CAPITULO 1. DONDE SOPHIE SE VA DE CASA

Había transcurrido un mes desde que la bruja del paramo había muerto y la paz reinaba en el reino de ingary, especialmente en la maravillosa ciudad de Market Chipping, ahora sophie quien oficialmente vivía en casa howl, se disponía a preparar las cosas para un nuevo día en la floristería, movía cestos, acomodaba macetas, rociaba las flores, a una que otra le dedicaba suaves palabras de aliento para evitar que se marchitaran, en fin, era una mañana común dentro de aquel hogar. Michael y Lucifer rara mente estaban en casa, el primero porque se la pasaba todo el día observando a su bella martha y el otro porque decidió aprovechar que ahora era libre para conocer todo aquello que se había estado perdiendo todo ese tiempo y finalmente Howl que hacía días que se ausentaba de casa, se levantaba temprano, tardaba sus dos horas en el baño, bajaba las escaleras con su mejor traje mientras dejaba un exquisito olor por donde caminaba, colocaba la flecha hacia el color negro y salía corriendo sin siquiera despedirse de sophie, una rutina ya común para ella.

-Ese mago egoísta- refunfuñaba sophie que desde ya hacía tiempo, se empezaba a quedar cada vez mas sola en aquel lugar –lo único que hace es explotarme- siguió refunfuñando mientras terminaba de colocar las flores en los anaqueles y giraba el letrerito de la puerta para señalara que estaba oficialmente abierto al público.

Como era normal en aquella floristería, una a una las clientas llegaban, ya sea solas o acompañadas; sophie solo las observaba como entre ellas hacían círculos y empezaban a murmurarse chismes acerca de los habitantes de dicha ciudad, -han escuchado los rumores- susurraba una señora de traje azul –se dice que hay un joven que se dedica a engatusar a cuanta chica encuentra a su camino y en cuanto las atrapa, les roba el corazón- termino de decir mientras que las oyentes miraban incrédulas a la señora del traje azul. –pero es solo un rumor querida, así como el de howl en su tiempo- expreso una señora que vestía un llamativo vestido naranja opaco, -te equivocas- señalo otra señora quien vestía un elegante vestido rojo escarlata –he oído que le rompió el corazón a la hija de un noble- decía horrorizada. Sophie prestaba atención a cada palabra dicha entre aquellas mujeres "seguro que es obra de howl" pensó –aunque haya recuperado su corazón sigue siendo un mujeriego- se dijo algo molesta. Después de que las señoras terminaron de contarse sus chismes diarios, una a una se retiro del local no sin antes llevarse su ramillete de flores.

Entrado el medio día, sophie empezaba a contemplar como uno que otro joven entraba muy nervioso al local, -seguramente viene para comprarle flores a su conquista- pensó mientras se acercaba a cada uno y les preguntaba acerca del tipo de flor que ellos deseaban, cada joven que ella atendía se comportaba de la misma manera, como si fuera un patrón normal, primero se tensaban, después tartamudeaban y posteriormente empezaban a cambiar el orden de sus palabras para que al final, escogieran el ramo más sencillo y se fueran corriendo con cara de alivio, -estos jóvenes de hoy- suspiraba sophie -¿me pregunto si howl habrá actuado alguna vez así?- reflexiono curiosa, -¡bah¡, es un sinvergüenza ególatra, nunca se pondría así- se dijo mientras asimilaba la realidad de las palabras; muy pronto, la tarde llego a la tranquila ciudad y sin más, sophie decidió cerrar temprano el negocio, con tranquilidad avanzo hacia la puerta, la cerro y volteo el cartel de la entrada para indicar que estaba cerrado, posteriormente avanzo rumbo al arco y estaba empezando a cruzarlo para entrar hacia su cálido hogar cuando un golpeteo insistente se hizo presente en la puerta que daba hacia la floristería, al oír el insistente toqueteo, a sophie no le quedo otra que asomarse a ver quién era, en la puerta se encontraba un joven que a juzgar por ella, era hijo de un granjero por su apariencia desarreglada, –¡ya cerramos, venga mañana!- le grito al joven, -¡no vengo por flores!- le respondió este -¡Sophie soy yo! ¿no te acuerdas de mí?- cuestionaba este –íbamos en el mismo grupo desde la primaria, soy Peter! -, al oír aquello, sophie llevo uno de sus dedos hacia su mentón mientras trataba de recordar aquel nombre, después, volvió a voltear a ver al joven, lo observo fijamente y una sonrisa salió de sus labios -¡Ya te recuerdo!- grito feliz –eres el tímido peter- termino de decir mientras corría a abrirle la puerta y hacerlo pasar.

