Una niña de cabello azul y ojos grises caminaba por una calle bastante popular de Konohagakure. Tenía sus manos sudadas y su cuerpo tenso, estaba ansiosa debido que al día siguiente comenzaría la Academia Ninja. Mitsuki conocía bastante acerca de Konoha, sus secretos, su oscuridad, sus tristes escenarios y sus memorias. Debido a eso, sus ojos no mostraban tristeza y vacío.

—Es ella—murmuró una señora.

—Sí, pobre chica…—comentó la acompañante.

La pequeña hizo caso omiso, siguió con su camino. Ya estaba acostumbrada a comentarios, así que disimulaba no molestarle. En un momento, notó que frente a ella había un niño rubio, y estaba siendo molestado por otros dos.

—Tú no llegarás a ser nada—dijo uno de los pequeños.

—Que…—la chica se sorprendió al ver tal comportamiento.

—No vales nada—el otro muchacho pateó al niño.

— ¡Oigan! —la jovencita de cabello azul hasta por debajo de los hombros gritó, molesta. Se acercó corriendo y tomó a uno de los chicos del brazo— ¡Déjalo en paz!

— ¡¿Tú quién eres?! —El chico se zafó del agarre y quiso pegarle, pero ella esquivó y mordió su brazo— ¡Déjame, loca! —Gritó, asustado.

— ¡Ustedes dejen de molestarlo! —Gritó, enfadada.

Notó que la gente comenzó a observarlos, ella se calmó un poco, pero sin dejar de mirar a los chicos. Los dos se alejaron mientras le gritaban cosas a la niña. Ella se acercó al rubio, quien la miró arisco. Ella trató de sonreírle.

— ¿Estás bien? —Preguntó.

— ¡Podía acabarlos yo solo! —Gritó, molesto.

—Lo siento—se disculpó la chica—. Sólo quería ayudarte…

— ¿Por qué? —Preguntó desconfiadamente.

—Porque…—la chica quedó pensando—no sé, sólo quise ayudarte—comentó y sonrió.

—Eres rara…—murmuró el chico rubio de ojos azules.

— ¡Claro que no! —Ella se molestó un poco— ¡Soy Mitsuki! —respondió mientras se señalaba a si misma.

— ¡Y yo soy Naruto! —Gritó él, enfrentándose.

— ¡Y también eres raro!

— ¡No soy raro! ¡Tú eres la rara! —le sacó la lengua.

— ¡Y tú eres malo! —Gritó ella— ¡Ni siquiera dijiste gracias! —Se volteó y comenzó a caminar por donde había venido—Volveré a casa…—murmuró para ella misma.

— ¿No es la chica del Clan Ana? —un hombre preguntó a otro.

—Sí, lo es…

El Clan Ana no pertenecía a Konoha, pero la pequeña sí. Era conocido por ser un clan de élite y tener grandes habilidades. Los miembros de este clan podía dominar cualquier elemento con un poco de práctica y la característica más importante era la de ser un clan que daba origen a otros clanes. Esto se debía a que de vez en cuando un miembro de la familia nacía con ojos de color gris, un color común y corriente para muchos, pero no para ese clan. Los ojos grises indicaban la habilidad de leer ninjutsus sin utilizar chakra y poder copiarlos y aprenderlos a la perfección. Muchos dicen que están emparentados con el clan Uchiha, pero aún no se ha confirmado. Y es muy poco conocido, debido a que hay muy pocos miembros de éste clan.

Mitsuki formaba parte de este clan, y ella tenía ojos grises. Sus padres murieron cuando era pequeña. Y lo único que recuerda es haber sido entrenada por muchos Shinobis de Konoha y por uno en particular.

—Buenas tardes—una voz tranquila la sacó de sus pensamientos—, pequeña Mitsuki.

— ¡Hokage-sama! —ella sonrió, alegre.

Hiruzen Sarutobi se encargó de cuidarla hasta cierta edad. Cualquier cosa que ella necesitase, sólo debía pedírsela al Hokage.

— ¿Cómo estás?

— ¡Muy bien! —Respondió— ¿Usted?

—Bien, paseando por Konoha…—miró el cielo—Es un hermoso día…

— ¡Sí!

— ¿Estás ansiosa? —Preguntó.

—Sí, mañana comenzaré la academia, y seré un ninja, como usted… como el cuarto—comentó, miró hacia aquel monumento donde los rostros de los líderes de la aldea estaban tallados.

—Es cierto…—el Hokage recordó algo—Mitsuki, sígueme un momento—indicó.

