Todos los meteorólogos de la ciudad habían pronosticado altas temperaturas, y era verdad, el día más caluroso de todo el verano, según dijeron. Sin embargo, Elizabeth podía sentir un sudor invisible tan frío como el descender de un hielo por toda su espalda, sin importar que llevara un atuendo formal algo abrigador.
Se sentía tan estúpida por estar nerviosa, era solo una entrevista….una entrevista…simples preguntas….se repetía mentalmente una y otra vez pero los nervios parecían rondarle con la misma frecuencia que estos pensamientos de aliento.
"La siguiente por favor"-mencionó una alegre secretaria, mientras una muchacha en traje sastre abandonaba la oficina del entrevistador conteniendo las lágrimas. La chica tragó saliva.
"Soy yo"-Lentamente se puso de pie y haciendo un esfuerzo gigantesco por no tambalearse mientras caminaba avanzó hacia la puerta de la oficina, respiró hondo y dando un paso seguro entró.
HARRASSMENT
Capítulo I
Vínculo
"Buee…"
"Ahórrese las formalidades"-fue interrumpida antes de poder terminar un saludo cortés-
¿qué la retrasó tanto? ¿No le enseñaron que es de mala educación dejar esperando a las personas?….en fin…tome asiento"-
Sin decir nada obedeció. No es que el comentario del sujeto que tenía enfrente, que por cierto mientras hablaba ni siquiera se había dignado en mirarla; hubiera pasado inadvertido pero en ese momento sus neuronas no estaban trabajando al 100% ya que tenía el miedo pintado en la cara.
"Su nombre"-pronunció este
"Hawk…"
"Elizabeth Hawkeye"-volvió a interrumpirla-"Preparatoria terminada, carrera trunca en administración de empresas, experiencia en computadoras, dominio de tres lenguas diferentes...hmm…¿está segura de que tiene 22 años?"
Esta vez los ojos inquisidores del entrevistador por primera vez abandonaron los papeles del escritorio para posarse en la rubia quien lucía un poco confundida ante el cuestionamiento.
"¿Eh?...¡Sí! ¿Por qué la…"
"¿Por qué la pregunta?"-de nueva cuenta le cortó la inspiración-"aparenta menos edad, podría jurar que apenas y alcanza los 18"-su mirada se intensificó, como buscando la mentira en sus ojos.
No obstante y tal vez producto de los nervios, sonrió-"Me lo dicen todo el tiempo"
"¿Qué es lo que espera de este trabajo?-dijo sin darle importancia al tema anterior de lo que pudiera llamarse conversación.
"Bueno, pues primeramente yo…"
"Espera ganar mucho dinero sin mucho esfuerzo solo por tener una cara bonita…."-decía con una clara sonrisa en el rostro mientras recargaba su cabeza en su puño.
¡¿Pero qué demonios se creía este tipo? ¡Ni siquiera la conocía! Como por arte de magia el miedo que en algún momento sintió de duplicó pero transformado en una ira colosal.
"…y por eso apuesto a que usted…."
"¡BASTA!"-gritó. Un segundo de silencio y luego…."¿Creé que por formar parte de una famosa y exitosa compañía le da derecho de tratar a las personas como basura? Usted me preguntó que qué era lo que esperaba de este trabajo, a lo cual iba a responderle que más bien la compañía es la que espera algo de mí, O SEA, MI esfuerzo, MI compromiso y MI completa disposición de laborar. Pero ya no importa porque me voy. ¡Usted hablando de modales y miré de que manera trata a una dama!"
Aún sacando humo por las orejas y chispas por los ojos se dio la vuelta y se dirigió a la salida. Tenía que irse ya que de seguir quien sabe que podría pasar, no quería ser echada por seguridad….de nuevo.-"¡Con su permiso!"-
"Está contratada"- Se quedó quieta con la mano a punto de girar la perilla de la puerta. "Tiene razón, esa no es la manera de tratar a una dama". Y entonces se giró tan lento que cuando se dio cuenta ya lo tenía frente a ella.
