Hola!, este es mi primer fic. Quería hacerlo de Hey, Arnold! Porque… bueno así lo quería. Espero que les gusten. Como sabrán los personajes no me pertenecen, sino a Craig Bartlett, excepto algunos que yo incluiré, inventados por mi. Esta historia esta contada desde la perspectiva de Helga, quien se fue de Hillwood, por trabajo de Bob en su expansión de localizadores, y luego vuelve, segura de si misma y de que a olvidado sus sentimientos por Arnold.
¡Por favor! Dejen reviews, necesito de motivación para seguir, aunque ya tengo la segunda parte.
Se que la primera parte es algo cortito pero… ¡Espero que les gusten! Y para aclarar antes de comenzar los diálogos estarán en negrita para evitar confusión.
-0-
"Ver todo en todos los colores"
Canción dedicado al capitulo uno: Seven days in sunny june - Jamiroquai
Prologo:
Había pasado mucho tiempo que no regresaba a Hillwood, y de alguna manera no me imagino de regreso. Todo gracias a la expansión hacia otras ciudades del gran imperio de localizadores del gran Bob, por lo menos fue solo una ciudad. Ha sido tanto el tiempo… supongo que son muchas las cosas que ocurrieron en mi ausencia. Y creo que yo ya soy una desconocida por culpa del transcurso del tiempo, 5 años de ausencia.
¿cinco, verdad? Que yo sepa me fui a los doce, y ahora tengo diecisiete.
Ver mi recamara vieja me trae recuerdos. Oh, si. Recuerdos de los que me hacen poner roja como un tomate. Que pena me da, y lo peor es que sé que en un pequeño escondite, muy oculto, tengo eso preciados recuerdos míos de la infancia. Poemas, fotos, goma de mascar, cabellos, todo de solo una persona a la que acose desde que tengo memoria. No me atrevo verlos, me avergüenzan, ya no reflejan lo que soy. Cuando me fui, los deje aquí con la intención de que cuando volviera, los viera y reavivara la llama de mi intenso amor ya que con el tiempo se desgastaría sin tenerlo al lado mío, pero que volvería con mas intensidad si los dejara acá , y además, que lo mas probable es que reconstruiría otro altar nuevo en donde fuera. Sí, lo hice, pero el tiempo fue demasiado, y tenia que madurar…
¿QUE? Ya, bueno, esta bien. Sigo siendo bruta, enojona, burlona a mi manera pero con cierto grado de madures.
Suspiro. Apenas llego y mañana ya tengo que ir a la secundaria 118, por suerte quede con Phoebe con quien ha sido la única con quien he mantenido contacto. Con Phoebe, mi aleada, mi compañera, mi leal y fiel eterna amiga, en las primeras etapas de mi lejana vida de Hillwood, hablaba todas las noches con ella y me mantenía al tanto de Arnold. Como la gran acosadora empedernida que era, tenia que saber TODO. Ella mantenía los ojos en él por mi, y claro, se le hacia fácil porque ella se volvió gran amiga de Gerald… Por no decir que a través de la línea telefónica era capas de percibir ciertos suspiros por el moreno, dejando en evidencia algo obvio. Me gusta saber que le gusta alguien, y bueno, hay que aceptar que el cabeza de cepillo no era tan mala opción, y es entretenido hacer un comentario malo hacia el y escuchar como me regaña Phoebe por ello.
¿Dónde quedo mi apasionado amor? En Hillwood, bajo una tabla de madera del piso que esta cubierto por una alfombra. Cuando estábamos a punto de irnos de la ciudad estaba histérica, no podía dejar mis cosas ahí, expuestas a cualquier persona que entrara a esta casa, así que las oculte ahí en el piso. Si bien, le dije a Arnold mi secreto cuando salvamos el vecindario, pero quedamos de acuerdo de que era simplemente el calor del momento, la tensión, los nervios, eso. Si, ese acuerdo me dejo bastante feliz, yo jamás revelaría mi secreto. Pero después me di cuenta que mi secreto-no-tan-secreto-pero-secreto, después de aquello me dio a entender que era un brutal rechazo, lo que había evitado todo ese tiempo. Cosa que me preocupo, y lo oculte lo mejor posible, con fuertes sentimientos de odio fingido de la cual en si tenia una pisca de verdad. A pesar de que Arnold era mi rayito de luz dentro de la oscuridad que envolvía mi ser de mi triste realdad, ese mundo que me apartaba de todo lo negativo, la burbuja que me protegía, esa dulce obsesión de mi infancia, se había terminado. Un simple rechazo que me cambio paulatinamente.
Entonces me fui, lejos.
