¡Hola!

Lo primero de todo: Los personajes y el mundo de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling, no existe ningún tipo de intención por mi parte de infringir copyright. Todo lo demás (trama, personajes originales) me pertenecen a mí.

Este es el primer fanfic que publico en esta web, y además también es el primero que escribo sobre el maravilloso mundo de J.K. Rowling. Es todo una idea loca que se me ocurrió tras darme cuenta de que Hufflepuff (mi casa) siempre está algo marginada y en realidad es una casa con una historia bastante interesante.

AVISO: el rating puede cambiar en el futuro, aún no estoy segura de cómo va a evolucionar la historia.

El caso es que este fanfic es, como ya he dicho, una idea loca a la que llevo dándole vueltas un tiempo. Es un mundo relativamente alternativo, puesto que estará contado en cierta manera desde la perspectiva de un personaje inventado por mi, que supone un cambio fuerte en el mundo de Hogwarts pero no modifica ningún hecho de los libros de JK (o no mucho, por lo menos). Voy a intentar ser lo más fiel posible a la historia original (los 7 libros / películas) aunque sí que aviso que el mundo post – Hogwarts va tener MUCHOS cambios (siendo sincera, no me gusta mucho como acaban algunos personajes después de la guerra).

No me atrevo a decir que actualizaré todas las semanas, porque me conozco. Además, en dos semanas empiezo los exámenes en la Universidad y no creo que disponga de mucho tiempo para escribir. Pero voy a intentarlo, lo prometo.


Le ayudé muchas veces con tal de conseguir que sus ojos me vieran – no sé si alguna vez llegaron a hacerlo. Y ahora le he encontrado de nuevo y joder, malditos ojos.


Esta historia podría contarla de manera que hasta el final no quedase claro ni quién soy, ni lo que pienso, ni lo que siento. Pero creo que es bastante estúpido por mi parte ocultar lo que es obvio. Comenzaré diciendo que esto es una historia de amor, que espero no sea muy dramática (no puedo asegurar que no haya drama, porque amigos… rara vez no hay drama cuando se trata del amor). Siendo muy sincera, no tengo idea de como va a acabar toda esta historia, puesto que apenas está comenzando (aunque también podría decirse que aún no ha comenzado – no me juzguen, estoy intentando ser sincera).

Siguiendo en la línea de la sinceridad, debo confesar que soy un desastre en esto de escribir mi vida en un diario (nunca he sido capaz de completar uno… creo que deberían crear una guía sobre cómo escribir un diario). ¡Ni siquiera he empezado diciendo el mítico "querido diario"! sé que es un poco tarde, y no solo literalmente (son las 01:29 de la madrugada y mañana – tal vez debería decir hoy – tengo clase de Pociones a las 9), pero bueno… Aquí va:

30 Octubre de 1993

Querido Diario,

Ahora que ya te he saludado, sigo con mi rollo (aunque realmente debería estar durmiéndome ya).

Quiero dejar claro que me dirijo a ti como me sale de la punta del pie, porque a veces siento que lo que escribo en los diarios lo va a leer un montón de gente después y otras veces siento que eres como algún tipo de confidente (como el cura de las Iglesias muggles, al que le cuentas tu vida pero sin la parte de la penitencia por tus pecados).

Para ponerte en situación, porque me he dado cuenta que aún no he dejado claro ni siquiera quien soy, empezaré por resumir mi vida todo lo que pueda:

Mi nombre es Keilee Martín (sí, Martín con tilde en la "i" – es una larga historia que ahora os explicaré) aunque aquí en el mundo mágico se me conoce secretamente (solo mi madre lo sabe) como Keilee Helga Gallagher. Yendo un poco al pasado, viví hasta los 9 años en España con mi madre, que me educó en casa pues me costaba controlar bastante mi magia y en España son realmente estrictos con el uso de la magia; me contó todo lo que debía saber sobre el mundo mágico. Eso explicaría mi apellido (mi madre, quiero decir) pues por algún motivo que a día de hoy aún no tengo claro, no llevo el apellido de mi padre. A él nunca le llegué a conocer, por lo que mi madre me ha contado, él murió a manos de otro mago (con el tiempo empiezo a sospechar que ese mago fue Voldemort). He visto fotos suyas, y en lo único que me parezco a él es en el blanco de los ojos (y en las benditas pecas que cubren mi cara – amo mis pecas). Tampoco es que me parezca mucho a mi madre, en realidad. Mi padre era pelirrojo, de piel pálida e intensos ojos azules (muy sexy, debo decir) y mi madre tiene un impresionante pelo liso y rubio, tiene los ojos verdes y es muy bajita. Luego estoy yo, que con 10 años era tan alta como mi madre, con piel clara pero bronceada (es difícil de explicar, no juzgues, Diario), un pelo castaño claro bastante aburrido, de esto que ni es liso ni es rizado (aunque por lo menos es suave y me brilla bastante) y unos ojos prácticamente negros (gracias, genes, por no dejarme tener unos ojos de un color interesante). Más de una vez le he preguntado a mamá si soy adoptada, porque de verdad, no encuentro absolutamente ningún parecido ni con ella ni con mi padre. Pero entonces ella se pone en plan emocional, diciendo que tengo la boca de mi abuela (encima mi abuela paterna, ¡que ni siquiera la conozco!) y que aunque no lo crea, soy la viva imagen de mi padre. Debo confesar que un día quería comprobarlo y me teñí el pelo de rojo e hice un hechizo temporal para que mis ojos estuvieran azules – mamá tenía razón, soy clavadita a mi padre.