"Por favor"-con toda la galantería y delicadeza del mundo tomó su mano depositando un beso en ella-"Acepte mis más sinceras disculpas". Todavía sosteniendo su mano con la cabeza inclinada dirigió su vista hacia su rostro encontrándose con una mujer que no atinaba a lo que estaba pasando.
"¿Entonces me perdona?"-al fin recuperando algo de autocontrol y tomando en cuenta que su situación no estaba como para dejarse llevar por el orgullo asintió.
"Esta bien Señor…Señor…"-dijo tratando de ver un gafete o su nombre grabado en el escritorio
"Roy Mustang"-contestó él
"De acuerdo, acepto sus disculpas Señor Mustang"-afirmó.
"Bien"-dijo soltando su mano para después acercarse a su escritorio y apretar un botón de su escritorio-"Glacier deshazte de todas las aspirantes" "en cuanto a usted Señorita Riza por favor preséntese mañana temprano, pídale su itinerario y otras indicaciones a Glacier"
"¿Riza?"-Ésta parpadeo un par de veces
"Elizabeth es muy largo…o prefiere ¿Eli? ¿Lizzie? ¿Liz-chan?..."
"Riza esta bien, ahora con su permiso"-¬¬
"Propio, la veré mañana"-sin decir nada más salió de la oficina encontrándose con la sala donde anteriormente había estado esperando completamente vacía. ¡Vaya! Glacier era rápida.
"Señorita Hawkeye ¿se encuentra bien?"-escuchó la voz preocupada de la dulce Glacier.
"¿Eh? Sí, eso creo"-respondió tranquilamente
"¿No tendrá fiebre? Tiene la cara roja"-Desde el reflejo de una ventana se observó y fue entonces cuando su cerebro procesó toda la información de los hechos acontecidos hacía unos minutos…¡EL LE HABÍA BESADO LA MANO!...y de una manera tan encantadora….y….¿Acaso le había llamado Riza? ¡No estaba roja, estaba sonrojada! ¿Desde cuando? ¡De seguro él se habría dado cuenta!
Su cerebro había estado congelado entre nervios y enfado pero su cuerpo…¡su propio cuerpo la había traicionado!
Entró abriendo la puerta sin ninguna delicadeza, estaba cansada con ganas de tirarse en la cama y dormir hasta al otro día, por desgracia no podría, posiblemente se desvelaría leyendo el montón de papeles que le habían entregado en recepción.
"Querida, bienvenida, llegas justo a la hora de la comida, date un baño y ven a comer para que nos cuentes como fue que te contrataron"-una mujer con un delantal blanco le dijo sonriente.
"¿Y me puedes decir cómo sabes que me contrataron?"-pregunto con sorna
"Una madre lo sabe todo, anda y haz lo que te digo"-Riza vio como su madre se retiraba a la cocina, no sin antes haber tomado su saco y su bolsa.
"Sí, sí, ya voy"
Luego de un rato bajó las escaleras, recién bañadita portando un shorcito y una blusa sin mangas con el cabello trenzado; encontrándose con todos en la mesa. Tomó asiento junto a su hermano.
"¿Y bien pelos de elote cómo es que te rechazaron ésta vez, volviste a arrojarle un jarrón al jefe o tal vez lo paralizaste con tu mirada letal?"-retó su hermano
"¡Cállate enano! Quiero que sepas que me contrataron"
"¡Ay no! ¡No puede ser!"-gritó en frustración el chico
"Edward hijo, se supone que tienes que estar feliz"
"¿Cómo estar feliz? ¡Acabo de perder toda mi mesada!"-Riza dejó el vaso del que había estado tomando agua.-"¡¿Es que ya habías apostado tontín?"-gritó enojada
"Bueno ya, dejen eso y mejor celebremos, te felicito hija"-Olvidándose del enano molesto regresó a ver a su padre con una sonrisa de oreja a oreja, su padre tenía el don de hacerla sonreír sin importar las circunstancias, era tan dulce con ella.
