Disclaimer: Digimon no me pertenece y esto lo escribí sin ánimo de lucro. Este fic es para festejar el cumpleaños de HikariCaelum. Le mando muchas felicitaciones y espero que lo disfrute mucho.
Luces en el cielo
I
Mundo postmoderno
La máquina expendedora tarda mucho en entregar mi café. Es eso o sólo es mi desesperación por llegar a casa y descansar por fin después de una larga y extenuante jornada de trabajo. Mi mente ha de estar tan exhausta que me juega sucio y hace que mi percepción del tiempo sea más lenta y tediosa ¿Qué le pasa a la humanidad? ¿Dónde han quedado los tiempos en los que uno podía ir caminando por la calle y la posibilidad de ser asaltado era mínima? ¿Qué ha pasado con la interminable búsqueda de salvaguardar el honor personal y familiar?
¿Qué le pasa a la humanidad? Me pregunto de nuevo. Tal vez no tenga una respuesta. Tal vez es la evolución natural a la que conduce una sociedad como la hemos formado. O tal vez ya estoy muy viejo y ya me desfasé. Asesinatos, violaciones, celos, robos, ajuste de cuentas; todo eso ya me tiene harto. Cómo sea, a mí sólo me resta un mes de servicio y puedo jubilarme. ¡Cuánto tiempo he esperado esto! ¡Por fin el dulce descanso!
Tomo el vaso lleno de café y emprendo mi camino hacia mi oficina. Ya lo tengo todo planeado para mi retiro, he decidido irme a vivir al campo a Shimane, estoy viendo la compra de una casa antigua. Quiero irme del acelerado mundo de la ciudad y disfrutar de la tranquilidad que ofrece la vida rural.
Le doy un trago al café. Amargo, como me gusta. Hace juego con el ambiente tan desolador que se vive en una estación de policía. ¡Puros problemas! ¡Ninguna buena noticia, carajo! Muertes de compañeros es lo que nos ha tocado presenciar últimamente, muchos de ellos jóvenes imprudentes que se sienten capaces de controlar el mundo. Las únicas buenas noticias que circulan por estos rumbos son los ascensos salariales y de puesto, muy esporádicos; el compañero que se casa o que va a tener un hijo o una jubilación como es mi caso.
Precisamente estoy desesperado por resolver el que se ha vuelto mi último caso. Ya después de eso puedo retirarme a un trabajo de papeleo rutinario hasta que llegue mi bendita jubilación. ¡Pero este caso es de locos! ¡Nunca me había tocado algo semejante! Yo pensaba que eso se veía solamente en la imaginación de escritores que, con su pluma, plasman historias de misterio, engaño y lujuria. Pero puede ser que sea cierto lo que dicen, muchas veces la realidad supera a la ficción.
Tomo la chapa de mi oficina, la giro y me dispongo a entrar para recoger mis cosas y largarme de aquí. ¡Oh, pero que bendita suerte! Al entrar me encuentro a un joven esperándome. Su rostro me es familiar pero no logro recordar con precisión en donde lo he visto. Ha de ser por mi cansancio mental.
El joven ronda los treinta años; más o menos la edad de mi hijo menor, Ken. Es alto, rubio, blanco, parecería un extranjero, pero tiene cierto toque japonés que me hace dudarlo. De cuerpo fornido, posiblemente practicó un deporte en la adolescencia; lo catalogaría como apuesto, sin más. Estoy cansado para tantas deducciones.
Entro y me saluda con una reverencia educada; la respondo, pero es muy leve, el cansancio me está matando.
—¿Detective Ichijoji? —me llama y asiento, soy la persona que busca—. Vengo a hablar con usted.
Paso a tomar asiento, recojo los papeles que tengo en el escritorio y miro de reojo a mi inesperado visitante. Sigo acomodando mis cosas, un intento inútil por desesperarlo para ver si se va, pero que este joven no va a claudicar tan fácil. No me queda de otra más que atenderlo.
—Tome asiento —digo tenuemente.
Él obedece y yo termino de guardar un expediente en el primer cajón de mi escritorio, tengo que revisarlo más tarde. Me recargo en el respaldo de mi silla, junto mis manos, las entrelazo, las pongo a la altura de mi boca, ayudado por mis codos que se han afianzado en los brazos de mi silla; medito un poco esperando ver qué más puedo encontrar de este joven. Tampoco espero averiguar más de lo que ya he inferido, pero con esta pose pretendo intimidarlo un poco.
—Bien, que se le ofrece ¿joven…?
—Ishida, Takeru Ishida, señor.
—¿Ishida? Me suena, ¿eres pariente de Hiroaki Ishida?
—Sí, soy su hijo menor.
—Pues bien, ¿qué se le ofrece joven Ishida? La investigación de su padre aún no concluye, estoy trabajando en ello. Y le quiero aclarar que no permitiré que interfiera…
—No se preocupe, no es lo que pretendo. Vengo a declarar.
Me tomo unos segundos para reanudar la investigación. El último caso que tengo y puede ser que se resuelva antes de lo que tenía previsto. Él puede conocer el trasfondo de las causas, eso me será de gran ayuda. La única duda que tengo es si va alterar los acontecimientos para que su padre salga beneficiado. Pero hay algo que me hace dudar, su semblante serio y respetuoso me hacen imaginarme que me va hablar con toda la verdad que a él le concierne.
—Está bien Ishida, lo escucho.
—Va a ser un poco largo, perdón por venir a estas horas pero tengo que asegurarme que se haga justicia. ¿No le importa si lo entretengo un rato más?
—En lo absoluto. Ya me hice a la idea de salir tarde.
No era mentira lo que le dije, pero unos minutos más pueden ahorrarme horas de búsqueda y trabajo inútil o infructuoso. Un pequeño sacrificio no me hará daño.
—Puede comenzar cuando guste —y me dispongo a escuchar atentamente el relato de Takeru Ishida.
HikariCaelum, espero que lo disfrutes leerlo, tanto como yo al escribirlo. ¡Muchas felicidades y que cumplas muchos años más!