Me acabo de dar cuenta que REALMENTE te estoy contando mi vida, Diario, y creo que voy a aburrirte porque pretendo seguir haciéndolo.

Continúo; el caso es que cuando cumplí 9 años mi madre decidió que volveríamos a Inglaterra. Según parece Voldemort había sido derrotado muchos años atrás y parecía que definitivamente no iba a volver. Dijo que debía conocer el lugar donde mi padre había crecido y donde ellos se habían enamorado. Que tal vez conocería a parte mi familia paterna. Que me formaría como bruja en el mismo colegio que mi padre, porque llevaba matriculada allí desde que nací.

Conocí a mi primo, que tenía mi edad, aunque no me caía muy bien. Era un primo muy lejano, en realidad. Tan lejano que tenía un apellido diferente, pero según parece éramos familia (bueno, ya dejo el suspense, mi primo es Zacharias Smith).

El verano de 1991 recibí mi carta para asistir a Hogwarts (creo que fue el día más feliz de mi vida, sinceramente) y así, ese mismo septiembre, me subí al expreso que me llevaría al colegio en el que ahora mismo estoy escribiendo en este pergamino. Recuerdo que todo el mundo hablaba de Harry Potter (creo que él no necesita que le presente aquí, todos sabemos muy bien quién es él).

Ese es el día que también vi por primera vez al par de ojos más alucinantes del mundo que me han impulsado a hacer la tontería de escribir este diario (no que su dueño me lo haya sugerido, porque realmente no sé ni siquiera si sabe que existo – soy bastante exagerada). Creo que es conveniente en este momento explicar el propósito de que esté escribiendo un diario, así que, allá va: tengo sentimientos realmente fuertes por él. No puedo decir que sea amor, porque realmente no le conozco. Podría definirse como un crush, tal vez. Me parece tremendamente guapo, y me intriga muchísimo su persona. Quiero conocerle. Y quiero guardar absolutamente todos los recuerdos que tengo con él, porque creo que me pueden ayudar a entenderle. Así que intentaré contártelo todo guardando este pedazo de pergamino junto a mis recuerdos (mamá me regaló un Pensadero que pertenecía a mi padre por mi cumpleaños, creo que es lo que me ha dado la idea de este proyecto "Diario").


Septiembre 1991, Expreso de Hogwarts.

Keilee se levantó de su asiento en el tren cuando una amable señora se asomó preguntando si alguien quería chuches del carrito. Cualquier cosa con tal de dejar de escuchar a su primo parlotear.

– ¿Me puede dar una rana de chocolate y dos…? – Keilee no pudo terminar su frase porque otra voz la interrumpió.

– Quiero uno de cada – dijo un niño con el cabello prácticamente blanco.

– Oh, en seguida joven – contestó la señora, amable.

Keilee frunció el ceño mientras observaba como la señora metía en una cestita todo lo que le había pedido aquel niño. Había sido muy borde.

– Estaba pidiendo yo – dijo Keilee mirando al niño de nuevo.

– Pues la próxima vez pide más rápido – el niño contestó a Keilee sin mirarla siquiera, mientras buscaba en su bolsillo el dinero. "Vaya niña más tonta" El joven rubio no pudo evitar pensar eso cuando la niña le regañó.

– Aquí tienes, jovencito – interrumpió la señora.

Entonces Keilee abrió la boca. No mucho, pero la abrió. Porque se quedó sin habla. El niño por fin había levantado la mirada para mirar a la señora mientras le daba el dinero. Si Keilee tuviese que describirle, diría asombroso. Tenía una mirada del color de la plata líquida, una mirada que ocultaba algo. Podría decir que se fijó en su cara, pero la realidad es que sus ojos le fascinaron tanto que no podría decir ni siquiera si era un niño guapo.

