Boku no Hero Academia/My Hero Academia no me pertenece.
KatsuDeku. Relación establecida.
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Mira la pantalla de su teléfono celular y observa el reloj digital, pasa un minuto y tras bloquear el aparato lo guarda en el bolsillo de su pantalón. Se levanta y avanza hacia la puerta, sujeta el picaporte y antes de girarlo voltea a ver un viejo almanaque colgado en la pared, hay una fecha marcada, hace un gesto y sale de su habitación.
Agradece que sea tarde, no está para tolerar las cuestiones de su madre.
No le toma más de diez minutos llegar a su destino, se para en la acera y mete la mano en el bolsillo. Mira el reloj digital de su celular, accede a la lista de contactos y navega por ella, ve los nombres pasar y se detiene en uno específico.
Han sido años desde que se molestó por esa fecha, pero supone que con lo que han pasado ahora puede darse el lujo de preocuparse, sin embargo de lujo no tiene nada, aprieta un poco el teléfono móvil y afloja el agarre cuando lo escucha crujir en su mano.
No puede romperlo todavía, lo necesita.
Lee los caracteres en la pantalla y gruñe ligeramente, más vale que haya leído el mensaje; presiona el símbolo verde y lleva el teléfono a su oreja derecha.
Timbra una vez, alza la cabeza y dirige la mirada al edificio de departamentos, timbra otra vez y busca un balcón en concreto.
—¿Kacchan? —Escucha al otro lado de la línea y al mismo tiempo ve al dueño de esa voz salir a la pequeña terraza.
El chico le saluda con la mano y sólo entorna los ojos.
—¿Qué pasa? —Pregunta, le mira desde el balcón de su casa.
Tiene las palabras atoradas en la garganta y a pesar de que ya se había preparado para esto se le dificulta masticar los vocablos. Repite las palabras en su mente y hace un conteo regresivo para finalmente decírselas.
Son sólo dos palabras y las susurra al teléfono; le parecen tan simples pero el rostro que el menor le muestra le hace ver que no es así.
El calor se acumula en sus pómulos y avergonzado termina la llamada. Se da media vuelta y pretende regresar por donde vino. Escucha al otro gritarle pero la vergüenza es más de lo que puede manejar y no le va a dar el gusto de verle así; no se detiene, no obstante tampoco apresura el paso. No puede ser honesto.
Inesperadamente siente un golpe en su espalda y al instante se ve rodeado por los brazos de alguien. No necesita bajar la mirada para saber a quién le pertenecen, reconoce el tacto y su temperatura corporal como la palma de su mano.
—Gracias. —Le dice, es apenas un murmullo pero en el silencio de la noche le oye con claridad.
Tan sólo fueron dos palabras y aunque le figuran insignificantes puede sentir que son el mundo para él y que es todo lo que Izuku pudo desear.
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¡Es cumpleaños de Izuku!