-oh sophie no me digas así, eso quedo muy atrás- dijo amablemente el joven mientras esbozaba una sonrisa sincera y entraba a la floristería, -pero dime, ¿Cómo estás?, un día ya no regresaste a clases y me preocupe demasiado-.

-Es una larga historia- comento sophie mientras invitaba al joven a entrar a la casa y tomar asiento, con rapidez trasteo en la cocina buscando una tetera y seguidamente corrió a llenarla y ponerla a hervir para hacer un rico te. -¿Pero dime, como te enteraste que vivía aquí?- pregunto intrigada sophie.

-Lettie me lo conto- contesto el joven –un día fui a casa de la señora Fairfax para pedir un encantamiento y me la encontré, fue ahí que ella me platico toda la historia y vaya que si era interesante sophie-.

-Entonces no es necesario que te cuente toda la historia- dijo sophie mientras empezaba a servir las tazas de té –explícame entonces -¿Qué haces aqui?-.

Ante la pregunta, peter se quedo quieto y empezó a hacer una pose pensativa –creo que porque tenía ganas de verte- dijo sin rechistar –ya sabes, por recordar viejos tiempos- dijo mientras empezaba a sorber un poco de té.

-ya veo, por los viejos tiempos- repitió dudosa sophie –pero tú y yo casi no hablamos en toda nuestra vida escolar- recordó en voz alta, provocando la reacción del joven, -si, lo sé, sin embargo…- dudo en terminar lo dicho. -¿Sin embargo…?- repitió sophie mientras lo observaba fijamente. -Sophie sophie- tarareo el joven –mejor dime, ¿vives sola en esta gran casa?- cuestiono el joven intentando cambiar la atención de sophie. –No- respondió sophie –vivo con otras dos personas más- asevero.

-ya veo, ¿se puede saber con quienes?- curioseo peter mientras observaba la expresión pensante de sophie.

-Con un mago y su aprendiz- se limito a contestar la joven.

-Sophie, recuerda que lettie me conto todo, pero ahora dime ¿Qué eres tu del mago?- pregunto intrigado mientras afilaba la mirada -¿son novios? ¿son amigos? O simplemente eres su criada- asevero metiéndole dudas a sophie.

-No… no lo se…- dijo muy confundida, nunca antes se había preguntado realmente qué relación había entre ella y howl -¿De novia?- reflexiono –no creo, nunca me ha tratado como una- se dijo pensando, -¿De amiga?, bueno posiblemente aunque muchas veces creo que más bien soy su criada- se dijo.

Una risa tímida se escucho, sophie volteo a ver a peter y se encontró con que era él quien se reía divertido por las expresiones pensativas de esta –entonces no sabes que eres de el- declaro divertido –ese mago sí que le encanta andar con rodeos- se limito a expresar –pobre pobre sophie- tarareo mientras se levantaba de la silla y caminaba acortando la distancia entre él y sophie. La joven se limito a observar como su amigo se acercaba y se detuvo a par de pasos de ella, con suavidad se agacho quedando cara a cara, -¿Te gusta?- pregunto el joven, sophie se sobresalto por la pregunta, era obvio que le gustaba howl, sin embargo, por como se había comportado el últimamente, empezaba a dudar de su amor –no lo sé- se limito a responder; -¿Por qué sigues con el si no lo sabes?- volvió a cuestionar haciendo dudar mucho mas a sophie, quien volteo su mirada a otro lugar. Con suavidad, peter tomo la barbilla de sophie y la movió quedando ambos nuevamente cara a cara –me gustas sophie- le susurro el joven quien aprovechando la cercanía de sus rostros intento robarle un beso a la joven, sin embargo, una puerta se abrió y de este entro el joven mago.

