Título: Cartas que no llegarán

Autor: Blind-Target

Anime: Weiß Kreuz

Advertencia: Yaoi, tal vez lemon (si no te gusta no lo leas pues será bajo tu responsabilidad)

Disclaimer: Weiß Kreuz todos sus personajes y derivados son © de Koyasu. No recibo ninguna clase de retribución al escribir esto. KOYASU es la mente maestra detrás de WEIß, benditas sean sus voces celestiales, gracias a quienes hicieron posible el anime.

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Un pelirrojo vestido de traje se encontraba solo a la mesa de un lujoso restaurante, parecía esperar a alguien pero después de un rato optó por irse.

Al llegar a la florería se encontró con Ken.

— Regresas temprano… — pensó en voz alta el joven de cabellos castaños y rápidamente notó la molestia de su compañero. — Te plantó ¿cierto? — el pelirrojo subió las escaleras en silencio y se metió a su habitación. Se sentó en un rincón de su cama y abrazó a la almohada, había esperado tanto ese día, había anhelado tanto el ver esos hermosos ojos otra vez, deseaba tanto estar a su lado, pero no se había presentado a la cita, tal vez surgió algo más importante, claro, él ya no era importante desde hacía algunos años, desde que se fue a alcanzar el sueño americano, desde que dejó de escribirle supo que ya no lo consideraba alguien importante; de repente una lágrima resbaló por la mejilla del pelirrojo y recorrió su blanca piel hasta que una suave caricia la detuvo, Fujimiya giró su mirada y vio al intruso que había osado tocarlo, Hidaka sólo le dirigió una cálida mirada y se sentó a su lado, lo abrazó y Fujimiya se dejó consolar. — Tú y yo sabíamos que no asistiría, te dije que no vendría sólo por tu cumpleaños, aunque le hayas llamado, ¿recuerdas que te contestó una máquina? — Ran se quedó en silencio, no quería recordar. Pronto cayó la noche y Yohji entró en la casa, todo estaba muy silencioso así que, sigilosamente subió y revisó, primero su habitación, enseguida la de Ken, la de Omi y finalmente la joven hermana de Ran salió del sótano.

— Están en la habitación de mi hermano, se quedaron dormidos hace rato. — Kudou se asomó a la habitación del pelirrojo donde, efectivamente, encontró a Hidaka y a Fujimiya abrazados, dormidos.

— Por un momento creí que no los encontraría. — musitó el play boy que en el acto volvió a cerrar la puerta, Ran había estado muy deprimido desde que las cartas dejaron de llegar hacía casi un año, los últimos días se encontraba feliz porque pensó que volvería a sentir esos ojos mirarle pero no había sido así. — Otra recaída, no sé si podrás soportarlo. — En el acto, el sonido del teléfono rompió el silencio y Balines se apresuró a contestar para evitar despertar a sus compañeros. — ¿Moshi moshi?

— Buenas tardes, ¿es la florería Koneko? — una voz femenina habló con Yohji.

— Sí, ¿en qué puedo ayudarle?

— ¿Conoce a Tsukiyono Omi?

— ¿Quién es usted?

— Soy enfermera del Hospital General de Tokio.

— ¡¿Del hospital! — Exclamó Kudou — ¡¿Qué le pasó a Omi!

— Por favor tómelo con calma. El joven Tsukiyono tuvo un accidente automovilístico esta mañana y se encuentra muy grave…

— ¡Voy para allá! — Kudou colgó el teléfono sin darle tiempo a la enfermera de dar más explicaciones, salió corriendo y subió al auto para dirigirse al hospital lo más rápido posible.

Una vez en el hospital, Yohji preguntó por Omi y pronto se dirigió a la habitación donde este se encontraba, no le permitieron pasar, sin embargo, un hombre maduro de bata blanca y expedientes en mano se acercó a él.

— ¿Conoce al joven Tsukiyono? — preguntó el doctor.

— Sí.

— ¿Qué parentesco tiene con él?

— Trabajé con él un tiempo. — contestó Kudou y el doctor bajó la mirada decepcionado.

— ¿Conoce a algún pariente que se pueda hacer responsable?

— No, Omi no tiene parientes pero sí tiene amigos y puedo darle el nombre de aquel que aceptará ser el responsable.

