Wenas! este es mi primer fic, espero que os guste.
Contiene shounenai KuroganexFye, si no te gustan este tipo de historias... no lo leas!
Quiza tenga algo de yaoi al final, ya veremos xD
Esta ligeramente basado en la canción "Kaze no Machi he", de hay viene el título,pero solo ligeramente... ya lo vereis.
Capítulo 1
Llévame a la ciudad del viento
más allá del tiempo
Hazlo por mi blanca flor
Rodea mi mano con tus suaves dedos
y llévame contigo,
quiero estar a tu lado
Despertó rodeado de fría nieve. Todo a su alrededor era blanco. A pesar de ello no tenía frío, estaba muy a gusto bajo sus dos cálidos abrigos. Miró a su lado, y vio a un hombre que acababa de despertarse, al igual que él. Al lado de la nieve resaltaba mucho: tanto su ropa como él eran oscuros, predominaba el negro con unos pequeños detalles rojos, al igual que sus ojos escarlatas. Rió para si mismo. Eran tan distintos... Se miró y vio como apenas se distinguía de la nieve. Su piel era muy pálida, sus cabellos rubio platino y sus ropas blancas en su mayoría. Lo único que resaltaba eran sus preciosos ojos azules como el cielo. Miró de nuevo al otro hombre.
- Bueno, parece que hemos vuelto a aparecer solos en otro mundo.
El otro hombre le miró extrañado.
- ¿Qué te pasa, Kurorín?
El hombre continuaba mirando, cuando sus labios comenzaron a moverse.
- §¥ ĦΞ ΨЖЉҜ۞₪?
Ah, claro. Ya lo entendía. Mokona. Parecía que estaban lejos de los demás...
- Espero que al menos estemos en el mismo mundo...- pensó Fye
No podían quedarse allí. Tendrían que buscar a Xiaolang, Sakura y Mokona. Y además parecía que Kurogane se estaba helando de frío.
Fye le ofreció uno de sus abrigos pero Kurogane negó con la cabeza
-Era de suponer. Dudo mucho que algún día acepte mi ayuda...
Lo primero era buscar un sitio para pasar la noche, y si podía ser algo de comida. Pero ¿cómo se lo podía explicar a Kurogane?
-¡Ya está¡Haré un dibujo!
Y se puso a dibujar en nieve con la mano cubierta por su guante negro. Kurogane miró de reojo. Tenía que reconocerlo. Aquel estúpido mago dibujaba muy bien. Incluso para estar dibujando en la nieve.
Fye terminó su dibujo y se giró hacia Kurogane. Al ver que lo había descubierto mirando, este último apartó la mirada.
-Kurorín...
Kurogane se giró enfadado y dispuesto a soltarle cualquier cosa, y vio que Fye le señalaba el dibujo. Lo observó de cerca. Vio que se había dibujado a él mismo como un gato y a él como un perro.
-Dios... Ya está haciendo el imbecil este mago inepto...
Siguió mirando el dibujo. Había una especie de casita de caramelo, y salían el gato y el perro llegando, y luego hartándose a golosinas. Lo mejor era la expresión del gato cuando veía la casa. Era una expresión de sorpresa demasiado exagerada. Kurogane rió por lo bajo. Pero entonces le dio un escalofrío. Giró la cabeza hacia el mago y vio que le estaba mirando. Eso quería decir que le había visto reírse. Y en ese momento Fye le sonrió. Y entonces si que sintió un escalofrío. Notó como se ruborizaba ligeramente. Se tapó hasta los ojos con la capa. Miró de nuevo el dibujo y comprendió lo que le quería decir Fye. Se puso en pie y le miró. El mago lo imitó feliz, parecía que había conseguido entenderse con él. Señaló en una dirección. Kurogane se encogió de hombros y empezó a andar hacia allí.
Era increíble. Llevaban horas andando y no habían visto más que nieve. Algún árbol escuálido, que habían cogido por si lo necesitaban, pero nada más. Ningún animal, ni siquiera algún insecto o algún animal acostumbrado a aquel frío. Al anochecer consiguieron encontrar una pequeña cueva, donde hicieron fuego y se durmieron.
Cuando ambos despertaron, continuaron andando. Era taaaaaaan aburrido... De vez en cuando Fye decía algo para comprobar si ya se entendían, pero Mokona debía seguir muy lejos. Ni siquiera podían saber si iban por buen camino, o si cada vez se estaban alejando más.
Aquella noche encontraron una cueva bastante grande, pero con una entrada pequeña, como para que pudieran entrar agachando un poco la cabeza. Al igual que la noche anterior, hicieron fuego y después se durmieron.
