Título: Infidelity

Autor: abysm

Disclaimer: Sí, sí...Los personajes son de JK Rowling... ¿Contentos?

Advertencias:AU - Voldemort ya no existe y esto será slash Draco / Harry. Tendrá un par de escenas explícitas (LEMON!!!), más adelante, así que... si le molesta... No siga leyendo, sipi?

Summary: Un error, uno solo puede arruinar muchas cosas. Harry va a descubrir que no valoró lo que tenía y ahora quizas tenga que pagar un precio demasiado alto.

Capítulo 1

La noche era bastante cerrada y salvando algunas luces en las esquinas, todo el resto estaba sumido en sombras. La figura de capa negra y capucha atravesó el espacio abierto e ingresó en el Callejón Knockturn.

Le desagradaba bastante tener que meterse en ese sitio, pero la razón que lo impulsaba era demasiado importante como para detenerse en ese momento. Apenas unos metros más y se encontró con la puerta de madera pulida. Verificó la dirección y el nombre inscriptos en la placa y tocó suavemente.

La joven que abrió, le sonrió con benevolencia, haciendo apenas un ademán para invitarlo a entrar y cerrar tras él. En silencio lo escoltó hasta el estudio donde el señor Julien lo recibiría. Para sus adentros, antes de retirarse y dejarlo solo, la joven pensó en la deferencia que habían hecho con ese mago al darle una cita en un horario tan poco habitual a los dados por el señor Des Cars.

El dueño de una voz suave, era tambien el dueño de aquel estudio; un hombre de aspecto sereno y edad imposible de predecir. Con aplomo y total seguridad, tendió la mano al caballero frente a él y luego tomó su lugar en el escritorio.

Ambos charlaron un rato, unos cuantos minutos, durante los cuales, el señor Julien hizo las preguntas que consideró convenientes y preparó un hechizo que debía ayudar a su visitante.

Poco después, la figura oscura salió del Callejón Knockturn rumbo a su hogar.

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Harry salió del departamento de forma casi intempestiva. No era raro lo que le sucedía, siempre le pasaba eso al ir a visitar a su amante.

En realidad, los últimos momentos lo sumían en un estado de ansiedad casi insoportable, no disfrutaba nada, lo único que quería era salir de ese sitio y regresar a su casa.

Ésta no había de ser la excepción, de manera que escapando de los brazos de su amante, se había precipitado a la salida cerrando la puerta tras de sí. Recostado apenas un momento en el pasillo en penumbras, pensaba en que las cosas eran mucho mas fáciles para llegar a la cita.

Estaban en el lado muggle de la ciudad, por lo tanto, apenas se preocupaba por eso. Conocía al detalle la manera de moverse en esos sitios, no había posibilidades de que su mundo se mezclara en ése.

Salía de Londres Mágico a través del Caldero Chorreante, como siempre y luego se internaba en aquel otro Londres al que la mayoría de sus conocidos evitaba ir. Se movía con total seguridad ya fuera caminando o tomando los medios de transporte que fueran necesarios para llegar a esa zona apartada y un tanto bohemia. El edificio tambien era viejo y algo oscuro, pero parecía estar a tono con la aventura, subia las escaleras de madera porque el elevador no parecía del todo confiable y golpeaba con suavidad la puerta de pintura descascarada.

Todo se fundía al minuto siguiente, cuando era recibido en el interior, y cualquier tipo de duda se olvidaba al calor de los besos y los abrazos.Pero luego, al final siempre tenía que irse, tenía que enfrentar esos minutos previos a la despedida que eran casi insoportables. Después se lanzaba hacia la salida, y casi siempre descasaba un segundo tras la puerta, antes de tomar aire y descender los dos pisos por la escalera desvencijada.

Bien, ya casi estaba, ahora solo tenía que ganar la calle.

Se ajustó la capa al cuello porque afuera hacía bastante frío pero no usó la capucha, en medio de un barrio muggle, era demasiado llamativa. Encaró el último tramo hacia la puerta, pero una presencia inesperada le obstruyó la salida en toda su amplitud.

- Así que por fin te encuentro.- la voz dura, destemplada resonó demasiado alto en el vestíbulo vacío.- No te basta todo lo que tienes... Tambien tienes que tomar las cosas de otros...

Harry apenas pestañeó detras de las gafas, incrédulo.

