Capítulo 1 — Familia
El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran muy normales… Esperen, esperen. Esta historia ya ocurrió. El señor y la señora Dursley ya no vivían en el número 4 de Privet Drive. Es más, ninguno de ellos va a ser parte de esta historia, es sólo que fue allí dónde se inició, 36 años atrás.
Entonces, retomemos el asunto: Harry y Ginny Potter, que vivían en el número 16 de Mahogany Ridge en el Valle de Godric, estaban orgullosos de decir que nunca habían sido más felices. Tenían su propio hogar y tres maravillosos hijos. Y además de ello, eran una de las parejas más célebres de toda la comunidad mágica de Gran Bretaña. Sin embargo, esa no era la razón por la que, aquél día de junio, se habían levantado de tan buen humor. No. La razón de que ambos estuvieran tan alegres aquel día era debido a que su hijo mayor regresaría a casa luego de pasar su primer año en la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Y es que lo extrañaban demasiado.
Sus dos hijos menores, Albus y Lily también extrañaban a su hermano mayor, aunque lo expresaran de dos formas muy diferentes. Lily, quien solía ser más expresiva, decía que faltaba un payaso en casa. Y es que James Potter llevaba con orgullo el nombre de su abuelo, y era extremadamente parecido a él, también. En cambio Albus, a quien James solía fastidiar demasiado a menudo, no opinaba sobre el asunto, aunque todos se daban cuenta de que necesitaba con quien conversar de quidditch, ya que a la pequeña Lily no parecía entusiasmarle mucho el deporte.
Se sentaron a la mesa y compartieron el desayuno que preparó Harry, quien simplemente tenía la costumbre de preparar el desayuno muy arraigada desde que vivía con los Dursley; y no se le había quitado con los años. Y la verdad es que nadie se podía quejar, porque en realidad eran pocas las veces en las que en verdad podía prepararles el desayuno, ya que normalmente se levantaba antes que todos para ir a trabajar. Tuvieron un desayuno tranquilo y al finalizar Ginny les ordenó a Albus y Lily que recogieran los platos.
—Pero mamá… ¿no sería más fácil que usaras magia para eso y así no lo tuviéramos que hacer nosotros?—se quejó Lily. Albus sólo rodó los ojos. No se podía discutir con su madre… no había forma de ganar, aunque la única que todavía lo intentaba era Lily.
—No, porque son las reglas de la casa—respondió su madre sin perder el buen humor.
—¡Nos tratan como a elfos domésticos!—reclamó la pequeña. Harry rió.
—Que no te escuche Hermione—dijo Harry con una sonrisa—Y obedece a tu madre, Lily.
—Pero, papi…—dijo Lily poniendo ojitos de cordero degollado. Esa táctica nunca le fallaba…
—Ya apúrate, Lils—dijo Albus quien ya había empezado a recoger la mesa—. Van a pasar el siguiente capítulo de Molly Moon y no creo que te lo quieras perder.
Lily abrió los ojos desmesuradamente y empezó a recoger las cosas, lo dejó todo en la cocina y subió a su dormitorio a toda velocidad. Albus suspiró aliviado y llevó lo que había quedado. Subió las escaleras y…
—Con que ya iba a empezar, ¿eh?—inquirió Lily fulminándolo con la mirada—. Es domingo. ¡DOMINGO!
—Ups, no lo sabía— mintió Albus, acto seguido se metió a su dormitorio antes de que su hermana pudiera responderle.
—TE ODIO—dijo desde el otro lado de la puerta, notablemente ofendida—. ¡Espero que te chanque un hipogrifo!
Albus sólo se rió. Lily en realidad no era rencorosa, pero era algo engreída, y detestaba cuando algo no salía como ella quería. Comenzó a hojear algunos comics que le habían regalado como despedida sus amigos de la primaria muggle a la que había ido. La verdad no le parecían tan interesantes: una vez que sabes que tú eres una persona con poderes "especiales" ser un mutante o un alienígena o, aún mejor, un héroe no suena tan atractivo.
—Niños—, dijo la voz de su padre desde abajo—, ya alístense. Saldremos en media ahora—.
Albus se levantó con pereza, se quitó el pijama y se puso unos jeans, un polo y unas zapatillas. Felizmente ya no compartía habitación con su hermano, porque de lo contrario, su madre lo habría obligado a ordenarla. Rió al recordar cómo él y James habían convencido a sus padres de ello.