Pasaba el tiempo, el sufrimiento aumentaba, pasaba tiempo, seguíamos creciendo, pasaba tiempo, las hormonas, Arnold comenzaba a tener novias, y yo seguía pensando en el, más pasaba el tiempo, más me cansaba, paso tiempo, dije adiós cuando el listón rosa se unió al club de las cajas de cosas viejas en el ático.
Con solo decir que ya no siento nada, es una verdad tan simple de ver como el agua. Yo no quiero a Arnold.
Capitulo 1: Absolutamente NADA.
-¡Helga! ¡despierta que llegaras tarde a la escuela! –grito Miriam, desde el primer piso. Desde que se volvió asistente de Bob, se ha vuelto más atenta, a mi madre le gusta trabajar y eso era evidente, y sumamente mejor que tenerla despistada en casa, y lo mejor aun es que era más atenta conmigo, y me he dado cuenta que esta pendiente de mi como también del trabajo porque seguramente no quiere repetir lo mismo que cuando remplazó a Bob en el trabajo cuando yo tenia nueve.
Bien, manos a la obra.
Cada vez que me despierto tengo una selva en mi cabeza. La cual me cuesta la mañana. Seria sencillo volver a mis viejas coletas pero desde los quince me volví más pretenciosa, suelo llevar el cabello suelto, y si esta critico en una sola y alta coleta. Suelo llevar un flequillo, que me llega a la altura de las cejas. No suelo usar mucho maquillaje, me pongo rímel, y un ligero brillo labial, cortesía de mis amigas de la otra ciudad. Suelo vestirme sencillo, un jeans azul oscuro, una camisa holgada blanca, mi abrigo, o jersey rojo, y unas zapatillas planas blancas. Si, lo sé, ahora parezco una chica. Pero… aun siguen existiendo la vieja Betsy y los cinco vengadores.
Ya una vez que estoy arreglada bajo a la cocina, Miriam me tiene listo el almuerzo, y me dice que no me podrá llevar a la escuela debido a que Bob la esta llamando de la oficina. Yo le digo que no hay problema, que de todos modos había quedado con Phoebe en el paradero del bus. Una vez abandonando mi casa, contemplo las calles que siguen igual que antes, a excepción uno que algunos locales nuevos, y otros que ya no están, como la florería de la señora Vitelo…
-¡HELGA!
-¡AUCH! –caigo al piso, alguien me empujo, y esa no es ni mas ni menos que mi querida amiga Phoebe –¡Phoebe!
Nuestro cálido abrazo de amistad parecía irreal. Parecían siglos de no verla, esta tan cambiada… ha crecido pero sigue siendo baja –o yo soy muy alta –su cabello tiende ser mas corto, como el de mis sueños cuando nos veíamos adultas, pero que a diferencia que ella lleva toda la esencia juvenil, ella también lleva maquillaje, tan ligeramente como yo pero con una leve sombra celeste en los ojos. Esta hermosa, y se nota que los tonos azules siguen siendo sus favoritos por la ropa, una camiseta larga azul claro, calzas azul marino, y esos zapatitos chinos negros.
-¡Helga, tanto tiempo! ¡te eche mucho de menos! – me dice, dejando paseando sus susurros por mis oídos.
-¡Yo igual, Phoebs!
-¡Es que fueron cinco años!
-¡Lo sé! Pero creo que seria buena idea que nos paremos del piso –diciendo esto, nos reímos, mientras nos paramos – y sinceramente, me gustaría preguntarte cómo estas, y todas las novedades.
-Bueno, la verdad no hay mucho que decir, porque en verdad te lo he dicho todo por teléfono.
-¡no importa!
Phoebe, me cuenta todo de nuevo, es verdad que se todo ya que me lo conto por teléfono, pero escucharla en persona se me hace mucho mejor, como poder creerme todo con mas facilidad. Como por ejemplo, doña señorita perfección, ahora sale con Curly, cosa que jamás pensé posible, tiene gustos raros y variados. Sé también que Rhonda sigue siendo la maniaca de la moda, sigue siendo mejores amiga con Nadine, aun que escuche que ambas se fueron de intercambio en diferentes países, la primera a Italia, y la otra a Brazil. Supongo que por obvias razones escogieron esos lugares.
Eso son dos cosas de muchas.
Cuando tomamos el buz, y a unas cuantas paradas, suben el gran grupo de tontos, Harold, Stinky, y Sid. Quienes me observan con cara familiar pero no me logran reconocer ¿cambie tanto? ¿será por mi ya no uniceja? Aun así se acercan y nos hablan.
