quinn con una sonrisa, sospechaba lo que había ocurrido.

Quinn la miro con confusión y le respondió - Tenía que llegar a tiempo, el albergue cierra a las 6, ahora ya paso la hora – dijo mirando su reloj y tratando de entender porque esa mujer parecía estarse riendo de ella.

-Oh, cariño, este albergue está abierto las veinticuatro horas, tenemos la obligación de atender a cada mujer que viene buscando un refugio– Ahora la señora la miraba casi con ternura, era una chica muy joven la que tenia frente a sus ojos.

Quinn se quería morir de vergüenza, ella no sabía esa información.

-Bueno… no estaba demás ser precavida, ¿donde dijo que tengo que llenar el formulario? – La mujer le apunto a la recepcionista que estaba un poco más allá.- Bien, gracias por la información.

-De nada cariño, si necesitas contactarte con alguien del servicio social solo tienes que preguntarle a la recepcionista ¿sí? Espero que te vaya bien y te sientas cómoda – Fue lo último que dijo la mujer antes de irse del lugar.

De esa manera ya se fue más tranquila hacia donde la recepcionista para llenar el formulario. Todo salió perfecto, ella no tenía antecedentes dudosos. Así que la dejaron albergarse en uno de los cuartos donde había más chicas de su edad.

Tres chicas la esperaban en ese cuarto.

Tres chicas que le iban a hacer cambiar su vida para siempre.

Tres chicas que le iban a mostrar un mundo lleno de posibilidades.


N/A

Este es mi nuevo Fic, hace tiempo lo tenía planeado, así que es todo un placer llevarlo al fin a cabo.

Gracias a quienes se toman un tiempo para leer esto.

Saludos mis queridos Visitors... Nicol