Todo estaba pasando demasiado rápido. No tenía tiempo de sentarme a pensar en cómo me siento.
Un segundo estaba en el aire, sintiendo el viento golpearme en el rostro, el cabello y las plumas, y al otro sentí el sabor de la tierra y el pasto en mi boca, tan asqueroso y amargo que por un momento solo pude pensar en agua. Escupí y me levanté con dificultad a pesar del dolor. Todo mi cuerpo ardía y me sorprendió tener apenas unos cuántos rasguños. Mi corazón latía como si se quisiera salir del pecho, no sabía qué hacer o cómo esconderme. Sé que hay muchos árboles alrededor, pero…
En lo único que pensaba era volar… Esconderme en una nube y esperar a que los guardias no me vieran, que pasaran de largo para que al menos yo pudiera sentarme y respirar unos segundos. ¿Cuántas horas llevábamos con esta persecución por aire y tierra?
Cuando intenté volar de nuevo, sentí un dolor imposible de describir que me hizo jadear y volver al suelo, el pasto sabía aún más amargo y juraría que estaba percibiendo el sabor metálico de la sangre. Mi estómago comenzaba a revolverse. Hubiera vomitado si pudiera perder el tiempo en eso.
— Mierda… — Farfullé, escupiendo la sangre mientras trataba de no entrar en estado de shock. Tenía que moverme, cómo fuera, y rápido.
Me rompí el ala con la caída. La flecha que me hizo perder el equilibrio seguía ahí clavada. Me la desclavé con el hocico como pude, lo cual solo hizo que sintiera el dolor como descargas eléctricas. Sangraba y comenzaba a hincharse. Percibir el olor y el sabor de mi propia sangre me daba nauseas. Creí que iba a desmayarme de no ser por la voz que oí a lo lejos.
— ¿Hacia dónde se fue?
La multitud de voces se oía cada vez más y más cerca. Yo estaba tratando de normalizar mi respiración y me arrastré hasta poder ocultarme tras unos arbustos que, afortunadamente para mí, no tenían espinas. Punto para mí. Golden Feather 1 – 1 Guardias reales.
— Con el ala lastimada, no pudo ir muy lejos… — Comentó otro de los guardias.
— ¡Todos, examinen el terreno! ¡Busquen por debajo de las rocas y en las copas de los árboles si es necesario! — Ordenó el que parecía ser el general.
— ¡Sí, señor! — Exclamó obedientemente el resto.
Y oí cómo todos se dispersaban para buscar.
Por más que le daba vueltas al asunto no lograba entender cómo terminé en esta situación. Me llevé los cascos a la cabeza mientras me hacía un ovillo. ¿Qué carajo pasó? Hace apenas unos minutos estaba en el castillo con la princesa Celestia tomando el té. ¿Por qué reaccionó de la manera que lo hizo? ¿Qué fue lo que pasó…? ¿Y por qué? ¿¡Por qué!? Creí que mi agitada respiración se convertiría en un lloriqueo si no encontraba la manera de conservar la calma y ver mi situación con perspectiva.
Miré mi mochila sin saber exactamente cómo sentirme. Este era un secreto a voces, o algo así. ¿No hubiera sido mucho más fácil para ella y para todos si lo hubiera censurado desde el principio? ¿Por qué no lo hizo antes? Y si no buscaba censurarme… ¿Entonces qué gana ella mandándome a matar? No hacer el trabajo sucio ella, seguro…
Esperé varios minutos en mi misma posición, en silencio, esperando a que ningún guardia me viera. Los vi a todos alejarse cada vez más, todos notablemente tensos y hasta cierto punto, asustados, pero tratando de mantener la calma, luchando contra la rigidez de su cuerpo.
