La decimoquinta vía

Marc bajó corriendo por las escaleras, «Ya podían ser mecánicas como en los otros andenes», remugó por dentro. De golpe se dio cuenta que había una chica a su lado corriendo con él, sus pies ágiles saltaban por los escalones de dos en dos.

- ¿Tú también coges el exprés? -Preguntó Marc dejándose el aliento.

- ¿Pues claro, a dónde quieres que vaya sino? -Respondió la chica con una sonrisa burleta mientras avanzaba en su curiosa carrera.- ¡Corre más! Que perderás el tren...

La locomotora hizo un gemido y el sonido estridente retronó por las paredes. Cuando el chico cruzó las puertas que daban paso al andén tuvo un escalofrío, pero no le dio importancia. Ya casi lo alcanzaba, le quedaban pocos metros para poder llegar al tren, en cambio, la chica ya había entrado, se le quedó mirando, entretenida, desde la puerta del último vagón de pasajeros.

A la vez que corría, se quedó fascinado por lo que veía a mano izquierda, muchos muggles esperaban el tren en el andén de al lado sin darse cuenta que más allá de la pared que había al lado de la vía, estaba otro andén, pues ellos eran incapaces de verlo a causa de los hechizos, en cambio, desde el otro andén, donde estaba Marc, se podía ver perfectamente aquel eterno horizonte de vías, andenes, gente esperando trenes y trenes esperando a gente. «Con todas las veces que he estado en la estación de Sants y jamás me había dado cuenta...». El tren volvió a gemir pero esta vez empezó a dejar una fumarola blanca por la chimenea del vagón del maquinista, Marc sabía que el tren estaba a punto de irse, por eso usó sus últimas fuerzas a la vez que el tren empezó a marchar.

- ¡Ya queda poco! -Gritó la chica.

Gracias a los ánimos de la chica, Marc hizo un esfuerzo más y consiguió acercarse a la puerta, la chica se cogió de una de las barras de al lado de la puerta con una mano y la otra la sacó para ayudar al chico a entrar, pero estaban a un pie de distancia y el tren empezaba a acelerar, entonces la chica dudó, pero al ver que el chico no ponía cara de desistir apoyó los pies en la parte de fuera del vagón sin dejar de cogerse de la barra, es más, cogiéndose más fuerte.

- ¡Salta con fuerza hacia adelante y dame la mano!

El chico al principio dudó, pero al final se decidió y saltó hacia delante, aunque por el impulso, su mano pasó rozando la de la chica sin poder cogerla y cuando ya estaba a punto de darse por vencido...

- ¡Ya te tengo! -Gritó la chica mientras le cogía por la muñeca y con sus pies empujaba contra el vagón, usando de eje la barra que tenía cogida por la mano, para entrar al tren.

La chica se soltó, soltó al chico y los dos cayeron en el pasillo. Marc se levantó primero.

- Muchas gracias. -Dijo ofreciéndole la mano a la chica. -Me has salvado el pellejo.

- No ha sido nada. -Dijo aceptando la mano y levantándose con ayuda de Marc. -Pero por un momento pensaba que no lo conseguirías.

- Yo también. -Respondió riéndose. -Encantado de conocerte, de hecho, he tenido mucha suerte de conocerte, yo me llamo Marc ¿y tú?

- ¿Yo? -Dijo la chica con una sonrisa traviesa.- Yo me llamo Laura.

El tren seguía su camino, dejando atrás la estación adentrándose en el largo túnel.