No existe la guerra inevitable. Si llega, es por fallo del hombre. Andrew Bonar Law


"Felicitaciones"

— ¡Felicitaciones, Soldados! — la voz de Aizen se podía escuchar a unísono con los aplausos del público.

No lo podía creer todo había acabado desde los entrenamientos hasta la rutina. Ya somos soldados. Tenemos toda "una guerra" por delante, que chiste de mal gusto. Esto suena como una celebración, pero no lo es, para nada. Simplemente somos sustitutos de los caídos. Cuatro años justos han pasado desde que empezó esta guerra. El país ha sufrido las devastaciones que traen estas: pocos trabajos y por ende pocas posibilidades de hacer algo que no sea pelear, muertes y hambre. La ciudad está en ruinas, sólo Las Noche sigue en pie. Hay un hedor a muerte entre nosotros. Esto no siempre fue así. Hueco Mundo y La Sociedad de Almas no siempre se llevaron así de mal, teníamos diferencias como todo los países las tienen, pero no al punto de llegar aquí. Somos soldados de elite peleando directamente para Lord Aizen. Soy un francotirador.

Estamos en una línea recta de frente del imponente escenario donde Aizen está sentado en su trono con su impecable traje blanco. Imponente al igual que siempre. Gin Ichimaru, el del pelo gris, que está a su izquierda. Es conocido como: el Zorro, un exsoldado. Este tiene cierto parentesco con el animal físicamente, pero este apodo no es por eso, es más por sus habilidades; sigiloso y letal. Tosen Kaname quien es un abogado ciego, pero esta discapacidad no lo limita para nada. Tiene un sentido de justicia un tanto retorcido por lo que he escuchado hablar. Él está a cargo de las ejecuciones y el papeleo sobre estas. Hay otro hombre detrás de ellos con un fusil de francotirador pegado al pecho como si tuviese miedo que alguien fuese a quitárselo. Tiene el pelo negro, al igual que yo, pero corto, piel quemada por el sol, y el ceño fruncido. Nunca antes le había visto.

— ¡Estos serán los nuevos soldados que protegerán nuestro país! — este volvió a decir con sorna.

— ¡Viva Lord Aizen! — grito un chico del público y la multitud le siguió.

El bullicio se volvió insoportable. Somos un pueblo vencido. Por actos como estos pienso que no hay más nada porque pelear. Muchas personas llevaban afiches pro guerra y fotos de Aizen como si este fuera un dios, aunque en momentos como estos era lo más cercano a ello. Él daba seguridad, algo extraño en estos tiempos. Este dio un discurso breve, pero lleno de esperanzas; vacías y palabrerías baratas. Lo admiro. Al concluir la ceremonia mis ojos se volvieron al escenario el hombre del fusil ya no estaba. ¿Ha donde se había ido ese tan rápido?

La ceremonia había acabado y cuando estuve a punto de retirarme, este toco mi hombro. No estaba sorprendido.

— Hola — dijo este como si me conociera desde siempre.

— Hey.

— ¿Eres Ulquiorra Cifer?

— Si.

Este me miro como si hubiese encontrado algo. Sus ojos azules brillaban. Tenía una cicatriz debajo del ojo, era casi imperceptible. Su rostro tenía bastantes arrugas para la edad que aparentaba.

— He escuchado tanto de ti y de tus habilidades. Me voy a retirar y quería ver si era verdad lo que decían de mi sustituto — este toco mi mejilla en el lugar donde él tenía su cicatriz — Pareces fuerte. Te traje esto.

Rebusco en su mochila hasta que saco un libro o eso parecía. La portada y la contra portada de este eran de cuero.

— ¡Es tuyo!

Lo observaba no lograba entender para que me había dado eso. Iba a pelear no a leer.

— Es un diario, mi madre me lo regalo para que me distrajese y reflexionara las cosas —hizo una pausa— Aquí no vienes a reflexionar. Creo que eso lo sabes.

— Uhum.

Este calló. Se quedó mirando sus botas y volvió a subir su rostro.

— Todos tenemos dones, pero el mío no es perder mi tiempo escribiendo mis memorias aún no soy tan viejo — me sonrió, y sus arrugas lo hicieron con él — sé que esto te servirá, es una corazonada. No pareces mujeriego, eres un soldado extraño— empezó a reírse, aunque esta risa termino en una toz de fumador.

— Ya veo… supongo, que gracias.

— No me agradezcas… quería deshacerme de eso — No te mueras muchacho.


Continuara.

Muchas bendiciones y gracias por su tiempo