James tenía entonces unos 7 años y Albus, 6. Estaban discutiendo, como siempre, por alguna razón que nunca nadie alcanzó a comprender. Y fue ese día en el que ambos hicieron magia accidental por primera vez… y no hubo quien los detuviera. Rompieron las ventanas, incendiaron las almohadas y desordenaron todos sus cajones. ¿Quién hizo cada cosa? Nunca se supo. Pero como suele suceder luego de la primera vez que los niños hacen magia accidental, ambos cayeron rendidos y tuvieron que dormir con sus padres ese día. A esto sumada Lily, que aún era pequeña y no dormía sola, cabe decir que fue una de las peores noches que pasaron. Y ese fue el día, o mejor dicho la noche, en que Harry y Ginny decidieron que si iba a haber destrucción en una habitación, que fuera en una sola…
Albus salió de su habitación totalmente listo para salir. Encontró a sus padres conversando en la sala de estar.
—Parece mentira, ¿verdad?—preguntó Harry a su esposa, sonriendo.
—¿Qué parece mentira?—respondió Ginny distraídamente, mientras hechizaba los muebles para limpiarlos. Un viejo truco que aprendió de su madre, Molly.
—Recuerdo haber regresado de mi primer año en Hogwarts, y una de las primeras cosas que escuché fue: "¡Allí está él, mamá, allí está, míralo!". Y fue hace como 20 años, Gin—dijo Harry. Su mujer rió.
—Sí, y sigue aquí. Míralo—bromeó. Luego se dio cuenta de la presencia de su hijo—, Albus, mira. Es Harry Potter—dijo.
—Sí, mamá. Es Harry Potter—dijo lentamente, como si le estuviera hablando a una persona demente—, llevas casada con él más de 15 años…
—No entendió el chiste—rió Ginny. Harry sólo negó con la cabeza. El pequeño Albus sólo se alejó rápidamente de la cocina. Tal vez su tía Luna tuviera razón y en realidad sus padres sí tenían la cabeza llena de torposoplos.
En ese momento Lily bajó corriendo las escaleras.
—Ya, ya estoy lista—dijo sonriéndole a sus padres y luego sacándole la lengua a Albus.
—Pues entonces vamos… —dijo Harry alegremente sacando un pedazo de pergamino arrugado. Le dio un toque con la varita e indicó a todos que lo sujetaran.
—Agh… odio ir en traslador—dijeron Albus y Lily al mismo tiempo.
—Sólo es por esta vez, nos olvidamos de comprar polvos Flu la última vez que fuimos al callejón Diagon—explicó Ginny. Ambos niños bufaron.
—Bueno… ya saben. No quiten las manos del traslador hasta que les diga—dijo Harry—. Vamos en tres, dos, uno…
De pronto todo se volvió un torbellino de colores y sonidos, y Harry anunció:
—Ya es hora de soltarse—dijo. Todos se soltaron a la vez. Harry y Ginny aterrizaron perfectamente, Albus logró aterrizar sobre sus dos pies pero Lily le cayó encima, haciéndole perder el equilibrio y caer al suelo.
—Ups, lo siento Al—dijo inocentemente. Su hermano sólo le dedicó una mirada furibunda. Lily siempre conseguía vengarse. SIEMPRE. El suelo del callejón en el que habían aparecido no era de lo más agradable. Albus se puso en pie y siguió a sus padres y a su hermana que ya estaban saliendo de ahí. Afortunadamente, la estación de King's Cross no estaba muy lejos y llegaron al cabo de unos pocos minutos, justo a tiempo para ver como el Expreso de Hogwarts arribaba en el andén 9 ¾.
En uno de los vagones del tren iban sentados cuatro amigos: James Potter, Fred Weasley, Frank Longbottom y Mark Dawson. Ya se habían puesto su ropa muggle y estaban listos para salir del tren y disfrutar de unas merecidas vacaciones.
—Oye, James—dijo Fred—, ¿esos no son tío Harry y tía Ginny con Albus y Lily?
James volteó y encontró a sus padres y a su hermana saludándolo efusivamente al otro lado de la ventana; lo cual le hizo enrojecer violentamente. Los demás niños rieron.
—Oh, Jamie… la familia completa, deberías sentirte agradecido—bromeó Mark—, no ves a mi padre aquí, ¿o sí?
—Claro, porque nadie se compara con la familia del gran Harry Potter—rió Fred.
—¡Ya cállense!—exclamó James, con las orejas coloradas; lo cual hizo que sus amigos rieran más— Y Fred, tu eres sobrino del gran Harry Potter…
En eso se abrió la puerta del compartimiento, y entró un muchacho varios años mayor de cabello azul eléctrico.
—James, necesito que le digas a Harry—dijo Ted Lupin—, que voy a demorar un poco, y pregúntale si es que me puede esperar unos diez minutos más.
—No creo que tenga ningún problema con eso…—aseguró James.
—Bueno… Entonces, ¡ya salgan de aquí!—les indicó.
—Como diga el señor Premio Anual…—replicó James con sorna. Ted le dio un coscorrón.
—Tengo asuntos que atender—respondió seriamente, y salió del compartimiento.
—¡Por las barbas de Merlín! ¿Es que hoy es el día de fastidiar a James o qué? —inquirió James—. Primero, el gato de Molly decide que soy su nueva caja de arena. Luego, los elfos domésticos me devuelven mi ropa interior recién lavada en medio del Gran Comedor. Y ahora, soy el chico de los mandados...