Cuando Keilee consiguió reaccionar, se dio cuenta que el niño ya se había ido y que la señora del carrito también. Se sentó de nuevo en el asiento sin entender muy bien qué acababa de pasar.

– Ese niño era Draco Malfoy. La abuela me lo presentó hace un par de años en una comida que organizó la familia de Malfoy para familias sangre pura.

– ¿Draco? – dijo Keilee aguantando una carcajada.

– Mejor no te rías de su nombre – refunfuñó Zach – yo cometí ese error y él y su amigo me hicieron la vida imposible ese día.

Keilee no contestó a su pimo. Estaba pensando sobre Draco. ¿Entonces Draco era como un matón? Eso explicaría los aires de superioridad que había demostrado al comprar las chuches.

En el Gran Comedor se formó un intenso silencio cuando Harry Potter subió a ponerse el Sombrero Selecionador. Keilee se puso muy nerviosa al ver que el Sombrero tardaba en anunciar una casa para Potter. Con el resto de niños había sido muy rápido, y ella quería sentarse a comer de una buena vez.

– Gryffindor – gritó el Sombrero tras unos minutos.

Varios niños más subieron y fueron seleccionados, hasta que la profesora McGonagall por fin dijo su nombre.

– Keilee Martín.

La joven Keilee subió nerviosa y se sentó en el viejo taburete, que crujió un poco con el movimiento. El sombrero apenas había tocado su cabeza cuando comenzó a sonar una voz en su mente.

"¡Una Gallagher!"

Keilee se estremeció por la manera en que lo dijo. Había sonado como si ella fuera… importante. Y se había referido a ella por el apellido de su padre. ¿Cómo podía saber eso? La profesora McGonagall se había referido a ella como Keilee Martín

"Mmmm siempre es complicado con vosotros" el sombrero decía "estás llena de valentía y eres realmente inteligente, y también veo mucho poder…"

Keilee escuchaba parlotear al Sombrero y sus nervios aumentaban cada segundo que pasaba.

"Serías una gran Gryffindor, sin duda… puedo ver tu valor y tus ganas constantes de probarte a ti misma"

"Pero también encajarías en Ravenclaw, posees una gran inteligencia"

"Oh… y serías una perfecta Slytherin. Tienes una fuerte capacidad de liderazgo, eres astuta y ambiciosa…"

Keilee estaba comenzando a desesperarse, con cada palabra que decía el Sombrero, ella estaba más segura de que no encajaba en ninguna casa de Hogwarts… ¡No podía pertenecer a tres casas al mismo tiempo!

"Siempre me pasa lo mismo con los Gallagher…"

El Sombrero volvió a referirse a ella como una Gallagher. Ella miró al frente, asustada. Su madre le había dejado claro que lo mejor era que nadie descubriera quién era su padre. Se dio cuenta que todo el mundo la miraba con una expresión de mucha curiosidad. ¿Y si alguien del Gran Comedor podía oír lo que decía el Sombrero Seleccionador?

"¡HUFFLEPUFF!"

La mesa llena de estudiantes con el emblema amarillo y negro se levantó para aplaudir y dar la bienvenida a su nueva integrante. Keilee se sentó casi sin mirar entre su primo, que también había resultado ser Hufflepuff, y Hannah Abbot, otra alumna nueva. Su atención estaba puesta en el Sombrero, que ahora estaba en la mano de McGonagall mientras seguía llamando a alumnos.

– Draco Malfoy.

Los ojos de Keilee desviaron su atención a la cabellera blanca que se acercaba al taburete. Tenía una expresión seria el rostro, y ahora que estaba lejos y los ojos del chico no la distraían, se dio cuenta que no solo los sus ojos eran fascinantes. Toda su cara era fascinante. Tenía rasgos finos, elegantes. Una pequeña sonrisa de suficiencia le quitaba algo de seriedad a su frío semblante, y su mirada, a pesar de que a esa distancia no se podía apreciar a la perfección, era increíblemente intensa. Keilee estaba totalmente cautivada.

El Sombrero apenas tocó su cabello cuando gritó "Slytherin".

– Era de esperar que acabase en Slytherin, casi todos los sangre pura acaban ahí – Zacharias le estaba hablando de nuevo. Y ella le habría ignorado si no fuese porque le interesaba lo que le contaba – además, es un Malfoy.

– ¿Y qué tiene que ver que sea un Malfoy?

– Pues que no ha habido un solo Malfoy en la historia de Hogwarts que no haya estado en Slytherin. Existen rumores de que son descendientes del mismísimo Salazar Slytherin – esta vez habló otro chico, que parecía tener dos o tres años más que ellos – bienvenida a Hufflepuff, por cierto. Soy Cedric Diggory.

