Comentarios del escritor

Hace relativamente poco, principios del año 2016, descubrí los fanfictions y me he vuelto adicta a ellos. Candy Candy desde siempre fue mi serie favorita, la he visto y vuelto a ver, he leído el manga, las traducciones de los últimos dos libros, cientos de fanfictions que abordan el final de la historia, así que no pretendo reinventar la rueda, simplemente quiero sumar un granito de arena a clarificar el "que pasó después…" Por supuesto, desde mi punto de vista y con la ayuda de mi romantica cabeza loca… Esto lo hago por pura diversión, los personajes de la historia pertenecen a sus autoras Keiko Nagita y Kyoko Mizuki, no pretendo plagiar a nadie, simplemente, luego de leer un montón de historias, estoy sintetizando una versión que toma un poco de aquí, otro poco de más allá, y mucho de mi imaginación sin salir de la línea original. Aunque hay contradicciones entre el manga, el anime y los libros, yo creo firmemente que al final Candy se queda con su príncipe de la Colina, ese quien fue su primero y su último amor, aunque tuvo que pasar por otros dos, para descubrir como una ilusión se transforma en el amor maduro para toda la vida. Esta historia que les relatare comienza cuando Candy descubre que Albert es ese adolescente que conoció en la Colina de Pony, que la hizo reír y que bautizó como su Príncipe de la Colina al no conocer su nombre… por lo que tomaré las cartas entre ambos que se presentan en el tomo 2 de Candy Candy Historia Final como parte de mi historia.

Comienza la historia…

El Tío Abuelo William (ahora sé que es mi Albert), me regaló un Diario cuando me fui a estudiar a Londres, luego yo se lo envié de vuelta para explicar mi regreso a América, sin saber quién era él realmente. En aquel momento, cuando me escapé del colegio y regrese a mi país, yo creía tener un padre adoptivo al que nunca había visto, y que todos los Andrew llamaban el tío abuelo William, y así lo llamaba yo también, aunque supondría que tendría que decirle papá ¿no? pero, al ser él la cabeza del clan, yo debía respetar los convencionalismos. Sin embargo, como nunca en teoría había visto a quien me adoptó, yo realmente parecía ser un familiar lejano al que la tía abuela aceptaba por obligación y no hija de quien había firmado los papeles de adopción. Por otra parte, tenía a mi amigo Albert que suponía en África pero que siempre encontraba en época de necesidad y soñaba de vez en cuando con mi Príncipe de la Colina, aquel muchacho que conocí de niña y que me pareció encantador, un ideal romántico puramente platónico.

La costumbre de escribir, poner mis pensamientos en blanco y negro, ya era un hábito gracias a ese primer diario... Saben, es una buena manera de reflexionar, sobre todo porque tiendo a ser muy impulsiva y atolondrada. Así que después de enviar al tío abuelo William mi primer diario seguí escribiendo, ya no tenía un cuaderno de cuero, pero nunca me ha importado lo material, así que usaba pequeños cuadernos escolares, libretas, papel suelto que almacenaba en una carpeta…. Esta es la recopilación no solo de mis diarios sino también de los de Albert... él también ama escribir; para él hacerlo es como conversar con un amigo, sobretodo porque en su infancia, adolescencia y primera juventud fue muy solitario, debido a que tenía que ocultar su identidad. Es nuestra historia de amor, con sus altas y sus bajas, con sus crisis, con sus placeres, porque la vida no es fácil pero con amor y perseverancia todo se puede lograr. Es nuestro legado para nuestros hijos y para las generaciones de vienen, ¿Por qué hacemos público algo que se considera tan privado? Porque queremos que nuestra familia construya futuro y no se encasille en los convencionalismos sociales, todos somos iguales y hay que hacer bien sin mirar a quien, eso trae prosperidad para nosotros y para todos los que nos rodean. Estamos en el siglo XX, es un siglo de grandes cambios, que deseamos sean para el bien de la sociedad, las ideas anticuadas hay que dejarlas a un lado y pensar en el futuro…. Si cumplimos los mandamientos de Dios y queremos al prójimo como a nosotros mismos, creamos una sociedad más justa y nos hacemos más ricos, no en bienes materiales sino en las cosas que realmente importan. Así pensamos tanto Albert como yo, y creo que por ello hemos logrado ser felices, ayudar a todos los que nos rodean y no solo mantener sino también incrementar la fortuna de los Andrew.

Una vez que Albert y yo nos hicimos novios, nuestros diarios sirvieron para que ninguno de los dos perdiera detalle de lo que le pasaba al otro, sobre todo porque Albert viajaba mucho y no nos veíamos por largas temporadas. Nos comunicabamos por cartas, usando varios seudónimos para que nadie sospechara, pero adicionalmente ambos nos enviamos una que otra carta con nuestros nombres reales, de esa manera la gente que nos rodeaba entendía que había un vínculo entre ambos, pero no sabia que tan cercana era nuestra relación, y si las cartas eran interceptadas no pasaba nada. Teníamos mucho miedo de que nos separaran, así que al inicio nuestro noviazgo fue secreto. Solamente George y el Dr. Martin sabían lo que pasaba entre nosotros, ellos eran nuestros aliados. Sin embargo, entendimos muy temprano en nuestra relación que la comunicación es muy importante, que los malos entendidos podrían causarnos graves problemas y que había mucha gente a nuestro alrededor con intereses distintos a los nuestros, que querían separarnos por muchos motivos. Así que establecimos un gran compromiso el uno con el otro, la verdad, la confianza y la sinceridad de lo que nos pasaba siempre iría adelante, por lo que decidimos que nuestros diarios serían muy detallados, de esa manera pudimos detectar algunas jugarretas de personas malintencionadas. Nuestro amor ha vencido todos los obstáculos y ha sido una fuerza tan poderosa que ha logrado revertir todas los planes de Los Leagans y de otras personas que quisieron separarnos.