—Bien…

Caminaron hasta llegar a una florería, al entrar, Mitsuki observó a una mujer y una niña rubia de la edad de ella. Sarutobi saludó y ella lo imitó, ambas personas saludaron. Hiruzen comenzó a hablar con la mujer, Mitsuki se encontraba detrás de Sarutobi, mirando a la niña rubia.

—Hola…—dijo esta—Soy Ino.

—Soy Mitsuki—murmuró—. Y…voy a ser un ninja—comentó.

— ¡Yo también! —La rubia sonrió— ¿Empiezas mañana?

— ¡Sí! —sus ojos brillaron.

— ¿Qué fue eso? —Preguntó, riendo—Tus ojos brillaron.

—Oh…—ella carcajeó un poco—Bueno…—no sabía como explicarle, y eso la hacía sentir nerviosa.

—Mitsuki, ven—Sarutobi, con su traje de Hokage, extendió la mano a la pequeña.

—Sí—ella tomó su mano—. Nos vemos luego—saludó.

— ¡Sí!

Ambos fueron a la sala de interrogatorios y el Hokage pidió para entrar. Un hombre de una figura grande e imponente apareció. Su cabeza estaba cubierta con un pañuelo. Saludó al Hokage y miró a la pequeña.

—Me llamo Ibiki Morino, no sé si me recuerdas—habló a la niña, esta negó con la cabeza—. Ya veo…—carcajeó—No te pongas nerviosa, no te interrogaremos ni nada de eso—acarició su cabello—Inoichi está dentro, pasen—dio lugar y ambos pasaron al cuarto.

—"Morino Ibiki" significa "un ronquido en el bosque"—murmuró la chica.

—Así es—respondió el Jōnin detrás de ella. La pequeña sonrió, entrando en confianza.

Al entrar, divisaron a un hombre rubio, parecido a la niña de la florería. Tenía un peinado corte mullet con el pelo más corto en la parte superior, terminando en una larga cola de caballo. También tenía brillantes ojos verdes. Usaba un chaleco táctico de Konoha con un traje negro completo con protectores de mano un protector de la frente y un abrigo rojo sin mangas.

—Mitsuki, él es Inoichi Yamanaka—el Hokage presentó al señor.

—Mucho gusto—la pequeña hizo una reverencia. Estaba acostumbrada a tratar con mayores.

—El gusto es mío—el hombre sonrió.

—Estamos aquí por lo que habíamos hablado la vez pasada—dijo Sarutobi.

—Ya veo—Inoichi miró a la niña—. ¿No es muy pequeña?

—No, estará bien.

— ¿Qué pasa? —Preguntó Mitsuki.

—Bueno…—el Hokage no sabía por dónde empezar—siéntate aquí—señaló una silla. Ella lo hizo.

— ¿Ahora?

—Inoichi-san te va a enseñar algo—indicó—. Te va a mostrar un Jutsu muy especial, se llama Jutsu de espacio-tiempo… y perteneció al cuarto Hokage.

— ¡¿En serio?! —la chica se animó.

—Sí—Hiruzen miró al shinobi y este asintió—. Se que ansías mucho convertirte en alguien como él.

—Necesito que cierres tus ojos y quedes quieta, ¿de acuerdo?

—Sí—ella cerró sus ojos.

En un instante pudo ver una escena, donde Inoichi y dos personas más estaban involucradas. De pronto, un hombre rubio apareció, hablaron sobre la situación y luego éste utilizó un Jutsu imparable y único. Cuando la chica abrió sus ojos, estos brillaban constantemente.

—Parece que pudo leerlo—comentó el hombre de ojos verdes.

—Sí—Sarutobi sonrió—. Mitsuki…—la llamó, ella lo miró—Tú eres el futuro de Konoha…—dijo mientras apoyaba su mano en el hombro de la chica—De ti depende la paz entre nosotros y el clan...

—Lo sé—se levantó de la silla y miró a los presentes—. Lo sé…

—Bueno… Debo volver a la oficina, acompañaré a Mitsuki y luego volveré, estaré allí si me necesitan—dijo Hiruzen.

—Yo acompaño a Mitsuki si quiere—Ibiki se ofreció.

— ¿De verdad? —el shinobi asintió—Gracias, eso me ahorra tiempo—miró a la niña—. ¿Puede acompañarte Ibiki?

—Sí—ella asintió.

—Bueno, cualquier cosa tan sólo llámame—dijo el anciano.

—Sí—la chica miró a Ibiki.

—Vamos—él salió por la puerta.

— ¡Gracias! —la niña sonrió al hombre de cabello largo y luego siguió a Ibiki.

