Kicsi Unerfahren.
Capítulo 1
Siempre, siempre, ¡Siempre! Qué manera de hacerme enfadar este imbécil. Llevamos saliendo ya ¿Ocho meses? Y aún no sabe cómo tratarme. Pateé la pelota de football que se encontraba frente a mí descargándome con un preciso gol. Era la primera vez que me ponía una falda sin que fuera la de la secundaria y la de la preparatoria. Suspiré, tirándome sobre la arena, ¿Qué le sucede a ese estúpido germano? Sé que no tengo unas piernas bonitas como Lili o las demás, después de todo hago football, juego rugby, estoy en el club de atletismo… Apreté con fuerza la falda y dije a mi misma esa palabra que me definía a la perfección pero que sin embargo en estos momentos, hacía doler a mi pecho tanto…
- Marimacho… Todo por ser una marimacho.
Tomé la capucha de mi sudadera colocándomela y tapándome con ésta. Me daba impotencia el cómo me había tratado frente a todos. ¿¡Es que no se imagina todo el esfuerzo que puse en buscar esta falda!? Aish…
Flash Back
Había dado vueltas y vueltas por la habitación buscando qué ponerme para esa noche. Era la primera noche que pasaba fuera de mi casa y con Gilbert. Era mi primer viaje de preparatoria. Había oído que es el momento perfecto para una pareja, que eran los viajes más inolvidable de todos, que todo podía pasar. Roderich cuando fue me dijo que lo había pasado bien pero que le faltaba yo ahí, y claro, si somos mejores amigos ir a otro lugar sería algo sensacional. Era una semana la que estaríamos acá. Dinamarca era asombrosa, el mar era hermoso, no por nada fueron los creadores de las mejores leyendas marinas, como las sirenas. Pero, fuera de todo esto… ¡Quería impresionar al estúpido albino que sólo se rió de mi por mi traje de baño (por cierto, uno completo y que usé unos short similares a los que usan los hombres sobre ellos y que todo el día usé una sudadera) nada femenino. Pero, ahora era diferente, quería impresionarlo, que quedara con la boquiabierta. Quedaban todavía seis días más por lo que debía aprovechar esta primera noche para impresionarlo. Sentí como la puerta se abrió y vi a una muy feliz Lili entrando a la habitación acostándose sobre su cama.
- ¡Lizzy! No te imaginas lo feliz que estoy de tener un novio. –Claro que podía imaginarlo, su sonrisa era evidente.- ¿Qué te sucede? ¿Te hizo algo, Gil? –Había dado el en clavo y su semblante cambió enseguida.-
- Tu sabes, Gilbo es un completo estúpido. No ha hecho más que burlarse de mi todo el día.
- Pero, tu sabes que no lo hace de mala manera, después de todo –Dijo acercándose a mi rostro con una mirada burlona.- tú también lo andas molestando todo el día. –Touché. Se alejó colocando su mano bajo su mentón lo cual me daba el mal presentimiento que se le ocurriría una idea.- ¡Ya sé! ¿Por qué no intentas ponerte esto que me compré recién?
La vi revolver las cosas dentro de una bolsa que traía, sacando de ésta una falda verde con pliegues, bastante volátil y femenina para mi gusto, por lo que al comprender lo que me había dicho hace un momento, sentí como el calor comenzaba a amenazar mis mejillas volviéndose en un poderoso rubor. Sentí que me salía humo.
- ¿Q-Qui-Quieres que me coloque algo como eso? –dije con un poco de dificultad y vergüenza al ver como mi compañera se reía a carcajadas de mí.- ¿No lo compraste para lucirlo con Vash? ¿Por qué me la prestarías a mí? Soy una-
- ¿Marimacha? ¿Eso ibas a decir, verdad? –Asentí.- Es cierto que la compré para lucirla con Vash, pero, mi mejor amiga tiene problemas con su novio y no puedo quedarme tranquila -¡Dios! ¡Enviaste un ángel! Corrí a abrazarla con los ojos lleno de lágrimas.-
- Eres un ángel, amiga. Pero, ¿Una falda? –miré de nuevo el atuendo comenzando a dudar de mis "encantos".- Sabes que no tengo unas piernas femeninas ni un cuerpo de mujer.