"Sip, aunque debo admitir que estuve a punto de rechazarlo, mi jefe es un idiota"-dijo mientras partía su carne
"Siempre dices eso de todos tus posibles jefes, o son idiotas, pervertidos, mal nacidos, etc…"-Ed comenzaba a comer como un troglodita
"Porque lo son, se creen superiores aunque sean unos perfectos idiotas"-ingirió el primer bocado.
"Cambiando de tema drásticamente, en la mañana llamó Al, él estaba seguro de que te contratarían, te manda mucho saludos y que te quería mucho"-la sola mención de su nombre la hizo palidecer pero intentó parecer calmada lográndolo a medias. "¿E-en serio? Pues gracias"
"Sí, eso mismo le dije yo, tal vez te llame en la noche, así que no apagues tu celular"
"O-ook"-definitivamente haría lo contrario, entre menos contacto tuviera con su hermano mucho que mejor. De hecho el que se fuera a estudiar a otra ciudad había sido un alivio para ella.
Trisha, la madre de Riza, era la segunda esposa de Van (Hohenheim), su padre. De ese matrimonio eran resultado ella y su fastidioso hermano menor Edward. Alphonse era el primogénito adoptivo de Van Hawkeye, quien vivía con su madre en otra ciudad. Desde bebé lo había reconocido como su propio hijo, aunque biológicamente no fueran nada.
Un día el pequeño Al llegó con maleta en mano a su casa. La madre había muerto y su padre tenía que hacerse cargo de él. Por supuesto los primeros meses fueron difíciles pero aprendieron a comprenderse, y fue así como Riza encontró en él a un perfecto hermano mayor. Era tan cariñoso y protector, todo lo contrario a Ed quien pareciera que entre más crecía mayor era su deseo de fregarle la vida.
A pesar de su corta edad al conocerlo siempre supo que Al no era 100% su hermano, sin embargo lo quería como tal. Al nunca dudó del lazo familiar que lo unía a su pequeña hermana, no obstante, no pudo evitar enamorarse de ella.
Cuando esos sentimientos le fueron imposibles retenerlos por más tiempo, le lanzó la bomba a Riza quien casi se desmaya de la impresión. Obviamente le aclaró el cariño que le tenía y éste pretendió entender, pero ya nada fue igual.
Cada que la tocaba, que la abrazaba, el simple hecho de que la viera, no sabía de quien se trataba si el hermano o el hombre. ¡Era tan confuso y doloroso! El nudo que se formaba en su garganta y tanto sentimiento contenido estaban destrozándola física y mentalmente, hasta que un día de la nada, Al decidió irse. Lo que la rubia agradeció al cielo.
El tema nunca volvió a ser tocado y nadie lo sabía a excepción de ellos dos, pero muy a su pesar ella sabía que Al aun guardaba esperanza, la forma en que le hablaba y la trataba por teléfono o cualquier otro medio de comunicación era como cualquier muchacho intentando ligar con ella. ¡Era horrible! ¿Cómo podía decirle que lo amaba y lo extrañaba sin darle oportunidad a que malentendiera eso?
No más juegos de niños, su relación jamás volvería hacer la misma.
Con pesadez se tiró en su cama, había pasado toda la tarde leyendo documento tras documento, y al fin, a la media noche había terminado, algunas cosas le resultaban algo confusas, pero tenía confianza en hacer un buen trabajo sin duda.
Estaba a punto de dormirse cuando un ruidito familiar la trajo de vuelta al mundo de los vivos. Su celular. ¡No lo había apagado! Tendría que contestar, si se trataba de Al se preocuparía y llamaría a casa hasta lograr hablar con ella.
Tomó el aparato nerviosamente y un gran alivio la invadió al ver que solo se trataba de un mensaje. Claro que ese alivio se fue al ver el remitente que efectivamente, era de Al.
Liz:
Disculpa la hora, quería ser el primero en felicitarte. Feliz cumpleaños número 18.
Con cariño
Al
¡Hola a todos! Muchas gracias por leerme y los invito a seguir esta historia. Con gusto recibo sus comentarios.
Rinsita-chan.