- ¿De...de qué estás hablando...?- tartamudeó, tratando de rodear al individuo, pero aquel no se lo permitió.

- ¿Haciendote el desentendido, eh? Vaya, así que ése es el juego...

- Escucha, debes... debes estar equivocado...

- Oh, no... yo te conozco muy bien... Vienes de la casa de Phillipe, ahora sé porqué él tiene tan poco tiempo para mí en estos días... Grandísimo hijo de...

- Por Dios, deja de gritar así...- interrumpió Harry, pero de manera casi inconciente retrocedió un poco. "Es un muggle, no puedo defenderme contra él usando magia..."

Instintivamente tanteó su varita en el bolsillo interno de la capa, pero no podía arriesgarse, tenía que tratar por otros medios. Iba a ser difícil.

A pesar de sus 23 años, Harry nunca había dejado de ser delgado, y con un poco de buena voluntad y parándose muy erguido llegaba a rozar el metro ochenta; pero el hombre que en ese momento le impedía salir del edificio era inmenso, ligeramente pasado de peso, y bastante mas alto que él. Estaba evitando mirarlo al rostro por la angustia de que realmente aquel lo conociera y pudiera confirmarlo así que no podía decir mucho del resto de su fisonomía aunque sí podía decir que su vestimenta dejaba bastante que desear.

- Claro... Así que así es la forma en que hablan los caballeros...- continuó socarrón, pero con menos volumen mientras hacía una lenta evaluación de él.- Ahora te vas de aquí a tu casa, seguramente con servicio doméstico que te hacen la vida simple... Todo lo que el dinero puede comprar para que la existencia sea más fácil... No como nosotros, los que simplemente tenemos que trabajar y deslomarnos para un sueldo miserable...

- Por favor... Tengo que irme...

De pronto, Harry tuvo una corazonada, una especie de inspiración. Ese tipo solo quería sacarle dinero, lo único que quería era eso, por ese motivo hablaba tanto de lo que tenía y él no. Apresuradamente, metió las manos en los bolsillos del pantalón y sacó todo el dinero muggle que llevaba, algunos billetes, varias monedas.

- Escucha, toma... Es todo lo que tengo...Tómalo todo, no volveré por aquí, te lo prometo...

El otro tomó el dinero con una mirada oblicua, extraña y sonriendo se quitó de la puerta. Harry se lanzó a través del hueco hacia el frío de la calle, pero al pasar junto al hombre no pudo dejar de oírlo.

- Perra...

El insulto lo alcanzó a pesar de haber sido casi un susurro pero no lo detuvo. Apenas estuvo fuera, empezó a caminar a toda velocidad, rumbo a algún lado.

En realidad, ni siquiera veía hacia dónde iba, el encuentro lo había trastornado demasiado. Apenas veía los rostros de las personas que desfilaban a su lado, circulando por la calle. No podía creerlo, no podía ser cierto que ese tipo en verdad lo conociera.

Un autobús se detuvo junto a él y se subió sin meditar demasiado si era el que necesitaba pero encontró unas monedas para pagar el boleto.

Se desparramó en el primer asiento que encontró libre y dejó escapar el aliento en un suspiro largo.

"No es posible, no puede conocerme...Nadie me conoce en este lado de la ciudad... A menos que sea alguno de los muggles que conocí cuando vivía con mis tíos... Cielos, no lo sé, casi no lo miré a la cara..."

De repente toda esa travesía se le ocurría insensata, indigna de él. Lo único que de verdad le importaba es que ése no fuera un conocido de su 'otro' mundo, donde las repercusiones de sus actos siempre eran más descontroladas de lo que se permitía pensar.

Luego de la derrota de Voldemort, había esperado que todos se olvidaran de él y lo dejaran vivir en paz, pero parecía que paz no era una palabra diseñada para él.

Los odiosos reporteros de 'El Profeta' y 'The Quibbler' no lo dejaban ni a sol ni a sombra, de hecho la única manera de librarse de ellos era ir al lado muggle de la ciudad, donde aquellos no se atrevían a seguirlo.

"¿Pero y si ahora sí lo hicieron? Podrían haber conseguido muggles que trabajen para ellos, con algun pequeño engaño..."