-¡Sophie ya llegue!- expresaba sonriente y feliz de estar nuevamente en su cálido hogar, no obstante, su felicidad se vio opacada cuando se encontró con una perturbadora escena, en ella, un completo desconocido estaba muy cerca y a punto de besar a de su querida sophie. -¡Que es esto!- grito howl sorprendido y llamando la atención de los otros dos.

El desconocido volteo a ver al mago obsequiándole una mirada gelida –con que tu eres howl- expreso -tan apuesto y galante, no me extraña que a estas alturas no hayas engañado a sophie- termino de decir.

-¿y tu quien eres?- cuestiono –Sophie ¿Por qué lo dejaste entrar?- pregunto a la joven que rápidamente se levantaba de su silla y trataba de explicarle, -este… howl, no pienses mal, el solo … solo es un amigo de la escuela que me vino a visitar- se explico., –Yo mejor me retiro, hasta luego sophie- se excuso el joven quien despedia cariñosamente de sophie y caminaba hasta la puerta principal para irse, con paso firme camino hasta quedar a la altura de howl y le susurro –si no la cuidas te la robaran- y posteriormente dejo la casa.

Ante esa declaración, el enojo de howl se hizo evidente, sophie nunca había visto a howl molesto y por un instante sintió temor, -me voy por un instante y te pones a coquetear con cuanto joven llegue- recrimino el mago haciendo enfurecer a sophie –¡ja, mira quien lo dice, el mago que se va desde la mañana hasta el anochecer!- le grito molesta mientras gruesas lagrimas surcaban su rostro –dime ¿Qué soy para ti?- pregunto mientras lo observaba fijamente esperando una respuesta, sin embargo, el mago se quedo callado, como si le hubieran preguntado algo muy difícil de responder; sophie saco conclusiones apresuradas y se hecho a correr camino a la puerta de la floristería, -¿a dónde vas?- pregunto howl que seguía impresionado por la pregunta, -me voy de la casa- dijo firmemente sophie –no pienso vivir con alguien que no me aclara las cosas- acto seguido, abrió la puerta y me marcho dejando solo a howl quien molesto corrió a su habitación.

Sophie atravesaba corriendo calle tras calle dejando tras ella un fino rastro de lagrimas, sin importar que se perdiera o no, siguió corriendo hasta que poco a poco empezó a reducir la velocidad –ese mago tonto- decía molesta mientras se secaba las lagrimas y volteaba a ver en qué calle se encontraba para ubicarse, sin embargo, no logro encontrar una seña que le dejara ver exactamente en qué sitio se encontraba –perfecto, ahora me perdí- se dijo mientras empezaba a caminar nuevamente entre calle y calle.