Kurogane se despertó. Aún estaba muy oscuro, así que pensó que sería todavía de noche. Sus tripas rugieron. Empezaba a tener hambre. Normal, llevaban dos días sin comer. Además de hambre tenia frío. Posó su mirada en Fye. Allí estaba, durmiendo plácidamente bajo las varias capas de ropa que llevaba. No tenía la sonrisa de siempre, sino una cara de preocupación. Parecía que de noche, mientras dormía, reflejaba sus verdaderos sentimientos.
-Es un falso... Siempre sonriendo, cuando en realidad no siente esa sonrisa. Aunque lo haga para animar a los demás. Normalmente esa sonrisa me pone de los nervios, pero a veces me tranquiliza...
De repente se dio cuenta de lo que estaba pensando, y se avergonzó un poco. Al fin y al cabo, era ese mago inepto que solo decía idioteces y le ponía nombres estúpidos. Desvió la mirada de Fye. Y entonces se dio cuanta. Cogió una de las ramas que aún no habían quemado, la prendió por la punta y se acercó a la entrada de la cueva. Estaba totalmente tapada por nieve helada.
-¡Mierda!
Fye despertó por el grito. Miró hacia la entrada y vio a Kurogane frente un muro de hielo. Se acercó hasta allí y comprobó que la nieve estaba dura. Lo que faltaba. Tendrían que idear algo para salir de allí. Vio la antorcha que tenía Kurogane y se le ocurrió una cosa. Cogió la mano de este y la llevó hacia el hielo. Kurogane pensó que estaría haciendo el idiota este. Y funcionó. La nieve se empezó a deshacer y empezó a hacer un agujero. Continuó durante un rato y parecía que si podrían salir. O por lo menos lo parecía, hasta que cuando Fye ya cabía en agujero casi entero, la nieve cayó y cubrió al agujero y a Fye. Kurogane lo sacó tirando de los pies. Habían comprobado que no podrían salir por ese método.
Se sentaron en el suelo para pensar un poco. Kurogane se empezó a desesperar, se levantó, y pegó una patada a una de las paredes. Oyó que algo caía a su espalda y miró hacia allí. Vio que un montón de rocas y nieve había estado a punto de caer encima de Fye. Miró hacia arriba y vio un gran agujero. Al menos, ahora tenían ventana.
Pasó el tiempo, y lo único que conseguían era que cada día que pasaba la nieve se hiciera más dura. A pesar de ello habían conseguido hacer un pequeño túnel, pero casi no avanzaban. Había que tener cuidado, porque al más mínimo descuido, el túnel se derrumbaba. Llevaban varios días sin comer, y eso junto con el frío les estaba debilitando bastante. A pesar de ello, se esforzaban en hacer el túnel. Ya casi no les quedaban ramas para quemar, pero con la "ventana" que ahora tenían, solo tenían que encender fuego muy poco tiempo durante la noche. La desventaja de este agujero era que cada vez que nevaba, la nieve caía encima de ellos.
Uno de estos días, el que parecía el más frío de todos, Kurogane se sentía peor que nunca. Tenía que comer algo, y el frío que sentía era cada vez mayor. Fye le había intentado dar uno de sus abrigos, pero él como siempre se había negado. Nunca aceptaría ayuda de otra persona, y menos de Fye. A pesar de todo esto, Kurogane seguía cavando el túnel. Se sentía fatal, sentía que iba a perder el conocimiento, pero tenía que seguir cavando, tenían que salir de allí, tenía que volver a su mundo...
Y entonces se desmayó.
Despertó con una agradable sensación de calor. Se miró y vio como tenía encima de él los dos abrigos de Fye. Se incorporó y de su frente cayó algo. Era uno de los guantes de Fye, lleno de nieve, para bajarle la fiebre. Siguió observando a su alrededor. Vio que aún era de noche y la hoguera estaba encendida. Miró más allá de la hoguera, al lado contrario de donde estaba él, y encontró a Fye.
Estaba hecho un ovillo, intentando entrar en calor al lado de la hoguera, ahora que tan solo llevaba su ligera ropa, que no parecía que diera mucho calor. Su piel pálida ahora tenía un aspecto rosáceo. Kurogane tocó una de sus mejillas y comprobó que estaba completamente helado.
Sin saber muy bien porqué, le sentó entre sus piernas, lo cogió entre sus brazos y lo abrazó. Le dio todo su calor y se agarró muy fuerte a él. Por un lado, se sentía algo avergonzado por hacer aquello, pero un nuevo sentimiento hizo que el otro quedara en un segundo plano. Ese hombre le había ayudado poniendo en peligro su vida. Y ahora quería devolverle el favor. Disfrutando del calor que se daban entre ellos, Kurogane se quedó dormido.
Bueno, que os a parecido? espero que os haya gustado y dejad reviews, xfa!
Espero poder subir pronto el siguiente cap...
Hasta pronto!