—Ya, ya, reina del drama…—dijo Frank—no sé cuántas veces vamos escuchando lo mismo. Mejor salgamos ya a la estación.
Todos estuvieron de acuerdo. Bajaron del tren y el primero en separarse del grupo fue Frank, a quien su madre estaba esperando a la puerta del vagón.
James, Fred y Mark continuaron su camino hasta llegar con los Potter. Apenas fueron avistados, Ginny corrió a abrazar a su pequeño hijo y a atosigarlo de preguntas, causando que Fred y Mark intercambiaran miradas de burla.
—Hola, tío Harry, Al, Lils—saludó Fred a su tío y a sus primos, aprovechando que Ginny tenía apresado a James.
—¿Qué hay, Fred?—respondió Albus—¿Ya tuviste suficiente de James para el resto de tu vida?
—Algo así…—rió Fred.
—Querrás decir que YO ya tuve suficiente de ti—replicó James, quien ya se había librado del abrazo de su madre y había saludado a su padre.
—Y ya empezaron…—gruñó Mark.
—Oh, cierto—dijo James—. Papá, mamá, Albus, Lily: éste es mi amigo Mark Dawson.
—Mucho gusto, Mark. James nos ha contado mucho de ti—dijo Harry, causando que el niño se quedara sin palabras. Era Harry Potter, Harry Potter le estaba hablando a él. Sus hermanas no lo creerían cuando se los contara.
—M-mucho gusto también, señor Potter—tartamudeó el chico. James rió y Mark lo fulminó con la mirada.
—Dime Harry—rió, haciendo que el muchacho se ruborizara—. No soy el ministro de Magia ni nada por el estilo...
—No te preocupes, Mark. La mayor parte de las personas reaccionan así. Aunque sea no le has pedido su autógrafo como esa amiga de Lily… ¿cómo se llamaba?—dijo James defensivamente.
—Carrie Creevey—dijo Lily rápidamente—.
—Sí, sí. Ella. ¿Recuerdan que…—empezó a decir James, pero no pudo terminar porque oyó un grito a la distancia.
—¡FREDDIE!—chilló una voz de niña—¡MAMÁ, YA LO ENCONTRÉ!
—Oh, cielos…—murmuró Fred. Al instante, llegó corriendo Roxanne Weasley con su madre.
—Así que aquí estabas, Fred. Te hemos buscado por todas partes—le reprochó Angelina—. Vimos bajar a Dominique y a Molly, y dijeron que Vic quería conversar con unas amigas y que se iba a tardar. Pero no sabían NADA de ti. Freddie, te he dicho que si vas a ir a algún lugar, me avises antes…
—Yo también te extrañé, ma—interrumpió Fred—.
—¡Hey! ¿Y a mí?—inquirió la pequeña Roxanne.
—No, a ti no, enana—respondió Fred. Su hermana le mandó un pisotón y le sacó la lengua, ofendida.
—Fred, no empieces—le regañó su madre— Y ya vámonos, que tu padre debe estar esperando.
—Bueno…—dijo Fred. Angelina, Fred y Roxanne se despidieron de los Potter y salieron a la estación muggle.
—Y deberíamos irnos también…—dijo Harry—. James, ¿y Teddy?
—¡Cierto! ¡Dijo que tenía unos asuntos que atender!—respondió James, avergonzado por haberse olvidado—Me pregunto qué clase de asuntos serán…
—Unos que ya terminé, gorgojo—respondió Teddy Lupin, apareciéndose detrás de él.
—Jaja… muy gracioso, Teddy—farfulló James.
—Es que tengo alma de cómico… —replicó el metamorfomago. Luego se dirigió hacia Mark:
— Y bueno, ¿tú eres Mark, verdad?—le preguntó. El niño asintió.
—Tú tía y tus hermanas te están buscando—dijo Teddy. La cara de Mark se iluminó.
—¿En serio? ¿Dónde están?—inquirió Mark animadamente.
—Las encontré por la entrada al tercer vagón—respondió el chico.
—Bueno, yo también me voy entonces—dijo Mark, y luego agregó, dirigiéndose a la familia de su amigo:
—Adiós, gusto en conocerlos—.
—Nos vemos, amigo—dijo James. Mark se marchó a toda velocidad.
—Tu amigo me cae bien—dijo Albus—. ¿No podríamos intercambiarlos o algo?
—Nah—respondió James—soy irremplazable. Pero tú, por otro lado…
—James, Albus—les rezondró Ginny—Compórtense.
—Sí, mamá—dijeron al unísono.
—Vamos, entonces—dijo Harry—, a casa.
N/A: Por favor dejen Reviews. Es el primer fic que publico y quisiera su opinión para mejorar. Gracias :)