-Pero que veo, una damita perdida- expreso alguien llamando la atención de sophie quien volteo a ver de quien era la voz; un joven que no pasaba de los veinte, con expresiones finas, unos largos cabellos cafeces sujetos por una cinta blanca y profundos ojos cafés le observaba -¿A dónde se dirige bella dama?- cuestiono el joven cortésmente –tal vez pueda ayudarle a llegar ahí-, sophie quien sentía familiar aquella escena que estaba viviendo, intento mentirle al joven –voy a ver a una pariente- contesto, -¿y se puede saber en donde vive?- pregunto, sophie no sabía ya que responderle, y sin más prefirió decirle la verdad –hui de casa-, –oh pobrecita- se compadeció el joven hombre -¿y donde piensas pasar la noche?-, sophie se limito a guardar silencio y empezar a caminar nuevamente, -no me ignores damita- dijo tristemente el caballero –si no tienes donde quedarte, yo puedo darte alojamiento-. La joven sospecho de aquella persona -¿y que ganaría usted al darme alojamiento?- se limito a preguntar, el joven la observo fijamente y amablemente le contesto –¿es que acaso no puedo darle alojamiento a una bella damita?, no me perdonaría si le llegase a pasar algo-, ante la respuesta sincera del caballero, sophie intento confiar de él y le cedió la oportunidad –está bien- se dispuso a contestar y sin más, el joven caballero tomo de la muñeca de sophie y la encamino hacia una modesta casa de fachada cálida, con cuidado, la hizo pasar –este es mi bello hogar, siéntete como en tu casa- expreso el joven mientras le señalaba donde estaba cada cosa en casa, sophie estaba maravillada, la casa del joven era un lugar acogedor y cálido, sin embargo algo llamo su atención -¿usted vive solo?- pregunto, el joven la miro y asintió –me acabo de mudar a la ciudad hace un par de días y por el momento no tengo personal- explicaba mientras terminaba de enseñarle los alrededores a sophie –dime joven dama, ¿tiene trabajo?- a lo que sophie respondió –no.. ya no tengo y dígame sophie-, sonriente observo a sophie y le pregunto -¿quisieras ser mi ama de llaves?-, aquello sobresalto a sophie y lo pensó detenidamente, muy pronto su decisión se dio a conocer –acepto, gracias- sentencio, -eso me alegra mucho bella sophie- se limito a decir y finalmente le mostro un pequeño cuarto –esta será tu habitación, espero sea de tu agrado- termino de decir a lo que sophie amablemente agradeció su caballeroso gesto –y llámame Josef- posteriormente dejo sola a sophie para que se instalara.

Mientras tanto, howl se encontraba en su cama recostado, aun enojado por la situación que había presenciado momentos atrás –tonta sophie, si tan solo pensaras un poquito antes de actuar- murmuraba molesto, rodo al otro lado de su cama mirando la puerta de su habitación –en cualquier momento tocara la puerta y me dirá que trajo leche caliente- se dijo mientras observaba expectante a que se cumpliera la escena predicha, no obstante, no escucho ningún "toc toc", ni la dulce voz de sophie. El sonido de una puerta cerrándose llamo la atención del mago quien fingiendo indiferencia salió de su cuarto, bajo unos cuantos escalones y miro quien era la persona que acababa de entrar a su hogar, esperaba encontrarse con sophie que tal vez y seguía molesta, desafortunadamente, al que encontró fue a Michael quien acababa de llegar después de un largo día con su adorada martha.

-Buenas noches howl- dijo educadamente el aprendiz de mago –le he traído a sophie un rico pastel de cesari, lo envía martha- agrego mientras ponía la cajita en la mesa -¿Ya se fue a dormir?-.

-N… no- sentencio howl molesto –se enojo y salió corriendo de la casa- se limito a contestar mientras abría la caja y sacaba el pastel de la misma.

-¡Quee!- se espanto Michael -¿A dónde fue? ¿no sabes?- preguntaba insistente a su maestro mientras este fingía no escucharlo y devoraba el sabroso pastel.

-No te preocupes tanto michael- hablo con la boca llena –seguramente se fue a quedar en casa de una de sus hermanas o en la de su amiguito ese- bufo enfadado y siguió con lo que estaba.

-Si tú lo dices…- dudo de su maestro y se dispuso a buscar uno de los libros de la estantería.

A la mañana siguiente, con los rayos del sol, sophie se disponía a limpiar su nuevo hogar, con sumo cuidado lavaba los trastes mientras a su vez calentaba agua para el té, -buen día bella sophie- anuncio josef quien se disponía a sentar en la mesita ubicada en la parte central de la cocina, -buen día joven josef- respondió educadamente a su nuevo jefe -¿Qué desea desayunar hoy?- se limito a preguntar mientras se secaba las manos con su mandil, -lo que la linda sophie desee prepararme- contesto sonriente; la ahora ama de llaves se limito a preparar un desayuno sencillo y sabroso, un par de tocinos con dos huevos, la taza de té y unas galletas de postre.