- ¿¡Qué!? No bromees así conmigo, Liz. Soy tu amiga por lo que he visto ese espectacular cuerpo que tienes. Me causa un tanto de envidia los enormes pechos que desarrollaste y escondes bajo ese sostén reductivo –Me sentí un poco intimidada al sentir sus ojos fulminando mi delante.-
Luego de conversar por largo rato, discutir sobre que debía empezar a ser más femenina para impresionar al albino y que deberíamos dar pronto el siguiente paso a nuestra relación (y que ellos igual). Me desvistió a la fuerza hasta lograr colocarme un sostén más femenino que había comprado hace mucho y que nunca me atreví a usar. Era blanco, bastante simple pero con algunos detalles de flores en él y que lograba resaltar el volumen de mis pechos que de hecho, me avergonzaba. Me pasó un peto negro de ella que de hecho, quedaba un poco pequeño y dejaba un gran escote, luego me colocó la falda y me pasó unas sandalias para terminar el atuendo. Al terminar de lograr vestirme, fue en busca de maquillaje y se dispuso a ponerme un poco de rubor, rímel, brillo y ayudó a acomodarme el cabello dejándolo suelto (ya que siempre lo uso en una coleta). Me cubrió de forma sutil los ojos (para no correr el maquillaje) haciéndome caminar hasta el espejo, viendo en él a una chica que nunca había visto. Moví mis brazos y me seguía el movimiento, pestañeé seguidamente igual a ella, saqué la lengua y ella igual, finalmente me pellizqué y sí, esa chica era yo. Me sonrojé al ver que sí podía ser bonita, o que había una posibilidad de hacerme ver más femenina. Toqué mi cabello atónita, ¿había crecido tanto?, el cabello me llegaba ya a la altura de mis caderas y vi una curva extraña en mi, ¿Qué era? ¿Cintura, ¡Cintura! ¡Tenía cintura! Todo este tiempo pensé de mí que era una chica sin curvas y mis pechos eran lo único diferente en mí, por lo que los ocultaba bajo un brasier deportivo que reducía varios centímetros mi busto, quizás… era demasiado lo que reducía al ver el tamaño que realmente tenían. Me sentí avergonzada pero, me sentía linda y eso… Me hacía feliz.
Abracé a mi amiga por el milagro que produjo, respiré profundo tomando la perilla de la puerta, me armé de valor para salir al exterior, donde todos se encontrarían seguramente en la cabaña principal. Caminé con algo de temor hacia ésta escuchando el griterío que había dentro, ¿Y si todos se reían de mí? No, no creo que pasara, el único capaz de burlarse de mi era Gilbert, los demás sólo se limitaban a tratarme como un chico más y las chicas como si fuera un caballero con una fuerte armadura. Subí las escaleras para quedar frente a frente con esa puerta que dividía el exterior con ese bullicio, en el cual seguramente estaría el chico de esos ojos rubí, tomé la perilla girándola levemente deteniéndome sin atreverme a abrir la puerta.
- No… no puedo. –Al momento de decidirme soltar la manilla, Lili me empujó por detrás haciéndome entrar de forma estrepitosa dentro. Un silencio insoportable se provocó y sentí millones de miradas filosas sobre mí, seguido de un bullicio provocado por muchos susurros "¿Es Elizabeth?", "¿Liz puede ser mujer?", "Es una preciosura", "¿En qué momento se volvió tan hermosa?", "Sabía que había algo más en ella", mi cara de volvió de un rojo intenso y sentí ganas inmensas de llorar.- No sigan mirándome.
- ¿Necesita mi ayuda, mademoiselle? –Miré hacia arriba y Francis tenía extendida su mano hacia mí.- Ven, Liz.
