Digimon no me pertenece. Toda la gloria a sus respectivos creadores. Esta historia busca entretener y no una remuneración monetaria.
Historia escrita para el reto de ChemicalFairy del Foro Proyecto 1-8
No me tomes el pelo
Capítulo I: El principio del Fin
Lo sabía, siempre lo supo. Aquello había sido una pésima idea.
¿Es que nunca han comprendido que el cortar los rizos de oro de un ángel podía desatar el caos? Y si, él no era un ángel, ni tenía el cabello rizado, mucho menos era rubio… ¡Pero la idea se entendía!
Cortar su cabello nunca fue su deseo. No quería, no debía, aquello era algo inconcebible en todos los sentidos, pero claro, cuando tu madre, tu hermana y tu novia hacen complot para obligarte, no hay mucho que hacer al respecto y es que, siendo sinceros, si una mujer enojada por si sola es peligrosa, no querrás conocer la furia de tres mujeres en conjunto.
¡Oh, no! Él amaba inmensamente vivir y si las mujeres de su vida pensaban que parecía un hippie con aquella melena indomable, debía obedecer y correr a la peluquería más cercana. Así lo hizo… Y fue el peor error que pudo cometer.
Incluso la furia de sus amores hubiese sido mil veces mejor, sin duda alguna.
Fuese como fuese, ahora el mundo estaba en peligro y todo era debido a sus cabellos castaños perdidos.
Cuando Dalila hizo cortar el cabello de Sansón*, este perdió su fuerza, pero no… Cuando aquella peluquera cortó los mechones de Taichi, se perdió mucho más que algo tan banal como la fuerza… ¡Se perdió el equilibrio del mundo!
¿No me creen? Vamos, que se los demuestro.
Luego de la insistencia conjunta de su madre Yuuko, de su hermana Hikari y de su novia Sora, al castaño no le quedó mas que atender al mandato, agachar la cabeza y asentir cabizbajo.
Con una podía lidiar, con dos, tal vez, ¿Pero tres? Eso sin duda era imposible. Prefería volver al Digimundo y enfrentar a Apocalymon a puño limpio, que discutir con tres mujeres enojadas.
Finalmente, no tuvo otra opción, por lo que esa misma tarde se convenció, o más que eso, finalmente se resignó y se dirigió a la peluquería que ya conocía bien. Esa peluquería pertenecía a una amiga de su madre y allí habían sido atendidos los hermanos Yagami desde que Hikari y él eran muy pequeños, por lo que no le extrañó que ya la cita estuviese concertada para cuando llegó al lugar aquella tarde, luego de salir de la escuela.
—Buenas tardes, señora Himari. —Pronunció con desanimo al atravesar las puertas de cristal de aquel local.
—Oh, Taichi, bienvenido. ¡Si que has crecido! —Exclamó con dulzura la ya anciana señora, que con una sonrisa recibió al castaño—. Tu madre ya me ha explicado que es lo que deseas, así que no tomará demasiado tiempo. Pasa, pasa, toma asiento.
El castaño no necesitó decir más, lo cual agradeció internamente pues el tener que decir en voz alta que sus adorados cabellos necesitaban un corte sería letal para su pobre corazón.
Prefirió callar y obedecer, por extraño que aquello fuese para alguien tan enérgico como lo era el portador del valor.
Pronto el sueño comenzó a invadirlo, ¿Y quien iba a culparlo? Aquellos "masajes" que la mujer realizaba en su rebelde y enmarañada cabellera comenzaron a arrullarlo y de un momento a otro, dejó de ser consciente de su alrededor.
Para cuando despertó, se sorprendió al notar que un desconocido extrañamente familiar le miraba con fijeza.
—¿Hola?— Saludó, aunque el terror llegó cuando entendió que no era ningún desconocido el que le miraba.
No, señor, ¡Era él! Y lo supo cuando el "desconocido", pronunció aquel saludo al mismo tiempo que él. Si, era él, reflejado en un espejo, pero con el cabello tan corto que le costó reconocerse a si mismo.
Su melena indomable de la cual se sentía tan orgulloso, ya no estaba más. En su lugar solo había quedado una mata de cabello cortada muy bajo, casi al ras de la cabeza, por lo que, de un momento a otro, había pasado de ser un hippie desmarañado a un alumno de la academia militar, o al menos en apariencia.