-¡Hola, Phoebe!¿como estas? –nos habla Stinky, y mi amiga le devuelve el saludo, y el prosigue – oye Pheobe ¿quién esta la linda señorita?
Stinky, Stinky, Stinky. Parece que tu forma de hablar no a cambiado de nada, y como veo no me a reconocido. No permito que Phoebe les diga que soy yo.
-¡HOLA! –digo con una sonrisa amplia – Me llamo Caren –Phoebe, me mira con cara de "tu no cambias", con una sonrisa cómplice.
-hola, Caren. Yo soy Stinke, y ellos son mis amigos, Harold y Sid –dice eso señalándolos.
-Un gusto.
-Para mi también, Caren –Se adelanta Sid a decir. Pone una cara de embobado, ugh, no me gusta esa cara, de dan todas las ganas de plantarle un golpe en la cara.
-Oye, Phoebe. Que no se supone que la fea de Helga llegaba hoy -¡Respira, Helga!
-bueno, si… -responde.
-¡que fiasco! Y yo que era feliz.
-Tienes razón Harold, quizás llegue a golpearnos –dice, Stinky. ¡Respira!
-Bueno, puede que Helga haya cambiado este tiempo –dice Sid, quien luego cambia miradas con Harold y Stinky, y luego rompen a reír como si fuese la cosa mas ridícula del mundo.
-¡si, claaaro! –exclama Harold, tocándose el estomago por la risa - ¿Helga, la niña mas niño de la escuela convirtiéndose en una linda chica?¡imposible!
Respira, respira, respira.
-¡Exacto! ¡incluso le ponía nombre a sus puños! –comento Stinky, y Sid el ya se estaba muriendo ahogado de su propia risa el mu infeliz tanto como los otros.
-¡Si!¡si! ¿como se llamaban?
-Ah, ¿te refieres a la vieja Betsy, y los cinco vengadores, panzón?
Los tres, pararon de reír en seco, se giraron hacia mi, me miraron como si fuese un fantasma, y los tres comenzaron a tartamudear.
-¿H-he-helga? –pronunciaron los tres, con pánico.
-¡Quien más, grupo de mentecatos! Oh, esperen, lo lamento, soy Caren, la que parece niña –dije, con mi típico tono desafiante. Al lado mío, Phoebe no podía contener la risa.
-¡pero si pareces una chica! –dice Harold, quien recibe el primer golpe con la vieja Betsy de hace mucho tiempo.-hay mami, porque a mi –dice eso hasta quedar inconsciente.
-¡Helga, has cambiado mucho! – logra pronunciar Stinky.
-¿y que esperabas, zopenco? son cinco años sin verme –digo, enarcando mis cejas, gesto quien alguien percibió con mucho detalle.
-¿Helga, que le paso a tu uniceja?
Una mirada asesina, vasta para callar la gran bocota de Sid. Se nota que los tontos nunca cambian. Ni en lo mas mínimo. Pero debo reconocer que por un lado eso me hace feliz. Cierta parte de mi deseaba que las cosas no cambiaran mucho.
En el camino, los chicos me hablaron un poco, me preguntaron cosas básicas como era mi otra escuela, si era tan bruta como acá. Después, se distrajeron ya que Harold estaba comenzando a despertar, así que tenían que prepararlo psicológicamente mi llegada. Cuando llegamos a cierta parada en particular, mire si cierta persona subía, no es que fuese a volver por completo como era antes, pero tenia curiosidad de cuanto a cambiado. Si seguía siendo mas bajo que yo, si seguía teniendo una voz suave, si seguía usando su "faldita", si su cabeza tenia la misma forma que antes, o si seguía con su gorrita.
-Emm… Helga –me saco de mis pensamientos, Phoebe - ¿bueno… este, tu sabes… te quería preguntar si…?
-No, Phoebe, te lo he dicho un monton de veces, que lo olvide hace mucho –dije, con cierto tono de aburrimiento – no te tienes que preocupar con eso –dije con ciertas risitas y sonrisas, me hacia gracia el modo que Pheobe se preocupaba, aun que siga mirándome con preocupación yo no le tome mayor peso. ¿cómo puede ser posible que me siga gustando? ¡por favor! Ya han pasado cinco años que no le veo, como si fuera posible ¡que estupidez!
Aun así, en el camino no subió al buz.