- Gracias, Francis. –Me levanté y estiré la ropa, miré a todos fulminándolos con la mirada y así, finalmente deteniéndose ese bullicio, tomé con mis manos un palo amenazándolos a todos con éste.- ¡Sé que no soy muy femenina ni bella, pero no es para armar este escándalo, estúpidos!
Seguido de mis palabras todos comenzaron a reír a carcajadas diciendo cosas como "Esa es nuestra Liz de siempre", "A pesar de verse hermosa, sigue siendo una marimacho", entre otros tantos. Suspiré aliviada recorriendo con mi mirada el salón para encontrar al germano junto a Antonio quien no paraba de mirarme y decirle cosas a Gilbert. Me acerqué para poder ver la expresión de Gilbert, "Seguro que lo dejé mudo", pero al verlo de cerca, ni siquiera me miraba.
- Eliza, te ves maravillosa. –Dijo tomando mi mano y besándola.-
- ¡Hey! Toño, que me vea como una chica no quiere decir que debas empezar a tratarme como una –Dije golpéandolo en la espalda.-
- Tu sabes que siempre has sido una bella doncella, Eliza. –Me sonrió, levantándose de su asiento, besándome en cada mejilla y dándome un fuerte abrazo, como sólo este español hacía.- Vamos, Gil, dile algo a tu novia.
Esperé ansiosa que él me mirara y me dijera lo linda que me veía. Había esperado tanto poder lograr por alguna vez que él me dijera que me veía bonita y que no se limitara a sólo mirarme, besarme o decirme que me quería, quería sentir que me quería por ser una chica y no sólo, la única chica que puede ser capaz de controlarlo.
- ¿Y? Ya dile algo hombre.
- Dile algo pronto a tu mon cheriè, amigo. –Mis ojos brillaban esperando escuchar sus palab.-
- La mona aunque se vista de seda, mona queda –Una sonrisa de lado, bastante burlona se posó sobre sus labios y sentí como mis ojos comenzaban a humedecerse.- ¡Vamos, Eli! Te ves ridícula así. Sácate todas esas cosas, que comienzas a parecer una chica y eso me empieza a asustar, kesesese –Su risa se había vuelto una cuchilla afilada para mis oídos rompiendo de a poco lo que me quedaba de compostura.-
- Ridícula… ¿¡RIDÍCULA!? ¿¡Es que incluso si tu novia se viste por un día como una chica para impresionarte lo único que atinas a decir es "Te ves ridícula"!? Deja de ser tan arrogante, Weillschmidt. Porque luego de estas palabras se nota lo poco hombre que eres.
- Está claro, luego de salir estos meses contigo y sumándole todo el tiempo que te conozco, es claro que uno pierde un poco lo hombre, siendo tu un gran macho alfa. Aunque, sigo siendo bastante hombre, digo, ¡Soy Gilbert Weillschmidt! Mi nombre suena como al de un Dios. ¿Cierto que soy tan asombroso?.
- ¿Asombroso? Já, no bromees tanto, hülye. Ni tu hermano puede soportar a un imbécil como tú. De hecho, no sé cómo fue que pude fijarme en alguien tan estúpido como tú. Por fin, por primera vez en mis 17 años de vida, tuve el valor para ser un poco más femenina por un tarado que ni siquiera puede apreciar eso por tener demasiado amor propio pero no fijarse en el esfuerzo de los demás –sentía mis mejillas arder de rabia y tomé con fuerza un collar que me había regalado.- ¿Y sabes qué más? ¡Te odio! –Le tiré el collar en la cara, corriendo hacia el ventanal y lanzándome de la terraza de ahí y correr hacia la playa.-
/Fin Flash Back.
