Melodía de corazón

El corazón de un hombre comienza a latir cuando conoce a la mujer por la que vale la pena vivir, y, a su vez, morir. Y eso sucedió a un joven rubio que admiraba el cielo nocturno, contando a la luna en una canción su sentir, la razón de su demencia.

Yamato deslizaba con una delicadeza sublime sus dedos sobre las cuerdas de su guitarra, desplazando sus emociones encada nota. Su corazón gritaba en melodía lo que esa noche de septiembre ya no podía callar.

El rubio se estremeció al ver el rosto de su amada brillando en la estrellas como si fuese una nueva constelación. Sus labios sonrieron por la idea de lo impensable, estaba enamorado de su amiga de la infancia, de la princesa de hermosos ojos marrones. El, Yamatto Ishida, estaba perdido en la esencia de la castaña más hermosa que pudiera existir en el planeta.

Sus dedos acompañaban a su garganta que profesaba ese nuevo sentir dentro de su interior. Aquella canción era su testamento, su decreto de amor.. Inspirado en la musa que jamás imagino, plasmo en letras sobre un papel lo que normalmente callaría. Y la miro de entre la multitud, callada y absorta en la melodía de una canción que solo ella podía entender, y su sonrisa la delato.

Nerviosos sintió que su voz flaqueo, pero nadie lo percibió. Su cuerpo se congeló con la calidez de su mirada, sus ojos se perdían en la belleza de sus facciones. Su corazón latía acelerado al compás de su respiración por la idea de una confesión no planeada. Y la canción termino con una última oración:

"Donde sea que te encuentres mi corazón te hallará, y en la distancia tu voz será la guía de mi razón".

Los aplausos no se hicieron esperar sobre todo los de esa castaña que dibujaba una amplia y bella sonrisa en sus labios. Yamato bajo del escenario y fue alcanzado por su musa, la razón del agitar de su corazón.

—Hola —saludó ella.

—Hola —contestó.

—Ha sido una melodía hermosa.

— Bueno, es porque la fuente de inspiración es igual de hermosa.

Mimi se ruborizó por el comentario del rubio, y la razón era porque la canción dejaba en claro que se trataba de la historia de ellos dos. De una despedida y un recuentro. No por nada se encontraban en un club de arte en nueva York, por algo de esa última frase. Yamato había ido adonde ella impulsado por el sentir de su corazón, guiado por su voz en las llamadas a diferentes horas del día. Por los desvelos de uno u otro para seguir en contacto.

Y así, la mirada azul se fundió con la marrón, complementando al otro con una sonrisa y un brío en su interior.

—Te invito un café.

—Me encantaría.

Y de ese modo partieron como una sola alma a continuar su aventura, que a partir de ese momento ya no sería a la distancia.