—Esto es una pesadilla, ¡Si, es eso! —Quiso convencerse a si mismo, pero luego de meditarlo mucho y ver la realidad del mundo en el que se encontraba, comprendió que no estaba soñando y que, efectivamente, ese desconocido que le devolvía la mirada no era otro mas que él.
—¡NO! — Gritó con todas sus fuerzas, asustando a todos los presentes.
Y no dijo mas, no se despidió, no pagó, no dijo absolutamente nada, solo huyó despavorido a ocultarse en su hogar y a llorar su desgracia.
Para la mañana siguiente las cosas no iban mucho mejor.
Se había despertado destrozado, demacrado, con ojeras y sin ganas de nada. Su cabello se había ido y, con él, sus ganas de vivir también lo habían abandonado.
Aun así respiró profundo y se animó a si mismo a ponerse en pie, después de todo era el portador del valor, así que debía hacer honor a su emblema y enfrentar ese nuevo día.
Era un monstruo, si, pero era un monstruo lleno de valor.
Desanimado pero valeroso como se sentía esta mañana, decidió dirigirse a la cocina para tomar su desayuno antes de dirigirse a la que, sin duda alguna, sería la prueba de fuego para él. Toda su vida, sus combates en el digimundo, su lucha contra el mal y la madurez que había adquirido en el camino… Todo, sin lugar a dudas, había sido con el único fin de hacerlo apto física y psicológicamente hablando para soportar la humillación de que una podadora hubiese pasado por sobre su cabeza, al menos en sentido figurado.
—Buenos días. — Saludó sin inmutarse al llegar a la cocina, respirando profundo para no verse afectado por las risitas ahogadas de su hermana menor.
—¿Qué… Qué te pasó? — Acabó por preguntar la portadora de la luz, estallando a las risas.
—Todo ha sido culpa de mamá.
—¿De mamá? — Logró decir entre risas.
—No preguntes, Hikari.
La castaña ahogó una carcajada más y se encogió de hombros, tomando su mochila para dirigirse a la puerta de su hogar.
—¡No llegues tarde! — Gritó antes de cruzar el umbral de la puerta, ahogando una risita más.
El de ojos oscuros, por otro lado, no pudo más que suspirar.
Tomó una tostada de la mesa, recogió sus cosas y desanimado pero con la frente en alto, decidió enfrentar aquel nuevo reto.
Ir a la escuela con un mal corte de cabello y no morir en el intento.
Aunque nunca imaginó que al cruzar esa puerta se encontraría, nada mas y nada menos que con el principio del fin.
Aclaraciones:
*Dalila y Sansón: Hace referencia al relato bíblico. Sansón es un hombre con una fuerza sobrehumana, el cual se enamora de Dalila. Los filisteos sobornan a Dalila para que consiga el secreto de la fuerza de su esposo y ella acepta, descubriendo tras varios intentos que su fuerza se perdería si su cabello llegase a ser cortado. Ella finalmente revela el secreto y un sirviente corta el cabello de Sansón, dejándolo sin fuerzas.
Notas de Autora:
Muy bien, en primer lugar debo decir que no pensaba subir esto hoy mismo y que tenía pensado hacer un One-Shot, pero a medida que pensaba en el reto y escribía lo que se supone era un borrador, las ideas surgieron solas y mis dedos ya no pudieron detenerse, así que aquí está el prólogo, tal vez. No sabría como llamarlo.
Igualmente el título del fic podría no ser el definitivo. Si no se me ocurre uno mejor, se quedará así, pero por ahora es provisional. ¡Se aceptan sugerencias!
No se si de risa o no, aunque en verdad yo reí a mas no poder escribiéndolo. Se me hizo super divertido imaginarme a Taichi así, mas porque todos sabemos lo exagerado que es.
El número de capítulos... No lo se, aunque tengo previstos menos de diez. Quizás cinco o seis, quizás mas, dependiendo de como corran las cosas. Igualmente, a lo mejor entre este y el próximo capítulo si me tomo el mes de plazo, quizás menos. Si mi inspiración no me abandona, pronto acabaré, espero.
¿Sugerencias? ¿Opiniones? ¿Criticas constructivas? ¿Tomatazos? ¿Balazos? ¿Bombas atómicas?
¡Todo eso y mas por medio de un review!
Fairy bonita, espero esto que acabo de iniciar llene tus expectativas y te deje con ganas de mas.