Decidí tirar mi cabeza hacia atrás, y observar las estrellas detenidamente. Si quisiera llorar ya lo hubiera hecho, pero, ese cabeza hueca no se merece nada de mí. Quedaban todavía cerca de una semana para volver a mi hogar y encontrarme con Roderich. Miré mi celular tratando de encontrar un mensaje o una llamada de él, "¿Qué estarás haciendo, Rode?", me di la vuelta quedando boca abajo contra la arena suave y fina. Comencé a garabatear sobre esta, dibujando un sinfín de cosas, delfines, la luna, un escarabajo, una sartén… Sentí mis ojos más húmedos y con rabia borré la sartén en la arena. Ese collar que me había regalado hace tantos años con forma de sartén, podría significar tantas cosas para muchos pero para Gilbert y para mí, fue la forma en que lo conocí en nuestro primer año de secundaria. Recuerdo ese día en la clase de economía del hogar, cuando de repente siento como alguien abre mis piernas escabulléndose bajo mi falda huyendo de un reto del director Frederick (o Fritz como le decía este albino), a pesar de que usaba unas calzas que llegaban un poco arriba de la rodilla debajo de la falda de la escuela, me sorprendí tanto que no pude hacer nada más que agarrar una sartén cerca de mí y pegarle con todas las fuerzas que tenía, seguido de un grito. Luego tuve que pedir permiso a mi profesora para ir a la enfermería y llevar a rastras al fugitivo. Ahí nos presentamos y fue como si lo conociera de toda la vida. Durante el resto de la secundaria nos volvimos inseparables, pero discutíamos todo el tiempo. El conoció a Roderich y no se llevaban para nada bien, más sé que en el fondo se agradaban de cierta forma. ¡Qué buenos tiempos aquellos!
Cerré mis ojos recostándome nuevamente boca arriba, mirando el cielo estrellado. Desde que siento esto, me he vuelto más cursi y eso me da escalofríos. Me levanté y caminé hacia el mar. Tengo muchos días de aquí en adelante pero, ¿Por qué no aprovechar esta primera noche para zambullirme en el agua? El mar se veía tranquilo, miré a mi alrededor para asegurarme de que no hubiera nadie alrededor, me quité la capucha arrojándola, los zapatos. Volví a mirar a mi alrededor para asegurarme de que nadie me observara. Arrojé el peto, la falda, para terminar con mi ropa interior dejándola cubierta por el otro montón de ropa. Caminé lentamente acercándome al agua. ¡Qué bien se sentía! Había oído sobre lo rica que se coloca el agua durante la noche en el mar, y así era. Sentí el líquido tibio chocar contra mis muslos a medida que me iba sumergiendo en el agua, y sin más prisa, me arrojé al agua rápidamente. Me mantuve unos segundos bajo esta atreviéndome a abrir los ojos y podía observar como los peces pasaban a mi lado como sin preocupación alguna, me hizo sentir en paz. Saqué mi cabeza para tomar aire.
- No hay nada mejor que esta sensación.
- ¿Lo dices en serio? –Sentí unas manos alrededor de mi cintura, para luego sentir esas manos grandes ir subiendo por mis costados. Me quedé helada por un segundo para luego girarme y golpearlo como si vida dependiera de ello.-
- ¡PERVERTIDO! –Lo vi hundirse en el agua, preocupándome levemente por él, pero, ¡No! Era un pervertido. Comencé a avanzar lentamente hacia afuera, sintiendo como tomaba mi mano y con fuerza logró hacerme sumergir nuevamente en el agua.-
- Perdóname, Eli... –Vi unos ojos rojos asomarse desde el agua, elevándose para verme a la cara.- No pongas esa cara –Con los ojos como platos y abriendo la boca sin decir palabra alguna, o sea, ¿Qué podría decir? ¿Gilbert Weillschmidt disculpándose? Quizás me ahogué.-
- ¿E-Eres una ilusión? ¿Estoy soñando? –Me pellizqué sintiendo dolor pero viendo aún el mismo paisaje, en medio del mar con un albino frente a mí con una leve mirada de arrepentimiento. Tomé aire y decidí aceptar sus disculpas- ¿por qué te disculpas? Ya dejamos todo claro allá, Weillschmidt. –¡Elizabeth! ¿Qué estás diciendo? No, no... está bien, siempre he sido dura, no debo ablandarme más.-