— Lo lamento pero esa persona debe estar presente, necesito que firme unos papeles.

— Entonces lo llamaré pero antes dígame ¿qué le ocurre a Omi?

— El joven Tsukiyono recibió un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente. Sufrió fractura del cúbito izquierdo y de la tibia derecha pero no es grave, por ahora se encuentra en estado de coma.

— ¿En coma? — Reiteró abrumado el play boy.

— Así es. — Luego de esto Kudou fue a la sala de espera y llamó a la florería, el teléfono sonó por largo rato, temía que no le contestaran pero agradeció a Kami el escuchar la voz adormilada de Fujimiya.

— Moshi moshi…

— ¡Aya! Eh… no, bueno sí, bueno no, aún no se cómo llamarte.

— ¿Qué demonios quieres? — preguntó molesto el pelirrojo — ¿Otra vez te quedaste sin gasolina?

— Quisiera que fuera por eso pero me temo que esta vez es grave, muy grave.

— ¿Qué pasó? — inquirió serio el joven de ojos violetas.

— Déjame hablar con Ken.

— Está dormido.

— ¡Despiértalo!

— ¿No puedes decirme a mí?

— No creo que sea buena idea, pero vale, te lo diré cuando llegues con Ken al Hospital General de Tokio.

— Yohji, esto es grave ¿ne, dime de qué se trata.

— No hasta que tú y Ken estén aquí. — dicho esto Balines colgó el teléfono.

Más tarde llegaron lo otros dos Weiß al hospital donde Yohji los esperaba en la puerta, los encaminó hasta la sala de espera del tercer piso haciendo caso omiso a las preguntas que hacía Ken; al llegar les pidió que tomaran asiento pero Ran se quedó de pié.

— Siéntate, por favor. — Insistió Balines al pelirrojo

— Estoy bien, gracias.

— Como quieras. En la habitación del fondo, — señaló Kudou. — se encuentra Omi. — Ran palideció pero su expresión seguía siendo la misma fría. — Tuvo un accidente automovilístico, dicen que venía del aeropuerto en un taxi. — el play boy señaló la televisión apagada frente a él. — el doctor dice que tiene un par de huesos rotos, lo cual no es grave pero… — se detuvo, no sabía cómo darle la noticia a Ran, no después de lo de su hermana.

— ¡Continúa! — insistió un molesto pelirrojo. Yohji respiró hondo y finalmente decidió dar la noticia fríamente.

— Está en coma. — Fujimiya sintió que todo su mundo se derrumbaba, era imposible, su gatito rubio estaba en coma, justo como su hermana hacía algunos años.

— ¿Ya lo has visto? — preguntó Ken haciendo que Abyssinian tomara asiento a su lado.

— Sí, pero no me pude quedar con él, necesitan un responsable, pensé que Aya querría tener acceso total a todo lo referente a Omi.

— Gracias por esperar. — habló Siberian. En ese momento el mismo doctor que hablara con Yohji se acercó nuevamente y preguntó por algún responsable. El pelirrojo sin dudar se ofreció, contestó algunas preguntas y firmó un par de hojas.

— Les permitiré entrar a los tres — comenzó el doctor. — pero tengan cuidado con los lectores que tiene el joven Tsukiyono en el pecho, es importante que no los muevan. — Balines y Siberian asintieron en respuesta y se pusieron de pié para ser guiados por el médico. El hombre de blanco les dio acceso a la habitación y cerró la puerta al salir. El lugar era blanco al igual que las sábanas de la cama, una de ellas cubría el cuerpo de Bombay hasta sus caderas, se encontraba desnudo debido a los lectores de los que les había hablado el doctor; el joven rubio tenía el antebrazo izquierdo y la longitud de la tibia derecha enyesados, una mascarilla lo ayudaba a respirar, en su muñeca y antebrazo derechos algunas agujas y en uno de sus dedos el lector de pulso. Fujimiya sintió deseos de abrazar a ese ángel rubio que yacía en esa cama con todos esos cables, deseó liberarlo, deseó despertarlo pero sabía que no respondería, sabía que una vez estando en coma era muy difícil que abriera sus hermosos ojos.