Disclaimer: Todo lo concerniente a HP es propiedad de JK Rowling
The Marauders: La verdadera Historia.
SINOPSIS
La guerra ha terminado para siempre. Harry Potter tiene por delante un futuro prometedor pero su pasado es aún un verdadero misterio para él. Y en su vida ya no queda nadie que pueda contarle cosas de sus padres, de su padrino o de su profesor Lupin... ¿o puede que si?
PROLOGO
La lluvia caía incesantemente sobre la tierra, convirtiéndola en barro, creando una fina niebla a su alrededor de las losas de piedra y chocando contra su rostro, mojandolo y entrelazándose con las lágrimas que caían por sus mejillas. Su largo cabello castaño oscuro se pegaba a su frente y mejillas por culpa de la humedad, y sus anchas ropas negras delineaban su fina figura al encontrarse pegadas a su cuerpo por culpa del agua. Se sentía pesada, y no era por la lluvia que caía sobre sus hombros.
¿Cuanto hacía pasado? Tres años sino recordaba mal. Apretó sus manos en un puño. La guerra había terminado por fin, para la tranquilidad de la joven. Voldemort había sido derrotado y Harry podía seguir con su vida sin temor a morir en algún momento. Los mortifagos habían terminado en Azkaban o muertos durante la guerra y Hogwarts había sido reconstruida con sorprendente rapidez. Lo único que que no había salido tan bien habían sido las muertes de inocentes que había dado lugar la guerra. Dumbledore, Snape, Remus, Tonks... gente a la que ella amaba y respetaba habían caído por defender al joven Potter. Y algunos dejando atrás a seres queridos. Dumbledore a una triste profesora McGonnagall. Remus y Tonks a un desprotegido e indefenso Teddy... del que ella tenía ahora su custodia.
Se apartó un mechón de de su cabello de los ojos y paso su mano con delicadeza sobre la fría lápida ante la que se encontraba. Sirius Orion Black. El leer simplemente aquel nombre le causaba un punzante dolor en el pecho.
— Estúpido Black...—murmuró, con la voz rasposa por culpa del llanto—Nunca pensaste en alguien que no fueras tu...
La morena sonrió, con tristeza. Sabía que aquello era una completa mentira. Sirius Black siempre había ante puesto el bienestar de los demás al suyo propio, aun cuando lo negara con vehemencia. Ella lo sabia bien... pero eso no le quitaba el que ella creyera que se había sacrificado por un puro acto egoísta.
Y ella era la que sufría.
La lluvia caía, una figura vestida de negro enfrente de la lapida en la que yacía el nombre de la persona amada. Lágrimas. Agua dulce y salada fundidas bajo el manto de la lluvia.