- No lo hicimos. Yo soy demasiado orgulloso, Eliza. –Se aproximó hacia mí, levantándose del agua para poder notar lo grande que era y distraerme por un momento en sus pectorales ¿En qué momento se volvió un hombre? ¿Por qué siento mis mejillas arder? ¡Esto no puede estar pasando!- Era la primera vez que te vi femenina, ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué babeara y te dijera que te quería hacer mía frente a todos? No puedo, soy Gilbert Weillschmidt, hacer eso era mostrar debilidad. Pero ¿Qué digo?, hacer esto ya es mostrar debilidad –Noté la vergüenza y cómo su muro de orgullo caía inesperadamente, no pude evitar reir al ver a este chico haciendo esta clase de expresión y diciendo esta clase de cosas.- ¿Qué tiene de divert-
Me empiné para tomar su rostro entre mis manos y juntar nuestros labios en un beso torpe. Mis mejillas comenzaron a arder, por lo que supuse que estaba sonrojada, era nuestro primer beso. Habíamos salido durante tanto tiempo pero nunca, había tenido la valentía para dejarme besar, todas las veces que intentó hacerlo terminaba golpeándolo. ¡Es que era tan vergonzoso! No puedo evitarlo. Al separarme no pude evitar volver a reírme, tenía una expresión tan poco "asombrosa".
- E-Eli… Eli… ¿Q-Qué fue eso? –Su rostro estaba rojo y sus ojos brillaban con una intensidad que no había visto antes en su mirada. Su brazo derecho se posó sobre sus labios cubriéndolos. Tengo que admitir que se veía adorable.-
- Un beso –Al decirlo, mi cabeza comenzó a dar vueltas, ¿Lo había besado? ¿¡Lo había besado!? Oh no. Creo que no me había dado cuenta del paso que había dado, un beso no era cualquier cosa… era algo de una relación más seria, ¿Elizabeth Héderváry, besaste a Gilbert Weillschmidt?- P-Pero… no te creas la gran cosa, sólo me dejé llevar. –Mi voz temblaba y el sonido se había vuelvo algo chillón y femenino; Era como si ésta no fuera mi voz.-
- Oh sí, ahora si me siento un hombre más completo –Sus labios volvieron a aprisionar los míos, pero con un deje de posesividad. Con mis manos puestas en sus (fuertes) pectorales intenté alejarlo, mas él puso una fuerza increíble en sus manos acercándome más a él, logró cansarme y perdí fuerza, o tal vez simplemente me rendí en poner resistencia. Por la fuerza de su agarre y la forma en que sus labios torpemente rozaban los míos, supuse la debilidad que tenía, ¿Cuánto tiempo quizás deseó? Me sentí algo mal por eso, pero, creo que es mi parte femenina estaba despertando ya que este ambiente comencé a encontrarlo, el "indicado" y "mágico". Se separó de mí, besándome unas cuántas veces más pero con besos más cortos.- Volvamos a la orilla o cogerás un resfriado.
Vi sus ojos dar un rápido vistazo a mi cuerpo. Estaba desnuda y se me había olvidado por completo… Cubrí rápidamente mis pechos con dificultad a causa del tamaño, hundiéndome en el agua salada, con un fuerte sonrojo en mis pálidas mejillas. Qué vergüenza más grande, pero el albino sólo se giró caminando hacia la orilla y pude notar que sus mejillas estaban igual de rojas que las mías, lo cual provocó una leve sonrisa, Gilbo se introdujo un poco al agua y estiró su brazo hacia mí, sin voltear, estirando su musculosa negra.
- Cúbrete con esto, húngara tonta. –La tomé rápidamente, me la coloqué para salir del agua y lanzarme sobre él.- ¿Qué te pasa, bruta?
- ¿Eso debería decir yo? ¿Por qué te comportas como un caballero conmigo? –Sin razón aparente, nuestra relación había vuelto a ser como siempre. Y no pude evitar reír, tomando sus manos.- Gracias, prussiano hülye. –Le levanté, aplastándolo con mi pie, tomé mis cosas y salí corriendo con él persiguiéndome a toda velocidad.