Keilee se sonrojó mucho y sonrió dándole la mano a Cedric. Era un chico extremadamente guapo, y consiguió que se olvidara del par de ojos grises durante toda la cena.

Octubre 1991, Exteriores de Hogwarts.

Keilee estaba bajo un árbol cerca del lago, estudiando para un pequeño examen de Encantamientos que iban a tener al día siguiente, cuando una voz muy enfadada la distrajo.

–¡No me puedo creer que sea el nuevo buscador! – la voz se quejaba – ¡Se supone que los alumnos de primero nunca entran al equipo!

–Draco, seguro que si hablas con tu padre consigue meterte en el equipo…

Cuando Keilee oyó ese nombre, olvidó por completo lo que estaba estudiando y levantó la mirada disimuladamente.

–¡¿Te crees que no lo intentó ya antes de que empezara el curso?! Goyle, en serio, a veces me sorprende lo estúpido que puedes llegar a ser. ¡Déjame solo!

Keilee observó como Goyle volvía al castillo sin decir nada, con la cabeza gacha. Volvió a mirar a Draco, que estaba dando patadas a piedras que había en el césped, aún sin percatarse de su presencia.

–¿Sabes, Draco? – Keilee consiguió que él dejara de dar patadas a las piedras – eso ha sido un poco grosero. Empiezo a pensar que no sabes ser educado.

–¿Y tú que sabes? – dijo él, mirándola por primera vez. Se vio sorpresa en su rostro al ver que era una Hufflepuff quien había tenido el valor de decirle que era un maleducado. Se esperaba encontrarse a una Gryffindor.

–Bueno, sé que las dos únicas veces que me he cruzado contigo no has sido muy amable.

–No he pedido tu opinión – dijo Draco, dando de nuevo patadas a una piedrecita.

–¿Por qué te molesta tanto que Harry haya entrado en el equipo de Quidditch? – Keilee ignoró por completo el comentario borde que Draco le había hecho e intentó descubrir qué era lo que le molestaba tanto al dueño de los ojos fascinantes.

–¡Porque es un maldito traidor a la sangre! Se junta con Weasley y con la sabelotodo de Granger. Además, soy yo quien debería estar entrando en el equipo. ¡Llevo entrenando toda mi vida!

–¿No te puedes presentar a las pruebas?

–Se supone que los de primero no se pueden presentar a las pruebas… ¡es tan injusto!

Keilee frunció el ceño. Era cierto, no era nada justo que no se le diera la oportunidad de participar en las pruebas de selección del equipo y que a Potter le hubieran metido sin hacerle siquiera una prueba. Keilee guardó su libro de Encantamientos en su bolso, se levantó y se sacudió la hierba de su uniforme para acercarse a Malfoy.

–Si te sirve de consuelo, también pienso que es injusto, Draco – dijo apoyando una mano sobre su hombro para después volver al castillo.

Draco se giró, con la mueca de asco ya puesta en su cara, solo para encontrarse con que la niña ya estaba bastante lejos de él. ¿Quién se creía esa Hufflepuff que era para llamarle por su nombre? Apenas llevaban unas semanas de colegio y ya tenía claro que solo se iba a juntar con Slytherin.

No es que no lo tuviera claro antes, pues su padre y su madre le habían dejado muy clarito que él era un niño especial, mejor que los demás, y que por lo tanto, solo se podía juntar con sus iguales – con el resto de los sangre pura, que casualmente estaban la gran mayoría en Slytherin.


Notas del autor:

Tengo que aclarar una última cosa referente a la redacción de la historia: habrá partes (el diario de la protagonista) que van a estar contadas en primera persona.

Todo lo demás estará en tercera persona, y aunque después de leer lo que Keilee dice en su diario parece que lo que viene a continuación son sus recuerdos (y por lo tanto, todo se ve desde su perspectiva) no es el caso. Si lo hiciera de esa manera, no podría jugar mucho con los personajes y la historia sería más corta (y algo más aburrido, si solo se ve la perspectiva de Keilee).

Los primeros capítulos van a ser una serie de momentos cruciales para los personajes que van a ponernos en situación para cuando la historia llegue realmente al "presente".

Por último, me disculpo porque sé que no es muy largo. Quería hacerlo algo más extenso, pero entonces no iba a poder cortar la historia en un buen momento. Voy a intentar tener la siguiente parte pronto, porque hasta yo me he quedado con ganas de escribir más.

Espero de corazón que os guste la historia, y todos los reviews son bienvenidos: me gusta que me hagan comentarios constructivos, quiero mejorar mi escritura todo lo posible. Si tenéis sugerencias de momentos de los libros que creéis que son buenos para incluir en la historia, también son bienvenidas.