La posibilidad podía ser real, no era una cosa tan extravagante o rebuscada y él lo sabía. Ahora sí que el temor que siempre parecía aletear en su pecho se convirtió en un viento más frío que el que corría por las calles oscuras. Miró hacia afuera, notando por primera vez que no conocía el lugar donde estaba y tambien que no había mirado en qué autobús había subido. Maldiciendo, bajó en cuanto pudo, encontrándose en un sitio completamente desconocido y casi sin dinero. Le había dado casi todo al fulano ése.

Echó una mirada en derredor, casi esperando ver a alguno de los reporteros detrás, pero no había casi nadie en las calles. Preguntó en un negocio y supo que no estaba demasiado lejos del Caldero. No le quedaba pues más remedio que caminar. Calle tras calle se obligó a repasar una y otra vez lo sucedido, notando la poca atención que le había prestado al individuo y maldiciéndose por eso.

Regresó a través del Callejón Diagon, como la mayoría de las veces hacía, desde allí ya no se arriesgó a un encuentro desagradable con la gente de los periódicos y se apareció directamente en el vestíbulo de su casa.

Su casa.

La casa donde vivía y que en realidad no era suya, sino de Draco.

La casa donde vivían juntos desde hacía casi cuatro años.

La Mansión Malfoy.

Un elfo se acercó y con un gesto humilde extendió las manos para pedirle la capa, pero de alguna manera no lo vio, absorto en los recuerdos de lo sucedido.

Era casi la hora de la cena. Intentando parecer natural, tratando de sacar el suceso de su mente, entró a la sala, donde sentado en uno de los cómodos sillones ubicados frente a la chimenea, lo esperaba Draco. Estaba leyendo el periódico y levantó la vista en cuanto lo escuchó entrar. Le sonrió, amable y dejó lo que estaba haciendo para levantarse e ir hacia él.

- Es un poco tarde, querido.- le comentó en tono de suave reproche y lo besó suavemente en los labios.

Ese beso despertó una penosa sensación de culpa en el joven de ojos verdes, pero intentó dejarla pasar.

- ¿Y qué te entretuvo tanto?

- Yo... ehmmm... bueno, estaba con... Ron. Él y Herm querían ir a comprar algunas cosas... y los acompañé...- dijo, enfurecido consigo mismo por mentir de una manera tan idiota.

En general era más cuidadoso con lo que decía, armaba alguna cosa más creíble y más a cubierto de cualquier eventual intento de averiguación.

"Eso me pasa por improvisar, maldición".

Pensaba eso en tanto Draco lo escoltaba con gentileza por el brazo rumbo al comedor, donde la cena ya estaba dispuesta.

- ¿Qué es lo que te pasa, Harry? Te noto algo inquieto... No te quitaste la capa.- dijo, sentándose a la mesa.

Ofuscado por este nuevo desliz, Harry manoteó el broche mientras salía rumbo a la sala, donde encontró un elfo dispuesto a recibirla. Regresó al comedor para tratar de retomar las cosas por el camino que siempre seguían, pero no había caso.

Su mente volvía una y otra vez a los sucesos ocurridos y recordaba la firmeza en la voz del tipo aquel, asegurándole que lo conocía. El solo pensarlo lo hacía estremecer, pero intentaba por todos los medios sosegarse, que Draco no se diera cuenta que casi no había probado la comida de su plato porque todo tenía gusto a cenizas.

Así, la cena había transcurrido entre conversaciones más que aburridas y cuando al final se fueron a dormir, prácticamente cayó rendido en cuanto apoyo la cabeza en la almohada. Al día siguiente, una vez que Draco se marchó a sus negocios, pudo meditar con calma toda la situación, analizarla y luego decidir qué pasos seguir.

El primer paso sería enviar una misiva a su amante. Ya no lo vería más, eso era seguro, ni el día que habían convenido ni ningún otro. No iba a darle mayores explicaciones. Luego debía pensar en las posibilidades de un encuentro fortuito con ese tipo, por lo tanto tampoco volvería al lado muggle de la ciudad, al menos no a ese barrio. Con eso esperaba cubrir un probable encuentro no deseado.

De cualquier manera, era imposible que aquel hombre conociera su nombre o su dirección o cualquier cosa acerca de él viviendo allí.

"Si, eso debo hacer. No debo volver a ese sitio nunca más" pensó mientras cerraba el libro que infructuosamente había intentado leer.

TBC...