Me escabullí detrás de una roca para colocarme mis bragas y la falda. Me iba a quitar la polera cuando siento detrás de mí una presencia y miré al suelo y en la arena se reflejaba una sombra sobre la roca y al voltearme, Gilbert se encontraba arriba de ésta, lanzándose encima de mí agarrándome como si se tratase de una lucha libre. Sentí sus manos ágilmente escabullirse por mi estómago para comenzar a mover sus dedos de forma rápida, provocando una carcajada seguida de lágrimas. Él sabe cuánto detestaba las cosquillas, pero, creo que era una excelente venganza por haberlo pisado.
- G-Gilbert… ya detente –dije jadeando.- No te volveré pisar, lo siento. Así que puedes detener tu venga –Sentí su cabeza apoyarse sobre mi hombro, impidiendo que no terminara mi frase por la sorpresa.- ¿Gilbo? ¿Gilbo , qué sucede?
- Esa venganza no es por pisarme, tonta. Es por hacer que me pusiera "así".
No entendí a qué se refería con "así", hasta que el albino cambió de posición rozando mi pierna con un bulto húmedo. Mis ojos se pusieron en blanco, y los colores volvieron a apoderarse de mis mejillas. ¿E-Eso es un…? No me atreví a continuar mis pensamientos. Sólo atiné a golpearlo, levantarme y salir corriendo de ahí. ¿Cómo es que ocurrió eso? Nunca imaginé lo débil que podían ser los hombres con esas cosas, y eso confirmaba el hecho del porqué los volvía locos ver a mujeres con poca ropa. Decidí enfriar mis pensamientos y al llegar a mi habitación, fui directo al baño, evitando el acoso de preguntas de Lili acerca de lo que pasó, de si estaba bien y si Gilbert se había disculpado. Eran muchas las cosas que habían ocurrido y ahora sólo nos quedaban seis días más… En seis días más- Detuve mis pensamientos sabiendo de cierto modo todo lo que se podría avecinar. Me metí debajo de la ducha sintiendo el agua recorriendo mis pechos, mi cintura, mi abdomen, entre mis muslos y llegar hasta los pies. Todos los lugares donde me había tocado quemaban de una manera increíble. No entendía qué pasaba conmigo, en mi interior y lo que ocurría en mi cuerpo. Nunca su tacto había logrado hacerme sentir de esta manera, era como si me estuviera convirtiendo en una… mujer. Meneé mi cabeza desechando la idea de tal aberración, siempre tuve presente que eso estaba prohibido para alguien como yo, incluso el sentimiento del amor era algo que se me tenía negado, mas, el albino apareció alborotando mi vida y dejándola de cabeza y ahora no puedo quitarme de la cabeza todo lo que había sucedido, ni lo revuelto que se encontraban mis sentimientos. Hace ocho meses cuando acepté salir con él, no pensé que me gustara ni que yo le gustara realmente, sólo quería saber qué se sentía tener un novio, pero nunca tuve la valentía de aceptar un beso suyo ni esas cosas, sólo unas veces el que me tomara la mano, aunque ahora todo era diferente, sólo hace dos meses que comencé a sentir que algo en mi corazón se estaba rompiendo y dolía y ahora luego de esto creo que puedo confirmar este dolor y el hecho de que mi corazón se vuelva más blando. Me agaché en la ducha, apretando mi puño con fuerza sobre mi corazón, sintiéndolo latir con fuerza.
No había forma de escapar, ya no había vuelta atrás. Me sentía como en un acantilado con un grupo de matones queriéndome arrojar desde esa increíble altura donde no se podía ver el final. Ya no podía luchar, me sentía pequeña. Todas esas veces que me dijeron que era un sentimiento maravilloso y a la vez doloroso, no creí que dolería así. Ya no podía negar más esto, estaba enamorada de Gilbert y tenía seis días más completos junto a él, ¿¡Cómo seré capaz de ocultar esto y seguir nuestra relación como siempre!?
Continuará...