Solo fue en el momento en que comencé a marearme que noté dos cosas. Una, que había dejado de respirar. Y dos, que no he hecho nada para parar el sangrado de mi ala. Respiré hondo mientras vendaba mi ala lo más rápida y limpiamente que pude. A la vez, comencé a morderme el labio para tratar de mantenerme consciente. No podía permitirme ser una presa más fácil. Las vendas comenzaban a tornarse rosáceas, y pensé que seguro tendría que cambiarlas pronto…
Llegó el momento en el que creí que no había nadie alrededor. Asomé la cabeza un poco más por encima de los arbustos. No había ni un solo alma ahí más que el viento moviendo suavemente las copas de los árboles. Ya era seguro moverse, pero no pude evitar sentir una fría mirada sobre mí, clavándola como si eso fuera a intensificar la sensación de un frío casco en la base de mi columna, que va subiendo para recorrer la espina dorsal y hacer que me estremezca.
— Te tengo.
Temblando, me volví hacia mi captor. Sí, era un guardia real. Inmediatamente fijé mi mirada en su casco y a mi ala y de nuevo a él. Tenía sangre. MI sangre. Fue más listo que los demás al notar y seguir el rastro, aunque se tratara solo de unas gotas. Y lo suficientemente enfermo para tenerla en la pezuña y no sentir nada.
¿Ahora cómo iba a salir de esta?
— ¿Así que fuiste tú la que trató de matar a Celestia completamente sola?
Tragué saliva, no supe cómo contestar. Mi primer impulso fue levantarme y tratar de correr. Pero aquél pony de tierra era más rápido que yo, y no le costó nada llegar a ponerse en frente de mí. Sus ojos solo me decían una cosa; "No lo intentes, soy más rápido que tú". Sentí un nudo formándose en la boca de mi estómago y mi garganta secándose. Mantén la calma, me dije. Creen que eres poderosa, trata de intimidarlo. ¡Trata de intimidarlo!
— ¡DÉJAME PASAR! — Le exigí mientras cargaba magia en mi cuerno. Pero él no se inmutó. De hecho, hizo como que no dice nada.
— Pobre niña… No entiendo, — Dijo riendo el humor de un sádico. No llores, Golden Feather, ¡No-llores! — ¿Quién sería tan estúpido como para atacar a Celestia sola?
— ¿Sabes qué? ¡Fue exactamente lo mismo que pensé yo! — Mascullé, y por la cara que puso creo que me escuchó. — ¿Quieres saber un secreto? Yo no hice nada, amigo.
Pero sabía que no me creía. No esperaba que me creyera tampoco. No paró de avanzar, y con cada paso que él daba, yo retrocedía dos.
— ¿Y por qué la misma princesa Celestia inventaría algo cómo eso? — Inquirió claramente indignado mientras me acorralaba contra unos troncos. — ¿Estás insinuando solo gritó y se tiró al suelo fingiendo que la atacaste?
— ¡F-Fue exactamente lo que hizo…! — El miedo se apoderó de mí unos segundos, y fueron suficientes para que él se diera cuenta de que mi cuerno era de adorno.
— ¡Insolente!
Vi cómo levantó la pezuña ensangrentada y traté de protegerme con mis patas delanteras. Lo siguiente que sentí fue un golpe en mi mejilla, me dio antes de que yo pudiera moverme. Era rápido. Miré al guardia que me golpeó sin saber cómo reaccionar. Me sentía tan menuda y tan indefensa que era ridículo. Por su mirada, estoy segura de que me golpeó más por placer que por haber "blasfemado"
— ¿Qué es lo que tienes ahí? — Su cabeza giraba levemente y entrecerraba los ojos como para tratar de apreciar algo mejor. Estaba señalando a mi mochila con la mirada.
Traté de esconder la mochila con el ala sana, como si eso fuera a evitar que la siguiera mirando, como si eso fuera a desaparecerla o como si eso fuera a hacer que pierda el interés. Pero después de forcejeos y quejidos, (no conseguía disimular el dolor de mi ala rota) consiguió arrebatármela y todo cayó al suelo… Lo vi revolviendo los papeles, las plumas, la tinta y todo lo que cayó, tratando de encontrar el arma casi homicida, o buscando algo para ponerme más años de cárcel encima, si es que no me ejecutan…
— ¿Qué es esto? — Preguntó. Era obvio que lo que salió no era lo que esperaba.