-Esplendido- felicito el joven amo a su ama de llaves

-muchas gracias- respondió sophie quien continuaba haciendo el aseo del hogar.

-sophie linda, he notado que no tienes mucha variedad de ropa, ¿Qué te parece si vamos hoy a comprarte unos lindos vestidos?- comento josef.

-Es un buen gesto de su parte joven josef- contesto agradecida sophie –pero no es necesario que gaste en mi, preferiría que me compre la tela y yo me encargo de hacerme la ropa-, -si ese es el deseo de esta damita, con gusto se lo cumpliré- asintió gallardamente mientras se levantaba de su silla y se disponía a salir –sophie, voy a salir, vendré en la tarde con las telas para tus vestidos- y sin más, se marcho.

Por otra parte, el día también llego a casa del mago quien entre bostezos bajaba a la cocina esperando encontrarse con la misma escena de siempre donde sophie le preparaba el desayuno, por desgracia, todo indicaba que sophie no había bajado aun. Howl se giro y subió las escaleras una a una, camino pesadamente y abrió la puerta de la habitación de sophie –está bien, lo admito, es mi culpa, perdóname sophie- decía dramáticamente al momento que entraba a la habitación de esta –oh ya veo, quieres hacerme la ley del hielo- dijo molesto y abrió sus ojos encontrándose con una habitación vacía –tonta- bufo cerrando la puerta. En aquel momento, Michael iba saliendo de su habitación y se encontró con su maestro –buen día howl, ¿ya regreso sophie?- le interrogo, -no, paso la noche fuera- contesto haciendo preocupar a su alumno –iré a ver a martha y le preguntare si sabe algo de ella- termino de decir y salió corriendo rumbo a la puerta –deberías buscarla tu también howl- le aconsejo y posteriormente se marcho.

Por otro lado, Michael corría rumbo a cesari, le preocupaba que sophie no regresara aun a casa –debió de haber sido culpa de howl- pensó mientras atravesaba la ciudad. Con agitación llego al local donde su hermosa martha trabaja incansablemente, como era normal, aquel lugar se encontraba repleto de personas, entre los cuales la mayoría eran caballeros tratando de conquistar a martha, -linda martha por favor sal conmigo- declaraba un joven quien le llevaba un hermoso ramo de rosas, -no, mejor sal conmigo- decía otro con una caja de chocolates y amablemente martha los rechazaba uno a uno citando las mismas palabras –perdón pero ya tengo enamorado-; Michael al escuchar aquello se sintió feliz y orgulloso de tener una novia como aquella, no obstante, eso no lo distrajo de su principal objetivo y sin más, llamo la atención de martha extendiendo su brazo y gritando su nombre –¡martha! ¡martha!- y ella al verlo, le hizo un alegre gesto para que entrara al área de personal. -¿Qué sucede michael?- pregunto preocupada martha ante el comportamiento de su enamorado, -es sophie, al parecer se peleo con howl y se fue de casa- declaro, martha solo bajo la cabeza tristemente –ese mago sinvergüenza, ¿Por qué mi hermana tuvo que enamorarse de el?- decía triste, el joven aprendiz de mago reconforto a la menor de las hermanas y le interrogo donde cree que podría encontrarse sophie, ante lo cual, la menor no sabía que responder, era la segunda vez que se iba de casa, la primera para ir a encontrarse con howl y esta era la segunda –definitivamente ese mago egoísta no era bueno para su hermana- se dijo y posteriormente se despidió de Michael excusándole que tenía trabajo por hacer.

-Adiós querida martha- se despidió Michael de su amada –si se algo de sophie te aviso- termino de despedirse y emprendió rumbo a la casa.