Cuando entro a mi nueva escuela, me puse pensar en el señor Simmons. El no nos ara clases obviamente, pero me dio la nostalgia de no tenerlo como profesor. En mi ultimo año antes de mudarme, él me apoyo mucho cuanto se refería a mi talento de poesía, incluso me inscribió en un concurso, el cual gane a tres días antes de irme. El Sr. Simmons me llevo a comprar un helado, como de regalo por mi victoria, y nos dedicamos a platicar todo el día. Como sería la ultima vez que lo vería, le conté cual era mi principal inspiración en mis poemas. La cual me sentó bien y no me arrepiento, me prometió que guardaría mi secreto, y me sugirió que seria bueno confesarme, pero yo le dije que lo hice y que jamás lo aria de nuevo.
Phoebe me contaba que nos tocaría juntas en la gran mayoría de las clases, y que me enseñaría la escuela en la hora de receso. Cuando nos dirigíamos al salón de clases, cuando íbamos a doblar al pasillo derecho, alguien que iba corriendo choco conmigo, derribándonos, dejándonos en el suelo.
-¡perdón, no fue…! –recogiendo algunos de mis libros, mientras de paraba.
-¡podrías fijarte por donde vas, zopenco! –digo reclamando, al idiota al frente mío, quien no sé quien es porque me dedico a recoger mis libros.
-Helga… -me dice Phoebe, en voz muy baja.
-¿Helga?
-¿si, que quieres? –digo, molesta mientras me paro, y lo miro a la cara. Podría decir que si esta ocasión se hubiera dado como unos dos años atrás, mi corazón se habría paralizado, y mi mundo hubiera sido todo rosa otra vez. Pero no, aun que admito que me sorprendió, tanto que abrí muchos los ojos. Pero respondí de la forma de lo mas normal - ¿Cabeza de balón? ¡cuánto tiempo!
-¿eres tu Helga? –me miraba como si fuese de otro planeta, agh, de verdad esa reacción me carga ¡no eh cambiado tanto!
-¡pues claro que lo soy! ¿quién crees que soy? ¿Madonna? –digo con mi típico tono de pesadez.
-¡wow! De verdad eres tu –wow… a pesar de cambiar de voz, aun seguía teniendo ese tono de voz suave que tanto lo caracterizaba ¿seguirá siendo el buen samaritano de siempre? Eso creo. Me entrego los libros que recogió por mí, y me dedico una dulce sonrisa. Wow, ahora que estamos parados puedo ver que es un tanto mas alto que yo -¿mucho tiempo, no?
-si… -justo detrás de el llega alguien.
-Oye, viejo. Te dije que me esperaras… -¡es Gerald! Jo, veo que también a cambiado, es mas alto, su voz es mas grabe, pero aun sigue siendo un cabeza de cepillo, me mira con extrañeza– eh… ¿quien es ella? – luego mira a Phoebe – ¿Phoebs, no se supone que llegaría Helga? ¿Por que no estas con ella?.
-este… Gerald, ella es Helga –dijo, Phoebe señalándome.
-¿qué tal, cabeza de cepillo?
-¡Helga! –me miro, como si fuese un fantasma, ugh -¡¿y tu uniceja?
-¡¿por qué nadie no tiene algo mejor que preguntar? –exclame, mientras Phoebe sostenía los brazos. La otra persona presente cuya cabeza seguía siendo de balón, comenzó a reír suavemente, por no decir que ero estimulaba mi enojo, por la poca originalidad de las personas - ¿y se podría decir porque te estas riendo?
-¡Perdón, perdón! –se tranquilizaba Arnold – lo que pasa es que no has cambiado mucho, Helga.
-¿eh…? –quede estupefacta - b-bueno, tu todavía sigues con la costumbre de chocar con las personas, por lo menos conmigo.
¿se sonrojo?, jajaja. Di en el clavo.
-bueno, es que tenia prisa –dijo, rascándose la cabeza -¡v-verdad, Gerald! Vámonos.
Dijo, tomando a su amigo. Alejándose de mi como lo fue mi sentimientos alguna vez.
-si que han crecido todos, Phoebe.
-si, Helga. Bueno ¿de verdad no te afecto ver a Arnold de nuevo? –no de preocupación.
-No, Phoebe. De hecho, me siento muy bien. Puedo decir que mis sentimientos que alguna vez existieron hacia el ya no existen.
-Bueno, si tu lo dices…
Íbamos caminando cuando me paro a ver la dirección en la que se fue Arnold, aun que en verdad es una mentira de que me siento segura de lo que dije, me siento lo suficientemente tranquila como para llevar una vida sin suspiros.
Mis pensamientos ya no monólogos fueron interrumpidos por alguien que comenzó a respirar detrás mío, cosa por reflejo lleve mi puño hacia atrás, impactando en un rostro conocido.
-¡Brainy! ¡cuánto tiempo!
Así fue como comenzó mi primer día en la escuela en Hillwood.