Libros, apuntes, fotografías en blanco negro, sepia y a todo color (algo que aún era inusual en Equestria) con criaturas que los ponies aún creen que no existen, o que se extinguieron…
— ¿Hu-humanos? — Tartamudeó. Por las fotos no pudo saber lo que eran esas criaturas, tuvo que haber leído alguna hoja por encima. — P-pero no es posible… — Me miró aún desconcertado. — ¿¡QUÉ-ES-ESTO!?
La furia y la confusión en sus ojos era irrefutable. Yo no sabía cómo reaccionar. Ahora, alguien más (a parte de mí y la princesa Celestia) vio evidencia contundente de que los seres humanos existen. Pero eso no es importante en este momento. Solo podía pensar en alguna manera de escapar. Soy una inútil con la magia, pero ya llevaba unos segundos mirando detrás del guardia, buscando algo para poder aturdirlo de un golpe, solo lo suficiente para que yo pueda irme de aquí.
— No puedo creerlo, Golden Feather… — Dijo mi nombre completo con tono lacónico y comenzó a divagar mientras aún tenía la vista fija en las pruebas de que estuve viviendo con seres humanos en un lugar alejado de Equestria.
Y yo ya había ubicado el objeto que me sacaría de aquí. Era una rama que se había caído del árbol. La tomé con magia lo más rápido que pude, a pesar de que para mí habilidad, era muy pesada. El pobre guardia seguía desconcertado y lleno de preguntas, pero no lo dejé terminar.
— Más te vale que me dejes ir, o… — Le amenacé con la voz más fría que pude.
Comencé a recoger las cosas en la mochila lo más rápido que pude.
— ¿O qué?
Con la pesada rama, lo golpeé con todas mis fuerzas. La rama se rompió con un gran "¡Crack!" y el guardia cayó al suelo. No lo dejó inconsciente, no era tan grande, pero sí lo aturdió. Yo ya había comenzado a correr tan rápido como me permitían mis patas, sin saber hacia dónde correr o esconderme. Por primera vez, no sabía a dónde iba a llegar o cómo iba a terminar todo esto. El bosque estaba plagado de árboles fuertes, y el sol comenzaba a ocultarse, pronto me quedaría sin luz para ver. Contaba con que los guardias se irían y estaría a salvo de ellos para quedarme a merced de los animales salvajes, sin saber qué era peor.
Me detuve bruscamente y me escondí lo mejor que pude detrás de los troncos de unos árboles. Justo adelante, había un grupo de guardias que parecía más joven que el resto. Seguro eran los nuevos. Si tengo suerte, ninguno de ellos tiene sentido común.
— Chicos, es inútil… — Dijo uno de ellos. — Escapó.
— ¡No podemos llegar con Celestia y decirle que se nos escapó! — Objetó uno de ellos, claramente frustrado. — ¡Se pondrá hecha una furia!
— Ok, dime, ¿Cómo pretendes encontrarla en medio de la oscuridad?
— B-Bueno… yo…
Afortunadamente para mí, no había unicornios entre ellos, no tienen cómo buscar en la oscuridad… "¿Oscuridad?" Me sobresalté al reparar en eso. "¡Pero si llegué a Canterlot en la mañana…! ¿Cuánto tiempo llevo realmente jugando a las escondidas con ellos?"
— Además, es una alicornio. — Explicó, como si eso fuera una clara ventaja para mí. — Seguro se teletransportó a su escondite…
— Seguro que sí… — Coincidió otro — pero… espera.
Sentí miradas hacia mi dirección.
El sudor comenzó a recorrer mi frente con más fuerza y me sentía como si fuera gelatina. Las ganas de vomitar por esta loca carrera querían traicionarme. Incluso dejé de respirar para que no pudieran oírme.
Ya no me sentía con fuerzas para correr o forcejear. Había emprendido un largo vuelo desde el mundo humano hasta el castillo en vez de detenerme a descansar. "Es increíble cuando lo piensas así…" Sus pasos se oían cada vez más cerca mientras mi vista se nublaba y mis fuerzas disminuían. Me van a atrapar, me van a atrapar, me van a atrapar, me van a atrap…
Algo se movió entre los arbustos, pero no miré. Es el fin.