Caminaban en silencio, y sólo de vez en cuando charlaban de algo. Mitsuki miraba al hombre con curiosidad. Él tenía un pañuelo cubriendo su cabeza, y en esta la placa de Konoha. Al sentir la insistente mirada de Mitsuki, Ibiki la miró.

— ¿Qué sucede?

—Usted… ¿Tiene pelo? —Preguntó, curiosa.

— ¿Eh? —Ibiki comenzó a reír. Llegaron a la casa de la niña— ¿Es aquí? —Preguntó.

—Sí—asintió con la cabeza—. Gracias.

—No es nada—ambos hicieron una pequeña reverencia y el shinobi desapareció.

Mitsuki entró a su casa. Era de gran tamaño, debido a que esta pertenecía a su familia. Sus ojos repasaron la casa una y otra vez. No había ningún movimiento, nada. Soledad. Caminó hacia la cocina, luego fue hacia su cuarto y allí se recostó. Cerró los ojos y se durmió profundamente. Para cuando despertó, ya era de noche. Su estómago rugió y decidió salir a dar un paseo.

Caminó hasta Ichiraku ramen y entró. Notó que habían dos Shinobis en el medio, en un costado estaba el chico rubio, Naruto, y había una banca en el lado contrario. Se sentó en silencio.

— ¿Qué deseas pedir? —Preguntó Teuchi amablemente.

—Quiero…—pensó por un momento—Ramen con carne de res—pidió, alegre.

—De acuerdo—miró a Ayame, quien asintió.

La chica miró hacia un costado notando unos carteles. Para pasar el tiempo los observaba y leía. En un momento, los Shinobis de al lado comenzaron a murmurar.

—Oye, ¿No es esa la chica Ana? —Preguntó uno.

—Sí, lo es…

—Aun no entiendo como la dejan caminar tranquilamente por Konoha…—murmuró.

—Lo sé—afirmó el otro—. Prácticamente fue entrenada por el enemigo—platicó.

—Debería darle vergüenza… quien te entrena, así serás…—ambos miraban a la chica. Ella sólo estaba con la cabeza gacha, sin decir una palabra.

Miró hacia un costado y notó que Naruto la observaba, triste. Ella miró la mesada, y se mordió el labio.

—Ten, tu ramen—Teuchi le alcanzó el tazón.

Ella comenzó a comer, disfrutándolo verdaderamente. Luego de cenar, sacó dinero de su bolsillo. Pero Teuchi se negó.

—Hoy paga la casa—dijo mientras le sonreía.

— ¿En serio? —Preguntó, animada.

—Claro, siempre y cuando vuelvas.

— ¡Sí! —Ella sonrió— ¡Volveré! —Se bajó de la banca y luego hizo una reverencia— ¡Buenas noches!

—Buenas noches—saludó.

La jovencita salió de allí, más animada. Su pasado la condenaba, pero trataba de que eso no le importe. Sus ojos miraron el enorme cielo estrellado, tomó aire, disfrutando. Una mano la detuvo para que se volteara. El chico rubio la miraba, curioso y desafiante.

— ¿Eres un ninja? —Preguntó éste.

—No…—respondió—Pero voy a serlo.

— ¡Yo seré Hokage! —le indicó.

—Yo seré muy poderosa—murmuró.

—Yo también—la desafió.

— ¡Yo seré más poderosa que tú!

— ¡No, yo lo seré!

—Entonces, nos vemos mañana en la academia—sus ojos se encontraron, lanzando chispas.

— ¡Sí!

Ambos comenzaron a caminar, molestos. Sin embargo, los dos iban en la misma dirección. Comenzaron a caminar más rápido, compitiendo en velocidad. Naruto llegó primero a su casa, y la chica continuó corriendo a la suya. La pequeña sonrió un poco, le gustaba pelear con alguien. Cuando llegó a su casa, notó un pequeño bulto en la entrada. Era de color gris y…tenía orejas. Se acercó y lo tocó, éste se volteó, mirándola. Luego volvió a su forma y comenzó a dormir, otra vez. La chica lo alzó, observándolo. Era un pequeño lobo de color gris. Sin pensarlo, entró con el pequeño a la casa. Lo llevó a su cuarto y lo metió en su cama para que durmiese mejor. Ella tomó un baño y luego fue a su cuarto, se encontró con el lobito durmiendo en la mitad de su cama. Estaba totalmente estirado y cómodo, a su gusto. Ella se sentó a su lado, lo miró un momento, y luego lo empujó hacia un costado. Se recostó a la cama y dispuso a dormir. Mañana iba a ser un gran día y necesitaba estar preparada.