En casa de howl, el ambiente era de pesadez, hacia mucho la floristería debía de haber estado abierta y un sinfín de clientes esperaban ser atendidos, incesantes golpeteos en la puerta se hacían sonar por todo el hogar y el mago empezaba a perder la paciencia tratando de cortar las flores, acomodarlas, clasificarlas y rociarlas para dejarlas listas.

-¿a qué hora abrirán?- preguntaba una clienta detrás de la puerta

-Tan pronto como termine de acomodar todo- contesto apresurado el mago.

-¿y la señorita que atiende?- pregunto otra señora -¿está enferma?-

-Algo así…- mintió howl quien buscaba entre el llavero la llave que abría el local, una a una iba probando las llaves hasta hallar la indicada y finalmente, la floristería estaba abierta al público. Con apresuracion, las señoras fueron entrando, escogiendo entre flor y flor, una que otra expresaba su disgusto entre murmullos los cuales eran fácilmente escuchados por howl; -bellas damas, si tienen algo que expresar, háganmelo saber- declaraba galantemente howl, sin embargo, fue ignorado por el grupo de clientas las cuales hicieron una rueda para hablar de los chismes diarios, una de ellas inicio la plática -¿ya escucharon los rumores?- y las demás negaron con la cabeza –hace unos días llego a vivir un joven de la nobleza- susurraba añadiéndole misterio a la conversación –lo curioso es que apareció el mismo día que se dio a conocer el rumor del joven que roba los corazones de las jovencitas- declaro espantando a algunas de las presentes, por su parte, howl escuchaba atento cada palabra, le daba curiosidad lo que se narraba, -y además escuche que contrato a una bella y joven ama de llaves- termino de contar, -pobre señorita, tendrá un trágico final- declaro otra de las presentes; posteriormente, después de tanta platica, cada señora tomo su rumbo dejando al mago nuevamente solo.

Transcurrieron las horas pacíficamente, howl quien no estaba adaptado a ese tipo de vida, se aburría tremendamente, no entendía como sophie aguantaba la misma rutina del diario –un día de estos la saco a pasear- pensó.

-Disculpe joven- dijo un cliente llamando la atención del mago -¿no está la señorita que atiende?- pregunto. Howl observo escrupulosamente al cliente quien resultaba ser un joven que tenia al parecer la misma edad de sophie –no, no está- declaro, -ya veo- dijo tristemente el cliente –quería verla porque es tan linda-, al oír eso howl sintió celos y fingiendo demencia continuo charlando con el joven tratando de sacarle información -¿y para que quería verla?- pregunto haciendo sonrojar al joven -bueno, es que venía a declarármele, al parecer no tenía ningún pretendiente – termino de decir, howl quien escucho atento cada palabra no aguanto más y hecho al joven diciendo que cerrarían temprano. Ya que el joven se había marchado, el mago se disponía a cambiar el cartelito a cerrado cuando fue interrumpido por un nuevo cliente –si viene a ver a la señorita que atiende, déjeme decirle que no se encuentra- declaro el mago en tono celoso, -lo siento, pero no venía a eso, solo quiero unas flores- contesto el cliente, dudoso, howl dejo pasarlo -¿Qué tipo de flores le interesan?- pregunto, -las mas lindas que tengas- contesto –anoche conocí una chica de lo más hermosa y quiero cortejarla- declaro, howl quien es un experto en cortejos y romances, decidió apoyar el joven caballero y le mostro las mejores flores que tenia, unas rosas las de un blanco puro que aun no habían florecido, sin embargo, tenían algo de especial, conforme florecieran irían tomando un color diferente, hasta llegar al rojo más puro e intenso. Howl tomo el ramillete y se lo entrego al cliente explicándole aquello –buena suerte con la chica- le dijo sonriente, el cliente le agradeció y se retiro del local dejando nuevamente solo al mago.

En el camino, el joven felizmente pensaba –seguramente le gustaran a sophie-.