— ¡Es solo una ardilla! — Exclamó uno de ellos.
— Falsa alarma. Busquemos a los demás y volvamos al castillo. Iremos por lámparas de aceite y regresaremos a seguir buscando. ¡Nadie descansará hasta encontrarla! — Dijo con un tono de voz cada vez más alto y más enfadado, como si eso fuera a motivar a los nuevos.
— ¡Sí, señor!
Y luego emprendieron el trote a toda velocidad. Uno de ellos pasó incluso por mi lado. Tal vez me confundí con la falta de luz. Suspiré aliviada y mi respiración comenzaba a recobrar su ritmo normal mientras mi vista comenzaba a aclararse. Esto es lo que necesitaba, unos segundos en donde pudiera respirar sin miedo a que me vieran.
No podía creer mi buena suerte. Miré a la ardilla que había salido de entre los arbustos y no supe cómo agradecerle por haber sido el señuelo. Tenía unas cuantas nueces en mi mochila y se las dejé en el suelo. Las miró, las olisqueó, se las metió todas en las mejillas y huyó tan rápido como había llegado. Pensé que se veía adorable, y también me pregunté cuánto tiempo sobreviven las ardillas en este lugar.
Miré a mí alrededor solo para asegurarme de que no hubiera nada, antes de salir de mi improvisado escondite y planear cuál sería mi próximo paso. Muy bien, los guardias de Celestia me buscan y no sé cuánto tiempo tengo antes de que reanuden su búsqueda. No me puedo quedar aquí para acampar. Será mejor que me mueva.
Comencé a caminar tratando de orientarme y pensando en miles de cosas a la vez. En qué haría a partir de ahora que me busca la guardia real. En qué haría si me quedaba sin luz al estar en medio del bosque. A dónde iría a partir de ahora. Si tan solo tuviera una brújula o algo que me dijera dónde estoy… Comencé a buscarla, pero se rompió con la caída…
Luego recordé el mapa de Equestria que siempre traigo conmigo. Lo saqué con mis patas delanteras, temblando debido a una indescriptible emoción. Estaba lleno de manchas de fruta, tinta y lodo, sorprendentemente aún era legible, aunque tendría qué conseguir otro después. ¿De dónde voy a sacar dinero para otro? Más bien, ¿Volveré a caminar por las calles sin miedo? Si Celestia (pensar en su nombre me hacía sentir un huevo en el pecho) seguía adelante con esto… Seguro toda Equestria me buscará. Está bien, no pasa nada. Atiende tu ala y huye del principado. Ve a algún reino vecino y piensa en un plan mejor. Pero… necesito ver cómo están mis padres…
Sacudí la cabeza. Tengo que pensar en una cosa a la vez. Tengo que ir a que me atiendan el ala antes de que sepan que me están buscando.
Si no estoy equivocada, estoy en el bosque Everfree — tragué saliva al recordar todas las historias de potros que se contaban de este lugar. — Si camino un poco, podría llegar a Ponyville y buscar un hospital (y de paso, buscar un lugar dónde quedarme) por hoy. No, eso no será posible. Las noticias de que la guardia real me busca tardarán al menos un par de días en llegar a los pueblos, espero. Entonces solo tengo tiempo de que enyesen mi ala, rogar porque sane bien e irme corriendo.
— Ponyville… Ponyville… Ponyville… — Comencé a repetir el nombre del pueblo y a murmurar su nombre como si eso fuera a sacar mis pensamientos más profundos a flote. Había algo en ese pueblo que se me hacía extrañamente familiar.
No recuerdo haber pasado por ahí recientemente (a pesar de que puedo decir que conozco Equestria de punta a punta. O al menos, sus ciudades arqueológicas más importantes). Luego recordé que tengo una amiga ahí. Seguramente ella podría ayudarme dándome alojamiento hoy. Tal vez…
Pero tenía qué apresurarme. Estaba a punto de quedarme sin luz y se me había acabado el aceite para las lámparas, que también se rompieron, no tendría manera de ver sobre dónde camino una vez que el sol terminara de ocultarse.
